Han pasado varios meses desde que Damián y Rita se fueron del país, mi relación con Christian ha ido viento en popa, la universidad marcha muy bien, y estoy a pocos días de recibir mi segunda titulación, y de terminar el primer semestre de mi posgrado. Estoy muy emocionada por que Rita pronto vendrá de visita y aunque mi hermano no parece estar en su mejor momento, simula que si lo hace cuando hablamos por teléfono, pero su voz y la sensación de tristeza que se siente incluso a través del teléfono me hacen saber que ya es momento de que reciba el impulso que necesita, es por eso que decidí enviarle la hoja azul, la cual mágicamente aún está intacta luego de casi 6 meses, solo espero y funcione. —Cariño, te extrañé. —Me dice Christian apenas llego a su encuentro en un restaurante de lujo después de enviar el paquete para Damián. —Pero si nos vimos ayer. —No es suficiente. —Me acerco y le doy un beso, donde soy abordada por él, haciendo que me siente en sus piernas,
—Ava... —¿Qué pasa Christian?, ¿de qué no me debo enterar? —Le pregunto muy seria, y él deja a un lado su nerviosismo —¡Me asustaste!, ¿acaso quieres matarme del susto? Me enoja que se desvíe del tema —Responde mi pregunta. —Le exijo bastante irritada. —¡Bahhh!, (respira hondo) es que se suponía sería una sorpresa, quería darte un regalo, y Ruth, mi secretaría, me ayudaba con eso, las cosas no estaban saliendo como yo quería y me enojé con ella, porque quiero que sea algo perfecto, pero ahora que sabes que preparaba una sorpresa para ti, no tiene sentido. —Parece desanimado, y eso me hace sentir mal, por qué por un momento desconfié de él. —Mi vida, lo siento tanto. Es que, yo te escuché reclamarle a tu secretaria y pensé que tal vez me ocultabas algo grave... —¿Algo grave?, ¿cómo qué? —¡No lo sé!, escuchar que le dijeras a Ruth que fuera discreta y que yo no debía enterarme de nada; además hablarle con tanta familiaridad, por un momento pensé que era otra persona d
La rabia, la ira, la tristeza, la frustración e incluso la desesperación se hacían presentes en todo mi ser, causando en mí una tormenta de emociones que no sabía cómo controlar. Christian era un maldito, desgraciado, que me estaba engañando con su secretaria, todo este tiempo me había visto la cara de estúpida, había jugado conmigo, y se había burlado de mí, era demasiado para procesar. Como deseaba jamás haber venido, pues verlo besar a Ruth, acariciarla con tanto deseo y lujuria, solo hicieron que mi estómago se revolviera del asco, saber que después de estar con ella, se encontraba conmigo y me decía que me amaba sin ningún remordimiento era despreciable. —¡Esos malditos! —Exclamó Rita entre dientes, al ver lo mismo que yo. Sin dudarlo, intento ir a enfrentarlos, y la hubiera dejado de no ser porque empecé a llorar como una magdalena. Me sentía destrozada, y no supe ni siquiera en que momento me desmoroné , intentaba que mis sollozos no se oyeran, tapando mi bo
—O sea qué e según tú, ¿yo no debería casarme nunca? —Yo no dije eso, dije que ahora no estás preparada para casarte con nadie, y más si lo que buscas realmente, es amor. —Sí, tiene sentido. Aunque no niego que me habría encantado formar una familia con Christian, mi cariño por él era genuino, al paso que íbamos estoy segura de que me enamoraría muy pronto de él, si es que ya no lo estaba, ya que era muy bueno conmigo. —¡Las malas personas se disfrazan con buenos gestos! Sus palabras me sorprenden —¿O sea qué, tú eres una mala persona? —El chico se encoge de hombros —¡Quizás! —Entonces, ¿debería alejarme? —Peor que tu padre y tu ex, te aseguro que no soy. —De eso no estoy segura, ¡no te conozco! —Entonces conóceme…—Siento que coquetea conmigo, y eso me pone nerviosa. —Yo… Es que yo… no juegues por favor, lo que menos me interesa es saber de hombres… —No juego. Solamente digo que hay más de un pez en el m
Al día siguiente, intento ir a casa de Rita para despedirla, pero mi padre prácticamente me secuestra en mi propia casa. —No puedes salir, la gente cree que estás de viaje, no me harás quedar como un mentiroso frente a todos. —No soy tonta, papá, te aseguro que no dejaré que nadie me vea. Pero debo ir a despedir a mi amiga, y en el peor de los casos, decimos que regresé y ya. —¡Que no, carajo! —Grita furioso, y da la orden a todo el personal de que me tengan vigilada, sin derecho a ir a un lugar diferente a esta casa. Hecha una bomba de tiempo a punto de explotar, llamo a mi amiga, apenas subo a mi habitación, explicándole la situación. —¿Sabías que tu padre es un desgraciado, y que espera que te quedes sola y sin nadie que te proteja?. —Dice Rita furiosa. —Lo sé, pero no le daré el gusto. —Esa es mi amiga. Si no fuera porque tengo aún demasiadas cosas que recoger, te juro que estaría allá, ayudándote a escapar… —Ni que lo digas…, aunque sería algo difícil, pues
A medida que pasan los días, mi padre parece sospechar que planeo algo, pues su hombre de confianza, el encargado de hacer todos sus trabajos sucios, Efraín, prácticamente me vigila 24 horas del día. … A una semana de la boda, con todo organizado, inclusive el horrible vestido que escogió la madre de Christian para mí, he decidido que me iré a Londres con Rita. Todo está listo. De mi plan nadie sabe nada, ni siquiera Rita, pues he mantenido todo bajo extremo secreto, para no acrecentar las sospechas de mi papá. Sin embargo, no puedo irme, sin antes vengarme de Christian por lo que me hizo. Ese es un placer al que no me puedo negar. Durante la semana, me graduó con honores del posgrado como Gerente estratégica en costos, y a solo un par de días de la boda, me comunico con el señor Ethan, quien amablemente me ofrece asilo en su casa, pero me niego rotundamente, pues lo que menos quiero es causarles problemas con mi padre, ya que incluso para ellos, mi padre puede ser un dol
Apenas llegamos al aeropuerto. Austin se despide de mi. —Creo que hasta aquí te acompaño… —Dice —¡Gracias por todo, Austin! —Me bajó de su auto, y el continúa su camino, y sin tiempo de quitarme el vestido, corro lo más rápido que puedo, para llegar al avión de los Winstor, pero apenas cruzo la puerta principal del lugar, Efraín, junto a una docena de hombres, me esperaban. —¿A dónde crees que vas, damita? —Me pregunta en tono de burla, mientras me saca del brazo casi a rastras y los demás nos cubren. Intento gritar, pero me hace una advertencia. —Si gritas, te juro que tu amiguita Rita lo pagará. —¡Ja!, no me amenaces. No puedes hacerle nada a Rita. —Sonríe mordazmente. —Tú padre está tan furioso, que me dio plena libertad para actuar como me parezca, damita… —Mi nombre es Ava, y aunque seas el perro de mi padre, yo también sigo siendo tu jefe, así que mas respeto cuando me hables. —Digo con fiereza, pero la verdad es que saber que mi padre le dio plena libertad de d
Grito desesperadamente una y otra vez, mientras veo mi vida pasar ante mis ojos. —Ya deja de gritar, guapa… nadie te escuchará. ¿A dónde ibas tan a prisa? —Dice uno de los hombres en tono de burla, mientras el otro se acerca más a mí, hasta arrinconarme a la pared de una casa. Empiezo a batuquear mi bolso, intentando golpearlos, buscando que se alejen de mí. —¡Ya, tranquila!, no te haremos nada malo, por al contrario, te haremos algo muy bueno. —Dice el hombre que está más cerca, riéndose y mostrando ampliamente su dentadura negra y dañada, lo que me produjo mucho asco. Observo hacia la calle, pero está completamente vacía, no pasa ningún auto.Eso significa, que nadie me ayudará, debo arreglármelas sola. Siento una mano áspera sobre mi hombro, que tira de mi blusa con fuerza, por lo que termina rompiendo una de sus mangas. El pánico en ese momento se apodera de mí, y por primera vez, en mucho tiempo, volví a sentir la opresión en mi pecho, esa que solo sentía, cuando