Un mes después… Luego de que mi hermano se fuera y Jeremy desapareciera de mi vida, adopté la creencia de que todo pasa por algo, y de que si algún día voy a morir, lo mínimo que puedo hacer es disfrutar mi vida al máximo siendo yo misma, así que me concentré en mí, en mis estudios, pasar tiempo con mis amigos, incluso en retomar una buena relación con mi padre, aunque esa era la tarea más difícil de todas, también empecé a practicar equitación, pues descubrí lo mucho que me encantan los caballos, son tan fieles y queridos, y me siento libre cuando cabalgo, también empecé a hacer ejercicio al aire libre, pues correr por las mañanas es de lo más satisfactorio, y mi corazón nuevo me permite disfrutar de ello. Por otra parte, debo admitir que dos cosas me atormentan, la hoja que tengo en mi poder y la duda de saber quien es mi verdadero amor, como dijo Jeremy, siempre rondan mi cabeza, y es normal que haya pensado, en más de una vez, hacer funcionar la hoja para ver a Chloe, o ha
—Ava, ¿y Christian? —Pregunta mi padre, al verme llegar sola al comedor. —Ya se fue. —Digo un poco molesta. —¿Acaso hiciste o dijiste algo malo, niñita? —No sé, dímelo tú, ya que pareces saber perfectamente lo que pienso y quiero, padre. —¿De qué hablas? —¿Cómo fuiste capaz de afirmar que me casaría con Christian? —¡Ay, por favor!, no me vengas con tus shows, cuando sabes perfectamente desde hace mucho, que te casarías con él. —Pues te equivocas papá, eso era en el pasado, pero él se fue y todo cambio. —Se levanta abruptamente de la silla y golpea la mesa con las manos. —Nada ha cambiado, te casarás con él y me emparentarás con los Ruiz. —Eso lo decidiré yo, papá. —Empiezo a caminar hacia mi habitación y lo escucho gritar. —Eso lo veremos Ava. … Al día siguiente, después de ir a clases, y cabalgar un rato, decido llamar a Christian, pues no sé a qué horas puedo ir a su oficina. —Hola, Ava, ¿cómo has estado? —Pregunta de inmediato, apenas contesta. —Estoy bien, ¿y
Desde que llegamos hasta que salimos del restaurante fue fantástico, Christian se portó como un caballero y mostró interés en saber todo de mí. —¿Te gustó la comida? —Me pregunta algo nervioso mientras vamos en el auto. —Sí, estuvo deliciosa —¿Y qué te pareció el lugar? —Me encantó, la verdad que no fuera un sitio muy concurrido ni abarrotado de gente me agradó mucho. —Y yo que pensé que justamente por eso no te gustaría. —¿Por qué creíste eso? —Bueno, es que se te da muy bien lo de relacionarte en público. —Igual que a ti. —Sí, es verdad, pero solo lo hago porque mis padres me lo piden, la verdad es que me gustan los lugares poco concurridos que me permitan disfrutar del momento y pensar. —¡Uuuu!, no sabía que eras un meditabundo. —Ya ves… —Y yo que pensé que eras un mujeriego, egocéntrico y machista. —Digo con toda la sinceridad y él me echa una mirada de asombro. —¿En serio crees eso de mí? —Primero, concéntrate en mirar al frente, no quiero
Luego de pasar un rato agradable con Christian, me lleva a mi casa. Mientras vamos en el auto, ninguno de los dos deja de sonreír como tonto, mientras nos tomamos de las manos. —Ya llegamos, cariño. —Me dice, y me doy cuenta de que ya estamos en mi casa, el trayecto lo sentí extremadamente corto, y estaba tan embobada que ni siquiera me di cuenta cuando se abrieron las rejas para que el auto pasara. Christian detiene el auto, se baja y me abre la puerta, y yo ni siquiera le doy las gracias, pues mi cerebro solo puede pensar en que me llamó “cariño”, lo que me hace querer llamarlo de alguna manera también, pero las palabras que se me ocurren en mi mente suenan nefastas, “amorcito”, “bebé”, “chiquito”… —¿Cariño?… ¿Cariño?… —Me llama una y otra vez. —¿Eh?, ¿Qué?… perdón, es que estaba distraída … —Digo avergonzaba al notar que me estaba llamando desde hace varios minutos. —Sí, lo noté. ¿Puedo saber en qué pensabas? —Nada importante, bobadas mías. ¿Quieres pasar? —Le preg
—Señorita Ava, ¿se encuentra bien? —Me pregunta Flor mientras me sirve el desayuno, al notar que no dejo de ver mi teléfono —Más o menos Flor, la verdad es que estoy un poco indecisa con algo. —Digo refiriéndome a si llamar o no a Rita. —¿Y se puede saber con qué? —Interrumpe mi padre al llegar al comedor. —Nada importante. —Suspiro frustrada ante su intromisión y Flor me echa una mirada invitándome a la calma, mientras le da los buenos días a mi padre y pasa a la cocina por su desayuno. —Eso espero!, no quisiera enterarme de que dudas de tu relación con Christian Ruiz. —¿Qué?, ¿pero de qué hablas?, ¿tanto te interesa que me case con Ruiz para emparentar con ellos? —Sí, ¿y? —Pues que si no fuera por qué Christian de verdad me gusta, jamás aceptaría algo con él, simplemente para que entendieras que tú no decides mi futuro, papá. —Me levanto y me voy a mi habitación con el desayuno totalmente intacto sobre la mesa. De reojo miro a mi padre que no dice nada, pero me do
Han pasado varios meses desde que Damián y Rita se fueron del país, mi relación con Christian ha ido viento en popa, la universidad marcha muy bien, y estoy a pocos días de recibir mi segunda titulación, y de terminar el primer semestre de mi posgrado. Estoy muy emocionada por que Rita pronto vendrá de visita y aunque mi hermano no parece estar en su mejor momento, simula que si lo hace cuando hablamos por teléfono, pero su voz y la sensación de tristeza que se siente incluso a través del teléfono me hacen saber que ya es momento de que reciba el impulso que necesita, es por eso que decidí enviarle la hoja azul, la cual mágicamente aún está intacta luego de casi 6 meses, solo espero y funcione. —Cariño, te extrañé. —Me dice Christian apenas llego a su encuentro en un restaurante de lujo después de enviar el paquete para Damián. —Pero si nos vimos ayer. —No es suficiente. —Me acerco y le doy un beso, donde soy abordada por él, haciendo que me siente en sus piernas,
—Ava... —¿Qué pasa Christian?, ¿de qué no me debo enterar? —Le pregunto muy seria, y él deja a un lado su nerviosismo —¡Me asustaste!, ¿acaso quieres matarme del susto? Me enoja que se desvíe del tema —Responde mi pregunta. —Le exijo bastante irritada. —¡Bahhh!, (respira hondo) es que se suponía sería una sorpresa, quería darte un regalo, y Ruth, mi secretaría, me ayudaba con eso, las cosas no estaban saliendo como yo quería y me enojé con ella, porque quiero que sea algo perfecto, pero ahora que sabes que preparaba una sorpresa para ti, no tiene sentido. —Parece desanimado, y eso me hace sentir mal, por qué por un momento desconfié de él. —Mi vida, lo siento tanto. Es que, yo te escuché reclamarle a tu secretaria y pensé que tal vez me ocultabas algo grave... —¿Algo grave?, ¿cómo qué? —¡No lo sé!, escuchar que le dijeras a Ruth que fuera discreta y que yo no debía enterarme de nada; además hablarle con tanta familiaridad, por un momento pensé que era otra persona d
La rabia, la ira, la tristeza, la frustración e incluso la desesperación se hacían presentes en todo mi ser, causando en mí una tormenta de emociones que no sabía cómo controlar. Christian era un maldito, desgraciado, que me estaba engañando con su secretaria, todo este tiempo me había visto la cara de estúpida, había jugado conmigo, y se había burlado de mí, era demasiado para procesar. Como deseaba jamás haber venido, pues verlo besar a Ruth, acariciarla con tanto deseo y lujuria, solo hicieron que mi estómago se revolviera del asco, saber que después de estar con ella, se encontraba conmigo y me decía que me amaba sin ningún remordimiento era despreciable. —¡Esos malditos! —Exclamó Rita entre dientes, al ver lo mismo que yo. Sin dudarlo, intento ir a enfrentarlos, y la hubiera dejado de no ser porque empecé a llorar como una magdalena. Me sentía destrozada, y no supe ni siquiera en que momento me desmoroné , intentaba que mis sollozos no se oyeran, tapando mi bo