Valhala: Cae al suelo desmayada y Oleksander gruñe en frustración. —¿Para qué lo intento?- protesta.- esta zorra no aprende. Contemplo por un instante el cuerpo inherte de Sofía, pero en pocos minutos vuelve a ponerse en pie. Se quita el casco, lanzándolo al suelo con desdén y me mira, con ese brillo demoníaco que reconozco tan bien, le sangra la nariz, pero eso no la detiene. Se limpia la sangre con los dedos y luego se los lleva a la boca, guiñándome un ojo. —Hola, sexy.¿Tanto te aburre la santurrona que me has mandado llamar? Oleksander la mira perplejo, sin comprender lo que está sucediendo. Ella lo mira y adopta una postura defensiva, al instante. —Me encargaré de tu primito y podremos conversar. Oleksander se le va encima, lanzándole puñetazos cargados de rabia, sin embargo, ella lo esquiva y en un instante de descuido lo patea en los huevos. ¡Auch! No fue a mí y me dolió. Mi primo cae al suelo, agarrándose la entrepierna, su rostro se torna violáceo y patalea de dolo
Actualidad:Palermo, Italia.Blanche:No había opción realmente.No me equivoqué al pensar que el Ivanov había regresado a determinar mis puntos débiles y a atacarme directamente con ellos.Los mellizos son mi mayor debilidad, son mi talón de Aquiles. Son lo único que tengo y lo único que me motiva a mantenerme cuerda.Llegaron a mí en el momento más oscuro de mi vida, cuando ya no tenía fuerzas ni deseos de seguir viviendo.Luego de la explosión en la Ciudadela, y de que la Interpol me acogiera al servicio de protección de testigos caí en depresión.Había luchado con uñas dientes para nada.Había sobrevivido a todo aquello para nada.Al asumir mi nueva identidad, Sofía Visconti quedaba como muerta y la herencia de mi madre fue repartida entre parientes lejanos de mi familia.Además, lidiar con mi otra yo no fue fácil. Su naturaleza asesina y sanguinaria me dificultaba mucho mantenerme bajo control, aún lucho contra ella cada día.Sin embargo, hay algo en lo que estamos de acuerdo…¡S
—Por aquí, neprilichnyy.- Susurró Petra, acercándose a mí, y con delicadeza comenzó a guiarme fuera del recibidor y hacia las escaleras.La seguí en silencio hasta que me abrió la puerta de la habitación que ya había sido mía, la que pegaba con una puerta intermedia a la de Alexis.Me tembló el mentón.¡Dios, otra vez esto no!Me aferré a Petra, tomando sus manos.—¿Están aquí?- pregunté en un rápido y claro ruso. – ¿mis sobrinos están aquí? Por favor, Alexis no ha querido contarme nada y estoy desesperada…De un jalón, Petra apartó sus manos de la mía y me lanzó una mirada de odio que causó que se encogiera el corazón.—Usted no tiene ningún derecho en esta casa, neprilichnyy. No tengo por qué responderle.Se giró, elevando su mentón y se marchó. Dejándome completamente helada.Esa no era la Petra que yo recordaba, siempre tan sonriente y amable. Esa mujer me había mirando como si no pudiese esperar a verme muerta.***Tomé un baño, intentando calmarme, pero fue en vano.Mientras más
—¿Qué hace esta mujer aquí, Alex?- masculló Oleksander a mediación de la cena, mirándome con el rostro enrojecido.—¿No habíamos acordado que la matarías?- intervino Milia.Alexis bebió un sorbo de su agua, y los contempló en silencio.—¡Esto es un ultraje!- chilló Ivanka.- ¡nuestra familia casi lo pierde todo por culpa de esta perra!—Danos una explicación, Alex. ¿Por favor?- Susurró Nikola.Todos los Ivanov dirigieron sus miradas a Alexis pero él permaneció silencioso.El sonido del pito de un coche interrumpió la tensión en el comedor y el ruso dirigió su gélida mirada a mí, elevando una de sus cejas. Fruncí el entrecejo.En pocos minutos un par de voces infantiles llegó al comedor proveniente del pasillo y me levanté de mi silla de un salto. Corrí como ciega, como poseída saliendo al pasillo y buscándolos con la mirada hasta que los encontré.Oh, mi corazón casi se paraliza de la felicidad.—¡Pecchi, pecchi! - grité, yéndome sobre ellos. Arrodillándome ante ellos y recogiéndolos
Blanche:—El tío Alexis es muy bueno, ¿sabes tía?- comentó Valery durante el baño.—¿Ah, sí?—¡Sí!- chilló Valiant, en lo que yo intentaba limpiarlo detrás de las orejas.- ¡me regaló un carrito de carreras nuevo que corre solo!—Y a mí un…- Valery se detuvo de pronto, abriendo los ojos grandemente, en expresión de susto.- ¡oh, no hermano, se supone que no debíamos decirle a tía!Achiné los ojos.—No debían decirme, ¿qué?Valiant miró a Valery con petulancia.—Tía no sabía que nosotros conocíamos a tío, pero ya lo sabe. Por lo tanto, no hay por qué mantener el secreto.Valery lo pensó un momento y pareció coincidir con la opinión de su hermano.—Bueno, la navidad pasada no pudiste estar con nosotros porque estabas en ese evento, esa cosa de la ropa en Francia.- explica Valery.—Entonces, estábamos tristes porque teníamos los regalos, pero estábamos solos en el internado.—Pero tío fue a vernos, y pasó la tarde con nosotros. Nos trajo regalos y después continúo yendo a vernos cada vez
Blanche:Al regresar a la mansión, los pecchi se divirtieron regalando caramelos a diestra y siniestra.Las sumisas los miraban con asombro y aunque Nikola protestó que no era necesario que hiciesen tal cosa, ellos insistieron. Incluso a Petra regalaron chocolates.La cena esa tarde fue mucho más animada, la ausencia de Alexis y de su esposa calmó bastante mi mal ánimo.Milia comía en silencio, a su lado se sentaba una mujer que no había visto antes y que me miraba con expresión abiertamente curiosa.Por sus facciones, adiviné que debía ser “ la japonesa” a la que Nikola había hecho alusión con anterioridad.Tras ella, silencioso y taciturno, se mantenía en pie su guardaespaldas.—¿No vas a presentarme, shin’ainaru ( querida)?- Murmuró la japonesa, dirigiendo su pregunta a Milia.Ella rodó sus ojos, bebió su vino y me dirigió una mirada gélida.—Yoko, ella es Sofía Visconti. Sofía, ella es Yoko, la esposa de mi hermano.Arrugué el entrecejo.Milia me dirigió una sonrisa cínica.—Es l
Blanche:Pasan los días, estos se convierten en semanas y mientras más tiempo pasa más nerviosa me pongo; porque algo no está bien.No puede estarlo.Nada de esto tiene sentido.¿ Por qué él nos mantiene aquí? ¿ Qué quiere de nosotros?Me muerdo las uñas de solo ponerme a ponderar las posibilidades.—Neprilichnyy, el Sovetnik solicita que acuda a su despacho.- me anunció una sumisa en cuanto terminé el desayuno.Los pecchi están durmiendo aún, últimamente están muy holgazanes.Seguí a la sumisa y ella me guió en dirección al despacho, por el camino me puse a pensar en una cantidad de tonterías que solo lograron ponerme más nerviosa.La sumisa señaló la puerta, y toqué un par de veces.—Adelante.Entré, y me encontré a Alexis sentado del otro lado del buró.Oh…¿así que así están las cosas?Eván es el Don, Milia la Koroleva y él es el Sovetnik de la mafya ( consejero)…¿por qué?Tomé asiento frente a él, y él me recorrió con la mirada.—No puedes acusarme de no ser paciente, italiana. Te
Blanche:Alexis…un lisiado.Sus palabras me dan vueltas en la cabeza.Sé, que la operación a la que lo sometieron era altamente peligrosa y que fácilmente pudo haberse quedado paralítico en una cama o atado a un sillón de ruedas, el que sus piernas le fallen a veces es un inconveniente menor, no debería ser motivo para que…“¿En serio?”¿En serio, qué?“ ¿Estás pensando en él e incluso abogando en tu mente para que le regresen el puesto de Don? Chica, ten cuidado o pensaré que te gusta.”Ruedo los ojos.Morte en fase cínica es insoportable.Solo creo que no es justo.Los pecchi toman su desayuno, y yo me entretengo cepillando el cabello de Valery con lentitud, disfrutando cada segundo que estoy con ellos, porque sé que tengo una guillotina suspendida sobre mi cuello, la cuál puede caer en cualquier momento.—¿Tía, tío y tú fueron novios?- me interroga la niña, y yo comprimo los labios. Pensando y escogiendo las palabras para contestarle, con mucho cuidado.—Sí. Hace mucho tiempo. Ante