Camila
Mi noche pintaba tal cual como quería, fui el centro de atención de todas las personas. Beto me trataba como reina y cada vez más teníamos el acercamiento que esperaba, realmente él me gusta mucho, desde que lo conocí supe que quería ser su novia, hice todo lo que estuvo a mi alcance para ser presentados, coincidir en los mismos lugares, fiestas, viajes y por fin llega el momento.
—Vamos a un lugar más tranquilo, ¿te parece? Donde podamos hablar, me encanta escucharte —dice él con esos ojos iluminados que me encantan.
Beto es de una familia muy prestigiosa, al igual que la mía. Los dos estamos a punto de convertirnos en una de las parejas más top de la ciudad.
—Eso suena muy bien, pero ¿A dónde vamos?
—Tengo algo más preparado.
Beto me toma de la mano y me lleva fuera de la fiesta, estaba tan concentrada en él que no me despedí de mis amigos; ya podré contarles después, se irán para atrás cuando sepan todo.
De manera caballerosa, Beto abre la puerta de su auto, corre alrededor de el y luego sube en el asiento del piloto.
—Ya muero de curiosidad, dime a donde vamos.
—Es una sorpresa.
El chico se inclina hacia mí, apoya su mano en mi pierna y la poca distancia que hay entre los dos la hago más corta. Esta vez soy yo quien se mueve hacia él y se acerca a su boca. Nuestros labios estaban a punto de juntarse cuando la bocina de otro auto nos hace saltar de susto.
—Parece que ya es hora de movernos.
Beto conduce hasta las afueras de la ciudad, en el camino era lo poco que decía, parecía nervioso.
Valoro todo lo que hace, me resulta lindo que siempre quiera sorprenderme. No se trata solo de lo que hace hoy, si no de las visitas inesperadas a mi casa, de los desayunos sorpresa, de las flores que ha enviado en los momentos que menos creo.
—Bien, aquí es. Necesito que cierre los ojos.
Beto baja del auto, sonríe emocionado por lo que sea que ha planeado para mí. Cubre mis ojos con una pañoleta y me ayuda a salir del coche. Agarrados de mano y guiándome por un sendero que desconozco, me lleva a un sitio en el que no creo que haya estado antes, solo puedo escuchar una música clásica de fondo y el sonido de nuestros pasos.
—Siento que es poco para todo lo que te mereces, estos últimos días han sido los mejores, por eso supe que eras la indicada; hoy día no solo yo, también mi familia tiene mucha ilusión con respecto a nosotros. Espero que sea de tu agrado.
Beto me quita la pañoleta, a primera instancia tuve que volver a cerrar los ojos porque la claridad fue incómoda, al volver a abrirlos, me encuentro con una habitación muy al estilo de una cabaña, decorada con velas y pétalos de rosas.
—¡Guao! ¡Es hermoso!
—¿Te gusta?
—¡Me encanta!
Me doy la vuelta para verlo de frente, lo rodeo con mis brazos y le doy un beso, mi abrazo fue correspondido, Beto me toma de la cintura y afianza nuestro beso.
En casa todos se pondrán felices cuando sepan.
—¿Quieres una copa de vino?
—Oh, si, eso me encantaría.
El caballeroso muchacho me sirve una copa de vino blanco de la mejor calidad y me la entrega para hacer un brindis.
—Por la primera de muchas citas románticas, salud.
—Salud.
Le di un sorbo largo a mi bebida, él hizo lo mismo y luego dejó la copa en un lado. Caminamos juntos hasta un tapete que estaba en el suelo con cojines, también tenía muchas velas a su alrededor.
—Mis padres saben que te quería pedir que fueras mi novia, estaban tan felices que no dudaron en apoyarme. Realmente les agrada que seas tu la mujer con la cual deseo formalizar y organizar el resto de mi vida.
Sus palabras cada vez me hacen llenar de ilusión, quizás sea algo pronto, pero no dudaría en volver a decirle que sí a lo que sea que el que quiera proponer. ¡Ay! Siento que estoy viviendo en un sueño.
—Mi mamá estará feliz, ella sabe lo mucho que me gustas, así que la felicidad es de parte y parte.
Mi padre hasta ahora sospecha de mis salidas con Beto, pero no dice peros porque sabe que él es de una excelente familia.
—¿Te imaginas? Que tú y yo logremos sacar nuestra relación adelante y que nuestros padres hagan trabajos o se unan en sus negocios, eso sería increíble.
No soy una mujer interesada, mi familia tampoco lo es, pero estoy consciente del hombre que merezco y del que mi padre aprobaría como mi pareja, Beto encaja a la perfección; más de un hombre quisiera estar conmigo, más de una mujer quisiera que yo me fijara en su hijo. Así que él es un afortunado por tenerme.
—Eres hermosa, no me canso de decírtelo.
Beto roza mi piel con sus dedos, mira mis ojos y lentamente pasa a mi boca, siento que quiere volver a besarme; pero espera a que yo corte la distancia. Así que eso hago, me inclino hacia él y le doy un beso en los labios.
A esta instancia aun no pasaba nada entre nosotros, me limitaba porque deseaba que fuera especial. Algo me decía que esa noche especial había llegado, que era el momento de por fin tener una noche apasionada con Beto.
—¿Quieres una copa más de vino?
—Si, por favor.
Beto se pone de pie y busca la botella, lo veía servir el liquido en la copa y notaba lo fuerte que eran sus brazos. Es muy guapo.
—Toma —dice entregándome la copa.
Estaba tan encantada con lo que veía que no me percaté de sostenerla bien. La copa se volteó y cae sobre mi vestido empapándome por completo.
—¡Oh! Soy una torpe.
—Lo siento —responde él apenado.
—La culpa no es tuya, soy muy torpe, yo lo dejé caer.
Me puse de pie y vi como el liquido destilaba por mis piernas, que sensación más desagradable.
—Quizás debas cambiarte de ropa, pero aquí no hay nada que debas usar.
—Oh, no te preocupes. No es para tanto, puedo quedarme así un poco más.
Miré mi vestido y luego percibir el olor fuerte del alcohol, esto no es nada parecido a la escena de pasión que tengo en mi cabeza, no quisiera que al darme besos en vez de sentir el olor rico de mi crema humectante; sienta el olor a vino, eso jamás.
—Quizás podemos lavarlo y puedes ponerte mi camisa mientras seca.
—No quisiera incomodarte.
—Estaré bien. Ve al baño y usa mi camisa.
El chico afanado abre su camisa y muestra un poco de cuerpo bien formado, solo queda con su pantalón.
—Gracias —respondo al recibir su ropa.
Entro al baño y al tener privacidad, lo primero que hago es pegar mi nariz a la tela, inhalé todo el olor que de allí brotaba. Sentí que mis mejillas ardían por esto, se siente bien, es tan agradable lo que ahora me pasa, tanto que no me cambio por nada.
Me quité el vestido y me puse su camisa, luego le apliqué algo de agua para sacar lo que se había derramado sobre el.
—¿Necesitas ayuda?
—No, estoy bien. Ya salgo.
Dejé mi vestido colgado de un gancho, creo que en un rato lo mojado habrá desaparecido.
—Esa camisa te queda mejor a ti, de eso no hay duda.
Beto se ríe de mi aspecto por ver como me queda su ropa, es un vestido para mí.
—Oye, no te he dicho gracias. Por todo, es maravilloso que siempre quieras sorprenderme.
El chico me toma de la mano y me hala hacia él, me da un abrazo que acompaña con un beso en la frente. Los dos nos acomodamos en la cama, él se hizo a un lado de mí y me siguió rodeando con sus brazos.
—Me gusta como se siente —sale de mi boca en un susurro.
—A mí también me gusta, siento que cualquier plan contigo siempre será perfecto. Contigo he descubierto que no es el lugar, es la persona.
Cerré mis ojos y de a poco nos fuimos quedando profundos en un sueño cálido.
—Cami, nena despierta. Nos quedamos dormidos.
Escucho la voz de Beto muy lejos.
—Cami, tengo que llevarte a tu casa, despierta.
Abrí mis ojos y pude notar que estaba por amanecer, salté de la cama y busqué mi móvil que tenía muchas llamadas de mis amigas y algunas de mi madre.
—¡No puede ser! Me van a matar.
Ambos nos cambiamos de ropa, yo fui por mi vestido y el se puso su camisa. Salimos de la cabaña afanados y me llevó de vuelta a casa.
—Espero no haberte metido en problemas, si necesitas algo me dices o si es necesario hablar con tu padre, puedo hacerlo.
—No, está bien. Aun no deben estar despiertos. Si entro por la puerta trasera nadie notará que voy llegando.
—Me encantó verte, te llamo en un rato.
Beto me da un beso de despedida y se marcha.
Con mis tacones en mano, me voy en puntas de pie por la parte trasera de mi casa, abro la puerta y me voy directo al cuarto de ejercicio. En el gimnasio que tenemos en casa tengo un par de prendas deportivas; se me ocurrió la gran idea de cambiar y recorrer el resto de la casa con mi ropa de ejercicio. Dejé mis tacones y mi vestido en el cambiador, salí del gimnasio con shorts y blusa deportiva.
—Señorita, buenos días. ¿Estaba haciendo ejercicio?
—Buen día, sí, bajé más temprano de lo habitual. Tenía mucha energía que quemar.
La señora de la cocina me mira de pies a cabeza y sigue su camino.
—Oh, ¿no sabe si ya mis padres se despertaron?
—Si, su padre está afuera. En el estacionamiento.
Caminé por la ruta que conduce a mi habitación, pero al pasar por una de las enormes ventanas que dan al estacionamiento, quise percatarme de que mi padre estuviera allí y no esperándome en mi habitación.
Me incliné un poco y si, el hombre estaba allí, quiere decir que de esta me he salvado. Mi padre estaba con unos hombres que vestían de traje, algo parecía no estar bien. De repente uno de los hombres mira hacia arriba y nota mi presencia, mi padre también se voltea y lo que hace es sonreí, pero de una manera diferente, ¿Qué está pasando? Me quedé unos minutos más hasta ver cómo llega una grúa y se lleva los autos de mi padre, en ese instante no pude esperar más y decidí bajar.
—¿A dónde llevan los autos? —pregunto mirando la escena con rareza.
—Oh, no te preocupes, les harán mantenimiento.
—¿A todos?
—Si.
Esos hombres no parecen los mismos de antes, ¿Qué está pasando?
—Vamos adentro, cariño. Está empezando a cambiar el clima.
Papá tenía un papel en su mano, pero no alcanzaba a leer que decía.
—¿Está todo bien?
—Sí, todo bien.
Durante el día seguían sucediendo cosas extrañas, el abogado de la familia llegó y tuvo una larga reunión con mi padre. Creí que tendría algún tipo de regaño por lo de la noche anterior, pero nadie dijo nada.
—Entonces, ¿todo bien con tus padres? —pregunta Beto en un mensaje de texto.
—Si, te dije que no habría problema.
—La próxima vez seré más responsable.
—Deja de culparte, también debí estar más al pendiente.
Mientras respondía a los mensajes bajaba las escaleras con cuidado de no rodar por ellas, quise seguir chateando con Beto, pero vi a mi madre en la sala de estar algo pensativa por lo que creí conveniente despedirme del chico; él como siempre, muy comprensivo.
—¿Todo bien?
—¿Eh? ¿Qué dices, cariño?
—Estás muy pensativa, ¿te pasa algo?
—No, nada que deba preocuparte.
Miré hacia el despacho de mi padre y aun estaba con el abogado.
—¿Qué pasa con papá? Esta mañana estuvieron unos hombres aquí, parecía que algo no estaba bien.
—Nada que deba preocuparte, cielo. Son cosas del trabajo de tu papá.
Quise creerle, pero sus ojos no eran sinceros. Se veía preocupada.
Me senté al lado de mamá, quería esperar a que mi padre saliera de su despacho, tenía que averiguar lo que sea que estuviera pasando.
—¡No! ¡Eso no puede ser! —grita papá.
Mi madre y yo miramos hasta el despacho, luego vimos salir al abogado con algo de afán y después de él a mi padre.
—¿Qué sucede? —pregunto poniéndome de pie.
Papá camina de lado a lado, rasca su cabeza en forma de desesperación.
—Papá, ¿te pasa algo?
El semblante del hombre se torna pálido, respira profundo tratando de alcanzar el aire que parece le empieza a faltar.
—Cariño, ¿estás bien? —cuestiona mi madre.
Papá niega con la cabeza y pone su mano en el pecho.
—No, no estoy bien. Estoy completamente perdido.
—¿De qué hablas?
—De todo, nada está bien. Lo siento —dice con voz quebrada—. Lamento ser un fracaso.
—Papá ¿Por qué dices eso?
El hombre preocupado sigue andando de un lado al otro hasta que se detiene de repente, con una de sus manos se apoya de la pared y la otra la lleva hasta su pecho.
—Cariño…
Mi madre da un par de pasos hasta mi padre, este levanta la cabeza y una lágrima recorre su rostro. Su piel pálida indica que está mal.
—Lo siento.
Es la última palabra que logra pronunciar antes de caer desplomado en el piso.
—¡Dios mío!
CamilaMi padre es todo para mí, quiero decir, amo a mi madre también; pero mi papá es mi más grande apoyo. Le debo todo a él, no hay nada que yo tenga o haga hecho sin su ayuda, todo lo gestiona mi padre. Mi madre y yo somos dependientes a él en todo.—¿Crees que esté muy mal?Mi madre me abraza y cubre mis hombros con sus manos.—Todo estará bien, mi amor. Tu padre es fuerte, está en las mejores manos.—¿Qué le sucede? ¿Por qué se puso así? Estoy segura de algo sucede y no me quieren contar.—Cariño, tu padre nunca me cuenta nada sobre su trabajo.—Todo te lo confía, ¿Cómo que no sabes?—Es verdad, Cami, no te oculto nada y lo sabes.—Vi unos hombres llevarse los autos de papá, hasta el que me regaló en mi cumpleaños. Dijo que venían para hacerles mantenimiento, peor no son los mismos de siempre; cuando le pregunté se puso extraño.Me siento preocupada por todo, algo no anda bien y dentro de mi lo sé.El médico sale del cuarto de mi padre, mi mamá y yo corrimos hacia él para que nos
CamilaPuedo manejar la situación, nada tiene por qué cambiar ni mucho menos tiene que afectar mi vida y mi grupo social. Sería la primera vez que mi papi pasa por algo así y creo que es normal entre los empresarios, él puede solucionarlo.—¿Cómo te fue con Beto? —me pregunta Clarisa mientras maneja el auto.—Me fue muy bien, aun creo que estoy soñando.—¡Quiero detalles!—Está bien, te diré.Contengo mi sonrisa de solo imaginarlo.—Me pidió que fuera su novia —respondo esperando su reacción.—¡Oh por Dios! ¿de verdad? ¡Guao! Debes estar muy feliz.—Si, fue maravilloso, es un chico tan lindo. Ya siento que estaba demorando mucho para pedirme que fuera su novia. Todo pasó como esperaba.—Que envidia, siempre tienes tanta suerte.—Si, es increíble. Oye, Clarisa; esto es agradable. Digo, solo chicas en una conversación en un convertible, es grandioso ¿no crees?—Si, hace mucho no teníamos este espacio para las dos.—Deberías pasar todos los días por mi para venir al yoga, así podríamos c
CamilaLos días fueron pasando, no volví a las clases de yoga y menos volví a recibir un mensaje de Beto. Le hice un par de llamadas, pero a la número cinco, me resigné. Clarisa me envió un par de mensajes, pero no le respondí, no quiero que me den su lastima.Hace unas semanas atrás habíamos planeado un viaje, la idea era irnos a Hawái por quince días, pero claramente no estoy en condiciones para ir.—Quizás clarisa y tus amigas te escriben para que convidarte al viaje, ¿Por qué reaccionas así?—Mamá, no me gusta saber que me tienen lastima. No quiero que me den sus migajas.—No creo que lo hagan con esa intención.Me acomodé en mi cama y le di la espalda a mi madre, ella toca mi brazo y me da un beso en la cabeza.—No me gusta verte así.—¿Cuándo terminará esto?—Mi amor, no he hablado con tu padre, no quiero que se sienta presionado; que todo evolucione según el ritmo que él puede avanzar.—No quiero seguir así, no me gusta.Esta mañana mi padre habló con las señoras que ayudan en
Phillip EdwardsEn mi familia siempre me dijeron que el día que tuviera mis hijos vería el mundo de manera diferente, no se equivocaban. A pesar de nacer en el seno de una familia adinerada, aprendí a trabajar con más empuje y ganas cuando llegó al mundo mi hermosa Camila; deseé tener muchos hijos, pero amada esposa tuvo complicaciones en el parto por lo que decidimos que era mejor o tener más hijos.—¿Estás bien? Has estado pensativo y dando vueltas en la cama. ¿Qué te sucede?—Tengo algo que no puedo sacarme de la cabeza.Mi esposa se levanta y enciende la luz de la lampara que está en la mesa de noche, sentí como se acercó y pasó sus manos por mi espalda, dejó un beso y volvió a preguntar.—¿Qué tienes? Si tienes algo para decir, dime, estoy para escucharte.—Lamento esto, espero que entiendas y respetes mi decisión. Quiero que pienses en Camila y en su futuro.—¿De qué estás hablando?—Me reuní con alguien que nos puede ayudar.—¡Eso es bueno! Oh, me alegro mucho, mi amor.—Le ven
FrancoMás que nadie sé lo que se requiere para ser u hombre exitoso, he construido una multinacional desde cero, he sacrificado mi vida entera para hacer realidad todo lo que estaba en mi cabeza. Mi infancia no fue la mejor, por eso me propuse en trabajar arduamente para tener una vida digna, así mismo cambiar la vida de las personas que me apoyaron; porque de las que no recibí nada cuando estaba empezando —momentos aun más duros— no pueden disfrutar de los frutos que no sembraron.Me he caracterizado por ser enfocado, algo excesivo, pero lo que quiero lo consigo; de eso no tengo dudas.En la empresa y gran fabrica de Phillip Edwards, veo el futuro de algo nuevo, desde que supe de él me grabé en mi cabeza que tenía que obtenerlo de alguna manera. Le hice propuestas, le di una variedad de opciones que pensé no podría rechazar, pero lo hizo; el muy hijo de perr* me rechazó todas y cada una de mis propuestas.—¿Te casarás con esa mujer? —pregunta Mellisa.Mellisa es mi secretaria desde
CamilaMis padres están muy extraños, papá por las mañanas acostumbra a darme un beso y darme un abrazo de esos que solo él puede darme. Pero hoy, por primera vez en mi vida; nos sentamos todos en la misma mesa a comer con caras de tristeza.—¿Qué sucede? —pregunto.Mi madre preparó unos panqueques, no son los mejores; pero todos hacemos un esfuerzo por comer lo que se puede. No tienen el mejor, tuve que contener el gesto de desagrado para que ella no se sintiera mal. Mi padre se la ha pasado mirando su platillo, tiene en cada mano los cubiertos, es como si le costara mucho cortar una pequeña porción de la comida.—¿Me escuchan? Parece que estoy hablando con las sillas.Insisto varias veces, porque sé que algo no está marchando como debe ser, algo diferente a lo que sé sobre las empresas de mi padre.—¡Santo Dios! ¿pueden decirme algo?—¿Qué sucede, mi niña?—Mamá, es muy obvio. Mira como están, no soy una niña tonta, ya me doy cuenta de las cosas. ¿Qué demonios les sucede?—Nada, pue
CamilaMi padre en que piensa, ¿perdió la cabeza? No puedo casarme con un viejo asqueroso que no conozco. Entiendo que ame su empresa porque en ella está su tiempo, su vida; pero llegar a ese limite ya es el extremo.Salí del restaurante con el enojo a flor de piel, cuanto quisiera tener a nuestro conductor para irme a casa o al menos tener algo de dinero para tomar un taxi y largarme.—¿Por qué me pasa esto?Me siento en una banca ubicada cerca del restaurante, me crucé de brazos e hice un gesto con mi cara de tristeza. Miré a todos lados y algunos me miraban con rareza, pensé que caminar me vendría bien, pero en el instante que me puse de pie, mi móvil sonó de nuevo.—¿Hola?—Camila, ¿Dónde estás?—Papá, no quiero hablar en este momento.—Mi amor, no quiero que lo malinterpretes. No lo hago por mí, no lo hago por la empresa, lo hago por ti. No me importa que se vaya a la borda los cincuenta años de la existencia de ChocoFrench, no me interesa que sea la herencia de mi familia. Lo ún
CamilaCuando creí que todas las posibilidades tal como lo mencionó Franco se venía abajo, sale con esa respuesta que me dejó más preocupada ahora que antes. ¿Qué pretende?—Espero que la dama presente tenga una respuesta también.—Oh, bueno. Yo…Mi madre quiere hablarme con los ojos, mientras que mi padre solo espera paciente a lo que yo decida. Los ojos de papá tenían un brillo de ilusión, el día que tenga hijos espero entender lo que el quiere hacer conmigo en este instante.—Si, también estoy de acuerdo. Me casaré con el señor Collins.—Camila, ¿estás segura de lo que dices?—Sí, mamá.El hombre de traje costoso y yo cruzamos miradas, aun no sé lo que quiere, pero no pretendo huirle.—Es momento de pedir la comida.Al paso de un rato, un mesero llega para pedir las ordenes; mientras esperábamos la comida, el señor Collins pide que traigan una botella de vino más costoso.—Quiero hacer un brindis, por lo que está por construirse. Por un acuerdo cerrado entre caballeros y personas d