#Nota:
Querido lector o lectora, me complace mucho que te animes a leer mi libro, espero que sea de tu agrado y puedas disfrutarlo. Para que puedas entender la trama, te recomiendo que leas mis libros en el siguiente orden: 1: “Ni contigo, ni sin ti”, 2: “Cuando la perdí” 3: “Hojas azules” De esta manera seguirás la línea del tiempo en que se desarrolla la historia, y entenderás la aparición de ciertos personajes, y el por qué de muchas cosas que ocurrirán en esta historia. Por otra parte, te recuerdo que lo que aquí está escrito es producto de mi imaginación, es por eso que algunas cosas no van a concordar con la realidad. Nuevamente gracias y un fuerte abrazo. *** Estoy en la biblioteca, intento concentrarme porque estoy estudiando para el examen de ingreso al posgrado de Gerencia estratégica de costos, en la universidad de Harvard, pues mi padre no deja de insistir en que siga estudiando, para que en un futuro cuando él, deje la política, me haga cargo de sus empresas, sin embargo, esto de tener una doble titulación, no es nada fácil, ya que debo admitir que mis últimos semestres de ciencias políticas no están siendo nada agradables, pues a pesar de que no es presencial, lo que es muy bueno, porque soy yo quien distribuyo mi tiempo, la carga académica es bastante pesada. Mi compañera Rita, quien se graduó conmigo de administración de empresas, me acompaña, pues ella, al igual que yo, desea postularse al posgrado, sin embargo, aunque su cuerpo está sentado frente a mí, su mente está en otra parte. —Ava, ¿sabías que hoy inauguran un nuevo club nocturno en Manhattan? —Me dice sin dejar de ver su teléfono. —¿Y? —Pregunto sin emoción alguna, sin despegar la vista del libro que estoy leyendo. —Como que, ¿y?, pues deberíamos ir… —No lo creo, aún tengo mucho que estudiar, y tú también, viendo tu teléfono, no aprobarás el examen de ingreso. —¡Bah!, qué aburrida eres… —Si, lo soy. Ahora has silencio, quiero terminar de estudiar. —Digo, aún centrada en mi libro, esperando que se calle de una buena vez, para evitar que nos regañen en la biblioteca por hablar, y poder terminar de leer un par de capítulos más, para ir a visitar a Chloe. —¿Sabes que creo? —Me dice, pero esta vez ni siquiera le contesto, para no tener que seguir con la conversación, pero eso no la detiene. —¿Creo que deberías conseguirte un novio? —¿Qué? —Pregunto asombrada, fijándome por primera vez en ella. —Es en serio. Quizás así aprendes a divertirte. —¡Estás loca! —Le digo, y me vuelvo a centrar en mi libro. —¿Loca?, ¿por qué?, ¿qué tiene de malo, tener a alguien con quien salir, que te escuche, y que de vez en cuando te dé unos buenos besos, y quizás, algo más…? —Rita, no tiene nada de malo, pero por ahora no me interesa, tengo que ocuparme del posgrado, terminar mi otra carrera, e ir a muchas entrevistas para conseguir un empleo. —¿Por qué harías eso?, tú solo habla con tu papá o con tu hermano, y podrás tener acceso al mejor empleo del mundo. —No, quiero hacer esto por mi misma, que sean mis logros. —¡Bah!, ¡aburridaaa! —Dice y cierro el libro en mis manos, pues ya me está irritando. —Creo que ya debo irme, quedé en visitar a mi cuñada el día de hoy. —Me levanto y empiezo a recoger mis cosas. —Ava, ¡lo siento! —Dice Rita y me toma de la mano, parece realmente apenada. —Es que eres tan joven, pero te comportas como si fueras una anciana. Tal vez no necesites un novio, pero quizás si deberías conocer gente, interactuar con más personas, eres demasiado solitaria. Lo que me dice, me llega, por que era lo mismo que yo le decía antes a mi hermano. Suspiro. —¡Está bien!, tienes un punto. ¿Qué propones? —Bueno, mira, hay alguien que creo, te haría bien conocer, es mi primo, Jim… —¿Jim? —Sí, es un chico muy agradable, tiene 25 años y trabaja en un hospital, y es igual de ñoño que tú, pero también sabe cómo divertirse. Creo que ustedes podrían ser la pareja perfecta. —La miro con desaprobación —Pensé que ya habías dejado de lado el tema del novio… —No deberías descartarlo, por lo menos no hasta que conozcas a Jim, del cual, por cierto, se me olvidó mencionar que es muy guapo. —Niego con mi cabeza, mostrando desaprobación. —Deberías saber que importa más los sentimientos y el tipo de persona que pueda ser, al físico. —Pues en eso tú y yo diferimos. Eso sería como comprar una bolsa de snacks, pueden ser los más ricos y deliciosos, pero si el empaque es feo y poco llamativo, jamás lo compraría, la primera impresión siempre es la que vale, y un tipo feo, no encaja en mi mundo para saber si tiene o no lindos sentimientos. —Termina de hablar y se centra en su teléfono, mientras teclea sin parar. —¡Waooo!, ¿acabas de comparar los sentimientos de un ser humano con una bolsa de snacks? —Sigue escribiendo, y no me presta atención. —Si, definitivamente, estás loca —Digo, y sigo recogiendo mis cosas. —¡Listo!, —Dice, pero no le presto atención. —¿Vas a ir así? —Me pregunta y hace que yo misma observe mi ropa. —¡Shhhh! —Dice alguno de los presentes, por lo que bajamos la voz. —¿De qué hablas?, a Chloe no le molesta mi forma de vestir. —¿Chloe?, ¿quién está hablando de Chloe?, me refiero a la cita que tienes con mi primo. —¿Disculpa? —Abro los ojos de par en par al decir esto. —Como lo oyes, acabo de escribirle a mi primo y gustoso, aceptó salir contigo, quiere conocerte, (empieza a recoger sus cosas) así que en más o menos en unas 4 horas tendrás una cita a ciegas, donde la idea es que se conozcan mientras almuerzan juntos. —Empieza a caminar para salir de la biblioteca y yo la sigo. —¿De qué hablas?, ni siquiera me preguntaste si quería salir con él. —Detiene su andar, una vez llega al aparcamiento dónde esta su auto, y se gira para verme. —Ava, ¿quisieras tener una cita a ciegas con Jim? —¡Claro que no! —¡Ves!, por eso no te lo pregunté. Ahora, si llegas a dejar a mi guapo y dulce primo, salvador de los animales, y rescatista de los mendigos, plantado, te juro Ava Roberts que no te vuelvo a hablar. —Se monta en su auto, y aunque intento refutar lo que me dice, no me deja. —En la cafetería Frisson Espresso cerca al Lincoln Center, por favor no llegues tarde. (Enciende el auto), es su día libre, y está dejando de salvar el mundo por ti. —Arranca y se va dejándome con la palabra en la boca y confundidísima con respecto a todo lo que dijo del tal Jim. —¿Salvar al mundo? En un principio quise hacerme la desinteresada, así que decidí que no iría a la dichosa cita, pero la culpa de dejar a alguien esperando pesaba sobre mi cabeza, por lo que ya había enviado varios mensajes a Chloe para avisarle que hoy no iría a visitarla, me había ido a mi casa a cambiarme de ropa y arreglarme, para que por lo menos el chico, no pensara que su cita a ciegas era una chica sin gracia o estilo y en este momento, estaba en la parte trasera de un taxi, desesperada por el tráfico de New York, intentando llegar a tiempo a mi cita a ciegas no consensuada. —Señor, ¿podría por favor ir un poco más rápido?, quizás sepa algún atajo… —Le digo al taxista, al notar que no avanzamos hace un largo rato y mi reloj ya marca el medio día. —Lo siento, señorita, pero estamos atascados en un embotellamiento. Solo queda esperar. —Suspiro derrotada, y llamo a Rita para que me dé el número de su primo y poder disculparme con él. Lo llamo, y no contesta, así que decido enviarle un mensaje explicándole la situación, del cual no obtengo respuesta. Durante una media hora más, el taxista no logra avanzar, de pronto recibo una llamada de Rosa. —Hola Rosa, ¿pasó algo?, ¿acaso el bebé ya va a nacer? —Es lo primero que se viene a mi cabeza, porque Chloe está en la recta final de su embarazo. —N-no, señorita. —Dice Rosa llorando a través del teléfono. —Rosa, cálmate, ¿qué pasa?, ¿por qué lloras? —E-es que, la señora… la señora… —Rosa, por favor, habla con claridad, no te entiendo nada… —La señora Chloe, sufrió un accidente y está muy grave… —¿Qué?, Chloe… —Inmediatamente escucho que Chloe está muy mal, sentí un fuerte estruendo en mi pecho, como si mi corazón golpeara fuertemente contra el. —Si, y el señor no aparece, por eso la estoy llamando, yo no sé qué hacer. —Dame la dirección, ya mismo voy para allá. Apenas cuelgo, le digo al taxista que cambie de rumbo, y apenas llega a una redonda, toma una salida que se encuentra más despejada, no sé cuánto tiempo pasó, pero por momentos sentía que mi respiración era demasiado agitada y otras veces demasiado lenta. De repente, la vibración de mi teléfono me devuelve a la realidad. Es mi hermano, y apenas veo su nombre en la pantalla, mis manos empiezan a temblar. Había olvidado llamarlo, y él no sabe nada, según lo que me dijo Rosa, ¿cómo le diré?. Contesto. —Aló, hermana, ¿dónde estás?, Chloe sufrió un accidente, por favor ve a la clínica del Norte, ella y el bebé... ella...—Suena desesperado, asustado, temeroso, de pronto deja de hablar y las palabras son reemplazadas por un silencio y luego por el llanto. Escucharlo así, rompe mi débil corazón, pero debo intentar ser fuerte. —Tranquilo, Rosa me llamó al ver que tú no contestabas, ya estoy llegando. Tranquilo, todo estará bien. —Tiene que estarlo Ava, tiene que... si no me moriré... te juro que si le pasa algo a Chloe o a nuestro bebé no podré soportarlo... —Empieza a llorar nuevamente, esta vez con desconsuelo, se me hace un nudo en la garganta y me llenan de miedo sus palabras. —No, no lo digas, por favor, hermano, ¡cálmate!, confía en Dios, y en que todo saldrá bien. Pero tienes que calmarte, de nada le sirves a Chloe si te pones así. — El me dice que está bien, y después de unos cuántos segundos cuelgo. Apenas lo hago, mis lágrimas empiezan a brotar, mi corazón empieza a latir con más fuerza, y siento que me empiezo a hiperventilar. El taxista se detiene de la nada, y me mira por el espejo retrovisor. —Llegamos señorita. —Dice estas palabras y un escalofrío recorrió toda mi columna, haciéndome sentir miedo, un miedo que jamás había sentido. Como puedo pago, y me bajo del taxi, sintiendo que los pies me pesaban. Al entrar a la clínica, me apresuro a averiguar por Chloe, quien está en este momento en cirugía. A las afueras de la sala, está Rosa, muy nerviosa. Me acerco a ella, y justo cuando iba a preguntarle si sabía algo de Chloe, se abren las puertas y sale uno de los médicos, con su bata quirúrgica llena de sangre. —¿Familiares de la señora Chloe Roberts? —Pregunta con la cabeza gacha, y al ver su expresión de descontento y su postura cabizbaja, me di cuenta de que no, nos daría buenas noticias. —Yo soy su cuñada, y ella su ama de llaves. —¿Aún no han localizado al esposo? —Pregunta con desagrado. —Ya viene para acá, pero puede decirnos lo que sea Doctor. —Está bien, lo lamento. —Dice y masajea su cien, parece enojado consigo mismo. —¿Disculpe? —Preguntó bastante nerviosa, sin siquiera poder distínguir su rostro, que en ningún momento levanto para vernos. —Lo siento mucho, créame que hicimos todo lo posible porque sobreviviera. Pero lastimosamente, por su propia decisión, solo la bebé está bien. —Mis ojos se llenan de lágrimas, el médico por fin levanta el rostro, y yo aún no puedo distinguirlo, pues todo se ve borroso a través de mis ojos que no dejan de llorar. —En un momento debemos trasladar el cuerpo a la morgue, ojalá su esposo llegue antes para que no tenga que verla cuando ya esté en ese frío lugar —Dice y regresa a la sala, dejándonos conmocionadas por la noticia que aún no terminaba de creer, hasta que vi a mi hermano llegar, y ver cómo abrazaba y besaba el frío cuerpo de Chloe que transportaban en la camilla donde acababa de dar a luz a su pequeña bebe, entonces sentí como los latidos de mi corazón golpeaban fuertemente mi cuerpo, cada vez más rápido, haciendo que mi brazo izquierdo sintiera un cosquilleo, mis ojos vieran con dificultad, y el aire me empezara a faltar, con la sensación de que en cualquier momento podría colapsar, pero eso no era una opción, mi hermano y mi sobrina me necesitaban, así que mi corazón debía ser fuerte una vez más, o por lo menos haría todo lo que humanamente podía hacer para que así fuera. ¡Resistir!“A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en el mismo ataúd.”dijo el gran escritor, poeta, político e historiador, Alphonse de Lamartine. Y no se equivocó, viendo el dolor y el suplicio que vive mi hermano día con día desde que murió Chloe, lo confirmo. Su corazón se fue junto con el de ella, en ese ataúd. Y tal vez el dolor que yo siento jamás se compare con el de él, pero aun así, el vacío y la tristeza que tengo es enorme. —¿Ava, por qué tardas tanto?, ¿acaso crees que tengo todo el tiempo del mundo?, el doctor nos espera. —Grita mi padre, desde el primer piso, muy ofuscado. —¡No iré! —Digo al salir de mi habitación mientras lo veo desde el pasillo que conduce a las escaleras, en la segunda planta. —¿Pero qué dices?, ¿acaso crees que te mandas sola?. No creas que me hace mucha gracia estar de niñero, pero luego de que sufriste un colapso frente a todos en la inauguración del museo Saint Thomas, debo llevarte. «Obviamente, debí deducir que quer
—¿Ava, podemos hablar? —Pregunta mi padre a través de la puerta de mi habitación, luego de haber discutido hace un par de noches, cuando vacíe todo mi contenido estomacal sobre el idiota de Christian Ruiz. —¡Adelante! —Le indico, aunque para ser sincera, no quiero ni verlo, pero seguir enfadada con él, solo hará que me nazcan raíces en esta casa de por vida. Entra, y empieza a caminar por la habitación sin decir una sola palabra. Se acerca a mi escritorio, y observa mi libro de dibujo. —¿Aún pintas? —Pregunta tranquilo y sereno. —¡No! —Respondo tajante, y él abre el libro, lo levanta y me muestra el dibujo de mi hermano junto a sus dos Chloe. —Sé que la extrañas, es un lindo dibujo. —Dice, y lo miro extrañada, la verdad si está siento tan amable conmigo es porque algo quiere, ya que él jamás es así. —¿Qué pasa papá?, dime de una vez a que viniste. —¿Acaso no puedo venir a hacer las pases con mi hija? —¡Si, claro!, ¿cómo si eso te importara? —Me levanto de la cam
Hace un mes que salí del hospital, las molestias siguen, pero intento no pensar en ello, muy juiciosa, tomo mi medicación, y en lo posible he intentado hacerle saber a Damián que estoy bien, pues mi padre me ha puesto un guardaespaldas las 24 horas del día, dice él que para cuidarme, pero sé que también quiere asegurarse de que no me reúna con mi hermano. —Señorita Ava, su padre llamó, me pidió que le dijera que esta noche irán a una cena en honor al gobernador del estado de Arizona. —Me dice Flor, a quien miro con frustración. —¿Otra cena?, ¡estoy harta!, cenas, fiestas, catas, cierres de campaña, galas, partidos de golf, visitas al hipódromo, ¡etcétera!, ¡etcétera!, ¡etcétera!. ¿Hasta cuándo piensa seguirme obligando a asistir a sus estúpidos eventos?, hasta he llegado al punto de servir como intérprete para algunos de sus viejos amigos, que no hablan ciertos idiomas. ¿Qué soy?, ¿su hija o su secretaria? —Digo arrojando el libro que estaba leyendo, y que había dejado sobre l
—¿Un corazón nuevo?, ¿el trasplante ya fue hecho? —Hace 3 días, señorita, solo que desde que salió de la cirugía no había despertado —Comenta Flor. —¿3 d-días? —El dolor se intensifica nuevamente, y empiezo a quejarme. —Por favor no sé esfuerce en seguir hablando, hasta esta mañana retiramos el respirador, es normal sentir dolor, inmediatamente ordeno que le administren los medicamentos para ayudar a controlar el dolor. —Me explica uno de los doctores, intento levantar mi mano para rascar mi nariz, pero me siento tan débil que a duras penas y alcanzo a verla, observo muchos tubos que salen de mi pecho... —¿P-por qué hay tantos tubos?, ¿l-la c-ciru-gía salió bien? —Si, no se preocupe, los tubos en su pecho son para drenar el líquido que se encuentra alrededor de los pulmones y del corazón. —¡Mmm!, en-entiendo. —Digo ya muy cansada por el esfuerzo que me ha supuesto hablar. —Permanecerá una semana internada, para ver cómo evoluciona, ya que duró 3 días dormida inexpli
—¡Joder!, mi cabeza me está matando. —Digo apenas me levanto y Rita sale de mi baño. —¿Y qué esperabas?, es verdad que bebes como camionero, pero aún te falta la resistencia de uno. —¿En qué momento entraste?, ¿y por qué sales de mi baño? —Flor dijo que podía usarlo. —Señala el baño. —Y no tengo mucho que entré, yo también me acabo de despertar. —Me levanto corriendo por las ganas incontrolables que me dan de vomitar. Entro al baño y cierro la puerta. —¡Guag-Guag!… —Vomito todo lo que tengo en el estómago, lo que es repugnante, pero hace que me sienta mejor al instante. Lavo mis dientes, y al salir del baño, Rita me espera con los brazos cruzados. —Después de una noche de tragos, siempre es mejor afuera que adentro, ¡eh!. —Comenta en tono de burla. —Ja Ja Ja. —¿Qué?, te alabo que por lo menos en tu primera borrachera tuviste un buen aguante, aunque no puedo decir lo mismo de la resaca. —Para que lo sepas no es mi primera borrachera, la verdad ya lo había hecho ante
—Desde hace una semana, trabajo como dependienta, y es terrible, la administradora se cree mi dueña, solo le falta decirme que le limpie el trasero —Le cuento a Rita, quien parece más distraída de lo normal. —¿Rita, siquiera me estás escuchando? —¿Eh?, ¿qué?… ¡Ay, perdóname!, es que no puedo creer que mi padre me quiera enviar a Londres a estudiar. —Si, yo tampoco lo creo, pero quizás si hablas con él, lo reconsidere y… —No, ni hablar, él me consiguió un cupo en una de las mejores universidades de Inglaterra para estudiar la especialidad. Yo tuve mi oportunidad aquí, pero ya vez que no soy tan inteligente como tú, así que él fallar y no pasar a Harvard fue una decepción para él, ahora lo mínimo que puedo hacer es irme. —Quien lo diría… —¿Qué? —Que tú siempre me has incitado a que viva mi vida, cómo se me dé la gana, y resulta que terminaste siendo igual o más obediente que mi “yo” del pasado. —Tal vez porque es hora de que madure, tú aún sigues siendo joven, bonita,
Para cuándo llegué a casa, Fabio y los dos grandulones me esperaban afuera. —Señorita Ava, por fin apareció, ¿dónde se había metido? —Pregunta Fabio, bastante preocupado. —¿Dónde me metí yo?, más bien dónde estaban ustedes? —El auto se había quedado sin gasolina, un error mío. —Dice con vergüenza. —Los dos chicos me ayudaron a empujarlo hasta la gasolinería más cercana. —¿Y no pudieron tomarse la molestia de avisarme? —La verdad es que no creí que saliera tan rápido, ni que a nosotros nos llevara mucho tiempo, pero se presentaron una serie de imprevistos con los que no contábamos. —A ver... ¡Ilústrame! —Le digo y me cruzo de brazos. —Después de llenar el tanque, no encontraba mi cartera y ninguno de los jóvenes aquí presente tenía dinero en efectivo, y el datáfono de la estación de gasolina, estaba dañado, así que tuvimos que buscarla por todo el auto, y luego camino a la tienda, uno de los neumáticos se pinchó, así que tuvimos que cambiarlo, y después, tuvimos que d
—Jeremy, espera, no puedo irme así como así, la tienda, los clientes. —Le digo mientras me lleva de la mano. —Tienes razón, (se detiene y suelta mi mano) ¿te parece si vamos mañana entonces? —Está bien, pero, ¿y si vamos mejor hoy cuando termine mi turno? —Es que la verdad quería llevarte al pabellón oncológico de la clínica del Norte. —Escuchar el nombre de la clínica donde murió Chloe, me eriza la piel. —Y para cuando salgas ya el horario de visitas habrá terminado. —Continúa explicando. —¿T-tú trabajas allí? —Sí, soy residente de segundo año de ginecología, y aunque este tipo de pacientes no son mi especialidad, me he encariñado mucho con ellos. —Trago saliva, y empiezo a ponerme un poco nerviosa. —Creo que yo paso, no quiero ir allí. —Digo tajante y observo la decepción en su rostro. —Entro nuevamente a la tienda, y él me sigue. —¡Lo siento!, no tuve en cuenta si deseabas o no estar en un lugar con enfermos, por suerte me detuviste de llevarte y p