CamilaCuando creí que todas las posibilidades tal como lo mencionó Franco se venía abajo, sale con esa respuesta que me dejó más preocupada ahora que antes. ¿Qué pretende?—Espero que la dama presente tenga una respuesta también.—Oh, bueno. Yo…Mi madre quiere hablarme con los ojos, mientras que mi padre solo espera paciente a lo que yo decida. Los ojos de papá tenían un brillo de ilusión, el día que tenga hijos espero entender lo que el quiere hacer conmigo en este instante.—Si, también estoy de acuerdo. Me casaré con el señor Collins.—Camila, ¿estás segura de lo que dices?—Sí, mamá.El hombre de traje costoso y yo cruzamos miradas, aun no sé lo que quiere, pero no pretendo huirle.—Es momento de pedir la comida.Al paso de un rato, un mesero llega para pedir las ordenes; mientras esperábamos la comida, el señor Collins pide que traigan una botella de vino más costoso.—Quiero hacer un brindis, por lo que está por construirse. Por un acuerdo cerrado entre caballeros y personas d
Franco—¡¿Aceptaste?! ¿te has vuelto loco? Pensé que habías reflexionado y entendido que es una locura, parece que no tuvieras una sola neurona funcionando en esa cabeza. Franco, no conoces a esa muchachita, piensas meter a tu casa a una desconocida por tener esa porquería de lugar que no sirve para nada; ese no es tu campo o área de profesión, ni siquiera de interés en el mercado ¿Por qué lo quieres? ¿Qué sucede contigo?—No me sermonees, sé lo que hago.—Entonces, explícame que es lo que pretendes hacer. Si quieres que te entienda, dime que es lo que pasa por tu cabeza. Porque solo un loco hace este absurdo de casarse con una mujer no conoce.—Melli, por favor, no necesito un sermón a esta hora de la mañana.Salí del lugar de trabajo de mi secretaria ay me fui a mi oficina, ya tengo suficiente como para tener que escucharla.—Espera, estamos teniendo una conversación, ¿A dónde vas?No quise escucharla y seguí hasta mi oficina.—Franco.Tras de mí escuché sus pasos, sé que tiene más
MellisaNo quería terminar así, entre sus brazos sintiendo su piel acariciar mi cuerpo, no quería porque si empezaba no podría detenerlo.—Franco, no está bien, estamos en tu oficina. Si alguien viene y toca la puerta…—Nadie vendrá, espera un poco.Las veces que nos vemos siempre vamos a un lugar diferente, hemos sido cuidadosos con los demás.Las ganas de hacerlo se notaban, la erección en el pantalón de él se sentía. Parece desesperado por acariciarme más, lo que me excita.Franco levantó mi falda al tiempo que besaba mi cuello, había perdido la pelea ante el deseo, lo dejaba lamer mi piel y hacer chupetazos en mi cuello que me erizaban la piel; su respiración agitada, el olor de su cuerpo, todo me hacía perder la cabeza.—Te deseo, me muero por desnudarte y sentir dentro de ti.Los dedos de mi jefe se sienten cerca de mi zona más débil, acaricia por encima de mi ropa interior, sus manos fuertes sabían dónde debían tocar con exactitud. Abrí mis piernas para que tuviera más comodida
MellisaDiez años atrás—Deja de actuar como un niño inmaduro, pronto las cosas van a mejorar para ti. Estás siendo exagerado.—Melli, no comprendes lo que sucede.—Claro que lo entiendo, pero creo que estás siendo un completo pesimista.Franco terminó su carrera universitaria hace un par de años, no se ha dado la oportunidad de creer en el mismo, pretende que en solo dos años puede alcanzar todo lo que quiere.—Pensé que ese hijo de perra me daría la oportunidad, ni se tomó el tiempo de leer mi proyecto. Echó abajo todo lo que hice en meses y no lo revisó, no eran las palabras para un joven que quiere surgir, entré tan animado y me dejó más destrozado.Un empresario reconocido le dio la oportunidad a un joven de emprender su negocio y en menos de un año lo hizo surgir, le dije a Franco que fuera, que su idea de negocio era mejor y aun más grande; había más ambición en lo que el pretendía. Lo animé, lo acompañé y le di las esperanzas para que se tuviera fe, pero para su desgracia la e
MellisaDe diez años de conocer a Franco, tengo ocho años de tener una extraña relación que no es una relación, pero que si implica tener sexo. Con el tiempo lo logramos manejar, en la oficina somos unos profesionales y por las noches somos unos amantes. Nos hemos acostumbrado uno al otro, sabemos lo que nos gusta y lo que no. Tenemos tanta conexión que es inexplicables, ambos fuimos claros, los sentimientos no pueden involucrarse, lo que no me preocupaba porque sabía que de cierta manera; él siempre estaría para mí. En los últimos años conoció a un par de mujeres, pero todas y cada una de las que pretendía acercarse a él, las alejé. Franco confía ciegamente en mí, siempre valora mi opinión y tiene en cuenta lo que pienso de lo que sea que tenga que hacer. Soy todo para él. Lo único malo, es que con el pasar del tiempo fallé, juré no involucrar sentimientos —creí que podría con eso— Pero ahora, al saber que puedo perderlo por el hecho de casarse con esa chica, me hace perder la cabeza
Camila—Quiero que pienses con claridad lo que haces, eres muy joven Camila. Demasiado joven para que enfrentes un matrimonio, veintiséis años no son nada para todo lo que te falta por vivir. No conoces a ese hombre, no conocemos sus mañas, su carácter, su personalidad. No sabemos nada sobre él, recién lo conoces, recién sabes sobre su familia. Conociste a su madre el día de esa propuesta que te hizo.—Ya mamá, no daré reversa con la decisión.—Camila, ¿perdiste la cabeza? Ese hombre te lleva como diez años.—Mamá, sabes que esto es un negocio. Nadie habla de amor entre ese hombre y yo.—Sea lo que sea, debes casarte.—No cambiaré de parecer, ya tomé una decisión.Miré el anillo en mi dedo y le di vueltas con los otros dedos.La noche anterior.—Es repentino, ¿Qué más tendrá por decir ese hombre?—Franco, cariño. Ese hombre se llama Franco.Mis padres discutían sobre lo sucedido.—Creo que le estás dando mucha vuelta al asunto, no es un mal hombre.—¿Cómo lo sabes? Tu no lo conoces, n
FrancoTengo que poner todo en marcha, el tiempo avanza y no pienso desperdiciarlo.Sostuve a Camila de la mano para que mi familia la viera, que la reparen bien porque no habrá cercanía entre ellas, dejaré a mi familia por fuera de esto. El día que menos piensen me divorciaré, que no se encariñen con esta muchachita.—Suélteme, me está sudando la mano —dice ella como siempre sin medir sus palabras.—Mis padres están aquí, sea más dulce.—Si quiere dulce, en ese potecito hay azúcar. Ya, deje el show.Esa muchachita insolente, parece que tendré que enseñarle muchas cosas.A la hora del brindis mi padre toma la palabra, siempre tiene esa iniciativa para este tipo de momentos.—Quiero brindar por mi hijo, por el amor y por la nueva familia. Es un gusto conocerlos, gracias por recibir a nuestro hijo en su familia, también recibimos con el mismo amor a su pequeña Camila.Mis padres sonríen, sé que es extraño como se siente esto de engañar a toda esta gente.—No tiene que agradecer.—Salud
FrancoNecesitaba a una persona que me diera apoyo, mi tiempo está contado, no puedo hacerme cargo de una boda. Melli será de apoyo, eso lo aprecio. Al principio quise hacerlo solo, pero ella fue amable en decir que me ayudaría, me alegra que no le moleste y que no cambiará nada entre nosotros.—Melli, esta es la chica que contraté para la organización de la boda. Se llama Rebecca, vendrá en una hora; pero no puedo recibirla. Prepara todo con ella, si necesitas saber algo puedes llamar a Camila o a su madre.—Si, yo te ayudo, no te preocupes.En la mañana cuando llegué no encontré a mi secretaria en su lugar habitual, la llamé y me dijo que estaba en su asiento, pero yo estaba allí mirando su silla vacía, y no estaba; ella sigue diciéndome mentiras. Una hora más tarde llegó a mi oficina y le dije que me ayudara con los arreglos de la boda.—Gracias por esto, haré lo posible por terminar antes y llegar con ustedes.No recibí respuesta de su parte, solo afirmó con su cabeza y salió de l