PRIM Me doy la media vuelta y salgo del local, sabiendo que tengo que alejarme de él, camino por la calle y estoy a nada de cruzar la avenida, cuando tiran de mi brazo, no hace falta que adivine quién es, ya que el olor a su loción masculina, inunda mis fosas nasales. —Prim. Cierro los ojos deseando que sea una pesadilla y poder despertar de mi sueño, pero no sucede nada. Así que respiro profundo y decido darle la cara, se supone que no nos volveríamos a encontrar, hace meses que incluso dejé de hablarle a Tyler y me alejé de todos. Sus ojos vuelven a ir directo a mi enorme barriga. —Estás embarazada —dice como si estuviera tratando de contenerse. —Eres muy inteligente —ironizo y eso le hace fruncir el ceño. —¿Cuánto tienes de embarazo? —pregunta. Su rostro se crispa y hay un brillo de posesividad que se ancla en sus ojos. —No es tu asunto. —Lo es, jodidamente lo es. La gente a nuestro alrededor comienza a vernos y me pongo nerviosa. —Me alegra que hayas encontrado una muj
PRIMSiento como si me estuvieran partiendo por dentro, como si el alma se me estuviera fracturando. El dolor es intenso y esta es la única opción por la que ahora me encuentro dentro del carro de Neith. Ángel no responde a mis llamadas y las contracciones son tan intensas, que me agarro de lo que encuentro, intento hacer los ejercicios de respiración, pero me son imposibles cuando Neith está a mi lado. —¿Por qué mierda mentiste? —No mentí —me agito—. Quise decírtelo, pero… nunca atendiste mis llamadas y luego tu manager dijo que nunca querías saber de mí. Me quedo callada cuando viene una nueva contracción. —Y decidí seguir mi camino, eso es todo. Golpea el volante. —Pensabas vivir una vida teniendo un hijo mío manteniéndome en la oscuridad —replica.—¿Por qué te enfadas? Soy yo quien está sufriendo. Esta vez guarda silencio, para cuando llegamos al hospital, pide a una enfermera que me atienda de la manera más atenta, y eso hacen, el problema es que estoy demasiado dilatada
—¿No hay nada que se pueda hacer, doctor? —pregunté removiendo mis manos nerviosa.—Lo siento —niega destrozándome por completo—. Lo recomendable es iniciar con las quimioterapias cuanto antes.—Pero es tan pequeño —la voz me tiende de un hilo y el dolor en mi pecho se transforma en filosas dagas que me rebanan el alma.—El cáncer no distingue edades señora Watson.—Está bien —musito mirando a mi hijo.Meto los dedos de mi mano entre las hebras color caramelo de su cabello, solo tiene tres años y verlo postrado en una cama del Hospital comunitario, me hace temblar de mi
GRISCierro con fuerza los ojos, estoy sudando y mi corazón está acelerado, mi pecho sube y baja por el subidón de adrenalina que recorre todo mi torrente sanguíneo. Enciendo la lámpara que está al lado de la cajonera, tuve una pesadilla en la que revivía una y otra vez lo que me pasó. Saco del cajón aledaño uno de los analgésicos que me dieron en el hospital, luego de hablar con Prim y de decirle que era una locura lo que pensaba hacer.Me revisaron, no permití más, pero hice lo debido para no salir embarazada y me hice estudios de sangre más los necesarios para descartar alguna enfermedad por transmisión sexual. Bebo el agua del vaso que está al lado de un libro de la autora Monika Bennett, y me pongo de pie
GRIS Paso con delicadeza la mano entre toda mi ropa colgada, hace mucho que no uso algo bonito o que salgo, desde que me enteré que Oliver venía al mundo, me dediqué solo a él, y ahora me sentía como la primera vez que Hans me invitó al cine. Esa fue nuestra primera cita, comimos palomitas de caramelo hasta hartarnos. Al final me decido por unos jeans oscuros ajustados, unas flats del mismo color y una blusa de manga larga con lazo negro, dejo mi cabello rubio suelto y por primera vez me maquillo, no suelo usar mucho, debido a que no es mi prioridad verme bonita. —¡Woooow! Volteo y Oliver está en pijama con un tazón lleno de cereal. —¡Te ves bonita, mami! <
GRIS Siento que estoy dentro de una nueva pesadilla cuando me dejo caer sobre la silla frente a su escritorio, él suelta un suspiro cargado de impaciencia pero toma asiento y sube sus piernas en una de las esquinas del fino mueble. —El divorcio —susurro. —Sí, debí haberlo hecho hace años, pero estaba en dos giras importantes y tenía conciertos en puerta, contratos y muchas cosas más —dice. —¿Por eso me llamaste? —levanto la mirada. —Sí, ¿por qué más sería? —enarca una ceja con incredulidad. —Tememos un hijo, hace meses que no me ingresas pensión y… —Ah, eso
HANSEl parloteo que brota de la garganta de Ashley hace que me dé jaqueca, si no la amara como lo hago, probablemente ya la hubiera mandado a la mierda. Las cosas son así, mientras bebo el vino y ella habla de sus nuevos zapatos de diseñador, no dejo de pensar en Griselda.Haberla visto hoy por primera vez luego de tres años, colisionó mi pecho e hizo que la rabia recorriera mis venas, no es más que una zorra, una cazafortunas, mentirosa y embustera, la única razón por la que me atreví a volverla a buscar, fue porque necesito el maldito divorcio para casarme con Ashley, la mujer que ahora amo, admiro e idolatro.Sé que piensa que soy el malo del cuento, pero es que no puede caber ta
GRIS—¿Está seguro doctor? —la voz me tiembla.—Sí, es necesario que ya comencemos con las quimioterapias, pero por desgracia este es un hospital comunitario, necesitará trasladarse a uno en el que tenga todo lo que se requiere.Mis manos siguen en puños cerrados, no tengo dinero, me han corrido de ambos trabajos, no me siento bien y no cuento con el apoyo de mi familia, solo de Prim.—Su hijo necesita de todo su apoyo —finaliza el doctor.No logro escuchar más las palabras que brotan de su boca, ya que mi mente está en lo que me queda por hacer, la única salida que tenemos Oliver y