—Por aquí, neprilichnyy.- Susurró Petra, acercándose a mí, y con delicadeza comenzó a guiarme fuera del recibidor y hacia las escaleras.La seguí en silencio hasta que me abrió la puerta de la habitación que ya había sido mía, la que pegaba con una puerta intermedia a la de Alexis.Me tembló el mentón.¡Dios, otra vez esto no!Me aferré a Petra, tomando sus manos.—¿Están aquí?- pregunté en un rápido y claro ruso. – ¿mis sobrinos están aquí? Por favor, Alexis no ha querido contarme nada y estoy desesperada…De un jalón, Petra apartó sus manos de la mía y me lanzó una mirada de odio que causó que se encogiera el corazón.—Usted no tiene ningún derecho en esta casa, neprilichnyy. No tengo por qué responderle.Se giró, elevando su mentón y se marchó. Dejándome completamente helada.Esa no era la Petra que yo recordaba, siempre tan sonriente y amable. Esa mujer me había mirando como si no pudiese esperar a verme muerta.***Tomé un baño, intentando calmarme, pero fue en vano.Mientras más
—¿Qué hace esta mujer aquí, Alex?- masculló Oleksander a mediación de la cena, mirándome con el rostro enrojecido.—¿No habíamos acordado que la matarías?- intervino Milia.Alexis bebió un sorbo de su agua, y los contempló en silencio.—¡Esto es un ultraje!- chilló Ivanka.- ¡nuestra familia casi lo pierde todo por culpa de esta perra!—Danos una explicación, Alex. ¿Por favor?- Susurró Nikola.Todos los Ivanov dirigieron sus miradas a Alexis pero él permaneció silencioso.El sonido del pito de un coche interrumpió la tensión en el comedor y el ruso dirigió su gélida mirada a mí, elevando una de sus cejas. Fruncí el entrecejo.En pocos minutos un par de voces infantiles llegó al comedor proveniente del pasillo y me levanté de mi silla de un salto. Corrí como ciega, como poseída saliendo al pasillo y buscándolos con la mirada hasta que los encontré.Oh, mi corazón casi se paraliza de la felicidad.—¡Pecchi, pecchi! - grité, yéndome sobre ellos. Arrodillándome ante ellos y recogiéndolos
Blanche:—El tío Alexis es muy bueno, ¿sabes tía?- comentó Valery durante el baño.—¿Ah, sí?—¡Sí!- chilló Valiant, en lo que yo intentaba limpiarlo detrás de las orejas.- ¡me regaló un carrito de carreras nuevo que corre solo!—Y a mí un…- Valery se detuvo de pronto, abriendo los ojos grandemente, en expresión de susto.- ¡oh, no hermano, se supone que no debíamos decirle a tía!Achiné los ojos.—No debían decirme, ¿qué?Valiant miró a Valery con petulancia.—Tía no sabía que nosotros conocíamos a tío, pero ya lo sabe. Por lo tanto, no hay por qué mantener el secreto.Valery lo pensó un momento y pareció coincidir con la opinión de su hermano.—Bueno, la navidad pasada no pudiste estar con nosotros porque estabas en ese evento, esa cosa de la ropa en Francia.- explica Valery.—Entonces, estábamos tristes porque teníamos los regalos, pero estábamos solos en el internado.—Pero tío fue a vernos, y pasó la tarde con nosotros. Nos trajo regalos y después continúo yendo a vernos cada vez
Blanche:Al regresar a la mansión, los pecchi se divirtieron regalando caramelos a diestra y siniestra.Las sumisas los miraban con asombro y aunque Nikola protestó que no era necesario que hiciesen tal cosa, ellos insistieron. Incluso a Petra regalaron chocolates.La cena esa tarde fue mucho más animada, la ausencia de Alexis y de su esposa calmó bastante mi mal ánimo.Milia comía en silencio, a su lado se sentaba una mujer que no había visto antes y que me miraba con expresión abiertamente curiosa.Por sus facciones, adiviné que debía ser “ la japonesa” a la que Nikola había hecho alusión con anterioridad.Tras ella, silencioso y taciturno, se mantenía en pie su guardaespaldas.—¿No vas a presentarme, shin’ainaru ( querida)?- Murmuró la japonesa, dirigiendo su pregunta a Milia.Ella rodó sus ojos, bebió su vino y me dirigió una mirada gélida.—Yoko, ella es Sofía Visconti. Sofía, ella es Yoko, la esposa de mi hermano.Arrugué el entrecejo.Milia me dirigió una sonrisa cínica.—Es l
Blanche:Pasan los días, estos se convierten en semanas y mientras más tiempo pasa más nerviosa me pongo; porque algo no está bien.No puede estarlo.Nada de esto tiene sentido.¿ Por qué él nos mantiene aquí? ¿ Qué quiere de nosotros?Me muerdo las uñas de solo ponerme a ponderar las posibilidades.—Neprilichnyy, el Sovetnik solicita que acuda a su despacho.- me anunció una sumisa en cuanto terminé el desayuno.Los pecchi están durmiendo aún, últimamente están muy holgazanes.Seguí a la sumisa y ella me guió en dirección al despacho, por el camino me puse a pensar en una cantidad de tonterías que solo lograron ponerme más nerviosa.La sumisa señaló la puerta, y toqué un par de veces.—Adelante.Entré, y me encontré a Alexis sentado del otro lado del buró.Oh…¿así que así están las cosas?Eván es el Don, Milia la Koroleva y él es el Sovetnik de la mafya ( consejero)…¿por qué?Tomé asiento frente a él, y él me recorrió con la mirada.—No puedes acusarme de no ser paciente, italiana. Te
Blanche:Alexis…un lisiado.Sus palabras me dan vueltas en la cabeza.Sé, que la operación a la que lo sometieron era altamente peligrosa y que fácilmente pudo haberse quedado paralítico en una cama o atado a un sillón de ruedas, el que sus piernas le fallen a veces es un inconveniente menor, no debería ser motivo para que…“¿En serio?”¿En serio, qué?“ ¿Estás pensando en él e incluso abogando en tu mente para que le regresen el puesto de Don? Chica, ten cuidado o pensaré que te gusta.”Ruedo los ojos.Morte en fase cínica es insoportable.Solo creo que no es justo.Los pecchi toman su desayuno, y yo me entretengo cepillando el cabello de Valery con lentitud, disfrutando cada segundo que estoy con ellos, porque sé que tengo una guillotina suspendida sobre mi cuello, la cuál puede caer en cualquier momento.—¿Tía, tío y tú fueron novios?- me interroga la niña, y yo comprimo los labios. Pensando y escogiendo las palabras para contestarle, con mucho cuidado.—Sí. Hace mucho tiempo. Ante
Blanche:La ganadora del certamen, fue la patinadora del leotardo rojo.Lamentablemente yo no pude disfrutar de su actuación por completo porque, bueno…no quería verme tentada a continuar espiando y comprobando cosas que solo causaban que me doliera el corazón.Al subir al podio a recibir su trofeo, la chica dio un discurso muy emotivo sobre la dura vida que le espera a los huérfanos si no encuentran quien encaminé sus talentos y quién los apoye, y dedicó su triunfo a su patrocinador, el magnate y empresario Alexis Ivanov, sin el cual a ella le hubiese sido imposible cumplir su sueño de ser un “ángel del hielo”.Los reflectores se movieron de sobre ella a posarse sobre él, quien se puso en pie, haciendo una reverencia con su orgullosa cabeza. Los espectadores rompieron en aplausos y la chica sostuvo si trofeo en una mano mientras con la otra le lanzaba un beso al mafioso.—¿Huérfanos?- pregunté, mirando a Nikita de soslayo.Ella se encogió de hombros.—Milia visita orfanatos frecuente
Alexis:Se gira y se tensa todo su cuerpecito.Me enfrenta, colérica.Su respiración es entrecortada y su cara aún está húmeda por las lágrimas.¡Demonios!Cómo me excita su miedo.Verla enrojecer de ira y temblar de pánico me ponen tan duro que la erección me dura días.He intentado luchar contra esto, pero es inevitable.Tenía pensado hacerla subir al ring después de este combate y entregarla al Kolissium como hizo mi hermano con la bruja que lo atormenta, pero no quiero… no puedo.Ella me contempla con desprecio y yo solo fantaseo con sentarla en el lavado y follármela con rudeza.¡Maldita italiana del demonio!Y maldita Nikita.La vieja harpía sabe lo que hace, la vistió de azul oscuro, un color que resalta su piel y sus ojos, ese vestido…tan corto, y con esa raja, que sube mostrando su delicioso muslo izquierdo y casi, casi sus bragas.Y ese escote, que deja ver la cremosa piel de esas tetas… que si no me las meto en la boca esta misma noche moriré de desesperación.—¡Responde de