— ¡Hay que joderse tía! – Exclama Dakota con unos ojos como platos ante lo que nos refiere Alice — ¿con seis chicas? – mi alma cae al piso, tal como lo dijo ella misma.
Los chicos malos nunca cambian y Jonás Serrano menos que menos “solo anda con chicas para tener sexo sórdido y sucio”.
— ¡Lo siento Leila, sé que te agrada! – Trago el nudo de espinas que tengo en la garganta — Pero esto no podía dejar de decírtelo, es por tu bien – sacudo la mano derecha quitándole importancia.
— ¡Solo es un chico buenorro, nada más! – Todas quedan pasmadas — ¿no es lo que dicen? – aparento ser fuerte, pero quiero irme al baño a llorar.
— ¡Bueno, no hay que negar que tiene lo suyo! – Expre
El ayudante del Rector ingresa a la sala de detención leyendo un informe y al levantar la vista sus ojos azules asombrados se suavizan un poco al ver los míos aguados ¡ok soy una cobarde, lo sé! Pero nunca le he dado problemas a mi madre, el Sr. Campbell siempre me ha tenido cariño porque dirige el instituto donde di el bachillerato. Me conoce desde niña y eso no ayuda a detener mis lágrimas.—¡Srta. Leila Monserrat! – Sonrío débilmente —Jamás imaginé verla aquí y menos en una situación como esta – sacude la cabeza, es en serio que no lo cree.—¡Lo siento mucho Sr. Campbell, pero él me insultó primero! – asiente.—Entiendo su reacción, estudié el video y… el Sr. Marshall ya ha sido sancionado – dice y me quedo boqui
Su voz es solo un susurro, sube la mano izquierda hasta mi cabeza sosteniéndola—He querido hacerlo y no logro apartarme de ti – su aliento caliente me acaricia los labios y muero por que me bese, pero no lo hace.Por el contrario deja caer los brazos, sin dejar de mirarme y sin despegar su frente de la mía. Se ve… diferente, inseguro… vulnerable. Entonces me alejo de él, no sé si es un truco, pero su pecho no para de subir y bajar, tiene los puños apretados y la mandíbula también. Extiendo la mano para que me devuelva mis cosas y lo entiende porque asiente y se la baja del hombro. Da un paso atrás una vez que tomo la mochila de su mano, sus brazos tintados me atraen con una fuerza de la que no tengo control y el lirio rojo que adorna su cuello hace que llore aún más porque no tengo idea de que quiere de mí y eso hace que me plantee q
Salgo de allí prometiéndole llamar cuando llegue a mi casa, cruzo el pasillo y se encuentra en absoluto silencio porque todo el mundo se encuentra en clases. Camino buscando la puerta de salida y en un rincón escucho algo, voy a por ello y recibo un empujón que me lleva hacia la pared haciendo que golpee la frente contra la piedra, gimo y me separo tocando el sitio donde me duele y estoy sangrando. Trato de correr y no puedo porque una mano tira de mi brazo tan fuerte que me hace gemir, no quiero hacer ruido porque no tengo idea de quién es, me arrastra hacia afuera de la facultad hasta un callejón; ni caigo al piso porque me sostiene y estoy muriendo de miedo porque la cabeza me da vueltas y no sé lo que está pasando. Sin embargo cuando nos detenemos sacudo el brazo para echar a correr y se me hace imposible. Un cuerpo grande vuelve a empujarme, ahora contra la pared de piedra y grito, pero me tapa la boca. Sea quien sea
—¡Jonás, por favor! – se lo que va a decirme —No lo lastimes – se encuentra arrodillada en medio de la cama.La veo y ¡uf, siento calor! Tiene un corte en la frente y otro en el labio, ese malnacido la golpeó ¿y ella no quiere que lo lastime? Definitivamente no me conoce.—¡No lo haré! – Sonríe —,no tanto – se cubre la boca con las manos ante mi seriedad —ahora debo irme, no quiero que tu padre me encuentre aquí – asiente con los labios cubiertos.Me acerco como si fuese un imán, destapo sus labios y delante del maricón de su “casi hermano”, los ro
El chico se acerca y el sujeto mira el tamaño sin estar excitado, gime y sus lágrimas caen en el piso, me importa una mierda que llore sangre, lo va a pagar.—¡Hey J! – Frank me habla — ¿No crees que es mucho? – señala al profe y luego me mira con… no sé con qué diablos, pero se equivoca.—No amigo mío, creo que es exactamente lo que necesita para aprender que ninguna chica se merece sus mierdas – resoplo —¡Peque, acércalo! – Me acomodo al lado del profe —¡Abre la boca maldito o te arranco la ropa solo para verte llorar! – Siseo en su oído —¡cuidadito con lo que haces porque tu culo es quien va a sufrir cualquier consecuencia! – Marshall obedece temblando y le entrego el teléfono a Robert —¡Ahora sí chicos, que
Me recuesto en una tumbona en el área de la piscina, he pensado en irme al ático unos días, pero luego de lo que le voy a soltar al profe se vería sospechoso. Al cabo de un rato llegan los chicos junto a un Jeremy Marshall cabizbajo y con los ojos rojos de llorar. Sé que los chicos no le han hecho nada, pero un castigo de este calibre para un hombre heterosexual es la peor humillación que puede haber ¡y sin haberse burlado ninguno! Eso no lo iba a permitir por supuesto, eso es algo serio.—¡Por ahí vienen unas pizzas Jonás, tu eres el de la pasta! – saco un fajo de dinero de la cartera y se lo entrego a Elvis.—¡Siéntate con nosotros Jeremy! – Lo invito sonriente y niega —hablemos de algo importante – obedece y se sienta.—Debo irme a mi casa – expresa con voz rota.
Parqueo el auto en la plaza correspondiente y al salir la veo a ella, es Leila que se encuentra esperándome en la jardinera sentada. Debe tener más o menos una hora ahí porque me retrasé para saltarme la hora de Filosofía. Se ve preciosa con un vaquero negro y la blusa color rosa pálido, montada en unos tacones de diez centímetros, sofisticada y con clase. No debería estar aquí, en principio.—¡Hola, llegas… tarde! – no me acerco.—¿Qué haces aquí Leila? – sé que soy un grosero, pero ella… no la quiero aquí.¡Y menos incordiándome con presiones de mierda!—¿Qué? – Sus ojos se abrieron como platos —Yo… solo… quería decirte…—¡No
—¡Ya, enana ya! – me consuela Charles, no he podido dejar de llorar.—Es que… es horri… horrible lo que me dijo – el solo hecho de imaginarme al profesor… haciendo ¡Oh Dios tengo arcadas de nuevo!Vomito de nuevo y mi amigo me enrolla el cabello con la liga que tengo en la mano ¿Por qué tiene que ser tan asqueroso y grotesco? ¡No lo entiendo!—¡Nena tienes que calmarte! – niego.—¡No puedo! El dolor no cesa, solo quiero llorar – me abrazo a él nuevamente.Su teléfono suena y lo saca del bolsillo, lee un mensaje y pone los ojos en blanco para luego guardarlo de nuevo.—¿Qué fue lo que te dijo, para ponerte de ese modo? – pregunta con preocupación.Su te