Cuando ella despertó al día siguiente se encargó de ponerse algo largo que cubriera los rasguños que tenía en los brazos, si alguien de la casa los veía comenzarían a hacer preguntas y no es que pudiera decir lo que había pasado sin que todos creyeran que estaba completamente loca. Todos asumirían que había sido ella misma quien se había lastimado para llamar la atención.
Todos excepto Rouse.
Evey fue con su prima y la encontró en su habitación; tenía un aspecto analítico mientras observaba un montón de papeles que estaban en un caos organizado, en el suelo.
—¿Qué haces, Rouse? —se interesó Evey.
—Anoté todo lo que sabemos acerca de lo que está sucediendo —contestó— y me he dado cuenta que cada luna haces cosas más excéntricas y maravillosas, como si la experiencia de la luna anterior te fortaleciera.
Rouse se puso de pie y buscó en una de sus hojas unas anotaciones que ella había subrayado para mostrárselas a Evey luego comenzó a decir.
—“Y ellos eran dueños de sus secretos y bailaban bajo la luz de la luna y las estrellas. Dotados de su virtud daban vida a los sueños, sueños hermosos llenos de esperanza. Loados sean” —leyó Rouse.
Pero no fue todo, porque luego tomó otra hoja y continuó:
—“Con reverencia los recordamos y lloramos aún haberlos perdido. Oh, Dios de la Noche, ten misericordia de nosotros, sin ellos nuestra causa es inútil, yaceremos bajo la más profunda oscuridad. Los Hijos de la Noche han de volver.”
Al oír a su prima decir esa frase Evey sintió que su corazón amenazaba con salirse de su pecho. Aquellas habían sido las mismas palabras que se le habían transmitido en su sueño. Y, en ese momento, Evey supo que no había sido una mera casualidad, había algo… algo que quería con todas sus fuerzas la ayuda de ella.
Y no solo ella se había dado cuenta, sino su prima también. Evey estaba agradecida de contar con su apoyo y no con su repulsión. Ella había tenido siempre el miedo de que inclusive Rouse terminara pensando que todo lo que le ocurría a Evey eran síntomas de locura o alguna manera extraña de llamar la atención. Por ello, ella decidió que era seguro contarle todo lo que había ocurrido en su sueño de anoche y así lo hizo, le contó todo al punto e inclusive le mostró los rasguños que tenía en los brazos y que debía prometer no decir nada.
En todo momento Evey notó compresión en la expresión de su prima y a la vez un poco de preocupación. Sin embargo, había algo nuevo en la mirada de ella que Evey supo identificar como una expresión de orgullo y complicidad. Los ojos de Rouse al haberle leído aquellas palabras habían sido bien significativos y luego de haber escuchado del sueño de Evey parecían más brillantes y seguros incluso.
—Crees que soy un Hijo de la Noche —intuyó Evey.
—No lo creo, estoy segura —se encargó de dejar claro Rouse—. Evey, esto no es simple casualidad. Sea lo que esté pasando en Felianor, todo parece indicar que tú puedes ayudar a evitar que todo aquello terrible suceda.
—Pero… yo no puedo ayudar a nadie —su mirada se bajó—. No soy buena ayudando a nadie. Ni siquiera soy buena ayudándome a mí misma.
Ella se sentía tan insegura, tantas cosas sucediendo de manera repentina le parecían abrumadoras. No sabía qué debía hacer, ¿cómo alguien cómo ella sería de utilidad para salvar todo un reino? Evey se consideraba una chica a la que todos querían tener lejos. Y en ese momento de autocompasión sintió las manos de Rouse sacudiéndola firmemente desde los hombros.
—Eso es lo más falso que has dicho en tu vida, Evey —su expresión era completamente seria, distinta a su habitual ternura—. Puedes ayudar a quien sea, Evey. Solo tú a lo largo de los años me has tratado como a una persona y no como a la heredera de una casa importante. Todos piensan que es fácil y cómoda mi posición, pero no lo es. Tú misma sabes lo difícil que puede llegar a ser mi madre.
Rouse sostuvo las manos de Evey.
—Todos esperan de mí una perfección que no poseo.
—Pero es que sí que eres perfecta —contradijo Evey—, yo daría muchísimo por estar en tu posición. Todos te aman, todos piensan lo mejor de ti. Nadie te rechaza.
—Y en eso te equivocas —contestó Rouse amargamente—, todos me rechazan, rechazan lo que soy verdaderamente. Cuando hablan de mí lo hacen refiriéndose a una mujer que desconozco. Y aunque me duele, sé que un día eso cambiara. Les mostraré a todos llegado el momento que soy más de lo que se limitan a ver.
Evey la miró, sorprendida. Nunca habría esperado que precisamente su prima, se sintiera de esa forma.
—Yo no sabía que te sentías así, Rouse.
—Y yo nunca te lo dije, así que no te culpes. Al contrario, calma tu corazón y hazle saber que estoy eternamente agradecida de que me hayas visto todos estos años más allá de mi título. Aunque pudiste haberme odiado porque mi madre siempre te forzó a ser como yo, no lo hiciste, sino que me amaste sinceramente.
—¿Cómo podría odiarte? —sostuvo sus manos y le sonrió— Tú también fuiste la única que me trató como una persona y no como un monstruo. Y por mucho que me obligara mi tía a ser como tú, siempre me negué, porque no tenía derecho a emularte, no sintiéndome tan vacía.
—Sé que hay muchas cosas que deseas en la vida, Evey, pero, asimismo, sé que siempre has sido la primera en frenarte por los errores que hayas podido cometer. Deja el miedo atrás y camina hacia el futuro tan hermoso que logro ver para ti y que tú te niegas a ver.
—¿Y si caigo otra vez, en una caída definitiva y estrepitosa que no solamente me afecta a mí sino a todos los que quiero? Tengo miedo, sí, le temo al fallo, pero ahora el miedo involucra a todos, porque sé que, si fallo, todos pagaran las consecuencias.
Y las lágrimas comenzaron a salir. Ella había sido consciente de hace mucho tiempo que debía irse, había un algo que la llamaba al viaje y a la aventura. Pero dicha aventura le asustaba, le asustaba sobre todas las cosas, porque temía salir lastimada y temía perder lo poco que tenía.
—No nos fallarás —la voz de Rouse salió segura. Ella se veía tan radiante y hermosa como el mismísimo sol que resplandecía todas las mañanas—, porque sé que tú eres la única que puedes salvarnos a todos.
Y Evey aceptó la confianza de la persona que más quería en el mundo y dejó que la hinchiera de fuerza y se sintió… diferente, un calor recorriendo su cuerpo llenándola de un poder parecido a cuando estaba bajo la luna, pero al mismo tiempo distinto. Ella dejó que el amor de su amada prima que había sido como su hermana la colmara de todas las fuerzas que necesitaba.
Y decidió hacerlo. Iría hasta Felianor y detendría todo lo que había visto, y así los salvaría a todos y le evitaría a Rouse presenciar aquella pesadilla. Solo esperó tener la fuerza necesaria para hacerlo.
Habían pasado ya unas semanas desde que había partido de la mansión de sus tíos. Mientras más tiempo transcurría en su viaje más agradecida se sentía con su tío Rudolf quien le había enseñado a montar a caballo muy a pesar de las negativas que mostró su tía Marisa al respecto. Y con respecto a esta última, al no tenerla cerca, sentía que su cuerpo se sintiera más liviano; su tía siempre había sido como unos grilletes que la esclavizaban impidiendo que pudiera ser lo que era. Sin embargo, Evey estaba ya notando la distancia entre ella misma y Rouse, y no era fácil no pensar en ella. Por eso, Evey solía hacer una Rouse en miniatura hecha de sombras para sentirse acompañada por su prima a todas partes. El viaje estaba siendo distinto a lo que ella habría esperado, habría esperado más diversión en el proceso, pero lo cierto era que viajar era cansado; el trasero le dolía por estar tanto tiempo encima del caballo y se cansaba rápido si caminaba. El sol de justicia que solía apar
Al día siguiente la muchacha decidió que tendría que apretar un poco la marcha si quería llegar rápido. Mientras más tiempo estaba afuera sin llegar a su destino se sentía más impaciente. Tenía que llegar a Felianor y allá obtendría más información sobre lo que tenía que hacer. Ella decidió darse un baño en el río antes de marchar y así lo hizo. Entrar en el agua le hizo sentir bien, luego de varios días de marcha era bastante refrescante darse un buen baño. No solamente se sentía limpia físicamente, sino mental y espiritualmente. Bañarse la había lavado bastante bien y no solo se había llevado su suciedad y calor, sino que también le estaba regalando una visión más fresca de las cosas. «No debe quedarme tanto tiempo de camino. Según el mapa debería estar solo a un día o dos para llegar a la ciudad. Llegaré a la ciudad, encontraré al otro Hijo de la Noche y ayudaré a todos». Evey desbordaba optimismo, pero fue interrumpida cuando vio a un joven colarse en su cam
Ese día junto a su nuevo acompañante había avanzado bastante. Mientras hablaba con el chico se había enterado de un par de cosas interesantes sobre él. Por ejemplo, este quería formar parte del ejército del reino, cosa con la cual su madre no estaba para nada de acuerdo, pues parecía argumentar que para él no habría ningún tipo de recompensa en la vida militar. Y aunque Evey estaba parcialmente de acuerdo con la madre del niño, también consideraba que cada quien tenía sus propios sueños que los motivaban a hacer cuanto fuera para alcanzarlos. Como escapar de la casa de sus padres o escapar de la casa de tus tíos hacia la ciudad para salvar al reino entero. —Tienes bastante entusiasmo y creo que eso está bien, pero ¿pensaste en cómo iba a ayudarte en convertirte en parte del ejército si te escapabas de la ciudad? —Hem, yo… la verdad es que no pensé mucho en eso. Estaba enojado con mi madre y cuando ya me di cuenta estaba afuera de la ciudad —él se encogió de hom
Evey tomó el poder de la noche e invocó un lobo hecho de sombras que se abalanzó sobre los monstruos dando dentelladas furiosas a diestra y siniestra dándoles un espacio a los padres de Finn para que pudieran alejarse y ponerse en un lugar seguro. Evey le había dado la forma a aquel lobo y lo había imbuido de protección y furia con la orden de atacar y proteger a los padres de Finn. Al estar en la noche Evey era capaz de crear invocaciones más impresionantes con órdenes más complejas. Inclusive, ella había estado seguro de haber podido ser capaz de crear un lobo más grande y encrespado que aquel al que había hecho, pero sus habilidades no estaban en su tope máximo. Aunque sentía que la luna estaba allí en el cielo, un cielo cubierto de nubes le impedía absorber su luz. «Sencillamente, tengo que conformarme con las herramientas que tengo. Al menos tengo la capacidad de poder combatir a estas criaturas a la distancia. La verdad es que no es para menos que todos estén tan preo
Felianor había sido mucho más grande de lo que había esperado, la ciudad era una obra de arte en sí, todos los edificios estaban distribuidos de una manera magistral y había una armonía y una simetría entre estos que resultaba obvio que todo a donde viera había estado pensado desde un inicio. A donde quiera que viera encontraba algo que llama su atención, edificios de formas que resultaban imposibles de concebir, hermosas plazas donde la gente paseaba, posadas con carteles llamativos y tan distintos entre sí que resultaba en sí una especie de atractivo turístico, ella fácil podría considerar salir un día solamente para explorar la ciudad y descubrir la gran diversidad de carteles que tenían las posadas de la ciudad. Aquella era una urbe impresionante que hacía ver a la ciudad natal de Evey como un pequeño pueblito granjero. Empero, lo más impresionante de toda la ciudad, era el Palacio Real, el cual uno podía ver por sus grandes torreones que se alzaban orgulloso
—¿Qué yo qué? —exclamó con una expresión de incredulidad que resultó divertidísima para Eirfeen. La risa de Eirfeen salió irremediablemente y en ese momento ella se debatió en pensar si estaba hablando en serio aquel hombre o solo estaba bromeando. Por fortuna, este después de calmar su risa se propuso a explicarle bien en qué consistía su extraña petición. —Mi padre últimamente está empecinado en que debo casarme, tanto que estoy muy seguro que él mismo me hará casar en menos de un chasquido con la primera mujer que él considere correcta. Por eso me temo que le mentí —una pequeña sonrisa avergonzada decoró su hermoso rostro— y le hice creer que estaba compartiendo correspondencia con una mujer de un reino vecino y que estábamos enamorados. Y luego apareciste tú. —Y luego aparecí yo —repitió ella entendiendo mejor la situación. —Sí, y entonces por eso es que te necesito. Si tú finges ser la prometida de la que le hablé eso lo hará
Las estancias de Evey eran como habría esperado que fueran, una habitación lo suficientemente grande como para albergar a varias personas allí si hubiera sido el caso. Ella se imaginó fácilmente conviviendo allí con Rouse con dos camas como la que estaban en la casa de sus tíos, un armario para cada uno de ellas y aún les quedaría el suficiente espacio para colocar unos lindos muebles. Sin embargo, no es se sentía incomoda ya por la decoración, que era excelente, ni por los lujos. Ya era difícil sorprenderse ante la increíble diferencia que había en ese lugar y su antigua vida, al menos en lo físico; aunque, lo más probable es que con el paso de los días ella seguiría llevándose una exclamación de asombro por una cosa o la otra. En ese momento estaba sumergida en la tina que había en su habitación, disfrutando de bañarse con agua y jabones que perfumaban su piel dejando impregnado en ella un delicioso olor a frutas y flores. Mientras lo hacía, ella se preguntó qu
Luego de un rato de caminar de un lado a otro entre esos pasillos, ella terminó llegando al salón principal, en donde se encontró a Eirfeen mientras ella bajaba las escaleras. —Veo que te estás adaptando rápido. Con los días te parecerá todo el lugar tan conocido que no tendrás ni que pensar mucho que camino debes tomar para llegar a donde te propongas. —Que el Todopoderoso te oiga, la verdad es que este sitio es tan grande que me pierdo con mucha facilidad —respondió ella colocándose las manos en las caderas y observando el gran salón nuevamente— ¿de verdad este lugar lo hicieron de manera convencional? —Lo cierto es que no —confirmó él—, este palacio, como la parte más antigua de la ciudad fue hecho gracias al poder de primeros Hijos de la Noche, a los que eran se les llamó los Hijos de los Sueños. Ese era un término nuevo que no había escuchado con anterioridad, así que se mostró interesada en preguntar acerca de estos mismos