Había pasado buena parte de la noche respondiendo preguntas para Rouse quien se había verdaderamente interesado en todo lo referente a la pintura y a las habilidades de Evey. Ella, en cambio, a pesar de sentirse al principio como un animalito de prueba con el trascurrir de las preguntas y de la emoción de Rouse ante aquel misterio, terminó por sentirse contagiada de verdad por el entusiasmo de su prima, entusiasmo que se extendió hasta bien entrada la noche. Luego de eso, Rouse se fue tambaleándose de sueño. Evey, en cambio, quedó despierta un rato más, antes de ceder por fin.
Ella cayó en un sueño profundo.
Estaba al aire libre primero, en un lugar lleno de árboles que se extendían más allá de donde daba la vista. Aquellos árboles eran algo que ella no había presenciado hasta ahora y ella los miraba con una sonrisa en el rostro. Ella iba con un hermoso vestido verdeazulado con adornos plateados con unas joyas en forma de hoja con ciertas gemas incrustadas decorando su corto cabello.
La noche estaba presente con una luna coronando el cielo, tan bella y majestuosa como una reina nocturna. Ella reía feliz mientras luces de ensueño se alzaban a su alrededor.
Ayúdanos.
Las palabras llegaron a ella carentes de voz. Evey volteó a un lado y luego al otro, confusa por aquellas palabras. No sabía de donde habían venido, pero habían sido transmitidas simplemente y ella había podido experimentar aquella solicitud de una manera más primigenia.
Por favor, ayúdanos, apremió. Y ella comenzó a andar. No había una voz que seguir, sino una sensación un algo que tiraba de ella y le indicaba a donde tenía que ir. Mientras más ella fue caminando, ella fue dejando atrás la luz y fue notando como la negrura la rodeaba, una negrura inteligente que la observaba y asechaba. Y aunque Evey sintió miedo, ella hizo acopios de fuerzas y corrió para alejarse de la oscuridad que se le acercaba lentamente y para alcanzar a aquello que la llamaba.
A lo lejos vio unas criaturas con aspectos humanoides completamente hechos de sombras marchar hacia la ciudad mientras otros con aspecto de aspecto de pájaros sobrevolaban la misma y las historias de monstruos hechos de sombras se habían hecho reales en aquel sueño.
Ella aguardó allí con miedo y deseó ser valerosa y fuerte, por una vez. «Debo hacer algo… debo hacer algo». Se convenció ella y en unos pocos pasos salió del bosque y tuvo la impresión de no haber podido hacer eso, pero otro parte de sí misma lo aceptaba como algo normal, sin embargo.
Al frente, ella se encontró con un escenario que la dejó helada. Estaba el gigante moribundo de Felianor, con sus edificios destrozados y emitiendo la luz y el calor que solo brinda el fuego. Pilares de humo se extendían hacia el cielo en tantos lugares que en el cielo se unían formando una gran nube negruzca.
Con unos cuantos pasos recorrió cientos de metros y atravesó la entrada que daba hacia la ciudad, dentro aquel infierno era peor. Hombres corpulentos con el cuerpo lleno de tatuajes negros daban muerte a todo el que se encontraran con sus grandes hachas dejando detrás de sí un camino de carne y vísceras que la hacía temblar de miedo. Los hombres eran como bestias que habían sido marcadas por el fuego; llevaban el cabello rojo, unos tan largos que ondeaban como banderas sangrientas mientras, otros lo llevaban trenzados.
Ella se escondió temblando y aunque quiso apartar la vista de todo lo que estaba ocurriendo algo parecía impedirle mirar hacia otro lado, como una fuerza que le tuviera sostenido la cabeza y la forzara a presenciar todo lo que acontecía allí. Tuvo que observar cómo hombres morían tratando de defender a sus familias de los invasores que ponían en peligro sus vidas. Ella presenció como la muerte roja se desplegaba por doquier cruel y violenta, pero sin ningún tipo de distinción, a todos llegaba por igual.
«¿Q-Qué es esto?», pensó, temblorosa mientras se abrazaba a sí misma con fuerza mientras su respiración estaba agitada. Una parte de su mente parecía querer recordarle que aquello era un sueño, pero todo parecía tan… tan real. Y ella se aferró a esa idea, de que todo era un sueño del que despertaría en cualquier momento.
Y los hombres de rojo avanzaron corriendo y cantando una canción espeluznante que hablaba de una traición y una venganza que por fin sería saldada, en dirección al edificio más grande que ella supuso debía ser el Palacio Real.
Los espectros de las sombras con forma humanoide no se veían por ninguna parte, mientras que los otros que tenían formas de aves aún sobrevolaban el cielo, volando en círculos observando los cadáveres de los inocentes sembrados en las calles de la ciudad.
Nos están matando, no podemos hacer nada para detenerlos. Debes ayudarnos a ser quienes debemos. Estamos destruidos, reducidos a pedazos sin nadie que nos de la forma que nos fue prometida. Te necesitamos tanto como a él y solo cuando sean uno, nosotros podremos cumplir nuestra función.
Ella sintió. Recibió aquellas palabras y las criaturas hechas de negro comenzaron a aparecer salidas de las sombras de los edificios que el fuego dibujaba. Las sombras caminaron hacia ella amenazantes y furiosas y las aves graznaron furiosas con ojos rojos mientras se lanzaban en picado a devorar del festín de cadáveres que había por doquier.
Evey gritó y trató de huir de aquellas criaturas que caminaban hacia ella, si todo aquello era un sueño, quería despertar. Necesitaba despertar de aquella pesadilla.
Nos… devoran…, recibió ella mientras las manos de los monstruos la arañaban y la miraban con furiosos ojos rojos carentes de rostro.
La locura y la pérdida de nuestro objetivo nublan nuestra visión. Ayúdanos. Estamos cayendo en un pozo de tinieblas que tan profundo que se nos hará imposible escapar. Al llegar a la profundidad, habremos perdido. Todo se habrá perdido. Debes ayudarnos.
Ella forcejeo tratando con lágrimas escapándose de sus ojos, mientras era acosada por las suplicas desconocidas de quizás las personas que aún estarían con vida dentro de aquel palacio y atacada por aquellos monstruos de tacto gélido y de rabia acalorada, sintiéndose asustada e impotente.
Los hijos de la Noche han de volver.
Evey despertó de la pesadilla empapada de sudor acusando como el corazón amenazaba con salírsele del pecho. Y así, luego de haber despertado, ella lloró. Lloró desconsoladamente por todo lo que había vivido en aquel terrible sueño, por todo lo que había visto, por todo lo que había ocurrido y por todo lo que no pudo hacer para salvar a esas personas.
Ella se abrazó a sí misma tratando de reconfortarte y al tocar sus brazos lloró desconsoladamente.
Al sentirse sola ante toda aquella ignorancia con respecto a lo que estaba pasando a su alrededor. Sin entender cómo era posible que tuviera la misma marca de la herida que le había producido aquella criatura en su sueño.
Lloró hasta quedarse dormida.
Cuando ella despertó al día siguiente se encargó de ponerse algo largo que cubriera los rasguños que tenía en los brazos, si alguien de la casa los veía comenzarían a hacer preguntas y no es que pudiera decir lo que había pasado sin que todos creyeran que estaba completamente loca. Todos asumirían que había sido ella misma quien se había lastimado para llamar la atención. Todos excepto Rouse. Evey fue con su prima y la encontró en su habitación; tenía un aspecto analítico mientras observaba un montón de papeles que estaban en un caos organizado, en el suelo. —¿Qué haces, Rouse? —se interesó Evey. —Anoté todo lo que sabemos acerca de lo que está sucediendo —contestó— y me he dado cuenta que cada luna haces cosas más excéntricas y maravillosas, como si la experiencia de la luna anterior te fortaleciera. Rouse se puso de pie y buscó en una de sus hojas unas anotaciones que ella había subrayado para mostrárselas a Evey luego comen
Habían pasado ya unas semanas desde que había partido de la mansión de sus tíos. Mientras más tiempo transcurría en su viaje más agradecida se sentía con su tío Rudolf quien le había enseñado a montar a caballo muy a pesar de las negativas que mostró su tía Marisa al respecto. Y con respecto a esta última, al no tenerla cerca, sentía que su cuerpo se sintiera más liviano; su tía siempre había sido como unos grilletes que la esclavizaban impidiendo que pudiera ser lo que era. Sin embargo, Evey estaba ya notando la distancia entre ella misma y Rouse, y no era fácil no pensar en ella. Por eso, Evey solía hacer una Rouse en miniatura hecha de sombras para sentirse acompañada por su prima a todas partes. El viaje estaba siendo distinto a lo que ella habría esperado, habría esperado más diversión en el proceso, pero lo cierto era que viajar era cansado; el trasero le dolía por estar tanto tiempo encima del caballo y se cansaba rápido si caminaba. El sol de justicia que solía apar
Al día siguiente la muchacha decidió que tendría que apretar un poco la marcha si quería llegar rápido. Mientras más tiempo estaba afuera sin llegar a su destino se sentía más impaciente. Tenía que llegar a Felianor y allá obtendría más información sobre lo que tenía que hacer. Ella decidió darse un baño en el río antes de marchar y así lo hizo. Entrar en el agua le hizo sentir bien, luego de varios días de marcha era bastante refrescante darse un buen baño. No solamente se sentía limpia físicamente, sino mental y espiritualmente. Bañarse la había lavado bastante bien y no solo se había llevado su suciedad y calor, sino que también le estaba regalando una visión más fresca de las cosas. «No debe quedarme tanto tiempo de camino. Según el mapa debería estar solo a un día o dos para llegar a la ciudad. Llegaré a la ciudad, encontraré al otro Hijo de la Noche y ayudaré a todos». Evey desbordaba optimismo, pero fue interrumpida cuando vio a un joven colarse en su cam
Ese día junto a su nuevo acompañante había avanzado bastante. Mientras hablaba con el chico se había enterado de un par de cosas interesantes sobre él. Por ejemplo, este quería formar parte del ejército del reino, cosa con la cual su madre no estaba para nada de acuerdo, pues parecía argumentar que para él no habría ningún tipo de recompensa en la vida militar. Y aunque Evey estaba parcialmente de acuerdo con la madre del niño, también consideraba que cada quien tenía sus propios sueños que los motivaban a hacer cuanto fuera para alcanzarlos. Como escapar de la casa de sus padres o escapar de la casa de tus tíos hacia la ciudad para salvar al reino entero. —Tienes bastante entusiasmo y creo que eso está bien, pero ¿pensaste en cómo iba a ayudarte en convertirte en parte del ejército si te escapabas de la ciudad? —Hem, yo… la verdad es que no pensé mucho en eso. Estaba enojado con mi madre y cuando ya me di cuenta estaba afuera de la ciudad —él se encogió de hom
Evey tomó el poder de la noche e invocó un lobo hecho de sombras que se abalanzó sobre los monstruos dando dentelladas furiosas a diestra y siniestra dándoles un espacio a los padres de Finn para que pudieran alejarse y ponerse en un lugar seguro. Evey le había dado la forma a aquel lobo y lo había imbuido de protección y furia con la orden de atacar y proteger a los padres de Finn. Al estar en la noche Evey era capaz de crear invocaciones más impresionantes con órdenes más complejas. Inclusive, ella había estado seguro de haber podido ser capaz de crear un lobo más grande y encrespado que aquel al que había hecho, pero sus habilidades no estaban en su tope máximo. Aunque sentía que la luna estaba allí en el cielo, un cielo cubierto de nubes le impedía absorber su luz. «Sencillamente, tengo que conformarme con las herramientas que tengo. Al menos tengo la capacidad de poder combatir a estas criaturas a la distancia. La verdad es que no es para menos que todos estén tan preo
Felianor había sido mucho más grande de lo que había esperado, la ciudad era una obra de arte en sí, todos los edificios estaban distribuidos de una manera magistral y había una armonía y una simetría entre estos que resultaba obvio que todo a donde viera había estado pensado desde un inicio. A donde quiera que viera encontraba algo que llama su atención, edificios de formas que resultaban imposibles de concebir, hermosas plazas donde la gente paseaba, posadas con carteles llamativos y tan distintos entre sí que resultaba en sí una especie de atractivo turístico, ella fácil podría considerar salir un día solamente para explorar la ciudad y descubrir la gran diversidad de carteles que tenían las posadas de la ciudad. Aquella era una urbe impresionante que hacía ver a la ciudad natal de Evey como un pequeño pueblito granjero. Empero, lo más impresionante de toda la ciudad, era el Palacio Real, el cual uno podía ver por sus grandes torreones que se alzaban orgulloso
—¿Qué yo qué? —exclamó con una expresión de incredulidad que resultó divertidísima para Eirfeen. La risa de Eirfeen salió irremediablemente y en ese momento ella se debatió en pensar si estaba hablando en serio aquel hombre o solo estaba bromeando. Por fortuna, este después de calmar su risa se propuso a explicarle bien en qué consistía su extraña petición. —Mi padre últimamente está empecinado en que debo casarme, tanto que estoy muy seguro que él mismo me hará casar en menos de un chasquido con la primera mujer que él considere correcta. Por eso me temo que le mentí —una pequeña sonrisa avergonzada decoró su hermoso rostro— y le hice creer que estaba compartiendo correspondencia con una mujer de un reino vecino y que estábamos enamorados. Y luego apareciste tú. —Y luego aparecí yo —repitió ella entendiendo mejor la situación. —Sí, y entonces por eso es que te necesito. Si tú finges ser la prometida de la que le hablé eso lo hará
Las estancias de Evey eran como habría esperado que fueran, una habitación lo suficientemente grande como para albergar a varias personas allí si hubiera sido el caso. Ella se imaginó fácilmente conviviendo allí con Rouse con dos camas como la que estaban en la casa de sus tíos, un armario para cada uno de ellas y aún les quedaría el suficiente espacio para colocar unos lindos muebles. Sin embargo, no es se sentía incomoda ya por la decoración, que era excelente, ni por los lujos. Ya era difícil sorprenderse ante la increíble diferencia que había en ese lugar y su antigua vida, al menos en lo físico; aunque, lo más probable es que con el paso de los días ella seguiría llevándose una exclamación de asombro por una cosa o la otra. En ese momento estaba sumergida en la tina que había en su habitación, disfrutando de bañarse con agua y jabones que perfumaban su piel dejando impregnado en ella un delicioso olor a frutas y flores. Mientras lo hacía, ella se preguntó qu