Evey estaba en su habitación pensando en la conversión de esta tarde con su tío. Pensar que había un peligro tan cercano era algo que la perturbaba. Por ello, hizo lo mejor que podía hacer cuando necesitaba estar más relajada: ir al columpio de la colina.
No tenía más tareas ese día por lo que no tuvo que esforzarse tanto en ocultarse al momento de salir de la casa. Al subir la colina, sin embargo, encontró a alguien allí que no habría esperado.
Erik se veía tan guapo como de costumbre. Ella siempre se preguntaba cómo hacía tener tan bien peinado el cabello, puesto que nunca lo había visto despeinado y lo cierto es que él parecía cuidarse bastante bien de ir siempre presentable a todos lados, inclusive cuando solía dar sus caminatas por la ciudad. Ella intentó desviar su mirada, pues sabía que solía estar mucho tiempo mirándolo.
—No sabría que estarías aquí, Erik —agregó ella.
—Hum, se podría decir que estoy aquí por ti —agregó él y Evey sintió que su corazón empezaba a acelerarse a causa de esas palabras—. Tú siempre dices que cuando vienes aquí no importa si hubieras estado demasiado triste al llegar, porque al llegar aquí te relajabas y te ibas sintiéndote diferente. Así que he venido buscando un poco de eso.
Ella se llevó la mano derecha a la espalda y comenzó a mover sus dedos en un gesto nervioso que consistía en tocar con su pulgar los demás. La emoción que había surgido repentinamente al pensar que él había estado ahí para verla se desvaneció tan rápido como llegó, sustituida por la preocupación que sentía ahora por el chico que le gustaba.
—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? —dijo ella, anhelante.
—Sí —respondió él con una sonrisa—, haciéndome compañía, ¿crees que puedes?
—No suena como una tarea tan difícil.
—Te sorprenderías —agregó él—. Pero me encargaré de ser una compañía no tan terrible para ti hoy.
Ellos fueron a sentarse debajo del árbol que coronaba allí la cima de la colina junto al columpio y Evey fue feliz de estar allí charlando tan tranquilamente junto a él. Las conversaciones surgieron sin mucho problema- Aunque al principio cuando ella no lo conocía había sido en la mayoría del tiempo tímida ahora era más suelta y sin tartamudear cada cinco segundos. Y sí, incluso ahora solía tartamudear por la vergüenza de alguna cosa que él le dijera, pero eran muy contadas.
Evey disfrutó de la compañía del joven y la agradeció muy dentro de sí misma, él era de los pocos que le hablaban y la trataban como a una persona normal sin hacer caso de los rumores que la colocaban como un bicho raro. Muchas, muchas personas la habían visto como un fenómeno por sus excentricidades de la noche. Y gran parte del problema era culpa de su tía. Marisa se había encargado de murmurar con cada visita acerca de las actitudes extrañas de su sobrina con la noche en donde esta decía cosas extrañas y en donde mostraba mejorías en distintas capacidades, ya fuera en fuerza o en destreza. Para muchos Evey era una bruja que ganaba fuerza en la noche, y era lindo estar con alguien que no pensara así de ella.
Ambos estaban tirados en el suelo y ella notó que Erik tenía la mirada ante la visión del cielo que se filtraba entre las ramas del árbol. Él había recuperado la expresión melancólica que había visto en él al llegar. Después de hablar tanto y de inclusive reír parecía que a él seguía pesándole lo que estuviera llevando consigo.
Pero antes que ella pudiera gesticular palabra para sonsacarle alguna información y poder ayudarle él dijo:
—¿Tienes sueños, Evey? —preguntó quedamente.
Ella se sorprendió por lo repentino de la pregunta, pero ella pensó un poco en lo que ella quería y se vio queriendo muchísimas cosas, pero una de las cosas que más deseaba tener algún día era la aceptación de las personas. Necesitaba el calor y el amor de las personas y no el rechazo que siempre había recibido en todos estos tiempos. Pero, más allá de eso, quería demostrar a todos que más allá de ser una segundona que su característica más importante era ser un bicho raro e incomprendido, ella podía lograr cosas increíbles.
—Yo los tengo —respondió ella—, solo que no sé cómo alcanzarlos.
Y era cierto, no lo sabía. Evey hubiera dado lo que fuera por obtener las dos cosas, pero… ella suponía que la gracia de un sueño era que tenía que ser dificilísimo, al punto de ser casi imposible. Pero el casi era una esperanza, el casi era lo que la incentivaba a no perder nunca las esperanzas.
—¿Y si tuvieras la oportunidad de obtenerlos pero al hacerlo también perderías otra cosa en el proceso? —ella escuchó sus palabras y no pude evitar pensar en todas las implicaciones que tendrían aquellas preguntas para él.
Sin embargo, ¿perder a algo para lograr lo que tanto quería? La pregunta respuesta era clara para ella.
—Yo daría cualquier cosa para obtener lo que deseo, no importa… no importa lo que tuviera que dar a cambio para obtenerlo, yo lo haría. Yo… no sé qué sea eso que te suceda pero supongo que tienes tus sueños a la vista y un pago que hacer y solo tú sabrás que hacer y cómo hacerlo, pero si puedes llevarlo a cabo, hazlo —animó ella, sosteniéndole el brazo al estar ahora sentados contra el tronco del árbol—. Debes aferrarte a ellos con uñas y dientes y no dejarlo escaparse de ti por ningún motivo.
—¿Incluso si alguien a quien quiero esté triste al obtener dicho sueño?
—Si esa persona te quiere a ti, estará feliz de que cumplirás tu sueño. Estoy seguro que esa persona sabrá entenderlo todo y te apoyara en todo —aseguró ella con una sonrisa en la boca.
Él la miró a los ojos y aunque no parecía demasiado convencido él terminó asintiendo tenuemente.
—Espero que tengas razón, Evey. Creo que tomaré en cuenta tus palabras al momento de tomar mi decisión, pero toca pensar mucho al respecto. Ya sabes, pensar en todas las opciones posibles nunca está mal.
Al ver que él hacía gesto de pararse ella hizo otro tanto y al estar ambos de pie él le sujetó las manos, el tacto de ellas era la hizo sentir acalorada y nuevamente su corazón comenzó a galopar.
—Eres una mujer increíble, ¿sabes? —añadió él.
Ella soltó una risita nerviosa.
—Ojalá y todos pensaran como tú.
—Digan lo que digan todos, nunca dejes que nadie te haga creer lo contrario. Eres quien eres, Evey. Y eso que eres es algo maravilloso. Todos un día se darán cuenta de ello, inclusive tú misma.
Y luego de aquellas palabras él le dio un beso en la frente en el que ella supo que si antes no había estado totalmente roja, pues ahora sí que lo estaba. Luego de aquel gesto él se excusó y se fue y ella sintiéndose abrumada por el calor y por todo aquel momento decidió dejarse caer otra vez al suelo levantando una pequeña nube de tierra.
Ese mismo día en la noche ella estaba en su cama, cruzada de pies y brazos preguntándose si Erik estaría de mejor ánimo y si ella le habría sido de utilidad haciéndole sentir mejor o aconsejándolo, pero en realidad ella no se había sentido muy útil en ningún aspecto. Gruñó y dio varios golpecitos a la cama con su puño, irritada consigo misma por no haber sido de más utilidad. —Lo que está hecho, ya fue. Nada que hacer —murmuró bajando ella de la cama. Era ya de noche y podía notar su leve toque en su cuerpo y alma, acrecentando sus sentidos. Ella agradecía aquello, lo que le permitía ver todo de una mejor manera, quizás no de la manera perfecta como cuando era luna llena, pero sí veía todo desde una perspectiva más clara: había hecho lo que había considerado necesario para verlo bien, y eso había hecho. Así que no debía ser tan injusta consigo mismo. Asintió y luego fue a asomarse en la ventana y extendió la mirada al cielo nocturno con u
Había pasado buena parte de la noche respondiendo preguntas para Rouse quien se había verdaderamente interesado en todo lo referente a la pintura y a las habilidades de Evey. Ella, en cambio, a pesar de sentirse al principio como un animalito de prueba con el trascurrir de las preguntas y de la emoción de Rouse ante aquel misterio, terminó por sentirse contagiada de verdad por el entusiasmo de su prima, entusiasmo que se extendió hasta bien entrada la noche. Luego de eso, Rouse se fue tambaleándose de sueño. Evey, en cambio, quedó despierta un rato más, antes de ceder por fin. Ella cayó en un sueño profundo. Estaba al aire libre primero, en un lugar lleno de árboles que se extendían más allá de donde daba la vista. Aquellos árboles eran algo que ella no había presenciado hasta ahora y ella los miraba con una sonrisa en el rostro. Ella iba con un hermoso vestido verdeazulado con adornos plateados con unas joyas en forma de hoja con ciertas gemas incrustadas decor
Cuando ella despertó al día siguiente se encargó de ponerse algo largo que cubriera los rasguños que tenía en los brazos, si alguien de la casa los veía comenzarían a hacer preguntas y no es que pudiera decir lo que había pasado sin que todos creyeran que estaba completamente loca. Todos asumirían que había sido ella misma quien se había lastimado para llamar la atención. Todos excepto Rouse. Evey fue con su prima y la encontró en su habitación; tenía un aspecto analítico mientras observaba un montón de papeles que estaban en un caos organizado, en el suelo. —¿Qué haces, Rouse? —se interesó Evey. —Anoté todo lo que sabemos acerca de lo que está sucediendo —contestó— y me he dado cuenta que cada luna haces cosas más excéntricas y maravillosas, como si la experiencia de la luna anterior te fortaleciera. Rouse se puso de pie y buscó en una de sus hojas unas anotaciones que ella había subrayado para mostrárselas a Evey luego comen
Habían pasado ya unas semanas desde que había partido de la mansión de sus tíos. Mientras más tiempo transcurría en su viaje más agradecida se sentía con su tío Rudolf quien le había enseñado a montar a caballo muy a pesar de las negativas que mostró su tía Marisa al respecto. Y con respecto a esta última, al no tenerla cerca, sentía que su cuerpo se sintiera más liviano; su tía siempre había sido como unos grilletes que la esclavizaban impidiendo que pudiera ser lo que era. Sin embargo, Evey estaba ya notando la distancia entre ella misma y Rouse, y no era fácil no pensar en ella. Por eso, Evey solía hacer una Rouse en miniatura hecha de sombras para sentirse acompañada por su prima a todas partes. El viaje estaba siendo distinto a lo que ella habría esperado, habría esperado más diversión en el proceso, pero lo cierto era que viajar era cansado; el trasero le dolía por estar tanto tiempo encima del caballo y se cansaba rápido si caminaba. El sol de justicia que solía apar
Al día siguiente la muchacha decidió que tendría que apretar un poco la marcha si quería llegar rápido. Mientras más tiempo estaba afuera sin llegar a su destino se sentía más impaciente. Tenía que llegar a Felianor y allá obtendría más información sobre lo que tenía que hacer. Ella decidió darse un baño en el río antes de marchar y así lo hizo. Entrar en el agua le hizo sentir bien, luego de varios días de marcha era bastante refrescante darse un buen baño. No solamente se sentía limpia físicamente, sino mental y espiritualmente. Bañarse la había lavado bastante bien y no solo se había llevado su suciedad y calor, sino que también le estaba regalando una visión más fresca de las cosas. «No debe quedarme tanto tiempo de camino. Según el mapa debería estar solo a un día o dos para llegar a la ciudad. Llegaré a la ciudad, encontraré al otro Hijo de la Noche y ayudaré a todos». Evey desbordaba optimismo, pero fue interrumpida cuando vio a un joven colarse en su cam
Ese día junto a su nuevo acompañante había avanzado bastante. Mientras hablaba con el chico se había enterado de un par de cosas interesantes sobre él. Por ejemplo, este quería formar parte del ejército del reino, cosa con la cual su madre no estaba para nada de acuerdo, pues parecía argumentar que para él no habría ningún tipo de recompensa en la vida militar. Y aunque Evey estaba parcialmente de acuerdo con la madre del niño, también consideraba que cada quien tenía sus propios sueños que los motivaban a hacer cuanto fuera para alcanzarlos. Como escapar de la casa de sus padres o escapar de la casa de tus tíos hacia la ciudad para salvar al reino entero. —Tienes bastante entusiasmo y creo que eso está bien, pero ¿pensaste en cómo iba a ayudarte en convertirte en parte del ejército si te escapabas de la ciudad? —Hem, yo… la verdad es que no pensé mucho en eso. Estaba enojado con mi madre y cuando ya me di cuenta estaba afuera de la ciudad —él se encogió de hom
Evey tomó el poder de la noche e invocó un lobo hecho de sombras que se abalanzó sobre los monstruos dando dentelladas furiosas a diestra y siniestra dándoles un espacio a los padres de Finn para que pudieran alejarse y ponerse en un lugar seguro. Evey le había dado la forma a aquel lobo y lo había imbuido de protección y furia con la orden de atacar y proteger a los padres de Finn. Al estar en la noche Evey era capaz de crear invocaciones más impresionantes con órdenes más complejas. Inclusive, ella había estado seguro de haber podido ser capaz de crear un lobo más grande y encrespado que aquel al que había hecho, pero sus habilidades no estaban en su tope máximo. Aunque sentía que la luna estaba allí en el cielo, un cielo cubierto de nubes le impedía absorber su luz. «Sencillamente, tengo que conformarme con las herramientas que tengo. Al menos tengo la capacidad de poder combatir a estas criaturas a la distancia. La verdad es que no es para menos que todos estén tan preo
Felianor había sido mucho más grande de lo que había esperado, la ciudad era una obra de arte en sí, todos los edificios estaban distribuidos de una manera magistral y había una armonía y una simetría entre estos que resultaba obvio que todo a donde viera había estado pensado desde un inicio. A donde quiera que viera encontraba algo que llama su atención, edificios de formas que resultaban imposibles de concebir, hermosas plazas donde la gente paseaba, posadas con carteles llamativos y tan distintos entre sí que resultaba en sí una especie de atractivo turístico, ella fácil podría considerar salir un día solamente para explorar la ciudad y descubrir la gran diversidad de carteles que tenían las posadas de la ciudad. Aquella era una urbe impresionante que hacía ver a la ciudad natal de Evey como un pequeño pueblito granjero. Empero, lo más impresionante de toda la ciudad, era el Palacio Real, el cual uno podía ver por sus grandes torreones que se alzaban orgulloso