Club Тринадцать:Bajé las escaleras, dejando la sala VIP como un demente.Sorteé la multitud de personas danzantes y sudorosas, llegando hasta el cretino que se restregaba contra el culo de mi esclava.De un puñetazo lo aparté, y mis hombres se lo llevaron rápidamente, sin embargo, la muy puta no pareció darse cuenta. Saltando y brincando como poseída, meneando la cabeza y despeinándose toda.Regresó a mover el culo y con una sonrisa cínica noté que se le había puesto más grande, más gordo, no sé. Comenzó a restregarse contra mí, como lo haría una perra en celo y me dieron unas ganas enormes de estrangularla allí mismo. Pero entonces, pensé en una venganza aún mejor, y me entretuve acariciando la tela de mi vestido con mis dedos a la altura de sus muslos.Metí la mano por debajo del dobladillo de su vestido y supe que hasta sus muslos estaban mojados.No pude contener el murmullo que salió de mi boca.Pero me propuse andarme con cuidado, si la niñata descubría que quién le rosaba el c
Valhala: Cae al suelo desmayada y Oleksander gruñe en frustración. —¿Para qué lo intento?- protesta.- esta zorra no aprende. Contemplo por un instante el cuerpo inherte de Sofía, pero en pocos minutos vuelve a ponerse en pie. Se quita el casco, lanzándolo al suelo con desdén y me mira, con ese brillo demoníaco que reconozco tan bien, le sangra la nariz, pero eso no la detiene. Se limpia la sangre con los dedos y luego se los lleva a la boca, guiñándome un ojo. —Hola, sexy.¿Tanto te aburre la santurrona que me has mandado llamar? Oleksander la mira perplejo, sin comprender lo que está sucediendo. Ella lo mira y adopta una postura defensiva, al instante. —Me encargaré de tu primito y podremos conversar. Oleksander se le va encima, lanzándole puñetazos cargados de rabia, sin embargo, ella lo esquiva y en un instante de descuido lo patea en los huevos. ¡Auch! No fue a mí y me dolió. Mi primo cae al suelo, agarrándose la entrepierna, su rostro se torna violáceo y patalea de dolo
Actualidad:Palermo, Italia.Blanche:No había opción realmente.No me equivoqué al pensar que el Ivanov había regresado a determinar mis puntos débiles y a atacarme directamente con ellos.Los mellizos son mi mayor debilidad, son mi talón de Aquiles. Son lo único que tengo y lo único que me motiva a mantenerme cuerda.Llegaron a mí en el momento más oscuro de mi vida, cuando ya no tenía fuerzas ni deseos de seguir viviendo.Luego de la explosión en la Ciudadela, y de que la Interpol me acogiera al servicio de protección de testigos caí en depresión.Había luchado con uñas dientes para nada.Había sobrevivido a todo aquello para nada.Al asumir mi nueva identidad, Sofía Visconti quedaba como muerta y la herencia de mi madre fue repartida entre parientes lejanos de mi familia.Además, lidiar con mi otra yo no fue fácil. Su naturaleza asesina y sanguinaria me dificultaba mucho mantenerme bajo control, aún lucho contra ella cada día.Sin embargo, hay algo en lo que estamos de acuerdo…¡S
—Por aquí, neprilichnyy.- Susurró Petra, acercándose a mí, y con delicadeza comenzó a guiarme fuera del recibidor y hacia las escaleras.La seguí en silencio hasta que me abrió la puerta de la habitación que ya había sido mía, la que pegaba con una puerta intermedia a la de Alexis.Me tembló el mentón.¡Dios, otra vez esto no!Me aferré a Petra, tomando sus manos.—¿Están aquí?- pregunté en un rápido y claro ruso. – ¿mis sobrinos están aquí? Por favor, Alexis no ha querido contarme nada y estoy desesperada…De un jalón, Petra apartó sus manos de la mía y me lanzó una mirada de odio que causó que se encogiera el corazón.—Usted no tiene ningún derecho en esta casa, neprilichnyy. No tengo por qué responderle.Se giró, elevando su mentón y se marchó. Dejándome completamente helada.Esa no era la Petra que yo recordaba, siempre tan sonriente y amable. Esa mujer me había mirando como si no pudiese esperar a verme muerta.***Tomé un baño, intentando calmarme, pero fue en vano.Mientras más
—¿Qué hace esta mujer aquí, Alex?- masculló Oleksander a mediación de la cena, mirándome con el rostro enrojecido.—¿No habíamos acordado que la matarías?- intervino Milia.Alexis bebió un sorbo de su agua, y los contempló en silencio.—¡Esto es un ultraje!- chilló Ivanka.- ¡nuestra familia casi lo pierde todo por culpa de esta perra!—Danos una explicación, Alex. ¿Por favor?- Susurró Nikola.Todos los Ivanov dirigieron sus miradas a Alexis pero él permaneció silencioso.El sonido del pito de un coche interrumpió la tensión en el comedor y el ruso dirigió su gélida mirada a mí, elevando una de sus cejas. Fruncí el entrecejo.En pocos minutos un par de voces infantiles llegó al comedor proveniente del pasillo y me levanté de mi silla de un salto. Corrí como ciega, como poseída saliendo al pasillo y buscándolos con la mirada hasta que los encontré.Oh, mi corazón casi se paraliza de la felicidad.—¡Pecchi, pecchi! - grité, yéndome sobre ellos. Arrodillándome ante ellos y recogiéndolos
Blanche:—El tío Alexis es muy bueno, ¿sabes tía?- comentó Valery durante el baño.—¿Ah, sí?—¡Sí!- chilló Valiant, en lo que yo intentaba limpiarlo detrás de las orejas.- ¡me regaló un carrito de carreras nuevo que corre solo!—Y a mí un…- Valery se detuvo de pronto, abriendo los ojos grandemente, en expresión de susto.- ¡oh, no hermano, se supone que no debíamos decirle a tía!Achiné los ojos.—No debían decirme, ¿qué?Valiant miró a Valery con petulancia.—Tía no sabía que nosotros conocíamos a tío, pero ya lo sabe. Por lo tanto, no hay por qué mantener el secreto.Valery lo pensó un momento y pareció coincidir con la opinión de su hermano.—Bueno, la navidad pasada no pudiste estar con nosotros porque estabas en ese evento, esa cosa de la ropa en Francia.- explica Valery.—Entonces, estábamos tristes porque teníamos los regalos, pero estábamos solos en el internado.—Pero tío fue a vernos, y pasó la tarde con nosotros. Nos trajo regalos y después continúo yendo a vernos cada vez
Blanche:Al regresar a la mansión, los pecchi se divirtieron regalando caramelos a diestra y siniestra.Las sumisas los miraban con asombro y aunque Nikola protestó que no era necesario que hiciesen tal cosa, ellos insistieron. Incluso a Petra regalaron chocolates.La cena esa tarde fue mucho más animada, la ausencia de Alexis y de su esposa calmó bastante mi mal ánimo.Milia comía en silencio, a su lado se sentaba una mujer que no había visto antes y que me miraba con expresión abiertamente curiosa.Por sus facciones, adiviné que debía ser “ la japonesa” a la que Nikola había hecho alusión con anterioridad.Tras ella, silencioso y taciturno, se mantenía en pie su guardaespaldas.—¿No vas a presentarme, shin’ainaru ( querida)?- Murmuró la japonesa, dirigiendo su pregunta a Milia.Ella rodó sus ojos, bebió su vino y me dirigió una mirada gélida.—Yoko, ella es Sofía Visconti. Sofía, ella es Yoko, la esposa de mi hermano.Arrugué el entrecejo.Milia me dirigió una sonrisa cínica.—Es l
Blanche:Pasan los días, estos se convierten en semanas y mientras más tiempo pasa más nerviosa me pongo; porque algo no está bien.No puede estarlo.Nada de esto tiene sentido.¿ Por qué él nos mantiene aquí? ¿ Qué quiere de nosotros?Me muerdo las uñas de solo ponerme a ponderar las posibilidades.—Neprilichnyy, el Sovetnik solicita que acuda a su despacho.- me anunció una sumisa en cuanto terminé el desayuno.Los pecchi están durmiendo aún, últimamente están muy holgazanes.Seguí a la sumisa y ella me guió en dirección al despacho, por el camino me puse a pensar en una cantidad de tonterías que solo lograron ponerme más nerviosa.La sumisa señaló la puerta, y toqué un par de veces.—Adelante.Entré, y me encontré a Alexis sentado del otro lado del buró.Oh…¿así que así están las cosas?Eván es el Don, Milia la Koroleva y él es el Sovetnik de la mafya ( consejero)…¿por qué?Tomé asiento frente a él, y él me recorrió con la mirada.—No puedes acusarme de no ser paciente, italiana. Te