Narra CamilaEstaba tan decepcionada, enfurecida y tan… tan triste, fui una completa idiota al pensar que era la más afortunada por tener al hombre más maravilloso del mundo conmigo, pensé que era la envidia de todas porque tenía a un hombre que aparentaba ser el mejor. Me mantuve al lado del que ocasionó la destrucción de la empresa de mi padre, el que nos hizo caer de picada, por su culpa tuve que llegar a este lugar y ahora a esta decepción. ¿Cómo pudo? ¿Cómo pudo estar conmigo sabiendo que tuvo la culpa de lo que nos sucedió? ¡Maldito sínico!—Buenas tardes, ¿Dónde están todos?Se escuchaba desde afuera.—Salgan de la habitación, por favor.—¿Segura? ¿Estará mejor?—Sí, solo déjenme sola con él.Lola y Daila se miran confundidas, parecen no estar seguras de dejarme en el estado que estoy.—Por favor, salgan de aquí.—Si señorita.—¿Por qué están acá? La puerta estaba abierta y… ¿Qué les pasa?—Entre a la habitación —les escuché decir.Miré hasta la puerta y lo vi mirar mis bolsos
FrancoEstaba devastado por lo que me pasaba, no lograba asimilarlo, me sentía como el ser más perverso y asqueroso por defraudar a la persona que más amo en el mundo, siento tanta vergüenza por lo que he hecho, no tengo cara ante ella; que descubriera lo que hice con la empresa de su padre me mata, me mata como a nada. ¿Por qué lo hice? Maldito sentimiento de venganza que me envenenó por dentro, he lastimado a alguien que quiero por el simple hecho de querer devolver algo que la vida debía hacer.—¡Camia! —Grité tras ella, pero no se detuvo, simplemente se fue de mi lado.—Señor, ¿Qué sucede?Las señoras de la casa hacían muchas preguntas, pero no estoy en la obligación de responderles.Fui a mi habitación y me encerré.—¡Esto es mi culpa! Por ser un maldito imbécil, lo arruiné todo, lo arruiné. Ya no podré estar con ella porque simplemente lo arruiné.Me volteé, en mi cama y lloré, estoy dolido; dolido por lo que yo mismo hice. ¿Qué se supone que debo hacer? Sentía que había perdido
FrancoNo podía dejarla ir, si eso me iba a costar lo que tenía y lo que podía ganar, entonces lo haría. Quiero recuperar a la mujer con la que me casé, quiero tenerla conmigo, no puedo estar sin Camila.—Señor, volvió. No sabe lo angustiada que estaba.—Daila, por favor vaya por mi maletín el de color marrón.Me senté en el comedor agotado, estaba muerto de cansancio.—¿Quiere comer? —dice Daila.—No, no tengo hambre. Solo quiero tener tranquilidad.—Señor, ¿Qué pasa? La señorita vino muy mal en la tarde y estoy muy preocupada, ¿Qué sucede?—Lola, no es nada.—Señor…—¡Lola! Por el amor de Dios, son asuntos personales. De pareja, de mi matrimonio —dije en mal tono.La mujer me mira y baja su cabeza.—Lo siento, no quiero parecer entrometida, solo estoy preocupada por la señorita.—Lamento mucho hablarte así, es que soy un completo idiota. La he cagado, todo lo eché a perder con la mujer que ahora es mi vida.—Señor, no se ponga así, todos cometemos errores. Somos humanos y nos equivo
CamilaHabía cosas que no comprendía, que no sabía. En el mundo de los negocios veo que todos tienen las manos socias del mismo lodo, mi padre; mi padre fue lo que más me sorprendió. Como rechazar a un chico que pedía su ayuda, él nunca le negó apoyo a nadie. Pero al saber que había potencial en Franco, prefirió apagar sus ideas. Tras eso, Franco se llena de rencor y quiere acabar con la empresa de mi padre, ¿Qué clase de gente hace eso? Parece que eso era a lo que él se refería, siempre tratan de salvaguardar el maldito dinero por encima de todo, ahora se dan cuenta que no se trata solo de dinero. El dinero no lo compra todo, no compra la tranquilidad, no compra el amor y no compra la paz mental.—Amor, por favor escúchame. Lo de tú padre lo siento, con todo mi corazón. Por eso traje los papeles, quiero enmendar mis errores, eso es lo importante ¿no? Reconocerlos y afrontarlos.—Pero en tu caso, por tu cuenta no me ibas a decir, los afrontas después de que alguien más lo hiciera sabe
CamilaEstaba muriendo de miedo, mis padres y los padres de Franco llegaron para apoyarnos, yo estaba bien; solo tuve un leve rasponcillo en mi mano, el me salvó. De no ser por Franco sería yo quien estuviera tendida en una camilla en una cirugía.El médico de la familia sale para dar noticias, ya era hora, tenemos mucho de estar aquí, tenemos mucho esperando por una buena noticia.—Doctor, ¿Cómo está mi hijo?—Está estable, la cirugía fue un éxito. Para aclarar la única fractura fue su clavícula, pero del resto son golpes y una abertura que no es de riesgo en su cabeza.—¿Podemos verlo?—En un momento le daremos pase para que lo vean, hay que darle tiempo para que descanse.Nos sentíamos más tranquilos, por la cantidad de sangre que vi, pensé que había sido algo aún más grave, como me alivia que esté mejor.—Tengo que ir por algo de tomar, ¿alguien quiere algo?—No, estamos bien.Pasé por un largo pasillo, en una de las habitaciones unos oficiales estaban custodiando la puerta de la
—Debería ser más agradecida, si fuera otra persona de seguro los dejo caer al precipicio donde estaban destinados —dice Franco enojado.—No debí aceptar este compromiso de pacotilla, si nos tocaba ser pobres; entonces lo enfrentaríamos, pero no quiero seguir aquí.Le doy un golpe a la mesa, pero no medí que chocaría el plato ocasionado un reguero.—Entonces puede irse.Franco se pone de pie y señala la salida de su casa.—La puerta esta por allí, puede largarse y decirle a su padre que cancelamos el acuerdo. No tendrán ni que preocuparse por el abogado, yo lo pago. Seguramente ustedes no tendrán como hacerlo.Hago un berrinche porque no se equivoca en lo que dice, me genera impotencia no poder hacer nada ante él. Quise gritarle, quise decirle todo lo que me genera con solo verlo, pero no puedo provocarlo más. Aunque mi manera de desahogarme fue la peor de todas, pues tomé una copa de vino y la tiré sobre su alfombra más costosa, la de color blanco.—¡Oiga! ¿Qué le pasa?Salgo del come
Camila—Papá, creo que necesito un nuevo vestido. No puedo ir al cumpleaños de Clarisa luciendo algo viejo de mi closet, llamaré a mi diseñador para que haga algo para el fin de semana.—Claro que sí, mi cielo.Mi padre es un hombre complaciente, desde que soy niña, nunca he escuchado un no como respuesta. Nací en medio de una familia adinerada, mi papi tiene una enorme industria encargada del cultivo de uvas y su proceso para la elaboración de vinos.—¿Segura que necesitas un vestido nuevo? Tienes muchos en tu closet.—Si, lo necesito. Es que las modas están algo pasadas, no puedo ir menos que la misma Clarisa; quiero destacarme entre todos. Que todos hablen del bello vestido que usó Camila Edwards.—Pero cariño.—Ya mi papi dijo que si, así que llamaré a Leo para que se ponga en marcha. Solo espero no haber aumentado de peso, buscaré una báscula.No estoy segura en que parte de nuestra casa pueda encontrar una de esas cosas, tal vez del ir con mi entrenador personal.Busco a alguno
CamilaMi noche pintaba tal cual como quería, fui el centro de atención de todas las personas. Beto me trataba como reina y cada vez más teníamos el acercamiento que esperaba, realmente él me gusta mucho, desde que lo conocí supe que quería ser su novia, hice todo lo que estuvo a mi alcance para ser presentados, coincidir en los mismos lugares, fiestas, viajes y por fin llega el momento.—Vamos a un lugar más tranquilo, ¿te parece? Donde podamos hablar, me encanta escucharte —dice él con esos ojos iluminados que me encantan.Beto es de una familia muy prestigiosa, al igual que la mía. Los dos estamos a punto de convertirnos en una de las parejas más top de la ciudad.—Eso suena muy bien, pero ¿A dónde vamos?—Tengo algo más preparado.Beto me toma de la mano y me lleva fuera de la fiesta, estaba tan concentrada en él que no me despedí de mis amigos; ya podré contarles después, se irán para atrás cuando sepan todo.De manera caballerosa, Beto abre la puerta de su auto, corre alrededor