Capítulo 8

Camila

Mis padres están muy extraños, papá por las mañanas acostumbra a darme un beso y darme un abrazo de esos que solo él puede darme. Pero hoy, por primera vez en mi vida; nos sentamos todos en la misma mesa a comer con caras de tristeza.

—¿Qué sucede? —pregunto.

Mi madre preparó unos panqueques, no son los mejores; pero todos hacemos un esfuerzo por comer lo que se puede. No tienen el mejor, tuve que contener el gesto de desagrado para que ella no se sintiera mal. Mi padre se la ha pasado mirando su platillo, tiene en cada mano los cubiertos, es como si le costara mucho cortar una pequeña porción de la comida.

—¿Me escuchan? Parece que estoy hablando con las sillas.

Insisto varias veces, porque sé que algo no está marchando como debe ser, algo diferente a lo que sé sobre las empresas de mi padre.

—¡Santo Dios! ¿pueden decirme algo?

—¿Qué sucede, mi niña?

—Mamá, es muy obvio. Mira como están, no soy una niña tonta, ya me doy cuenta de las cosas. ¿Qué demonios les sucede?

—Nada, pue
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