Capítulo 2

Camila

Mi noche pintaba tal cual como quería, fui el centro de atención de todas las personas. Beto me trataba como reina y cada vez más teníamos el acercamiento que esperaba, realmente él me gusta mucho, desde que lo conocí supe que quería ser su novia, hice todo lo que estuvo a mi alcance para ser presentados, coincidir en los mismos lugares, fiestas, viajes y por fin llega el momento.

—Vamos a un lugar más tranquilo, ¿te parece? Donde podamos hablar, me encanta escucharte —dice él con esos ojos iluminados que me encantan.

Beto es de una familia muy prestigiosa, al igual que la mía. Los dos estamos a punto de convertirnos en una de las parejas más top de la ciudad.

—Eso suena muy bien, pero ¿A dónde vamos?

—Tengo algo más preparado.

Beto me toma de la mano y me lleva fuera de la fiesta, estaba tan concentrada en él que no me despedí de mis amigos; ya podré contarles después, se irán para atrás cuando sepan todo.

De manera caballerosa, Beto abre la puerta de su auto, corre alrededor de el y luego sube en el asiento del piloto.

—Ya muero de curiosidad, dime a donde vamos.

—Es una sorpresa.

El chico se inclina hacia mí, apoya su mano en mi pierna y la poca distancia que hay entre los dos la hago más corta. Esta vez soy yo quien se mueve hacia él y se acerca a su boca. Nuestros labios estaban a punto de juntarse cuando la bocina de otro auto nos hace saltar de susto.

—Parece que ya es hora de movernos.

Beto conduce hasta las afueras de la ciudad, en el camino era lo poco que decía, parecía nervioso.

Valoro todo lo que hace, me resulta lindo que siempre quiera sorprenderme. No se trata solo de lo que hace hoy, si no de las visitas inesperadas a mi casa, de los desayunos sorpresa, de las flores que ha enviado en los momentos que menos creo.

—Bien, aquí es. Necesito que cierre los ojos.

Beto baja del auto, sonríe emocionado por lo que sea que ha planeado para mí. Cubre mis ojos con una pañoleta y me ayuda a salir del coche. Agarrados de mano y guiándome por un sendero que desconozco, me lleva a un sitio en el que no creo que haya estado antes, solo puedo escuchar una música clásica de fondo y el sonido de nuestros pasos.

—Siento que es poco para todo lo que te mereces, estos últimos días han sido los mejores, por eso supe que eras la indicada; hoy día no solo yo, también mi familia tiene mucha ilusión con respecto a nosotros. Espero que sea de tu agrado.

Beto me quita la pañoleta, a primera instancia tuve que volver a cerrar los ojos porque la claridad fue incómoda, al volver a abrirlos, me encuentro con una habitación muy al estilo de una cabaña, decorada con velas y pétalos de rosas.

—¡Guao! ¡Es hermoso!

—¿Te gusta?

—¡Me encanta!

Me doy la vuelta para verlo de frente, lo rodeo con mis brazos y le doy un beso, mi abrazo fue correspondido, Beto me toma de la cintura y afianza nuestro beso.

En casa todos se pondrán felices cuando sepan.

—¿Quieres una copa de vino?

—Oh, si, eso me encantaría.

El caballeroso muchacho me sirve una copa de vino blanco de la mejor calidad y me la entrega para hacer un brindis.

—Por la primera de muchas citas románticas, salud.

—Salud.

Le di un sorbo largo a mi bebida, él hizo lo mismo y luego dejó la copa en un lado. Caminamos juntos hasta un tapete que estaba en el suelo con cojines, también tenía muchas velas a su alrededor.

—Mis padres saben que te quería pedir que fueras mi novia, estaban tan felices que no dudaron en apoyarme. Realmente les agrada que seas tu la mujer con la cual deseo formalizar y organizar el resto de mi vida.

Sus palabras cada vez me hacen llenar de ilusión, quizás sea algo pronto, pero no dudaría en volver a decirle que sí a lo que sea que el que quiera proponer. ¡Ay! Siento que estoy viviendo en un sueño.

—Mi mamá estará feliz, ella sabe lo mucho que me gustas, así que la felicidad es de parte y parte.

Mi padre hasta ahora sospecha de mis salidas con Beto, pero no dice peros porque sabe que él es de una excelente familia.

—¿Te imaginas? Que tú y yo logremos sacar nuestra relación adelante y que nuestros padres hagan trabajos o se unan en sus negocios, eso sería increíble.

No soy una mujer interesada, mi familia tampoco lo es, pero estoy consciente del hombre que merezco y del que mi padre aprobaría como mi pareja, Beto encaja a la perfección; más de un hombre quisiera estar conmigo, más de una mujer quisiera que yo me fijara en su hijo. Así que él es un afortunado por tenerme.

—Eres hermosa, no me canso de decírtelo.

Beto roza mi piel con sus dedos, mira mis ojos y lentamente pasa a mi boca, siento que quiere volver a besarme; pero espera a que yo corte la distancia. Así que eso hago, me inclino hacia él y le doy un beso en los labios.

A esta instancia aun no pasaba nada entre nosotros, me limitaba porque deseaba que fuera especial. Algo me decía que esa noche especial había llegado, que era el momento de por fin tener una noche apasionada con Beto.

—¿Quieres una copa más de vino?

—Si, por favor.

Beto se pone de pie y busca la botella, lo veía servir el liquido en la copa y notaba lo fuerte que eran sus brazos. Es muy guapo.

—Toma —dice entregándome la copa.

Estaba tan encantada con lo que veía que no me percaté de sostenerla bien. La copa se volteó y cae sobre mi vestido empapándome por completo.

—¡Oh! Soy una torpe.

—Lo siento —responde él apenado.

—La culpa no es tuya, soy muy torpe, yo lo dejé caer.

Me puse de pie y vi como el liquido destilaba por mis piernas, que sensación más desagradable.

—Quizás debas cambiarte de ropa, pero aquí no hay nada que debas usar.

—Oh, no te preocupes.  No es para tanto, puedo quedarme así un poco más.

Miré mi vestido y luego percibir el olor fuerte del alcohol, esto no es nada parecido a la escena de pasión que tengo en mi cabeza, no quisiera que al darme besos en vez de sentir el olor rico de mi crema humectante; sienta el olor a vino, eso jamás.

—Quizás podemos lavarlo y puedes ponerte mi camisa mientras seca.

—No quisiera incomodarte.

—Estaré bien. Ve al baño y usa mi camisa.

El chico afanado abre su camisa y muestra un poco de cuerpo bien formado, solo queda con su pantalón.

—Gracias —respondo al recibir su ropa.

Entro al baño y al tener privacidad, lo primero que hago es pegar mi nariz a la tela, inhalé todo el olor que de allí brotaba. Sentí que mis mejillas ardían por esto, se siente bien, es tan agradable lo que ahora me pasa, tanto que no me cambio por nada.

Me quité el vestido y me puse su camisa, luego le apliqué algo de agua para sacar lo que se había derramado sobre el.

—¿Necesitas ayuda?

—No, estoy bien. Ya salgo.

Dejé mi vestido colgado de un gancho, creo que en un rato lo mojado habrá desaparecido.

—Esa camisa te queda mejor a ti, de eso no hay duda.

Beto se ríe de mi aspecto por ver como me queda su ropa, es un vestido para mí.

—Oye, no te he dicho gracias. Por todo, es maravilloso que siempre quieras sorprenderme.

El chico me toma de la mano y me hala hacia él, me da un abrazo que acompaña con un beso en la frente. Los dos nos acomodamos en la cama, él se hizo a un lado de mí y me siguió rodeando con sus brazos.

—Me gusta como se siente —sale de mi boca en un susurro.

—A mí también me gusta, siento que cualquier plan contigo siempre será perfecto. Contigo he descubierto que no es el lugar, es la persona.

Cerré mis ojos y de a poco nos fuimos quedando profundos en un sueño cálido.

—Cami, nena despierta. Nos quedamos dormidos.

Escucho la voz de Beto muy lejos.

—Cami, tengo que llevarte a tu casa, despierta.

Abrí mis ojos y pude notar que estaba por amanecer, salté de la cama y busqué mi móvil que tenía muchas llamadas de mis amigas y algunas de mi madre.

—¡No puede ser! Me van a matar.

Ambos nos cambiamos de ropa, yo fui por mi vestido y el se puso su camisa. Salimos de la cabaña afanados y me llevó de vuelta a casa.

—Espero no haberte metido en problemas, si necesitas algo me dices o si es necesario hablar con tu padre, puedo hacerlo.

 —No, está bien. Aun no deben estar despiertos. Si entro por la puerta trasera nadie notará que voy llegando.

—Me encantó verte, te llamo en un rato.

Beto me da un beso de despedida y se marcha.

Con mis tacones en mano, me voy en puntas de pie por la parte trasera de mi casa, abro la puerta y me voy directo al cuarto de ejercicio. En el gimnasio que tenemos en casa tengo un par de prendas deportivas; se me ocurrió la gran idea de cambiar y recorrer el resto de la casa con mi ropa de ejercicio. Dejé mis tacones y mi vestido en el cambiador, salí del gimnasio con shorts y blusa deportiva.

—Señorita, buenos días. ¿Estaba haciendo ejercicio?

—Buen día, sí, bajé más temprano de lo habitual. Tenía mucha energía que quemar.

La señora de la cocina me mira de pies a cabeza y sigue su camino.

—Oh, ¿no sabe si ya mis padres se despertaron?

—Si, su padre está afuera. En el estacionamiento.

Caminé por la ruta que conduce a mi habitación, pero al pasar por una de las enormes ventanas que dan al estacionamiento, quise percatarme de que mi padre estuviera allí y no esperándome en mi habitación.

Me incliné un poco y si, el hombre estaba allí, quiere decir que de esta me he salvado. Mi padre estaba con unos hombres que vestían de traje, algo parecía no estar bien. De repente uno de los hombres mira hacia arriba y nota mi presencia, mi padre también se voltea y lo que hace es sonreí, pero de una manera diferente, ¿Qué está pasando? Me quedé unos minutos más hasta ver cómo llega una grúa y se lleva los autos de mi padre, en ese instante no pude esperar más y decidí bajar.

—¿A dónde llevan los autos? —pregunto mirando la escena con rareza.

—Oh, no te preocupes, les harán mantenimiento.

—¿A todos?

—Si.

Esos hombres no parecen los mismos de antes, ¿Qué está pasando?

—Vamos adentro, cariño. Está empezando a cambiar el clima.

Papá tenía un papel en su mano, pero no alcanzaba a leer que decía.

—¿Está todo bien?

Sí, todo bien.

 Durante el día seguían sucediendo cosas extrañas, el abogado de la familia llegó y tuvo una larga reunión con mi padre. Creí que tendría algún tipo de regaño por lo de la noche anterior, pero nadie dijo nada.

—Entonces, ¿todo bien con tus padres? —pregunta Beto en un mensaje de texto.

—Si, te dije que no habría problema.

—La próxima vez seré más responsable.

—Deja de culparte, también debí estar más al pendiente.

Mientras respondía a los mensajes bajaba las escaleras con cuidado de no rodar por ellas, quise seguir chateando con Beto, pero vi a mi madre en la sala de estar algo pensativa por lo que creí conveniente despedirme del chico; él como siempre, muy comprensivo.

—¿Todo bien?

—¿Eh? ¿Qué dices, cariño?

—Estás muy pensativa, ¿te pasa algo?

—No, nada que deba preocuparte.

Miré hacia el despacho de mi padre y aun estaba con el abogado.

—¿Qué pasa con papá? Esta mañana estuvieron unos hombres aquí, parecía que algo no estaba bien.

—Nada que deba preocuparte, cielo. Son cosas del trabajo de tu papá.

Quise creerle, pero sus ojos no eran sinceros. Se veía preocupada.

Me senté al lado de mamá, quería esperar a que mi padre saliera de su despacho, tenía que averiguar lo que sea que estuviera pasando.

—¡No! ¡Eso no puede ser! —grita papá.

Mi madre y yo miramos hasta el despacho, luego vimos salir al abogado con algo de afán y después de él a mi padre.

—¿Qué sucede?  —pregunto poniéndome de pie.

Papá camina de lado a lado, rasca su cabeza en forma de desesperación.

—Papá, ¿te pasa algo?

El semblante del hombre se torna pálido, respira profundo tratando de alcanzar el aire que parece le empieza a faltar.

—Cariño, ¿estás bien? —cuestiona mi madre.

Papá niega con la cabeza y pone su mano en el pecho.

—No, no estoy bien. Estoy completamente perdido.

—¿De qué hablas?

—De todo, nada está bien. Lo siento —dice con voz quebrada—. Lamento ser un fracaso.

—Papá ¿Por qué dices eso?

El hombre preocupado sigue andando de un lado al otro hasta que se detiene de repente, con una de sus manos se apoya de la pared y la otra la lleva hasta su pecho.

—Cariño…

Mi madre da un par de pasos hasta mi padre, este levanta la cabeza y una lágrima recorre su rostro. Su piel pálida indica que está mal.

—Lo siento.

Es la última palabra que logra pronunciar antes de caer desplomado en el piso.

—¡Dios mío!

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