Isabella
Me quedé impactada con lo que mis ojos estaban leyendo, “Contrato permanente” cuando levanté la mirada en dirección ahora a mi nuevo jefe, él estaba enfrascado en una conversación en árabe y aunque sabía el idioma intenté no prestar atención hasta que se refirió a mí.
“Es mi nueva asistente, así que si te pregunta mi madre dile que fue muy difícil encontrar a alguien con una con buenas referencias y confiables.” El hombre asintió y sonrió, desvié disimuladamente mi mirada, mi corazón se agitó con fuerza al ver el sueldo, tengo que hacer una exhaustiva investigación para saber cómo ser la mejor en este puesto. Lo firmé sin duda alguna y luego esperé a que terminaran la conversación, al hacerlo, le entregué al hombre mi contrato.
— ¿Está todo bien, señorita Sánchez? —preguntó mi ahora jefe, el señor Ashgar. Asentí educadamente. —Bien, hay un baño en esta planta, sale y a la derecha al final lo encuentra, cámbiese y tire ese conjunto que tiene puesto. —alcé mis cejas y él se percató—A menos que quiera asesinar a alguien en cualquier momento. —negué rápidamente sin decir algo, ya que sé a qué se refería, salí y finalmente pude respirar, entré al baño y de inmediato me cambié, el nuevo uniforme era una talla extra y se sentía bien, nada ajustado, era bastante discreto y entonces vi algo en el interior de la bolsa donde estaba el uniforme, era un tipo de… ¿Es velo? Ay, Dios. ¿Cómo se pone? La puerta se abrió y apareció una mujer hermosa con cabello rubio y relamido a la perfección, entonces vi la pañoleta en su cuello, pero por dentro. Ella debió de verme dudando.
—Va en el cuello, —me señaló el suyo.
—Oh, gracias. —le dije y ella sonrió.
—De nada, ¿Eres nueva? —preguntó curiosa.
—Sí, acabo de firmar contrato. —ella alzó una ceja y se cruzó de brazos. Ella no dijo nada, era como si estuviera esperando que me pusiera correctamente el pañuelo, sino para ayudarme, y así fue.
—Déjame ayudarte, —se acercó y me ayudó a acomodarlo, me hizo señas de que me observara en el espejo. Se veía muy bien para mi sorpresa.
—Gracias, quedó perfecto. —ella sonrió.
—Soy Kate, soy del área de nómina, los pagos de los impuestos y eso…—me extendió su mano en saludo.
—Mucho gusto, Isabella, pero la mayoría me dice “Isa” más corto. —sonrió.
—Y es bonito, —noté que quería preguntar algo, pero no se atrevía, regresé la mirada al espejo —Escuché que ha llegado con el señor Ashgar, ¿Es cierto? —afirmé acomodándome mi saco del traje.
—Soy su nueva asistente personal—ella jadeó sorprendida, miré hacia ella y arrugué mi ceño. — ¿Pasa algo? —ella negó, pero era visible que si le sorprendió.
—Ojalá te quedes en la empresa, —arrugué mi ceño—Digo, te lo van a decir igual, —soltó un bufido—El señor Ashgar es de carácter especial. Si pasas la prueba…—omití que ya tenía el contrato permanente, —Lo cual es imposible, te deseo lo mejor.
— ¿Pero por qué…? —tocaron a la puerta.
— ¿Señorita Sánchez le falta mucho? —era la voz de un hombre, me despedí a toda prisa para salir del servicio. Al salir el señor Ashgar salió de la oficina con el hombre de personal, ellos seguían conversando en lengua árabe e intenté no escuchar su conversación cuando llegué. “Consigue ese auto, lo quiero mañana a primera hora” el hombre asintió y respondió con un “Si, señor, Ashgar” luego me miró y mostró una copia de una sonrisa, pero sin mostrar su dentadura, el jefe empezó a caminar y yo fui detrás de él, miré que nos observaban desde sus puestos de trabajo los empleados del piso, entró y esperó a que yo entrara.
— ¿Tiene todo listo para empezar el día? Le voy a mostrar lo que quiero que haga a partir de ya, así la señora Eleonor no podrá tener una queja válida para ir corriendo a decirme. —dijo de repente antes de presionar el botón para ir a presidencia.
—Sí, señor Ashgar. —él giró su rostro de medio perfil hacia mí.
—Solo “Señor”, por favor. —asentí rápidamente anotando mentalmente ese detalle.
—Sí, señor. —presionó el botón y en lugar de subir, estábamos bajando.
—Las tradiciones y costumbres de la cultura árabe tienen muchas diferencias en comparación con la cultura occidental, y en su mayoría, hay reglas y costumbres, primer punto: son mis costumbres propias las que tiene que seguir, no quiero sorpresas, son desagradables y me ponen de mal humor. Segundo punto: No es cortes decir un “No” rotundo. Tercer punto: Los apretones de manos son saludos y despedidas comunes. Los apretones de mano largos, los codos agarrados y el caminar de la mano de dos hombres es algo usual en el mundo árabe, que no le sorprenda cuando le toque viajar conmigo a mi país natal. Cuarto punto…—hizo una pausa antes de volver a presionar el botón para que las puertas del elevador se cerraran de inmediato, ahora subíamos. —… El contacto entre miembros del sexo opuesto en público se considera fuera de límites. Solo uso la mano derecha para comer, tocar y presentar regalos. —hizo una pausa breve—Quinto punto: El contacto visual durante las discusiones es a menudo largo y directo. El contacto visual prolongado con las mujeres se considera grosero. Es ofensivo preguntarle a un hombre por su esposa o miembro de la familia. Sexto punto: Cuando esté sentada, evite estirar las piernas delante o sentarse más alto que los demás…—otra pausa cuando llegamos un piso antes de presidencia, las puertas se abrieron y presionó el botón para que cerrara y ahora bajamos, al hacerlo siguió. — ¿Qué punto es el que sigue? —preguntó, me recargué disimuladamente contra la pared de acero inoxidable a mi espalda.
—Séptimo. —él asintió y pude notar que estiró las comisuras de sus labios.
—Séptimo punto: No se apoye contra las paredes, —de inmediato me retiré de la pared—No se recueste en las sillas, ni ponga las manos en los bolsillos. Los significados dobles son comunes en las conversaciones. No hables en voz alta. ¿Lo está llevando todo? ¿O tengo que regresarme en algún punto?
—Lo llevo todo, señor. —detuvo el elevador y se volvió hacia mí.
— ¿Cuál es el cuarto punto, señorita Sánchez? —preguntó, estaba probándome.
—“El contacto entre miembros del sexo opuesto en público se considera fuera de límites, solo usa la mano derecha para comer, tocar y presentar regalos.” —él asintió.
—Solo quería saber que estaba escuchándome.
—Lo escucho, señor Ashgar.
—Bien, el punto…
—Octavo, señor. —él pareció satisfecho.
—Octavo punto: La comida suele ser al final de un evento. Las personas de Medio Oriente consideramos que es descortés comer todo en el plato. —alcé mis cejas con sorpresa, ¿Y si uno tiene mucha hambre? ¿No puede comerlo todo? —Noveno punto: Quítate los zapatos en la entrada y déjalos allí antes de entrar a una casa. —Otra pausa—Décimo punto: La hospitalidad, la amabilidad y la generosidad con los extraños es una expresión de los deberes sagrados…—el elevador se detuvo finalmente en presidencia. —Quiero que el contrato que ha firmado se mantenga ajeno a los demás, señorita Sánchez. Ha firmado un acuerdo de confidencialidad y no puede divulgar nada de lo que ve y se escucha. Puede haber consecuencias.
—Sí, señor…—contesté educadamente.
—En mi oficina hablaremos del resto de los puntos que tiene que aprender, si llega a conversar con la señora Eleonor, que siga pensando que está a prueba.
¿Más?
IsabellaAl final no había podido seguir con los siguientes puntos por qué le habían llamado al señor Ashgar y era de larga distancia, me dio indicaciones para que me quedara en mi lugar y así fue. Revisé el folder y encontré la lista de los contactos primordiales de él, así como los números de emergencia, los restaurantes que suele comer o pedir a domicilio. Solté un suspiro al ver que era bastante lo que necesitaba aprender con urgencia. Llegó la hora del almuerzo y seguí leyendo.―Veo que te estás esmerando para ser la asistente del señor Ashgar. ―dijo la secretaria frente a mí, la mujer se veía que era de armas a tomar, pero lo que ella no sabía era que yo también, y aunque haya firmado ya un contrato permanente, lucharía para permanecer todo el tiempo posible y que el señor Ashgar me necesite más que esa mujer. Le puse una sonrisa amable, pero ella no sabía que fingida.―Sí, se ve que está fácil, es cuestión de memorizar números, nombres y apellidos.―No solo es memorizar, es ten
IsabellaEstaba en total shock cuando sus palabras salieron de su boca. “Vaya, este trabajo es el soñado de cualquier persona” Sueldo, prestaciones y ahora este plus, un auto nuevo.— ¿Está bien? —preguntó el señor Ashgar, asentí de inmediato y bajé con cuidado del auto para quedarme a cierta distancia por educación.—Gracias, señor Ashgar, es solo que es algo elegante para ser un plus. —él arqueó una ceja.—Todos mis empleados más cercanos, de entera confianza, tienen un plus. —alcé mis cejas y asentí lentamente.—Gracias, señor Ashgar.—Solo llámame «Señor». Mañana podrás empezar a usarlo. —asentí recordando lo de las reglas.—Sí, señor. —me hizo señas de que cerrara la puerta del auto y lo siguiera.— ¿Y dónde dice que vive? ¿Está cerca de la empresa? —preguntó curioso al parecer. Seguí caminando detrás de él.—A unos veinte minutos en autobús. Vivo en la zona de Rockville. Tengo un departamento.—Oh, ya sé dónde. Tienen buena vista a la ciudad. —Noté la sorpresa—Es una buena zona,
Isabella El señor Ashgar se retiró dejándome ahí de pie haciendo un gesto formal de despedida en medio de mi sala, tenía el corazón latiendo a toda prisa, todo era tan extraño y demasiado bueno que necesitaba una dosis de realidad. Llamé a mis hermanos en México y cuando les he contado todo lo que estaba actualmente pasando, se han quedado pasmados, intrigados, preocupados y pensaban igual que yo: “Era demasiado bueno para ser cierto” Julio preguntó si no era uno de esos jeques que tenían a su propio personal para desaparecer gente como lo habían visto en las noticias meses atrás, Luis estaba de cierto modo impresionado por el sueldo y las prestaciones, pero pensaba igual, era como sacarse la lotería de manera inesperada. —Pero ya has firmado y ya no hay vuelta atrás, y es mejor andar con pie de plomo con ese tipo de gente, Isa. Tienes que tener muchísimo cuidado, no quiero despertar una mañana y no saber de ti. —dijo Julio, solté un largo suspiro. —Pero debemos de ver el lado bueno
ZaidRepasé mentalmente todo lo sucedido el día de hoy, el escuchar cómo había empezado la oración la señorita Sánchez con “Dijo la señora Bruce…” me hizo molestar. No iba a dejar que mi madre y la señora Bruce ganaran en mi territorio. Así que había decidido llevar a mi asistente conmigo a la boda de mi hermano en Abu Dabi, y así no llevar a la señora Bruce. No entendí por qué tanto afán por inmiscuirse en mi vida. ¿Creía que faltaría a mi palabra de casarme con la hija menor de uno de los jeques más importantes de Dubái? Cuando daba mi palabra, la cumplía.Durante la noche, me había paseado por mi jardín como solía hacerlo cuando estaba estresado, tomaba un poco de aire y así tranquilizaba mi mente. Sabía que tarde o temprano tenía que enfrentarme a todas mis responsabilidades familiares y que empeoraría más mi relación con mis padres de lo que ya estaba, era el menor de cuatro, el mayor estaba soñando con tomar el lugar de nuestro padre, el del medio, estaba a punto de casarse y su
Isabella Durante el trayecto al aeropuerto, revisé las horas de vuelo, así como el clima en Dubái. Estaba emocionada de que iba a conocer hermosos lugares, rascacielos impresionantes y claro, a la familia de mi jefe. El solo recordar las costumbres y tradiciones de los árabes, me provocó un poco de emoción e inquietud. “¿Y si falto al respeto sin darme cuenta?”, negué de inmediato, me dedicaría a aprender más de su cultura y evitar cualquier error. — ¿Está nerviosa? —preguntó mi jefe, levanté la mirada de la pantalla de mi celular y lo giré sobre mi regazo. —Un poco, señor. —confesé, pero seguí de manera profesional, sentí como mi tripa se removió implorando un poco de alimento. Por su arqueo de ceja podría jurar que se ha escuchado, me aclaré la garganta y desvié la mirada por la ventanilla, avergonzada y llevándome la mano a mi estómago, no quería ver su rostro, intenté controlar los nervios y entonces escuché ruido de papel, cuando regresé la mirada, él, en todo su pose elegante
Isabella Vuelo de Toronto a Dubái. Eran las 3:45 am cuando el avión despegó de la pista privada del Aeropuerto Internacional Toronto Pearson, el señor Ashgar estaba aún molesto, que molesto, rabioso. No le había dirigido la palabra a la señora Bruce desde que había subido. Estaríamos durante doce horas y cincuenta minutos, volando y no quería imaginar cómo sería el viaje. Miré el reloj y calculé aproximadamente a qué horas llegaríamos a Dubái, “A eso de las tres y media, o cuatro de la tarde, esto será eterno” pensé, luego solté un suspiro discreto. Dos azafatas se encargaron de darnos todo lo que necesitábamos, entre eso, las frazadas que estaban realmente calientes, el sillón se hacía una cama individual para mi sorpresa, cuando el señor Ashgar me señaló de dónde tirar, solté una exclamación que le hizo sonreír, pero lo disimuló bastante bien. Después de un largo rato en el que alcancé a dormir un poco, me exalté cuando escuché voces, era el señor Ashgar y la señora Bruce. —Le o
IsabellaAun en vuelo a Dubái...Cuando escuché las últimas palabras del señor Ashgar me quedé casi con la boca abierta, ¿Cómo que la mayoría de mi trabajo será ser esa barrera entre él y ella? ¿Mi trabajo será ser la que…? Espera, Isa, te va a pagar un sueldo triple al anterior así que puedes ser hasta su Hulk si quiere.Asentí lentamente a sus palabras y él mostró satisfacción.—Solo necesito que me guíe exactamente por donde querrá que me encamine y así no tropezar. —fue lento, pero entendió a lo que me refería.—En primera, —tomó una bocanada de aire y luego desvió la mirada, retomó el caminar por el espacio y se volvió a detener para posar su mirada en mí. —Primero pensaré exactamente lo que quiero que haga cuando lleguemos. Ella querrá quedarse cerca de mí, —hizo una pausa—Pero lo que nadie sabe de mi familia y ella es que yo he comprado mi propio lugar para llegar cuando venga de visita. —Arrugué mi ceño.—¿Siempre llegaba a casa de su familia? —él tensó su mandíbula y su mirad
IsabellaRegresé a mi lugar con el corazón agitado, a punto de salirse de mi pecho, mis manos temblaron del mismo coraje que estaba cargando, miré la pantalla de mi celular y hasta dentro de dos horas podía intentar de nuevo entrar, pero mientras no podía. Sentí la presencia de alguien al quedarse de pie a mi lado del sillón, levanté la mirada y era de mi jefe.—Sígame. —susurró e hizo un gesto de que lo siguiera y así fue, la señora Bruce se sentó dos haciendo más allá del mío hacia adelante, cerca del equipo de seguridad del señor Ashgar. Le lancé una mirada, ahora con más razón me aferraría a mi puesto, no dejaría que me intimidara y si me la hacía, me la iba a pagar.El señor Ashgar entró a la habitación y le seguí, se hizo a un lado e hizo un gesto a alguien, cerró la puerta, esto de estar solos en una sola habitación, era material para la señora Bruce, ¿Con qué le saldría a la madre de mi jefe? ¿Qué era un tipo de amante? Torcí mi boca el solo pensar que, para intentar sacarme,