GRIS
Siento que estoy dentro de una nueva pesadilla cuando me dejo caer sobre la silla frente a su escritorio, él suelta un suspiro cargado de impaciencia pero toma asiento y sube sus piernas en una de las esquinas del fino mueble.
—El divorcio —susurro.
—Sí, debí haberlo hecho hace años, pero estaba en dos giras importantes y tenía conciertos en puerta, contratos y muchas cosas más —dice.
—¿Por eso me llamaste? —levanto la mirada.
—Sí, ¿por qué más sería? —enarca una ceja con incredulidad.
—Tememos un hijo, hace meses que no me ingresas pensión y…
—Ah, eso —me mira fijamente—. Le pedí a Milo que dejará de hacerlo, no pienso seguir manteniéndote hasta que le haga una prueba de ADN a ese niño, si te ayudé antes fue porque me diste lástima —se inclina hacia mi—. No has cambiado, mírate, te ves…
Sus ojos recorren mi cuerpo y me siento incómoda, en especial porque sigo sin poder olvidar lo que me pasó aquella noche.
—En fin —resopla al no encontrar las palabras exactas—. Como sea, luego de la prueba haré lo que se debe, te daré dinero suficiente hasta que cumpla la mayoría de edad, si es mío, claro.
«Está bien, no importo yo, solo Oliver»
—¿No piensas pasar tiempo con él? —la pregunta me quema la garganta—. ¿No quieres conocerlo?
Saco de mi bolso rápidamente las fotos que traje e ignoro su mirada cargada de rabia.
—Mira, es él, se llama Oliver, siempre ve tus conciertos, dice que es tu fan número uno, le hablo mucho de ti, de cuando nos conocimos y…
El teléfono suena y responde sin mirar siquiera las fotos.
—Enseguida —responde.
Cuelga y me mira.
—No me andaré con las ramas, escucha, casarnos fue un error, éramos muy jóvenes, pertenecemos a mundos diferentes, como bien sabes, estoy saliendo con Ashley Green, es modelo y me quiero casar con ella, pero para hacerlo debo divorciarme antes —me explica y la sonrisa en mi rostro se desvanece—. Ella es la mujer con la que quiero envejecer y pasar el resto de mis días, es con ella con quien quiero formar una familia, viajar, ponerle el mundo a sus pies. Quiero todo con ella, hijos…
El teléfono vuelve a sonar y él lo ignora.
—No me mires así, lo nuestro fue un error, jamás debimos firmar esos estúpidos papeles… —sus ojos se clavan en el anillo que él me dio y que seguía atesorando—. ¿Aún guardas esa reliquia? Es horrendo, solo una chuchería que encontré y te di.
Sus palabras me hieren, pero no lo demuestro.
—Dios, mira esas ojeras… te ves desaliñada y… bueno —cambia el tema de conversación—. Firma esto y ya no nos volveremos a ver.
—¿Y qué hay de Oliver? Escucha, él está enfermo, tiene…
—¡Mi amor!
La puerta se abre y entra una pelinegra de ojos verdes, es tan hermosa que casi puedo entender porqué se quiere casar con ella, a su lado yo soy nada. Veo que la mirada hostil e irritada de Hans cambia con fugacidad, sus ojos brillan y se pone de pie para recibirla.
—Ashley —la besa y aparto la mirada.
Las fotos que descansan bajo mi mano las dejo ahí mismo.
—¿Estás ocupado? —pregunta y me pongo de pie tomando la carpeta.
—No es nada, ella es…
Alzo la mirada.
—Soy Griselda Watson —me presento estirando la mano hacia ella.
Los ojos verdes de la novia de Dylan se anclan en el anillo y abre los ojos como platos.
—Oh por Dios —toma mi mano arrugando la nariz, me jala y observa mejor el anillo que para mí sigue significando mucho—. Qué horroroso anillo. No es como el mío, mira.
Me enseña su hermosa mano, su piel es brillosa y bien cuidada, no como las mías, que están llenas de cayos y cortadas. Un enorme anillo dorado con un precioso diamante adorna su dedo.
—Hans me lo dio, es mi anillo de compromiso —me explica con voz chillona y sonriente—. Nos vamos a casar en unos meses.
Siento un espasmo en mi estómago que se asemeja a una patada.
—Ashley, espera afuera, te llevaré de compras ¿quieres? —Hans rodea su cintura y le da un beso en los labios—. No tardo.
—Vale, está bien —la pelinegra hace un gesto aniñado, gira hacia mi y me mira mal—. Un placer.
Diciendo esto sale despampanante, dando un ligero portazo.
—Firma los documentos, no hagas las cosas más difíciles…
—¿Y Oliver? Escucha, él…
—¡Ya te dije que sí es mi hijo me haré responsable, le daré dinero, pero no me pidas que participe en su vida! —exclama—. ¡Como puedes darte cuenta, estoy tratando de hacer una vida!
—No entiendes, Oliver está enfermo, él…
—¡Ah, claro! —bufa—. El cuento de los hijos enfermos para sacar dinero, no creí que fueras de esas mujeres, Griselda.
—No, es que…
—¡Fuera! Llévate eso y fírmalo, Milo se encargará de hacer la prueba de ADN.
Gira sobre sus talones y vuelve a su asiento, es imposible hablar con él. Por lo que tomo mis cosas y le miro una última vez, al chico que una vez amé, y que todavía quiero.
—Me alegra que estés bien —susurro.
No me presta atención. Le miro y trago grueso. Salgo de la oficina con el corazón roto y el alma hecha pedazos, mi móvil suena y sin mirar la pantalla respondo. Las manos me tiemblan mientras bajo del ascensor.
—¿Bueno?
—Gris —la voz de Prim me pone nerviosa al instante—. Es Oliver.
—¿Qué le pasa a mi hijo? —el miedo se me atasca en la garganta.
—Lo traje al hospital, él… volvió a vomitar sangre.
HANSEl parloteo que brota de la garganta de Ashley hace que me dé jaqueca, si no la amara como lo hago, probablemente ya la hubiera mandado a la mierda. Las cosas son así, mientras bebo el vino y ella habla de sus nuevos zapatos de diseñador, no dejo de pensar en Griselda.Haberla visto hoy por primera vez luego de tres años, colisionó mi pecho e hizo que la rabia recorriera mis venas, no es más que una zorra, una cazafortunas, mentirosa y embustera, la única razón por la que me atreví a volverla a buscar, fue porque necesito el maldito divorcio para casarme con Ashley, la mujer que ahora amo, admiro e idolatro.Sé que piensa que soy el malo del cuento, pero es que no puede caber ta
GRIS—¿Está seguro doctor? —la voz me tiembla.—Sí, es necesario que ya comencemos con las quimioterapias, pero por desgracia este es un hospital comunitario, necesitará trasladarse a uno en el que tenga todo lo que se requiere.Mis manos siguen en puños cerrados, no tengo dinero, me han corrido de ambos trabajos, no me siento bien y no cuento con el apoyo de mi familia, solo de Prim.—Su hijo necesita de todo su apoyo —finaliza el doctor.No logro escuchar más las palabras que brotan de su boca, ya que mi mente está en lo que me queda por hacer, la única salida que tenemos Oliver y
HANS—¡Esto es una mierda! —bramo lanzando lo que se me cruce en el camino.—Señor, no se altere —me dice Milo.—¿Cómo me puedes decir eso? Esa perra solo busca dinero, solo…—El niño sí está realmente enfermo, hablé con los doctores y confirmaron que su hijo…—¡No es mí hijo!—Bueno, que el niño tiene leucemia, lo que dijo la chica pelirroja a la prensa sobre la enfermedad, es cierto, como su abogado a representante debo informarle que de resultar cierto, tiene que hacerse respons
GRIS—Hace mucho que no nos vemos —dice Alexander con voz átona—. ¿No te parece, Gris?Quiero responderle, pero las palabras se atoran en mi garganta y me es imposible no apartar la mirada de Oliver, quien no deja de asombrarse con la enorme pantalla de plasma en la que ve caricaturas al otro extremo de la estancia, donde apenas y nos puede escuchar.—Supongo que sí —respondo con voz apenas audible—. Escuché…—Dejemos de lado los modales, Gris, eres mi nuera, la madre de mi nieto, sé que no he sido el mejor suegro, pero me temo que mi estado de salud me impidió poder venir antes, con la bruja de mi esposa, creo que ya me hubiera ido de este mundo hace años —musita regalándome una sonrisa cálida.—Tal vez no esté enterado, pero Dylan y yo&h
GRISSiento que el piso se me mueve, el aire colapsa en mis pulmones y el nerviosismo que hace unos minutos me dominaba, ahora me lleva a un oscuro hoyo negro, la mirada de Dylan, el chico que creí amar, es hostil, llena de odio, sentado frente a mí, con el ceño ligeramente fruncido y sin apartar sus ojos azules de mí, se inclina hacia adelante mientras Alexander atiende una llamada importante. No me preocupaba Oliver, ya que por órdenes de su abuelo, una de las chicas a su servicio se lo llevó.—Dylan…—No digas mi nombre —murmura con voz alterada—. No tienes derecho a llamarme cuando solo has sido una puta molestia todo este tiempo, un jodido error, tú y ese maldito niño que supuestamente es mío. GRISMiro cada una de las paredes de la enorme habitación en la que me indicaron que esperara las instrucciones de Alexander, y me siento como un pequeño grano de arroz en medio de caviar, no encajo en nada de aquí, pero él prometió que ayudaría a mi bebé, eso es lo único que necesito en estos momentos, apoyo para las quimioterapias.La puerta se abre y entra una chica de servicio, es morena y ojos esmeralda que contrastan de una manera maravillosa con el color de su piel, me mira y sonríe, trae en manos una enorme caja con un moño dorado, la coloca sobre la mesa y hace una ligera reverencia como si fuera de la realeza, cosa que no la veo necesaria.—El señor ha ordenado que esto es suyo, para la cena de hoy —dice—. Su amiga vendr&aCapítulo 9
HANS La rabia me consume, no lo puedo evitar ¿por qué mierda me siento de este modo? Es como si me estuvieran clavando mil navajas en el pecho, como si Gris me importara tanto como desde el primer momento en el que la vi, no me doy cuenta de lo que hago hasta que entramos a la biblioteca de mi padre, cierro la puerta y como un hambreado o falta de amor, me abalanzo sobre ella y la beso. Joder, estoy besando a la mujer que me rompió el corazón, la que solo jugó con mis sentimientos, la que me engañó y solo me buscó por mi dinero, me cabrea tanto lo que me dijo mi madre que la estrecho contra mi cuerpo, ella accede a abrir su boca y le meto la lengua hasta la garganta, no entiendo nada, no sé por qué lo hago, solo la beso como en el pasado. Mis manos viajan por sus caderas y estrujo sus nalgas. —Dylan… Huele bien, paso mi atención a su cuello, y luego a sus pechos. —Dylan, detente —me empuja con sus manos y no accedo—.
GRIS —Es un hijo de p**a, eso es lo que es —replica Prim caminando de un lado a otro, con la rabia consumiendo su sistema. Miro por la ventana, la noche es fría y no dejo de pensar una y otra vez en lo ocurrido hace dos horas, las palabras que me dijo Dylan rompieron algo en mi pecho que no me puedo quitar, la agonía de la incertidumbre me hace querer volver al pasado. —¡Es que ni siquiera puedo creer lo que te dijo! Trago duro, me odia, Cindy le mintió y lo peor es que antes de consultarme las cosas prefirió hacerle caso a su madre como un niño pequeño, se convirtió en su títere y tal vez Alexander tiene razón, Dyaln es un monstruo. No hay regreso. Paso dos dedos por mis labios y la huella de los suyos me pica, me besó como lo hacía en el pasado, lo pero es que sentí lo mismo y eso no resulta ser nada bueno en estos momentos. —Es un idiota, no puedo creer que no reconozca a Oliver, es su viva imagen —sigue P