PRIM Llevo dos semanas en las que Neith no me da tregua, no sé lo que somos realmente, pero no dejamos de follar, incluso ahora, que ha pasado dos días metidos en el estudio, me folla a lo bestia solo porque miré de más, según sus palabras, a uno de sus amigos cantantes. Cosa que no es verdad, solo intentaba ser amable y lo malinterpretó todo. —Mía —gruñe Entra y sale de mi cuerpo hasta que el sonido encharcado de nuestros sexos es lo único que se logra escuchar. Gimo, cuando vuelve a penetrarme. —Detente, Neith. —No mires a nadie más. Sigue con lo suyo hasta que se desploma encima de mi, mis piernas permanecen abiertas alrededor suyo y me besa con rabia. —Mía. —¿Y puedo decir lo mismo de ti? —inquiero con cautela. Como siempre, se queda callado y sale de mi. Se pasa una mano por el cabello y comienzo a vestirme, sintiéndome enfadada. Cada que toco el tema se comporta de ese modo tan hostil. Él hace lo mismo y pienso que ha llegado el momento de terminar con esto de una vez
NEITH Despierto con una sensación de ahogo, una que me deja un mal sabor de boca al recordar las mentiras que le dije a Prim anoche, la verdad es que sí, la amo, estoy enamorado de ella pero me aterra la idea de intentarlo y que las cosas salgan mal. Poco a poco me incorporo, la cabeza me duele y salgo de mi estudio para dirigirme a la cocina por una botella de agua fría, al hacerlo, noto que sobre la encimera está un plato con un panque y una nota. “Suerte” Ladeo una sonrisa de media luna, por un momento pensé que haría un drama por lo sucedido, pero al parecer no le afectó, así que paso los siguientes quince minutos comiendo lo que me dejó mientras reviso las redes sociales. Entro a la página de los espectáculos y casi me atraganto con la comida al ver una foto que tomó un paparazzi de Prim, subiendo a un avión, y abajo una nota que dice: “Nuevo Destino” Le hago un zoom directo y siento que un balde de agua fría se me cae encima. —No puede ser cierto. Las manos me tiemblan,
PRIM Han pasado ocho meses y una semana desde que viajé a Londres, podría decir que mi vida ha dado un giro de ciento ochenta grados al máximo, pero he sido fuerte, ahora que tengo algo por lo qué luchar, un nuevo mundo que se forma en mi interior. Toco mi enorme barriga redonda y sonrío, este mes es uno de los más importantes, porque en cualquier momento veré a mi bebé. El haber quedado embarazada no estaba en mis planes, y sin embargo, no me arrepiento de nada. Sé que en cuanto lo supe debí haberle dicho a Neith, pero me fui, y cuando intenté comunicarme con él, jamás respondió mis llamadas, luego su manager me marcó argumentando que él no quería saber nunca nada de mí, me dolió, sí, pero respeté su decisión. —Pareces muy feliz —arguye mi compañero de cuarto. Ángel es un chico que conocí en cuanto llegué, trabajamos juntos en una tienda de antigüedades, es gay, y la persona más linda y amable del mundo. —Ya quiero conocer a mi bebé —confieso con sinceridad. Él termina de coci
PRIM Me doy la media vuelta y salgo del local, sabiendo que tengo que alejarme de él, camino por la calle y estoy a nada de cruzar la avenida, cuando tiran de mi brazo, no hace falta que adivine quién es, ya que el olor a su loción masculina, inunda mis fosas nasales. —Prim. Cierro los ojos deseando que sea una pesadilla y poder despertar de mi sueño, pero no sucede nada. Así que respiro profundo y decido darle la cara, se supone que no nos volveríamos a encontrar, hace meses que incluso dejé de hablarle a Tyler y me alejé de todos. Sus ojos vuelven a ir directo a mi enorme barriga. —Estás embarazada —dice como si estuviera tratando de contenerse. —Eres muy inteligente —ironizo y eso le hace fruncir el ceño. —¿Cuánto tienes de embarazo? —pregunta. Su rostro se crispa y hay un brillo de posesividad que se ancla en sus ojos. —No es tu asunto. —Lo es, jodidamente lo es. La gente a nuestro alrededor comienza a vernos y me pongo nerviosa. —Me alegra que hayas encontrado una muj
PRIMSiento como si me estuvieran partiendo por dentro, como si el alma se me estuviera fracturando. El dolor es intenso y esta es la única opción por la que ahora me encuentro dentro del carro de Neith. Ángel no responde a mis llamadas y las contracciones son tan intensas, que me agarro de lo que encuentro, intento hacer los ejercicios de respiración, pero me son imposibles cuando Neith está a mi lado. —¿Por qué mierda mentiste? —No mentí —me agito—. Quise decírtelo, pero… nunca atendiste mis llamadas y luego tu manager dijo que nunca querías saber de mí. Me quedo callada cuando viene una nueva contracción. —Y decidí seguir mi camino, eso es todo. Golpea el volante. —Pensabas vivir una vida teniendo un hijo mío manteniéndome en la oscuridad —replica.—¿Por qué te enfadas? Soy yo quien está sufriendo. Esta vez guarda silencio, para cuando llegamos al hospital, pide a una enfermera que me atienda de la manera más atenta, y eso hacen, el problema es que estoy demasiado dilatada
—¿No hay nada que se pueda hacer, doctor? —pregunté removiendo mis manos nerviosa.—Lo siento —niega destrozándome por completo—. Lo recomendable es iniciar con las quimioterapias cuanto antes.—Pero es tan pequeño —la voz me tiende de un hilo y el dolor en mi pecho se transforma en filosas dagas que me rebanan el alma.—El cáncer no distingue edades señora Watson.—Está bien —musito mirando a mi hijo.Meto los dedos de mi mano entre las hebras color caramelo de su cabello, solo tiene tres años y verlo postrado en una cama del Hospital comunitario, me hace temblar de mi
GRISCierro con fuerza los ojos, estoy sudando y mi corazón está acelerado, mi pecho sube y baja por el subidón de adrenalina que recorre todo mi torrente sanguíneo. Enciendo la lámpara que está al lado de la cajonera, tuve una pesadilla en la que revivía una y otra vez lo que me pasó. Saco del cajón aledaño uno de los analgésicos que me dieron en el hospital, luego de hablar con Prim y de decirle que era una locura lo que pensaba hacer.Me revisaron, no permití más, pero hice lo debido para no salir embarazada y me hice estudios de sangre más los necesarios para descartar alguna enfermedad por transmisión sexual. Bebo el agua del vaso que está al lado de un libro de la autora Monika Bennett, y me pongo de pie
GRIS Paso con delicadeza la mano entre toda mi ropa colgada, hace mucho que no uso algo bonito o que salgo, desde que me enteré que Oliver venía al mundo, me dediqué solo a él, y ahora me sentía como la primera vez que Hans me invitó al cine. Esa fue nuestra primera cita, comimos palomitas de caramelo hasta hartarnos. Al final me decido por unos jeans oscuros ajustados, unas flats del mismo color y una blusa de manga larga con lazo negro, dejo mi cabello rubio suelto y por primera vez me maquillo, no suelo usar mucho, debido a que no es mi prioridad verme bonita. —¡Woooow! Volteo y Oliver está en pijama con un tazón lleno de cereal. —¡Te ves bonita, mami! <