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Capítulo 3. Un trabajo nuevo

Isabella

Empresas Ashgar Export

―No es nada del otro mundo este trabajo, solo lo que tiene es que debes de tener un paso delante de mí. ―arrugué mi ceño por un momento. ―No importa que no tengas experiencia, para ser sincero, ―se pasó una mano por su rostro y luego me miró―Estoy teniendo bastante dificultad para tener una asistente personal, sé qué mi secretaria lo está saboteando porque quiere que dependa de ella, pero no le daré el gusto. ―alcé mis cejas con sorpresa. ―Así que estarás a prueba un mes como mi asistente personal.

―Gracias, señor. ―dije tranquila, pero por dentro estaba emocionada por qué realmente iba a tener trabajo, aunque no como administradora, pero… ¿Cuánto gana una asistente? Dios, espero que pueda ayudarme el sueldo a volver a levantarme económicamente.

―Pasa con Eleonor para que te dé toda la información que necesitas para poder cumplir con las obligaciones del puesto y…―levantó su mirada oscura dando un repaso, luego se cruzó con la mía entrecerrando sus ojos. ―Pida un uniforme, no se permite vestir de manera… Provocativa.

― ¿Perdón? ―pregunté, ― ¿Provocativa? ―Formó una línea con sus labios y mostró un gesto de desaprobación, ―Sí, señor Ashgar. ¿Otra cosa más?

―Puedes retirarte, comienzas mañana a las seis de la mañana. ―luego se levantó tomando su celular quien sabe de dónde y se puso a hablar en portugués. Caminé a la salida con el corazón latiendo a toda prisa. Cerré la puerta detrás de mí y caminé por el pasillo, di vuelta y más allá, estaba Eleonor Bruce. Por su forma de mirarme, estaba dispuesta ella a sabotearme como dijo el señor Ashgar, pero no soy de las que se dejan. Y pensar que me iba a ir dejando la oportunidad de no ser por qué me dio en mi orgullo: “¿No te vas a arriesgar?” Tomé aire y lo solté entre dientes intentando tranquilizarme.

Ella sonrió, pero no le llegó a los ojos, primera observación.

―Bienvenida a su mes de prueba señorita Sánchez, me acaba de informar el señor Ashgar que le entregara el libro con lo que él ha estado agregando para que se cumpla al pie de la letra. Tiene que cuidarlo mucho, ya que él se enoja si encuentra siquiera una mancha o un dobles. ―me entregó un folder grueso con documentos, iba a hojearlo, pero mejor esperaría cuando llegara al departamento.

―Gracias. ―le dije.

―Necesitarás suerte para poder aprenderte todos esos documentos para mañana antes de las seis de la mañana, ¿Por qué si te ha dicho que tu entrada es a las seis de la mañana? ―Sí, señora Bruce. ―ella sonrió y arqueó una ceja.

―Entonces, suerte. ―luego sonrió triunfante dándose la vuelta para rodear su escritorio y se sentó en su silla poderosa de cuero. ―Por cierto, ―dijo y señaló un escritorio en un rincón. ―Ese es tu área de trabajo. Límpialo antes de usarlo.

―Sí, señora Bruce. ―miré el escritorio con una PC, un teclado y una mesa a lado como para poner carpetas o libros. Tenía que aprender todo lo que se hacía en esta empresa si quería callarle la boca a la señora Bruce.

―También te tengo que poner al tanto, ―me volví a ella cuando dejé el folder con los documentos. ―Tienes que estar totalmente disponible para el señor Ashgar, suele viajar bastante y cuando él no está, yo soy la jefa.

―Sí, señora Bruce. ―pude ver la molestia en su mirada. ― ¿Otra cosa, señora Bruce?

―No. Solo que tienes que aprenderte todo eso que te di, no puedes tener fallas por qué a la primera, tendrás que marcharte. Se acaba tu mes de prueba.

― ¿Y por qué no duran las demás que han venido? ―ella ignoró mi pregunta fingiendo mirar la pantalla de su iMac. ―Me imaginé. ―murmuré entre dientes volviéndome hacia el escritorio, no estaba sucio o roto, estaba impecable, solo era organizar los muebles.

―Tendrás que pasar a personal para ordenar un uniforme a tu medida, no puedes vestir tan… Provocativa. ―cerré los ojos al escuchar de nuevo esa palabra, me volví a ella y le puse una sonrisa fingida.

― ¿Por qué dice que es provocativa? Si está a la misma altura que su falda, no estoy enseñando piel como la que me ha recibido al entrar a la empresa.

―La tienes muy… Ajustada. ―me señaló la blusa de vestir debajo de mi saco.

―Oh, es la talla.

―Deberías de elegir una talla acorde a la tuya, no embutirte a la fuerza en una que no es. ―sus palabras calaron de alguna forma dentro de mí.

―Gracias. ―ella arqueó una ceja, luego me volví hacia el escritorio dándole la espalda, no podía sentarme de nuevo, -la primera fue en el bus- y había tronado un poco. Mejor iría de inmediato por un uniforme a mi talla o quedaría en vergüenza una vez que le saque el ojo con un botón a alguien, - o a la señora Bruce- aunque por su actitud despectiva, no estaría mal acomodarle un poco la quijada. ―Una pregunta, ¿Podría indicarme en que piso está personal?

―Yo bajaré a personal, puedes seguirme. ―era la voz del señor Ashgar. ―Así firmo de una vez el mes de prueba. ―asentí y noté cuando la señora Bruce se puso de pie de un movimiento como soldado.

―Si quiere yo la llevo, señor. ―dijo la señora Bruce buscando aprobación de su parte.

―No. He dicho que voy yo, gracias. ―entró al elevador y me hizo seña de que lo hiciera ya, entré torpemente y me puse hasta atrás, presionó el botón veinte y las puertas se empezaron a cerrar, cuando esto pasó, pude notar su tensión. No tenía el saco del traje puesto, solo su camisa de vestir la dejaba a la vista, desde mi lugar, vi su espalda ancha y como la tela estaba ajustada a sus brazos. “Dios, este es un dios griego pulido en los cielos” me aclaré la garganta alejando esos pensamientos inaceptables para mí. El elevador se detuvo y salió, no me cedió el paso. Lo seguí, el ruido que se escuchó cuando las puertas del elevador se abrieron, cesó cuando él salió. Nos detuvimos frente a un señor en traje. ― ¿El señor Mohamed?

―Lo está esperando adentro, señor Ashgar.

―Gracias, ―me hizo seña de que entrara con él, al entrar a la oficina, el hombre alto y corpulento, se puso de pie.

―Señor Ashgar, tengo todo listo. ―le informó.

―Perfecto, necesito…―me miró discretamente, luego suspiró y negó como desaprobando algo, luego miró al otro hombre. ―Un uniforme provisional en lo que le compro otro más adecuado a su puesto.

―Sí, señor Ashgar, ―me miró e hizo una inclinación―Bienvenida, señorita Sánchez. Pase por aquí, ―me señaló una entrada, lo seguí y entonces me di cuenta de que era el área de uniformes, tomó uno de un estante y me lo entregó. ―Espero no equivocarme de talla. ―agradecí con un movimiento de barbilla y miré la etiqueta, era dos tallas más grandes que la mía original antes de subir de peso estos meses. ― ¿No lo es? ―preguntó preocupado.

―Está bien, gracias. ―me aclaré la garganta― ¿Si bajo de peso, se puede cambiar la talla? ―él asintió.

―Claro, por supuesto.

―Gracias―luego salimos de la habitación y estaba el señor Ashgar sentado en la silla frente al escritorio.

― ¿Listo? ―preguntó al hombre.

―Sí, ―tomó unos documentos y me los entregó. ―Aquí tiene señorita Sánchez, este es el contrato de su puesto de trabajo como asistente personal.

―Gracias. ―dije aceptando los documentos.

―Toma asiento y léelos con calma, en lo que arreglamos un asunto el señor Mohamed y yo.

―Sí, señor Ashgar. ―pero no tomaría el asiento por qué reventaría mi falda. Comenzaron a hablar en árabe así que me centré en leer los documentos de pie a lado del gran sillón de cuero, entonces mis ojos se abrieron de par en par al leer: Contrato Permanente y el sueldo a lado con una cantidad tres veces más de lo que ganaba en mi anterior trabajo como administradora…“¿Qué es lo que hace una asistente personal para el señor Ashgar?”

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