Isabella El señor Ashgar se retiró dejándome ahí de pie haciendo un gesto formal de despedida en medio de mi sala, tenía el corazón latiendo a toda prisa, todo era tan extraño y demasiado bueno que necesitaba una dosis de realidad. Llamé a mis hermanos en México y cuando les he contado todo lo que estaba actualmente pasando, se han quedado pasmados, intrigados, preocupados y pensaban igual que yo: “Era demasiado bueno para ser cierto” Julio preguntó si no era uno de esos jeques que tenían a su propio personal para desaparecer gente como lo habían visto en las noticias meses atrás, Luis estaba de cierto modo impresionado por el sueldo y las prestaciones, pero pensaba igual, era como sacarse la lotería de manera inesperada. —Pero ya has firmado y ya no hay vuelta atrás, y es mejor andar con pie de plomo con ese tipo de gente, Isa. Tienes que tener muchísimo cuidado, no quiero despertar una mañana y no saber de ti. —dijo Julio, solté un largo suspiro. —Pero debemos de ver el lado bueno
ZaidRepasé mentalmente todo lo sucedido el día de hoy, el escuchar cómo había empezado la oración la señorita Sánchez con “Dijo la señora Bruce…” me hizo molestar. No iba a dejar que mi madre y la señora Bruce ganaran en mi territorio. Así que había decidido llevar a mi asistente conmigo a la boda de mi hermano en Abu Dabi, y así no llevar a la señora Bruce. No entendí por qué tanto afán por inmiscuirse en mi vida. ¿Creía que faltaría a mi palabra de casarme con la hija menor de uno de los jeques más importantes de Dubái? Cuando daba mi palabra, la cumplía.Durante la noche, me había paseado por mi jardín como solía hacerlo cuando estaba estresado, tomaba un poco de aire y así tranquilizaba mi mente. Sabía que tarde o temprano tenía que enfrentarme a todas mis responsabilidades familiares y que empeoraría más mi relación con mis padres de lo que ya estaba, era el menor de cuatro, el mayor estaba soñando con tomar el lugar de nuestro padre, el del medio, estaba a punto de casarse y su
Isabella Durante el trayecto al aeropuerto, revisé las horas de vuelo, así como el clima en Dubái. Estaba emocionada de que iba a conocer hermosos lugares, rascacielos impresionantes y claro, a la familia de mi jefe. El solo recordar las costumbres y tradiciones de los árabes, me provocó un poco de emoción e inquietud. “¿Y si falto al respeto sin darme cuenta?”, negué de inmediato, me dedicaría a aprender más de su cultura y evitar cualquier error. — ¿Está nerviosa? —preguntó mi jefe, levanté la mirada de la pantalla de mi celular y lo giré sobre mi regazo. —Un poco, señor. —confesé, pero seguí de manera profesional, sentí como mi tripa se removió implorando un poco de alimento. Por su arqueo de ceja podría jurar que se ha escuchado, me aclaré la garganta y desvié la mirada por la ventanilla, avergonzada y llevándome la mano a mi estómago, no quería ver su rostro, intenté controlar los nervios y entonces escuché ruido de papel, cuando regresé la mirada, él, en todo su pose elegante
Isabella Vuelo de Toronto a Dubái. Eran las 3:45 am cuando el avión despegó de la pista privada del Aeropuerto Internacional Toronto Pearson, el señor Ashgar estaba aún molesto, que molesto, rabioso. No le había dirigido la palabra a la señora Bruce desde que había subido. Estaríamos durante doce horas y cincuenta minutos, volando y no quería imaginar cómo sería el viaje. Miré el reloj y calculé aproximadamente a qué horas llegaríamos a Dubái, “A eso de las tres y media, o cuatro de la tarde, esto será eterno” pensé, luego solté un suspiro discreto. Dos azafatas se encargaron de darnos todo lo que necesitábamos, entre eso, las frazadas que estaban realmente calientes, el sillón se hacía una cama individual para mi sorpresa, cuando el señor Ashgar me señaló de dónde tirar, solté una exclamación que le hizo sonreír, pero lo disimuló bastante bien. Después de un largo rato en el que alcancé a dormir un poco, me exalté cuando escuché voces, era el señor Ashgar y la señora Bruce. —Le o
IsabellaAun en vuelo a Dubái...Cuando escuché las últimas palabras del señor Ashgar me quedé casi con la boca abierta, ¿Cómo que la mayoría de mi trabajo será ser esa barrera entre él y ella? ¿Mi trabajo será ser la que…? Espera, Isa, te va a pagar un sueldo triple al anterior así que puedes ser hasta su Hulk si quiere.Asentí lentamente a sus palabras y él mostró satisfacción.—Solo necesito que me guíe exactamente por donde querrá que me encamine y así no tropezar. —fue lento, pero entendió a lo que me refería.—En primera, —tomó una bocanada de aire y luego desvió la mirada, retomó el caminar por el espacio y se volvió a detener para posar su mirada en mí. —Primero pensaré exactamente lo que quiero que haga cuando lleguemos. Ella querrá quedarse cerca de mí, —hizo una pausa—Pero lo que nadie sabe de mi familia y ella es que yo he comprado mi propio lugar para llegar cuando venga de visita. —Arrugué mi ceño.—¿Siempre llegaba a casa de su familia? —él tensó su mandíbula y su mirad
IsabellaRegresé a mi lugar con el corazón agitado, a punto de salirse de mi pecho, mis manos temblaron del mismo coraje que estaba cargando, miré la pantalla de mi celular y hasta dentro de dos horas podía intentar de nuevo entrar, pero mientras no podía. Sentí la presencia de alguien al quedarse de pie a mi lado del sillón, levanté la mirada y era de mi jefe.—Sígame. —susurró e hizo un gesto de que lo siguiera y así fue, la señora Bruce se sentó dos haciendo más allá del mío hacia adelante, cerca del equipo de seguridad del señor Ashgar. Le lancé una mirada, ahora con más razón me aferraría a mi puesto, no dejaría que me intimidara y si me la hacía, me la iba a pagar.El señor Ashgar entró a la habitación y le seguí, se hizo a un lado e hizo un gesto a alguien, cerró la puerta, esto de estar solos en una sola habitación, era material para la señora Bruce, ¿Con qué le saldría a la madre de mi jefe? ¿Qué era un tipo de amante? Torcí mi boca el solo pensar que, para intentar sacarme,
Isabella Aeropuerto Internacional, Dubái, Emiratos Árabes Unidos Pista privada. El señor Ashgar me recomendó usar un pañuelo para cubrir mi cabello, y ahora sé por qué lo había hecho, el aire que estaba haciendo al llegar intentó quitarme el pañuelo que tenía envuelto, no quería imaginar mi cabellera si la hubiera llevado suelta. Bajé con cuidado de no tropezar en los escalones mientras cargué mi bolso y contra mi pecho mi tableta. El clima era caluroso, y eran más de las tres de la tarde, ajusté bien mis lentes de sol y seguí al señor Ashgar. El equipo de seguridad era impresionante, no parecía solamente un CEO de una empresa importante en Toronto, sino un príncipe árabe. El lujo, la seguridad, el porte de él, parecía esas personas de esos que aparecen en los encabezados de las revistas famosas de la alta sociedad del extranjero. Llegamos hasta una camioneta blindada, que nos estaba esperando, estaba a punto de subir cuando dos camionetas elegantes y al parecer de alta gama, entr
Isabella Dubái, Emiratos Árabes Unidos Durante el transcurso del camino, contuve los gritos de emoción y los jadeos de sorpresa, ya que estaba rodeada de hombres y claro, de mi jefe y no quería verme como una niña en su primer día en el parque de diversiones. Había leído que Dubái era conocido en los Emiratos por su lujoso comercio, la arquitectura ultramoderna, y su vida nocturna animada. Había visto también por imágenes los mega hoteles de lujo, uno de ellos era el Burj Khalifa, una torre de 850 metros de alto, y de la que domina el paisaje lleno de rascacielos. Mi corazón latió tan deprisa por cada belleza que vi a través del vidrio tintado que después bajó mi jefe para que pudiese admirar el lugar con más color. Miré mi celular cuando sentí que vibró y se escuchó un tono de notificación, contesté lo más rápido y discreto posible, eran mensajes de mis hermanos preguntando como estaba, que no me había comunicado con ellos, tecleé una respuesta rápida en el celular y les envié la fo