—Es increíble como pudiste despedir a mis guardaespaldas, y como quieres que Cecilia pague por todos los daños de la tienda, cuando yo soy la única responsable. —Le reclamo a mi padre al llegar a casa —Ava, no nos digamos mentiras. A ti Cecilia te cae muy mal, por siempre estar acusándote y ser una gilipollas contigo todo el tiempo. Y a tus guardaespaldas, ni siquiera les sabes el nombre... —¿Qué?, No, eso no es así... —¿Ah, no?, Entonces, ilústrame, dime del nombre de esos chicos por los que tanto estás peleando. —Me quedo pensando sin emular palabra alguna, y me lleno de rabia al saber que tiene razón. —Vez... además deberías agradecerme, siempre te has quejado de tener... ¿Cómo es que les dices?... ah, sí... gorilas pegados a ti como sanguijuelas. —Lo miro con rabia. —Ya estaba acostumbrada a ellos, además necesitan el trabajo, y seguramente no demoraras en colocarme guardaespaldas nuevos que me tengan perfectamente vigilada. —En eso te equivocas, ya no habrán más g
—¿De qué hablas?, no estoy entendiendo. —Suspira frustrado. —Tú solo desapareces, y nunca puedo localizarte, quisiera buscarte, pero precisamente me da miedo asustarte. Yo solo quiero pasar tiempo contigo, por qué tú me haces sentir que mi vida no es un completo asco, ¿acaso es eso tan malo? —Le pregunto. —Ese es el punto Ava, no puedes aferrarte a mí de esta manera. Tú y yo no somos una pareja, y aunque lo fuéramos, no puedes depender sentimentalmente de alguien. No quiero entrar en este juego de ser tu vía de escape. En tu vida tú debes ser la única persona de la cual dependas. —Lo observo bastante sorprendida por sus palabras, que las he sentido como un golpe directo a la cara, en un intento por disimular, me aparto de él, y entonces quiero irme, pero él se me adelanta dejándome allí, como la más tonta de todas. Reacciono, y lo sigo. —Te la pasas salvando a todo el mundo —Le digo y se detiene. —Tus pacientes, los que no son tus pacientes, niños, incluso a mí, me hiciste p
De regreso a casa, Fabio sube todos mis paquetes, y Flor me recibe con la noticia de que mi hermano llamó para informar que mañana se irá, y que su vuelo sale al medio día, lo que me toma desprevenida. Si bien, es cierto que yo sabía que se iría mañana, también es cierto que hasta ahora siento que es una realidad su partida, y eso me hace sentir triste, y a la vez culpable, porque durante meses me encerré en mi misma y dejé pasar tiempo valioso que pude compartir con él y la pequeña Chloe. —Yo también estoy muy triste. —Dice Flor al verme pensativa y cabizbaja. —Siento que no he podido estar tanto con el señor Damián como quisiera, acompañándolo en el dolor por la partida de mi querida Chloe. —¡Lo sé, Flor, lo sé!, yo también me siento igual, siento que desperdicié tiempo valioso que pude aprovechar para estar con él y con mi sobrina, a pesar de las órdenes de mi padre, pero ya no se puede llorar sobre la leche derramada, porque no puedo cambiar nada, lo único que nos queda es d
—Estoy esperando Ava, ¿qué haces aquí? —Pregunta Rita muy seria. —Yo vine, porque, porque… —¿Por qué, qué?, —Porque conozco al dueño, ¿y tú?, ¿por qué dices que tienes derecho? —Lo conoces, ¿en serio? —Parece enojada y se cruza de brazos. —¿Acaso tú y Jeremy…? —Es lo primero que viene a mi mente, pero ella me detiene para evitar que diga alguna tontería. —¿Qué?, ¿Jim y yo?, no, él es mi primo. —¿Jim? —Sí, Jim, así le decimos de cariño, o bueno, le decíamos. —Baja la mirada y parece triste. —¿Mmm? —¿Recuerdas los favores que me pedía mi tía a diario? —La miro sin entender. —Era venir aquí, y recoger las cosas de Jim, empacarlas y donarlas a caridad. Pero tú, ¿cómo lo conoces?, ¿no se supone que nunca pudiste llegar a la cita? —Espera, ¿qué?, no entiendo nada, ¿cita?, ¿tu primo?, ¿acaso él es el chico del que me hablaste esa vez?, ¿a quién querías que conociera en una cita a ciegas? —Sí. —¡Wao!, el mundo sí que es pequeño. —Sí, pero supongo que lo m
Mi teléfono suena, es Flor. —Seco mis lágrimas antes de contestar, tomo aire un par de veces, e intento sonar menos abrumada. —¡Hola! —Señorita, la llamo porque aún no ha llegado a casa y creí que podría ir con usted a despedirme del señor Damián, pero viendo la hora, parece que no vendrá. —Sí, no alcanzaré a pasar por la casa, me iré directamente al aeropuerto, pero dile a Fabio que te lleve y nos encontramos allá. —Está bien, allá nos vemos. Luego de colgar, apurada, detengo un taxi, que me lleva tan pronto como puede a través de las calles de New York, que por suerte eran transitables y pude llegar justo a tiempo, antes de que mi hermano subiera a la sala de abordaje. Al llegar, llamé a Flor, quien por suerte ya estaba con Damián, mini Chloe, y Rosa, que también los despedía, y me dio las indicaciones para ir directamente a su encuentro. Al verlo junto a mi hermosa sobrina, quise sacar de mi bolso la hoja que me había entregado Jeremy, y darle la
Un mes después… Luego de que mi hermano se fuera y Jeremy desapareciera de mi vida, adopté la creencia de que todo pasa por algo, y de que si algún día voy a morir, lo mínimo que puedo hacer es disfrutar mi vida al máximo siendo yo misma, así que me concentré en mí, en mis estudios, pasar tiempo con mis amigos, incluso en retomar una buena relación con mi padre, aunque esa era la tarea más difícil de todas, también empecé a practicar equitación, pues descubrí lo mucho que me encantan los caballos, son tan fieles y queridos, y me siento libre cuando cabalgo, también empecé a hacer ejercicio al aire libre, pues correr por las mañanas es de lo más satisfactorio, y mi corazón nuevo me permite disfrutar de ello. Por otra parte, debo admitir que dos cosas me atormentan, la hoja que tengo en mi poder y la duda de saber quien es mi verdadero amor, como dijo Jeremy, siempre rondan mi cabeza, y es normal que haya pensado, en más de una vez, hacer funcionar la hoja para ver a Chloe, o ha
—Ava, ¿y Christian? —Pregunta mi padre, al verme llegar sola al comedor. —Ya se fue. —Digo un poco molesta. —¿Acaso hiciste o dijiste algo malo, niñita? —No sé, dímelo tú, ya que pareces saber perfectamente lo que pienso y quiero, padre. —¿De qué hablas? —¿Cómo fuiste capaz de afirmar que me casaría con Christian? —¡Ay, por favor!, no me vengas con tus shows, cuando sabes perfectamente desde hace mucho, que te casarías con él. —Pues te equivocas papá, eso era en el pasado, pero él se fue y todo cambio. —Se levanta abruptamente de la silla y golpea la mesa con las manos. —Nada ha cambiado, te casarás con él y me emparentarás con los Ruiz. —Eso lo decidiré yo, papá. —Empiezo a caminar hacia mi habitación y lo escucho gritar. —Eso lo veremos Ava. … Al día siguiente, después de ir a clases, y cabalgar un rato, decido llamar a Christian, pues no sé a qué horas puedo ir a su oficina. —Hola, Ava, ¿cómo has estado? —Pregunta de inmediato, apenas contesta. —Estoy bien, ¿y
Desde que llegamos hasta que salimos del restaurante fue fantástico, Christian se portó como un caballero y mostró interés en saber todo de mí. —¿Te gustó la comida? —Me pregunta algo nervioso mientras vamos en el auto. —Sí, estuvo deliciosa —¿Y qué te pareció el lugar? —Me encantó, la verdad que no fuera un sitio muy concurrido ni abarrotado de gente me agradó mucho. —Y yo que pensé que justamente por eso no te gustaría. —¿Por qué creíste eso? —Bueno, es que se te da muy bien lo de relacionarte en público. —Igual que a ti. —Sí, es verdad, pero solo lo hago porque mis padres me lo piden, la verdad es que me gustan los lugares poco concurridos que me permitan disfrutar del momento y pensar. —¡Uuuu!, no sabía que eras un meditabundo. —Ya ves… —Y yo que pensé que eras un mujeriego, egocéntrico y machista. —Digo con toda la sinceridad y él me echa una mirada de asombro. —¿En serio crees eso de mí? —Primero, concéntrate en mirar al frente, no quiero