Isabella Después de contarles cada detalle a mis hermanos de todo lo que había en más de dos meses pasado, hubo un largo silencio, a simple vista por sus rostros, no podrían creerlo. —¿Y qué es lo que tú sientes por él?—quiso saber Esteban.—¿Tienes más sentimientos por Zaid o solo es un tipo de agradecimiento por cuidar de ti?—Claro que más sentimientos, ¿No ves la manera en la que ella lo mira? —dijo Luis con una gran sonrisa.—¿Y estás segura de lo que has decidido hacer? Me refiero a casarte con él.—preguntó Julio sin dejar de mirarme desde su lugar con sus brazos cruzados. Pareció intrigado por lo que le había contado.—Sí. —no pensé rápido esa respuesta. —Y no, —dije mirando a Esteban—Tengo un sentimiento de agradecimiento por haberme cuidado, pero tengo más sentimientos más fuertes por él. Es algo que no podría explicar con palabras. Solo lo siento, ver como me mira y me hace sentir, es inexplicable. —Vaya, Isabella se ha enamorado por primera vez en su vida. Lo vemos en tus
Zaid Había visto tantas cosas en mi vida, pero lo que estaba viendo en este momento, era distinto y nuevo para mí. Isabella estaba acomodando un mandil sobre mi ropa para no mancharme de harina, hacía bastante calor, se escuchaba voces divertidas de los hermanos de ella. —¿Puedo ver de nuevo el tutorial?—pregunté, Isabella sonrió divertida. —Habibi, lo vas a hacer bien, solo mira como lo hace Julio. —asentí, pero realmente no quería arruinar la masa. —¿Listo, cuñado?—dijo Julio entrando a la cocina, venía con un mandil completamente blanco, detrás de él, Esteban con un saco de harina sobre su hombro y luego Luis, con una sonrisa en sus labios, creo que debe de estar divertido de verme hacer pan por primera vez en mi vida. Nabila estaba sentada en una silla del otro lado de la habitación y sé qué sonreía al igual que ellos. —Sí, algo así—susurré acercándome a la mesa del centro de la cocina, había dos hornos a nuestras espaldas y a cierta distancia. La cocina de la panadería era
Si me hubieran dicho que me casaría con mi jefe apenas dos meses después de conocerlo, habría pensado que estaban equivocados. Nunca me habría imaginado dar ese paso, mucho menos con alguien del trabajo. Se dice que las relaciones en el ámbito laboral son complicadas, y mucho menos cuando apenas te conocen. Sin embargo, aquí estoy, reflexionando sobre mi reflejo en el espejo de mi antigua habitación en la Ciudad de México. Me estoy preparando para una boda que mis hermanos organizaron rápidamente, emocionados de que su hermanita esté embarcándose en una nueva etapa de la vida, una que veían muy lejana. A pesar de todo, los nervios me invaden mientras espero a Julio, quien vendrá por mí, ya que se supone que debo ir a buscar a Zaid, y según la tradición, la novia no puede ver al novio. ¿O era al revés? En fin, me ha pedido que no salga, han preparado el patio de la casa para la ocasión. Aunque aún no lo he visto, sé que han hecho todo lo posible para que sea una experiencia inolvidable
El día de la despedida había llegado. Isabella se encontraba en el aeropuerto de la ciudad de México junto a sus tres hermanos, quienes habían sido una parte fundamental en su vida. Las lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos mientras abrazaba a cada uno de ellos, sintiendo un nudo en su garganta.—No llores o todos lloraremos, y sabes que a Luis, se le ve intenso cuando lo hace—dijo Esteban sonriendo melancólico al ver que de nuevo su hermana se marchaba, pero esta vez, no iba sola, ahora tenía un hombre que la cuidaría con su vida. —Lo sé, —replicó limpiándose la orilla de sus ojos, mientras rieron los tres y se volvieron a abrazar.Zaid observaba la escena conmovido por la unión familiar que había entre ellos. Había llegado a apreciar a los hermanos de Isabella como si fueran propios, y sabía que su partida significaba un gran cambio en sus vidas. Se acercó a ellos y abrazó a cada uno, agradeciéndoles por su amor y apoyo incondicional. Se volverían a ver dentro de tres meses pa
¡Adelanto de la Segunda Temporada! Después de su inolvidable boda en Dubái, Isabella y Zaid se sumergen en los primeros compases de su vida matrimonial. El amor que los une es fuerte y poderoso, pero pronto se enfrentarán a desafíos inesperados que pondrán a prueba su relación y los llevarán a explorar los misterios del destino. En sus primeros meses como pareja casada, los celos se apoderan de Zaid y sus inseguridades comienzan a emerger. Desea proteger a Isabella y ansía tenerla siempre a su lado, lo que provoca tensiones en su relación. Mientras tanto, Isabella se debate entre su amor por Zaid y su deseo de seguir trabajando como su asistente. La lucha por mantener su independencia se intensifica y se preguntan si podrán encontrar un equilibrio que satisfaga a ambos. En medio de estos conflictos internos, la vida de Isabella y Zaid da un giro inesperado cuando se ven envueltos en una serie de atentados. Estos eventos amenazan su seguridad y despiertan en Zaid la sospecha de que a
Ciudad de México«Espalda recta» me ordené mentalmente. «Sonríe» puse la mejor sonrisa que podría darle a mis entrevistadores. Había aplicado para una visa de trabajo en la ciudad de Toronto, estaba brincando de la felicidad, ya que saldría de mi país en busca de mejor economía, no es que mi México no me guste, pero mi sueño siempre había sido radicar en Canadá, conocer cada rincón de aquel hermoso país.—Su solicitud es impresionante, señorita…—comenzó a decir uno de los hombres de traje a través de aquella pantalla de mi laptop, —Sánchez. Isabella Elizabeth Sánchez Figueroa…—él arrugó su ceño— ¿Lo estoy pronunciando bien? —afirmé lentamente.—Nos emociona tenerte en nuestro equipo de trabajo en WB Automotriz. Ya queremos verte pronto por aquí.—Muchas gracias por la decisión que han tomado para reclutarme como empleada de su empresa. —les sonreí amablemente, nos despedimos y cuando la pantalla se apagó, pude soltar un largo suspiro, sacar la panza que estaba reteniendo hacia adentro
IsabellaMeses después….― ¿Qué es lo que haces? Tienes que tomar un vuelo y regresar a casa, a tu casa, con tu familia―ordenó Julio al otro lado de la línea, se escuchó quejas, luego escuché: “Yo hablo con ella” solté un suspiro al escuchar a Esteban. ― ¿Isa?―Aquí estoy. ―contesté en un tono bajo, deprimido.― ¿Ya mandaste solicitudes de trabajo en línea? Ponte a hacer eso, no por qué desde que llegaste a esa empresa y te hiciste la mejor empleada, no podrás serlo en otro lugar.―Regresaré a casa. ―dije finalmente.―No, lo que harás es darte una ducha, imagino que estás recostada en el sillón de tu departamento y comiendo helado. ―torcí los labios y dejé de mala gana la cuchara en el bote casi vacío de helado.―Es mejor regresar. No he podido aplicar como una administradora, hay mejores que yo.―Encontrarás un trabajo aunque sea de otro oficio, pero no te rindas. ―escuché a Luis cerca. “Déjame hablar con ella también” cerré los ojos, no quería llorar con él. ― ¿Estás? ―era Luis.―Sí
Isabella ―Pero antes de que la lleve con él, ¿Trae consigo sus documentos completos? ―preguntó la mujer, yo asentí y lo saqué de mi bolso estilo portafolio –dos en uno—, se los entregué y en lo que lo daba una revisión, miré el lugar, desde que había cruzado las puertas del elevador se sintió el ambiente frío, aun así, lo sentí debajo de mi saco del conjunto. “¿Qué tenían calor?” Estábamos en otoño y esto pareció un congelador minimalista y con cuadros con pinturas extrañas. ―Bien, sígame. ―la seguí intentando no encorvarme por los botones de mi blusa y no abrir muchas las piernas al caminar para no romper la falda, “Dios mío, que no mate a nadie con un botón hoy” nos detuvimos frente a las puertas dobles. ―Cada vez que llegues a entrar con el señor Ashgar, tiene que tocar dos veces, así como lo haré, y esperar que le dé la confirmación de que puede entrar. ―Bien. ―asentí entendiendo lo que me estaba diciendo. ―No puedes tocar más de dos. Y hay una cámara de seguridad ahí misma. ―mi