Ciudad de México
«Espalda recta» me ordené mentalmente. «Sonríe» puse la mejor sonrisa que podría darle a mis entrevistadores. Había aplicado para una visa de trabajo en la ciudad de Toronto, estaba brincando de la felicidad, ya que saldría de mi país en busca de mejor economía, no es que mi México no me guste, pero mi sueño siempre había sido radicar en Canadá, conocer cada rincón de aquel hermoso país.
—Su solicitud es impresionante, señorita…—comenzó a decir uno de los hombres de traje a través de aquella pantalla de mi laptop, —Sánchez. Isabella Elizabeth Sánchez Figueroa…—él arrugó su ceño— ¿Lo estoy pronunciando bien? —afirmé lentamente.
—Nos emociona tenerte en nuestro equipo de trabajo en WB Automotriz. Ya queremos verte pronto por aquí.
—Muchas gracias por la decisión que han tomado para reclutarme como empleada de su empresa. —les sonreí amablemente, nos despedimos y cuando la pantalla se apagó, pude soltar un largo suspiro, sacar la panza que estaba reteniendo hacia adentro y me solté, encorvándome un poco… Solo un poco.
La puerta de mi habitación se abrió y apareció Julio, mi hermano mayor.
— ¿Ya terminaste? —preguntó al ver que había bajado la pantalla de mi laptop.
—Sí, y antes de entrar, tienes que… ¿Cuántas veces tengo que decirte que se toca la puerta antes de entrar? ¡Por Dios! —dije irritada.
—Sí, sí, lo que sea, ¿Entonces? ¿Cómo te fue? —una sonrisa apareció en mis labios y él cerró sus ojos como si escuchar eso le quitara peso de sus hombros. Sí, siempre pensé que yo era una carga para mis tres hermanos, era la menor y la única mujer. Nunca dejaban de estar detrás de mí, alentándome a seguir mis sueños, ahora, uno estaba recién salido del horno. Abrió los ojos y sonrió. —Súper. Cumplirás un sueño de irte a Canadá y alejarte de nosotros como siempre soñaste. —eso último era una queja de su parte.
— ¿Alejarme? Por favor, ustedes siempre han dicho que siempre están preocupados por mi futuro y bla, bla, lo entiendo, pero ahora, yo tengo que seguir mi vida, hacerme mi propio camino.
—Y lo harás, de eso los tres estamos seguros, pero… ¿Por qué hasta allá? Puedes quedarte a administrar la panadería, ¿Qué por eso no te quemaste las pestañas trasnochándote para ser una excelente administradora en negocios? Pues este es uno y lo estás dejando ir, déjame decirte, Isa. —negué y puse los ojos en blanco.
—La panadería es de ustedes, yo quiero algo más grande. Nuestros padres siempre decían que teníamos que buscar nuestro camino y mi camino me lleva en avión hasta Toronto. —me puse de pie y me acerqué a él para abrazarlo, descansé mi mejilla contra su pecho, Julio era de esos hombres altos, yo era alguien pequeña a su lado.
—Bien, bien, felicidades por tu logro, lo festejaremos en la panadería, aprende, aunque sea antes de irte a hacer unas conchas de dulce. Así sabremos qué podrás hacer y te acordarás de nosotros en un país tan lejos, por qué Isa… estarás sola. No podremos correr a tu lado, no tenemos visas y ni boletos para un avión de ida y vuelta. Lo sabes, ¿verdad?
—Sí, no arruines el momento adelantando cosas que podrían no pasar. Estaré bien. No los necesitaré por un largo tiempo por qué estaré enfocada en mi nuevo trabajo. Seré la mejor de las mejores y podré ayudar en casa, así como en expandir la panadería de la familia. —suspiró.
—Bien, —dejó un beso contra mi cabeza y nos separó del abrazo. —Aprende por Dios santo a hacer pan y danos esa tranquilidad de que podrás estar bien, aunque sea comiendo eso, pero no mucho, creo que no querrás subir de nuevo de peso, eres más tóxica e histérica cuando la ropa no te queda.
***
El día había llegado, agité la mano en despedida hacia mis tres hermanos en el aeropuerto de la ciudad de México, el mayor, Julio, era el pilar de la familia, casi como un segundo padre, luego estaba Luis, era el más sentimental de los cuatro, se limpió las mejillas con una mano mientras se despedía a lo lejos, luego estaba Esteban, el más gruñón de los cuatro, creo que era el más realista de todos nosotros, me había dado una cátedra de seguridad, me había comprado una cosa que va en la puerta para que otro no pudiese entrar alguien del otro lado, un gas pimienta y la última semana me hizo practicar defensa personal, quería que cada mañana al despertar me reportara y si algo no iba bien en algún momento y corría peligro, debía de decir la palabra clave: Horno de leña. Algo que era fundamental en la panadería de mi familia, así que él pensó que sería fácil de recordar. Las lágrimas las mantuve a raya, no quería que me viesen así toda llorona antes de subir al avión, cuando las escaleras me llevaron más allá, los perdí de vista. Cerré los ojos y apreté la agarradera de mi maleta de viaje, tomé aire y lo solté lentamente. Quería borrar ese sentimiento de querer solo abrir los ojos e irme de regreso con ellos a casa, tenía que meterme en la cabeza que este nuevo rumbo, sería lo mejor para todos, podría ayudar en casa y cumplir el sueño de todos: Ser alguien en la vida.
Durante cuatro horas y cuarenta minutos de vuelo, había llegado a Toronto, a suelo canadiense, mi corazón se agitó con fuerza, emocionado por la nueva aventura que tendríamos. Alguien chocó con mi maleta al pasar a mi lado después de cruzar las puertas de cristal del aeropuerto, lo pasé por qué realmente no importaba, yo tenía los ojos alrededor de mí, observando cada detalle.
— ¡Este será el mejor día de tu vida, Isa! —exclamé emocionada. Un hombre de traje tenía un letrero, “Isabella Sánchez” le hice señas de que era yo, me sonrió y me contó que me llevaría al edificio donde había departamentos y eran de los empleados extranjeros, podría vivir en él hasta seis meses en lo que yo encontraba algo por mi cuenta, era un apoyo temporal que brindaba la empresa. ¿Quién no juntaría dinero para rentar en estos meses? Con el sueldo podría darme el lujo de encontrar algo bueno, barato y bonito en la ciudad… ¿Qué podría ir mal?
IsabellaMeses después….― ¿Qué es lo que haces? Tienes que tomar un vuelo y regresar a casa, a tu casa, con tu familia―ordenó Julio al otro lado de la línea, se escuchó quejas, luego escuché: “Yo hablo con ella” solté un suspiro al escuchar a Esteban. ― ¿Isa?―Aquí estoy. ―contesté en un tono bajo, deprimido.― ¿Ya mandaste solicitudes de trabajo en línea? Ponte a hacer eso, no por qué desde que llegaste a esa empresa y te hiciste la mejor empleada, no podrás serlo en otro lugar.―Regresaré a casa. ―dije finalmente.―No, lo que harás es darte una ducha, imagino que estás recostada en el sillón de tu departamento y comiendo helado. ―torcí los labios y dejé de mala gana la cuchara en el bote casi vacío de helado.―Es mejor regresar. No he podido aplicar como una administradora, hay mejores que yo.―Encontrarás un trabajo aunque sea de otro oficio, pero no te rindas. ―escuché a Luis cerca. “Déjame hablar con ella también” cerré los ojos, no quería llorar con él. ― ¿Estás? ―era Luis.―Sí
Isabella ―Pero antes de que la lleve con él, ¿Trae consigo sus documentos completos? ―preguntó la mujer, yo asentí y lo saqué de mi bolso estilo portafolio –dos en uno—, se los entregué y en lo que lo daba una revisión, miré el lugar, desde que había cruzado las puertas del elevador se sintió el ambiente frío, aun así, lo sentí debajo de mi saco del conjunto. “¿Qué tenían calor?” Estábamos en otoño y esto pareció un congelador minimalista y con cuadros con pinturas extrañas. ―Bien, sígame. ―la seguí intentando no encorvarme por los botones de mi blusa y no abrir muchas las piernas al caminar para no romper la falda, “Dios mío, que no mate a nadie con un botón hoy” nos detuvimos frente a las puertas dobles. ―Cada vez que llegues a entrar con el señor Ashgar, tiene que tocar dos veces, así como lo haré, y esperar que le dé la confirmación de que puede entrar. ―Bien. ―asentí entendiendo lo que me estaba diciendo. ―No puedes tocar más de dos. Y hay una cámara de seguridad ahí misma. ―mi
Isabella Empresas Ashgar Export ―No es nada del otro mundo este trabajo, solo lo que tiene es que debes de tener un paso delante de mí. ―arrugué mi ceño por un momento. ―No importa que no tengas experiencia, para ser sincero, ―se pasó una mano por su rostro y luego me miró―Estoy teniendo bastante dificultad para tener una asistente personal, sé qué mi secretaria lo está saboteando porque quiere que dependa de ella, pero no le daré el gusto. ―alcé mis cejas con sorpresa. ―Así que estarás a prueba un mes como mi asistente personal. ―Gracias, señor. ―dije tranquila, pero por dentro estaba emocionada por qué realmente iba a tener trabajo, aunque no como administradora, pero… ¿Cuánto gana una asistente? Dios, espero que pueda ayudarme el sueldo a volver a levantarme económicamente. ―Pasa con Eleonor para que te dé toda la información que necesitas para poder cumplir con las obligaciones del puesto y…―levantó su mirada oscura dando un repaso, luego se cruzó con la mía entrecerrando sus o
IsabellaMe quedé impactada con lo que mis ojos estaban leyendo, “Contrato permanente” cuando levanté la mirada en dirección ahora a mi nuevo jefe, él estaba enfrascado en una conversación en árabe y aunque sabía el idioma intenté no prestar atención hasta que se refirió a mí.“Es mi nueva asistente, así que si te pregunta mi madre dile que fue muy difícil encontrar a alguien con una con buenas referencias y confiables.” El hombre asintió y sonrió, desvié disimuladamente mi mirada, mi corazón se agitó con fuerza al ver el sueldo, tengo que hacer una exhaustiva investigación para saber cómo ser la mejor en este puesto. Lo firmé sin duda alguna y luego esperé a que terminaran la conversación, al hacerlo, le entregué al hombre mi contrato.— ¿Está todo bien, señorita Sánchez? —preguntó mi ahora jefe, el señor Ashgar. Asentí educadamente. —Bien, hay un baño en esta planta, sale y a la derecha al final lo encuentra, cámbiese y tire ese conjunto que tiene puesto. —alcé mis cejas y él se per
IsabellaAl final no había podido seguir con los siguientes puntos por qué le habían llamado al señor Ashgar y era de larga distancia, me dio indicaciones para que me quedara en mi lugar y así fue. Revisé el folder y encontré la lista de los contactos primordiales de él, así como los números de emergencia, los restaurantes que suele comer o pedir a domicilio. Solté un suspiro al ver que era bastante lo que necesitaba aprender con urgencia. Llegó la hora del almuerzo y seguí leyendo.―Veo que te estás esmerando para ser la asistente del señor Ashgar. ―dijo la secretaria frente a mí, la mujer se veía que era de armas a tomar, pero lo que ella no sabía era que yo también, y aunque haya firmado ya un contrato permanente, lucharía para permanecer todo el tiempo posible y que el señor Ashgar me necesite más que esa mujer. Le puse una sonrisa amable, pero ella no sabía que fingida.―Sí, se ve que está fácil, es cuestión de memorizar números, nombres y apellidos.―No solo es memorizar, es ten
IsabellaEstaba en total shock cuando sus palabras salieron de su boca. “Vaya, este trabajo es el soñado de cualquier persona” Sueldo, prestaciones y ahora este plus, un auto nuevo.— ¿Está bien? —preguntó el señor Ashgar, asentí de inmediato y bajé con cuidado del auto para quedarme a cierta distancia por educación.—Gracias, señor Ashgar, es solo que es algo elegante para ser un plus. —él arqueó una ceja.—Todos mis empleados más cercanos, de entera confianza, tienen un plus. —alcé mis cejas y asentí lentamente.—Gracias, señor Ashgar.—Solo llámame «Señor». Mañana podrás empezar a usarlo. —asentí recordando lo de las reglas.—Sí, señor. —me hizo señas de que cerrara la puerta del auto y lo siguiera.— ¿Y dónde dice que vive? ¿Está cerca de la empresa? —preguntó curioso al parecer. Seguí caminando detrás de él.—A unos veinte minutos en autobús. Vivo en la zona de Rockville. Tengo un departamento.—Oh, ya sé dónde. Tienen buena vista a la ciudad. —Noté la sorpresa—Es una buena zona,
Isabella El señor Ashgar se retiró dejándome ahí de pie haciendo un gesto formal de despedida en medio de mi sala, tenía el corazón latiendo a toda prisa, todo era tan extraño y demasiado bueno que necesitaba una dosis de realidad. Llamé a mis hermanos en México y cuando les he contado todo lo que estaba actualmente pasando, se han quedado pasmados, intrigados, preocupados y pensaban igual que yo: “Era demasiado bueno para ser cierto” Julio preguntó si no era uno de esos jeques que tenían a su propio personal para desaparecer gente como lo habían visto en las noticias meses atrás, Luis estaba de cierto modo impresionado por el sueldo y las prestaciones, pero pensaba igual, era como sacarse la lotería de manera inesperada. —Pero ya has firmado y ya no hay vuelta atrás, y es mejor andar con pie de plomo con ese tipo de gente, Isa. Tienes que tener muchísimo cuidado, no quiero despertar una mañana y no saber de ti. —dijo Julio, solté un largo suspiro. —Pero debemos de ver el lado bueno
ZaidRepasé mentalmente todo lo sucedido el día de hoy, el escuchar cómo había empezado la oración la señorita Sánchez con “Dijo la señora Bruce…” me hizo molestar. No iba a dejar que mi madre y la señora Bruce ganaran en mi territorio. Así que había decidido llevar a mi asistente conmigo a la boda de mi hermano en Abu Dabi, y así no llevar a la señora Bruce. No entendí por qué tanto afán por inmiscuirse en mi vida. ¿Creía que faltaría a mi palabra de casarme con la hija menor de uno de los jeques más importantes de Dubái? Cuando daba mi palabra, la cumplía.Durante la noche, me había paseado por mi jardín como solía hacerlo cuando estaba estresado, tomaba un poco de aire y así tranquilizaba mi mente. Sabía que tarde o temprano tenía que enfrentarme a todas mis responsabilidades familiares y que empeoraría más mi relación con mis padres de lo que ya estaba, era el menor de cuatro, el mayor estaba soñando con tomar el lugar de nuestro padre, el del medio, estaba a punto de casarse y su