Ciudad de Eugene, Oregón. USA.
Isabel Durand, se levantaba todos los días a las seis de la mañana.
Salía a correr, dando dos vueltas por el vecindario, se duchaba, se ponía el uniforme y pasaba el resto del día sirviéndole comida chatarra a la gente de caras largas y humor agrio que entraba y salía del restaurante de comida rápida.
Llevaba una vida estructurada, de horarios definidos y a pesar de que trabajaba sirviendo hamburguesas y papas fritas, mantenía una dieta vegetariana.
Trabajaba un día y descansaba dos, cobraba un sueldo mediocre y aunque sabía que continuar con vida era mucho mejor que estar muerta, su pequeña y rutinaria existencia la estaba asfixiando.
Echaba de menos el peligro, echaba de menos la acción y adrenalina del trabajo de campo.
Y si era completamente honesta, echaba de menos las folladas bestiales de cierto mafioso ruso.
***
En el cubil, las sumisas temblaban de pánico ante la posibilidad de que Eván se interesase por alguna de ellas porque sabían que era sinónimo de recibir una sentencia de muerte.
Había estado infiltrada por tres años, pasando desapercibida y sobreviviendo, sin embargo, cuando Eván se presentó en la cocina con una enorme sonrisa y preguntando por Ludmila, vio una apertura para moverse más cerca de su verdadero objetivo.
La verdadera Ludmila casi cae desmayada, era una muchacha nerviosa y temblorosa, torpe en extremo y hacia pocos días había enfadado a la Matrona, el que Eván preguntase por ella, hacía fácil de suponer que la vieja la había lanzado a las fauces del asesino más peligroso de todos.
Así que, ni corta ni perezosa, ella, se adelantó, adoptando desde entonces el nombre de “Ludmila”.
***
Cambiar de nombre e inclusive de aspecto, era una ocurrencia frecuente para la agente de la Interpol, que desde hacía meses soportaba las increíblemente duras y dolorosas torturas del “ loco” Ivanov.
Al principio, él se había mostrado decepcionado porque el aspecto de ella no concordaba con su “tipo”, Eván tomaba para sí y asesinaba sumisas de piel blanca y cabellera castaña, y ella no encajaba para nada en su perfil, lo cual fue una bendición. Ya que con el paso de las semanas él comenzó a apreciar cada vez más sus talentos.
Para el resto de las sumisas, Eván era un demente intocable, por eso ninguna se disputaba sus atenciones e incluso agradecieron cuando ella parecía entretenerlo lo suficiente como para quitárselo de encima a las demás.
Las otras se concentraban en impresionar al Don, quien acostumbraba a ascenderlas y enviarlas a ocupar puestos como espías en puntos estratégicos.
Por lo tanto, "Ludmila" contó desde el principio con el silencio de las demás sumisas, pero no así con el de la Matrona, quien la vigilaba y no le perdía ni pie ni pisada, sospechando al parecer las verdaderas intenciones que la motivaban a permanecer al lado de un Ivanov tan peligroso como Eván.
Realmente temió que la vieja imbécil hubiese descubierto alguna cosa incriminatoria y fuese a destruir su tapadera, por suerte, la caída por las escaleras arregló el problema , y su tapadera permaneció intacta.
Según el perfil de Eván, se suponía que él era un sádico y un sociópata, había cometido su primer asesinato a los catorce años. Apuñaleando unas quince veces a una sumisa que intentó tocarlo íntimamente, sin su consentimiento.
Desde entonces, siempre escogió a mujeres similares a aquella como sumisas y luego de pocas semanas se deshacía de ellas, siempre de una forma bastante sanguinaria.
Después de un año entero actuando su papel, como “ Ludmila”, comprobó que Eván no era más que un niño con gustos extremos en el sexo y muchos “ Mommy issues”.
Estaba segura que de pequeño, su madre no le había prestado la suficiente atención ni a él ni a su hermana, más concentrada en preparar a Alexis, al mayor, para su tarea como sucesor de su padre y de ahí nacería la afición de su “ Amo” por la mastofilia, o sea, que después del sexo, Eván se prendía de sus pezones mamándolos como si realmente fuese un bebé hasta quedarse dormido.
***
Actualidad:
Se recogió el cabello en un moño, se vistió para ir trabajar y caminó las dos cuadras que separaban su mugroso apartamento del restaurant familiar en el que trabajaba, rellenando vasos de café, sirviendo huevos fritos o revueltos, hotcakes, waffles , hotdogs y hamburguesas.
Había trabajado en diferentes cosas y vivido en diferentes estados, pero mensualmente le hacía una llamada a su oficial del servicio de protección de testigos para hacerle saber que estaba viva, si a aquella monotonía se le podía llamar vida.
Entró al local, y ya el cocinero comenzaba a preparar la parrilla para despegar con el turno del desayuno. Se colocó el delantal, se enderezó el uniforme y pegó en sus labios esa sonrisa falsa que a todos en el pueblo les encantaba tanto ver.
***
Seis años antes:
Había notado que Eván y Alexis pasaban demasiadas horas juntos, aquello le causó mala espina y comenzó a sospechar que los Ivanov se traían algo turbio entre ellos, por ello, desobedeció y se acercó al despacho a tiempo para escuchar la conversación que sostenían.
—¿Estás completamente seguro de esto, hermano?- escuché que Alexis preguntó.
No me arriesgué a mirar dentro, aunque la puerta estaba abierta, simplemente me concentré en escuchar.
—Estoy seguro, es ella.
Me tensé al instante.
—¿Qué te hace creer que ella es la mujer que sospechas?- las palabras del Don hicieron que me recorriera un sudor frío.
—Todo. Su comportamiento, su aguante. Sabes que llevo meses sospechándolo.
Me mantuve pegada a la puerta del despacho del Don, conteniendo el aliento.
—Es un alivio ver que estás tan seguro, sin embargo te propongo una prueba. Quítale el collar, dale una orden y veremos cómo se comporta.
—¿Orden?
—Sí. Ha llegado la hora, hermano. Es momento de destapar las cucarachas entre nosotros y aplastarlas. No se puede postergar más el asunto del que te hablé. Te necesito fuerte y preparado.
—Lo estoy.
¡Oh, por todos los santos! ¡Me han descubierto!
¡Me matarán!
—Bien. Mañana le haré firmar el divorcio a la italiana y tu sumisa la llevará de regreso a la Ciudadela.
—De acuerdo.
¡¿ Qué?!
¿Después de todo lo que ha tenido que ha atravesada la pobre muchacha, el Don le da una patada y la envía de regreso al foso?
Me alejé de la puerta sin hacer ruido, corriendo en busca de mi habitación.
Pero antes de llegar, cambié de rumbo y me dirigí directamente a la de la Italiana.
Se sorprendió al verme entrar de golpe, sin llamar y sin tocar, solo empujé la puerta y entré.
—Escúchame bien, no tenemos tiempo. Mi nombre es Mariah Lennox, soy agente de la Interpol y acabo de descubrir que se ha quemado mi tapadera. Alexis te dará el divorcio mañana y te enviará de regreso al foso. Voy a escapar, mis superiores me retirarán del caso, y me darán una nueva identidad. Ven conmigo, si quieres vivir.
Sofia pareció perpleja durante unos minutos pero luego reaccionó. Asintiendo.
—Estoy contigo.
Isabel: Huevos revueltos para la mesa doce. Hamburguesas y papas fritas para la cinco. Hotcakes para la mesa diez. Bacon y tostadas para la dos. Soda, agua mineral o café, para acompañar. Todo es un bucles de repetir, repetir y repetir. Despertar, ir a correr en la mañana, tomar una ducha, arreglarme para ir a trabajar, servir, llevar, traer, sonreír, fingir que soy una mujer soltera, contenta con un trabajo mediocre y feliz con un apartamento que es más pequeño que una caja de zapatos. Los días que tengo libres hago la colada, limpio el apartamento y me pongo a estalquear a los Ivanov por Internet. Mis superiores no estuvieron muy contentos con el final de mi misión, estaban hambrientos por la captura de uno de los peces gordos, se suponía que debía permanecer de encubierto por dos años más, ese tiempo me permitiría conocer los negocios de los Ivanov a fondo y poseer toda la info para desmantelarlos desde raíz, pero las cosas se truncaron. Eván me descubrió y todo se fue al
Alexis: Durante un año entero había contenido las ganas de venir corriendo a verla. La italiana... Es hermosa, pequeña, atrayente, incandescente como un rubí en ese vestido rojo. Estaba cambiada. Se la veía fuerte, segura de sí misma, coqueta y sensual.Verla caminar, era verla exudar sensualidad por todos los poros. D’yavol’skiy ital’yanskiy (italiana del demonio) La he visto y me he puesto duro al instante. Lo único que no me gusta de su nuevo aspecto es su cabello. Es apenas una motica rubia, que le da un aspecto de muñequita inocente e indefensa y me hace recordar a Bety Boop. Pero, si algo no es la italiana, es inocente y mucho menos indefensa. El desfile comienza y me mantengo alejado. Tomando nota de sus reacciones. Esperaba que sonriera y riera a carcajadas como siempre lo hacía, sin embargo, recibe los cumplidos y los halagos con un asentimiento y se mantiene en total silencio con una expresión de seriedad que borda en la tristeza. Hace años que ya no es Sofía Viscon
Blanche:Recogiendo mi bolso y saliendo de la sala de reuniones, mi secretaria me informa que no tengo nada más en mi agenda del día.Me marcho de Almaz, tomando mi auto.Es un Audi negro que cumple con mis necesidades, nada que ver con la monstruosidad rosads aquella que el me regaló y que voló en pedazos.Me voy al hotel, dándome un baño de espumas en un intento por calmar mis nervios.No puedo ir allá.No puedo ir allá.Alexis ha de estar vigilándome, si voy allá los descubrirá.Me paseo dentro de mi habitación, retorciendo mis manos nerviosamente.Tres horas después ya estoy histérica.Me visto y bajo al lounge, hay pocas personas alrededor, solo un pequeño grupo conversa y unas pocas parejas bailan bajo la media luz.—Una piña colada con ron, por favor.- pido, y el bartender me sirve.Bebo un sorbo, y un sudor frío me recorre.Se ha sentado a mi lado, a la barra y me contempla con expresión inquisitiva.—¿Ya estás lista para suplicar de rodillas, italiana? Aún estás a tiempo de c
Tres años antes: Al abrir los ojos me sentí débil. Me sentí más débil de lo que me había sentido en toda mi vida. Arrugué el entrecejo y mirando a mi alrededor, noté que me encontraba en mi habitación, en la mansión de Moscú; acostado en una cama, acoplado a un montón de aparatos. Una mascarilla me proveía de oxígeno, el dedo índice de mi mano derecha estaba conectado a un monitor que dibujaba mis latidos en una pantalla, e incluso noté, con sobresalto, que me habían colocado una sonda para colectar mis orinas. ¿Qué demonios me había sucedido? Lo último que recordaba…era. Algo oscuro aletea en el fondo mi memoria. Los latidos en el monitor se aceleraron bruscamente y la puerta de la habitación se abrió de golpe. Apresuradamente entró una mujer, vistiendo un traje de enfermera. Era alta y de cabello rojizo, joven y bastante bonita. Licia. Creo recordar que su nombre es Licia. Se acercó a mí a velocidad supersónica y al ver que estaba despierto lanzó un alarido de sorpresa qu
Arrugo el entrecejo. —Yelana la engañó. Le hizo creer que el dinero era para usarse de salvavidas. Que en caso de que los italianos, la policía o algún otro adversario tomara nuestros escondites y congelara nuestros activos esa cantidad serviría para mantener a la familia hasta que volviéramos a ponernos en pie.- explica Nikola, atropelladamente. —Tú lo sabías.- sollozó Milia, en lo que las lágrimas bañaban su pálido rostro.- no sé cómo lo descubriste, pero tú sabías que Yelana y yo éramos amantes y que yo había desviado todo ese dinero. Intentaste separarnos, a ella la enviaste a la hacienda de Quintanilla en Tijuana y planeaste que yo me interesara por otras mujeres. A tu manera y en silencio, aprobaste mi preferencia sexual, ¡y yo te traicioné, hermano! Milia se lanza al suelo a mis pies, besándolos y gimiendo dolorosamente. —¡Mátame! ¡Por favor, mátame! Ayúdame a aliviar esta culpa que no me deja vivir en paz. Toma venganza, limpia esta ofensa con mi muerte. Has conmigo como a
A Alexis se le secó la boca. Sus manos comenzaron a temblar y un dolor insoportable estalló en su cabeza, las compresas de su memoria se habían roto, devolviéndole un torrente de sucesos que había olvidado. Un torrente de sucesos que involucraban a dos mujeres dentro de un mismo cuerpo. No había estado equivocado la primera vez que había visto ese video. Alguien había asesinado a Ramonae Schwarz de la forma más fría y brutal posible. Debajo de su techo había tenido a una asesina. Una asesina silenciosa y letal. Un demonio disfrazado de ángel de luz. *** Club Církulus, Krasdar. Mis hombres se llevan a Nikolay al cuarto de atrás y los sigo, tomando a Sofía de la mano y tirando de ella…ya vi de lo que es capaz cuando golpeó a aquellos tres hombres con el b**e, ahora quiero saber si su maldad llega hasta ahí o da para más. Sentado en un butacón está el traidor, sudoroso y pálido, porque sabe que ha firmado su sentencia de muerte. La mano de ella tiembla en la mía por un instante,
Club Тринадцать:Bajé las escaleras, dejando la sala VIP como un demente.Sorteé la multitud de personas danzantes y sudorosas, llegando hasta el cretino que se restregaba contra el culo de mi esclava.De un puñetazo lo aparté, y mis hombres se lo llevaron rápidamente, sin embargo, la muy puta no pareció darse cuenta. Saltando y brincando como poseída, meneando la cabeza y despeinándose toda.Regresó a mover el culo y con una sonrisa cínica noté que se le había puesto más grande, más gordo, no sé. Comenzó a restregarse contra mí, como lo haría una perra en celo y me dieron unas ganas enormes de estrangularla allí mismo. Pero entonces, pensé en una venganza aún mejor, y me entretuve acariciando la tela de mi vestido con mis dedos a la altura de sus muslos.Metí la mano por debajo del dobladillo de su vestido y supe que hasta sus muslos estaban mojados.No pude contener el murmullo que salió de mi boca.Pero me propuse andarme con cuidado, si la niñata descubría que quién le rosaba el c
Valhala: Cae al suelo desmayada y Oleksander gruñe en frustración. —¿Para qué lo intento?- protesta.- esta zorra no aprende. Contemplo por un instante el cuerpo inherte de Sofía, pero en pocos minutos vuelve a ponerse en pie. Se quita el casco, lanzándolo al suelo con desdén y me mira, con ese brillo demoníaco que reconozco tan bien, le sangra la nariz, pero eso no la detiene. Se limpia la sangre con los dedos y luego se los lleva a la boca, guiñándome un ojo. —Hola, sexy.¿Tanto te aburre la santurrona que me has mandado llamar? Oleksander la mira perplejo, sin comprender lo que está sucediendo. Ella lo mira y adopta una postura defensiva, al instante. —Me encargaré de tu primito y podremos conversar. Oleksander se le va encima, lanzándole puñetazos cargados de rabia, sin embargo, ella lo esquiva y en un instante de descuido lo patea en los huevos. ¡Auch! No fue a mí y me dolió. Mi primo cae al suelo, agarrándose la entrepierna, su rostro se torna violáceo y patalea de dolo