Isabel:
Huevos revueltos para la mesa doce.
Hamburguesas y papas fritas para la cinco.
Hotcakes para la mesa diez.
Bacon y tostadas para la dos.
Soda, agua mineral o café, para acompañar.
Todo es un bucles de repetir, repetir y repetir.
Despertar, ir a correr en la mañana, tomar una ducha, arreglarme para ir a trabajar, servir, llevar, traer, sonreír, fingir que soy una mujer soltera, contenta con un trabajo mediocre y feliz con un apartamento que es más pequeño que una caja de zapatos.
Los días que tengo libres hago la colada, limpio el apartamento y me pongo a estalquear a los Ivanov por Internet.
Mis superiores no estuvieron muy contentos con el final de mi misión, estaban hambrientos por la captura de uno de los peces gordos, se suponía que debía permanecer de encubierto por dos años más, ese tiempo me permitiría conocer los negocios de los Ivanov a fondo y poseer toda la info para desmantelarlos desde raíz, pero las cosas se truncaron.
Eván me descubrió y todo se fue al carajo.
Cómo consolación, le ofrecí a mis superiores el aliciente de la destrucción de la forja de los Ivanov, les llevé a la hermana de Vitorio Visconti y además, Sofía entregó a la esposa de su hermano.
Con ellas como testigos clave se desmanteló el nido de víboras en Italia, llevando a la cárcel a los principales cabecillas de las distintas familias mafiosas y desde entonces el armamento de la mafia rusa no ha vuelto a circular en el mercado negro.
Incluso Alexis desapareció, se le dio por muerto.
La mafya ha estado demasiado callada estos seis años.
La última foto de Eván que circuló en los medios fue hace cinco años, que un paparazzi lo fotografió en compañía de un jeque de Emiratos árabes, de quién siempre se ha sospechado nexos con la mafia pero a quien no se le ha podido probar nada hasta ahora.
Milia hace vida social inexistente y el resto de los Ivanov mantiene un bajo perfil.
Soy una agente retirada, pero eso no significa que no deba mantener la vista abierta en caso de que me ronden los lobos.
Estoy loca porque termine el turno del desayuno, no llevo ni dos horas en estos zapatos y ya mis pies están matándome.
Eván:
No hay nada más pintoresco y norteamericano que un pequeño restaurante familiar en el que el cocinero es el nieto del hombre que lo comenzó, la cajera es la bisnieta y la jefa de las meseras es la esposa del cocinero.
Este tipo de escenas es bastante común en películas y series norteamericanas, en los que es un día tranquilo, de una semana tranquila, de la vida en un pueblito de campo en el que el mayor sobresalto es oír el chisme de que la hija mayor de los Thomas está preñada, o que el hijo de los Williams se va a la universidad…y de pronto, en medio del caos que deja un chiquillo de cinco años derramando cátchup de más sobre sus papas fritas se levanta la oscura figura de un mafioso ruso y comienza a masacrarlos a todos, viejos, jóvenes y niños con su ametralladora.
Poniendo especial cuidado en dejar para último a la coqueta mesera de piel oscura.
Sonrío para mis adentros.
Sin duda una escena digna de un filme de gángsters de los cincuenta, sin embargo…yo soy un mafioso un poco más…sofisticado.
—¿What do I server You, sugar? (¿ Qué te sirvo, cariño?)- se me ha acercado, hablándome con un acento de New Orleans, más falso que sus sonrisas y finjo estudiar la carta.
—No sé. ¿Qué me recomiendas, preciosa?- le respondo en inglés.
—¿Qué tal la especialidad del chef? ¿Hotcakes con miel y un jugo de arándanos para acompañar?
—De acuerdo, confiaré en tu criterio.- Murmuro sin mirarla y se marcha, apuntando mi orden para hacer el pedido.
Isabel:
¡ Demonios!
Hacía meses que no se me descontrolaba así la libido.
El sujeto es tan blanco que se le marcan las venas por debajo de la piel, y se nota que se ejercita, es musculoso y de hombros anchos. Su rostro es anguloso, de pómulos elevados cubierto por una barba de candado bien cuidada, su cabello es rubio pero pelado por lo bajo y en su oreja derecha vi una pequeña argolla.
Me ha llegado su olor y se me han mojado las pantys.
El hombre huele a peligro.
Y su voz, ese susurro bajo y gutural… ¡carajos!
Le pasaría mi número o le pediría que me esperase a la salida pero hay algo de él que me inquieta, en los cortos minutos en los que hablamos no se quitó las gafas oscuras y no me miró, su comportamiento me hace sospechar que tal vez sea ciego.
Eso no impediría que me lo folle, el calentón que me ha dado ha sido fuerte, pero si es un minusválido visual, no podré darle mi número.
—Aquí está, sexy. Disfruta tu desayuno.- le entrego su pedido y espero al menos una sonrisa en respuesta, pero mantiene el rostro inexpresivo, tomando el tenedor y comenzando a comer.
—Ese forastero me da mala espina.- farfulla Bert, el cocinero y dueño del lugar.
Le respondo con una mueca, en lo que le dejo otra orden.
—Todos los forasteros te dan mala espina, tesoro.
Eván:
Estoy indeciso.
Esto era lo que temía.
Por esto postergué tantas veces venir a encararla.
Está cambiada, por supuesto que lo estaría.
Seis años cambian a una persona, y ella está más delgada pero musculosa, se nota que se entrena y su cabello me causa curiosidad.
Me gustaba como lo tenía antes, era negro, largo y lacio…precioso. Sin embargo, esa maraña de trenzas sobre su cabeza es …intrigante.
No puedo evitar compararla con Medusa, la hermosa mujer convertida en Gorgona , cuyo cabello eran serpientes vivas y que convertía a los hombres en piedra con tan solo una mirada.
Bueno, sí. De piedra estoy, dentro de mi pantalón.
Me limpio los labios con la servilleta y aparto el plato, ella se acerca contoneándose y la observo por el rabillo del ojo.
Debería pagar, levantarme y pegarle un tiro entre los ojos, pero ese no es mi estilo, soy el tipo de depredador al que le gusta ver sufrir a su presa.
—¿Te sirvo algo más, cariño? – ofrece y por el tono de voz y su lenguaje corporal, sé que me desea. De seguro su mente no se ha percatado de quién soy, pero su cuerpo ha reconocido a su amo de inmediato.
—Estoy seguro de que aquí no podrán servirme lo que quiero.
—Cuéntame, tal vez podamos acomodarte.
Me retiro las gafas con lentitud, y elevó el mentón, buscando su negra mirada con la mía.
—Quiero un plato de venganza bien frío, mulata.
Isabel:
Se me aflojaron las piernas en cuanto vi el azul de sus ojos.
M*****a libido, que no me dejó darme cuenta antes.
Eván Ivanov ha venido por mí, y temo que lastime a un buen grupo de civiles por mi causa.
—Aquí no, por favor.- susurré.- no le hagas daño a estas personas, son gente decente. Mi turno culmina a las cinco, mátame a la salida.
—Oh, estarás muerta antes de que el día acabe, perra. Pero…no sabrás cuando sucederá. No intentes escapar, te lo advierto. Mis hombres estarán vigilándote.
Se levanta, deja un billete de cien dólares y se retira, dejándome ciega de pánico.
—Muy buena propina la del desconocido, ¿eh Isabel? Te conseguiste una cita para más tarde de seguro. El hombre es tu tipo, parece motorista.- bromea Donna, la cajera e hija del dueño.
No tienes ni la menor idea.
Acabo de conseguirme una cita con la muerte.
***
Salí del restaurant mordiéndome las uñas.
Por más que intenté ocultar mi nerviosismos mis compañeros de trabajo notaron el temblor en mis manos.
Regresé a mi apartamento, me quité las ropas y me metí a la ducha.
El olor a grasa de las comidas se impregna a en mis ropas y en mi piel, y eso me molestaba.
Incluso aproveché para lavarme el cabello, pero cuando corrí la cortina mi grito recorrió todo el apartamento.
Eván me esperaba del otro lado.
Eván:
Saltó del susto y gritó, pero se compuso en segundos buscando un arma con la que defenderse, por lo que arrancó la cortina y se la enroscó en la mano, mirándome retadoramente.
—¿Vas a asesinarme o solo vas a comerme con la mirada?- protestó y yo sonreí, yéndomele encima.
Nota del autor:
*Mommy issues:
Dícese de cuando una persona crece teniendo traumas emocionales o carencias afectivas vinculadas a su relación con su madre.
Lo cual genera múltiples filias y parafilias.
Alexis: Durante un año entero había contenido las ganas de venir corriendo a verla. La italiana... Es hermosa, pequeña, atrayente, incandescente como un rubí en ese vestido rojo. Estaba cambiada. Se la veía fuerte, segura de sí misma, coqueta y sensual.Verla caminar, era verla exudar sensualidad por todos los poros. D’yavol’skiy ital’yanskiy (italiana del demonio) La he visto y me he puesto duro al instante. Lo único que no me gusta de su nuevo aspecto es su cabello. Es apenas una motica rubia, que le da un aspecto de muñequita inocente e indefensa y me hace recordar a Bety Boop. Pero, si algo no es la italiana, es inocente y mucho menos indefensa. El desfile comienza y me mantengo alejado. Tomando nota de sus reacciones. Esperaba que sonriera y riera a carcajadas como siempre lo hacía, sin embargo, recibe los cumplidos y los halagos con un asentimiento y se mantiene en total silencio con una expresión de seriedad que borda en la tristeza. Hace años que ya no es Sofía Viscon
Blanche:Recogiendo mi bolso y saliendo de la sala de reuniones, mi secretaria me informa que no tengo nada más en mi agenda del día.Me marcho de Almaz, tomando mi auto.Es un Audi negro que cumple con mis necesidades, nada que ver con la monstruosidad rosads aquella que el me regaló y que voló en pedazos.Me voy al hotel, dándome un baño de espumas en un intento por calmar mis nervios.No puedo ir allá.No puedo ir allá.Alexis ha de estar vigilándome, si voy allá los descubrirá.Me paseo dentro de mi habitación, retorciendo mis manos nerviosamente.Tres horas después ya estoy histérica.Me visto y bajo al lounge, hay pocas personas alrededor, solo un pequeño grupo conversa y unas pocas parejas bailan bajo la media luz.—Una piña colada con ron, por favor.- pido, y el bartender me sirve.Bebo un sorbo, y un sudor frío me recorre.Se ha sentado a mi lado, a la barra y me contempla con expresión inquisitiva.—¿Ya estás lista para suplicar de rodillas, italiana? Aún estás a tiempo de c
Tres años antes: Al abrir los ojos me sentí débil. Me sentí más débil de lo que me había sentido en toda mi vida. Arrugué el entrecejo y mirando a mi alrededor, noté que me encontraba en mi habitación, en la mansión de Moscú; acostado en una cama, acoplado a un montón de aparatos. Una mascarilla me proveía de oxígeno, el dedo índice de mi mano derecha estaba conectado a un monitor que dibujaba mis latidos en una pantalla, e incluso noté, con sobresalto, que me habían colocado una sonda para colectar mis orinas. ¿Qué demonios me había sucedido? Lo último que recordaba…era. Algo oscuro aletea en el fondo mi memoria. Los latidos en el monitor se aceleraron bruscamente y la puerta de la habitación se abrió de golpe. Apresuradamente entró una mujer, vistiendo un traje de enfermera. Era alta y de cabello rojizo, joven y bastante bonita. Licia. Creo recordar que su nombre es Licia. Se acercó a mí a velocidad supersónica y al ver que estaba despierto lanzó un alarido de sorpresa qu
Arrugo el entrecejo. —Yelana la engañó. Le hizo creer que el dinero era para usarse de salvavidas. Que en caso de que los italianos, la policía o algún otro adversario tomara nuestros escondites y congelara nuestros activos esa cantidad serviría para mantener a la familia hasta que volviéramos a ponernos en pie.- explica Nikola, atropelladamente. —Tú lo sabías.- sollozó Milia, en lo que las lágrimas bañaban su pálido rostro.- no sé cómo lo descubriste, pero tú sabías que Yelana y yo éramos amantes y que yo había desviado todo ese dinero. Intentaste separarnos, a ella la enviaste a la hacienda de Quintanilla en Tijuana y planeaste que yo me interesara por otras mujeres. A tu manera y en silencio, aprobaste mi preferencia sexual, ¡y yo te traicioné, hermano! Milia se lanza al suelo a mis pies, besándolos y gimiendo dolorosamente. —¡Mátame! ¡Por favor, mátame! Ayúdame a aliviar esta culpa que no me deja vivir en paz. Toma venganza, limpia esta ofensa con mi muerte. Has conmigo como a
A Alexis se le secó la boca. Sus manos comenzaron a temblar y un dolor insoportable estalló en su cabeza, las compresas de su memoria se habían roto, devolviéndole un torrente de sucesos que había olvidado. Un torrente de sucesos que involucraban a dos mujeres dentro de un mismo cuerpo. No había estado equivocado la primera vez que había visto ese video. Alguien había asesinado a Ramonae Schwarz de la forma más fría y brutal posible. Debajo de su techo había tenido a una asesina. Una asesina silenciosa y letal. Un demonio disfrazado de ángel de luz. *** Club Církulus, Krasdar. Mis hombres se llevan a Nikolay al cuarto de atrás y los sigo, tomando a Sofía de la mano y tirando de ella…ya vi de lo que es capaz cuando golpeó a aquellos tres hombres con el b**e, ahora quiero saber si su maldad llega hasta ahí o da para más. Sentado en un butacón está el traidor, sudoroso y pálido, porque sabe que ha firmado su sentencia de muerte. La mano de ella tiembla en la mía por un instante,
Club Тринадцать:Bajé las escaleras, dejando la sala VIP como un demente.Sorteé la multitud de personas danzantes y sudorosas, llegando hasta el cretino que se restregaba contra el culo de mi esclava.De un puñetazo lo aparté, y mis hombres se lo llevaron rápidamente, sin embargo, la muy puta no pareció darse cuenta. Saltando y brincando como poseída, meneando la cabeza y despeinándose toda.Regresó a mover el culo y con una sonrisa cínica noté que se le había puesto más grande, más gordo, no sé. Comenzó a restregarse contra mí, como lo haría una perra en celo y me dieron unas ganas enormes de estrangularla allí mismo. Pero entonces, pensé en una venganza aún mejor, y me entretuve acariciando la tela de mi vestido con mis dedos a la altura de sus muslos.Metí la mano por debajo del dobladillo de su vestido y supe que hasta sus muslos estaban mojados.No pude contener el murmullo que salió de mi boca.Pero me propuse andarme con cuidado, si la niñata descubría que quién le rosaba el c
Valhala: Cae al suelo desmayada y Oleksander gruñe en frustración. —¿Para qué lo intento?- protesta.- esta zorra no aprende. Contemplo por un instante el cuerpo inherte de Sofía, pero en pocos minutos vuelve a ponerse en pie. Se quita el casco, lanzándolo al suelo con desdén y me mira, con ese brillo demoníaco que reconozco tan bien, le sangra la nariz, pero eso no la detiene. Se limpia la sangre con los dedos y luego se los lleva a la boca, guiñándome un ojo. —Hola, sexy.¿Tanto te aburre la santurrona que me has mandado llamar? Oleksander la mira perplejo, sin comprender lo que está sucediendo. Ella lo mira y adopta una postura defensiva, al instante. —Me encargaré de tu primito y podremos conversar. Oleksander se le va encima, lanzándole puñetazos cargados de rabia, sin embargo, ella lo esquiva y en un instante de descuido lo patea en los huevos. ¡Auch! No fue a mí y me dolió. Mi primo cae al suelo, agarrándose la entrepierna, su rostro se torna violáceo y patalea de dolo
Actualidad:Palermo, Italia.Blanche:No había opción realmente.No me equivoqué al pensar que el Ivanov había regresado a determinar mis puntos débiles y a atacarme directamente con ellos.Los mellizos son mi mayor debilidad, son mi talón de Aquiles. Son lo único que tengo y lo único que me motiva a mantenerme cuerda.Llegaron a mí en el momento más oscuro de mi vida, cuando ya no tenía fuerzas ni deseos de seguir viviendo.Luego de la explosión en la Ciudadela, y de que la Interpol me acogiera al servicio de protección de testigos caí en depresión.Había luchado con uñas dientes para nada.Había sobrevivido a todo aquello para nada.Al asumir mi nueva identidad, Sofía Visconti quedaba como muerta y la herencia de mi madre fue repartida entre parientes lejanos de mi familia.Además, lidiar con mi otra yo no fue fácil. Su naturaleza asesina y sanguinaria me dificultaba mucho mantenerme bajo control, aún lucho contra ella cada día.Sin embargo, hay algo en lo que estamos de acuerdo…¡S