En medio de las empinadas y heladas montañas, se encuentra anclada la ciudad de Arcanán, más allá de dónde los ojos de los humanos han llegado a ver jamás. De difícil acceso es prácticamente desconocida para el mundo. Solo los seres sobrenaturales tienen conocimiento de ella. Está rodeada de altas murallas, encima de los desfiladeros de difícil acceso que la convierten en una de las más seguras e impenetrables de todo lo conocido. Solo pueden visitarla aquellos que son invitados, y nadie, ni por casualidad, puede traspasar las enormes puertas que la resguardan.
Rumores dicen que en ella habitan desde siglos de los siglos los llamados Arcontes Mayores, desde que fueron expulsados de la ciudad celestial y obligados a vivir como mitades de almas de hombres lobos. Nadie sabe si es cierto ésto, lo que sí saben todos es que esta ciudad y su extraña manada de hombres lobos llamada Arcano. Es dirigida por el más temible y cruel Alfa que ha existido en todos los tiempos, motivo por el cual nadie se aventura a acercarse a ese lugar. Le llaman el Alfa Maldito, porque nunca ha podido convertirse en humano, o al menos nadie lo ha visto hacerlo. Mantiene siempre su imponente figura de lobo al que todos respetan y temen. En una habitación que a simple vista se ve que debe ser del rey del lugar, por la elegancia y riqueza con que está amueblada en su centro se encuentra un enorme lecho, descansa un hombre que duerme profundamente. La puerta se abre violentamente dejando pasar a otro que grita molesto. —¡Aren, tienes que dejar de desaparecer así! ¡Soy tu beta y hermano no el Alfa de la manada! ¡No puedo estar haciéndome cargo de todo! ¿Adónde fuiste esta vez? ¿Por qué desapareces cada luna llena? Pregunta el fornido hombre que ha irrumpido en la habitación dirigiéndose a una esquina, con las claras intenciones de encontrar a alguien en la improvisada cama que se ve en el piso con claros indicios de pertenecer a un animal, pero se gira rápido al sentir algo a sus espaldas. Asombrado observa como las mantas en la cama se revuelven, hasta que un fuerte e imponente hombre se sienta en ella. Es rubio con los ojos grises. Que se tornan dorados al escuchar a su beta y hermano Enril.—¡Enril, deja de gritar tan temprano, estoy cansado del largo viaje! —le pide con una voz atronadora.—¡Eres humano Aren! Exclama el llamado Enril con los ojos muy abiertos en lo que se acerca con pasos lentos a la cama y una enorme expresión de sorpresa e incredulidad.—Lo sé, hace mucho que puedo convertirme en humano —contesta como si nada el llamado Aren.—¿Por qué no me lo dijiste? —pregunta Enril en lo que llega a su lado y sigue llenándolo de preguntas continuas. —¿Cuándo pasó? ¿La encontraste? ¿Encontraste a tu Luna? Aren se pone de pie sin responder completamente desnudo. Se dirige al baño con pasos lentos y cansinos, mientras su hermano Enril que todavía lo observa como si no pudiera creer a sus propios ojos lo sigue en espera de una respuesta que no llega.—¿Pasó algo en la manada para que vinieras a despertarme tan temprano? —pregunta en cambio Aren, es el Alfa.—Lo de siempre, los ancianos exigiendo verte. Contesta su hermano y beta resignado a que no le cuente nada, lo conoce muy bien. Su hermano no le dirá lo que pasó hasta que él mismo lo decida. Aunque está muy feliz que al fin haya podido convertirse en humano. Lo ve introducirse en la ducha fría y comenzar a bañarse por lo que sigue hablando desde la puerta.—No pasa nada, ya sabes, están empeñados en hacer la ceremonia para buscarte una mitad. A tu Luna.—Eso no va a pasar, yo tengo mi mitad. ¿No me ves? Soy humano. —¿Por qué no la traes? —Es una bebé.—¿Una bebé? ¿Y como sabes que es tu mitad entonces?—Puedo oler todas sus esencias y ella las mías.—¿Eso es imposible? Se supone que tienes que esperar a que cumpla dieciséis años. Aren, ¿dime ahora mismo que has estado haciendo para convertirte en humano sin contar conmigo?—¡No he hecho nada, solo sucedió! —Rugió furioso y agregó al ver la cara de desconcierto de su hermano. — Sé que es cierto eso que acabas de decir, pero yo pude olerlas desde el mismo instante que fue a nacer.—¿De veras? ¿Cuándo pasó? ¿Quién es? —No puedo decirte aún quién es. Adoraba a su hermano y confiaba ciegamente en él. Pero no arriesgaría a su pequeña Luna. Debía velar y cuidar muy bien de ella lejos de todos. La había esperado por mucho tiempo para perderla ahora. En lo referente a ella confiaría solo en él.—De acuerdo, no me digas —dijo Enril al ver que guardaba silencio. —¿Es por eso que ahora te puedes convertir en humano? —Sí, desde el mismo instante que la olí la primera vez acabada de nacer sucedió. Me convertí en humano.—¿En serio? ¿No me estás tomando el pelo? —preguntó realmente sorprendido de lo que le decía. No podía ser así de fácil romper la maldición. —No sé…, me imaginé que debía ser algo más complicado que eso. ¿De solo olerla dices te convertiste en humano? Sorprendente e inesperado.—Yo también me sentí así, pero sucedió como te lo cuento, no hice otra cosa que olfatearla y ¡sass! Era un enorme humano. Y no me preguntes por qué pasó así, porque ni yo mismo lo sé.—¿Por qué no lo haces delante de todos? Te conviertes en humano y resolvemos todos estos líos con los ancianos.—¡Porque todavía no ha llegado el tiempo de que lo sepan, puedo ponerla en peligro, imbécil! —gruñó furioso. Sacó sus colmillos amenazantes y avanzó furioso contra él. ¿Qué parte de no poner en peligro a su pequeña Luna y no decirle a nadie no entendía? Enril retrocedió levantando las manos mientras le decía.—¡Oye que no lo dije por mal! Cálmate, pareces a Oto, ¿ya pudieron hablar entre ustedes?—No.—Bueno, de seguro un día de estos sucederá. Es verdad, no lo pensé con detenimiento. Debes proteger mucho a tu Luna para que no descubran los enemigos y la maten ¿Y qué harás entonces con los ancianos y su ceremonia?—Pensándolo bien, lo haré.—¿La harás?—Sí.Ahora sí Enril no entendía nada. Su hermano era todo un misterio para él desde que pasó lo que pasó. Era él quien llevaba la manada y tenía que luchar con todos los problemas e intrigas de los viejos. Lleva años pidiéndole que los deje hacer la ceremonia para ver si le encontraban a su Luna y siempre se negó. Ahora que ya la encontró acepta que la realicen. ¿Quién lo entiende?—¿Aren, no me acabas de decir que encontraste a tu mitad? ¿Para qué vas a dejar que hagan esa ceremonia?—Por eso mismo la haré. Al tener la mía ellos no podrán encontrarme una mitad en la manada y se quedarán tranquilos un buen tiempo en lo que mi Luna crece.—Vaya hermano, eres muy inteligente. Así ellos no podrán seguir exigiéndote nada por ahora. Me gusta la idea.—Y también les dará a entender que en alguna parte está mi mitad, y eso es muy peligroso. Y ahí necesitaré de tu ayuda para cuidar de ella.—¿Mi ayuda?—Sí, no quiero que descubran quién es. Quiero que utilices tu poder en mí.—¡No haré tal cosa! Retrocede asustado Enril mirando a Aren que lo observa muy serio. Le aterra hacerle daño a su hermano, es la única familia que tiene, no sabe qué sería de él si le llegara a faltar. Sin importar si es un lobo gruñón que nadie soporta, es su querido hermano y no quiere perderlo.—¿Por qué no? —pregunta Aren seriamente.—Hermano, hace muchos años que no practico ni utilizo mis poderes, desde que murió mamá. Puede que te borre toda tu memoria. De por sí con ese problema tuyo tienes dificultades.—¿Qué sugieres entonces?—Usa tu poder.—¿Mi poder? ¿Qué poder? Yo no poseo ninguno.—Sí, sé que siempre te has negado a hacerlo y que no recuerdas que lo tienes. Pero tú tienes un gran poder y con él puedes lograr que ellos no lean tu mente ni hagan nada que no quieras, mucho menos encontrar a tu Luna ni a ninguna otra. Aren se queda en silencio mirando a su hermano que asiente con la cabeza. Tiene vagos recuerdos de eso que le dice, pero no está seguro de poder lograrlo él solo, por eso le pide.—¿Me ayudarás a desarrollar ese poder? Nadie debe saberlo en la manada.—Está bien, practicaremos juntos. Tengo todos los libros de mamá. Lo haremos en nuestro refugio secreto. Contesta Enril, no está seguro que sea lo correcto. Pero por otro lado cree que si su hermano mayor lograra desarrollar el enorme poder que heredó de sus padres, podrá quien sabe si librarse de la maldición y volver a ser un humano con todas sus facultades. No dividido en un agrio Lobo y en un niño que no recuerda nada. Así que se arriesgarán a ver que pasa. —Está bien, ve a buscar esos libros. Empezaremos hoy mismo. No puedo dejar que sepan donde está. Y diles que sí, que estoy de acuerdo en hacer la ceremonia en cuanto esté listo.—Buena idea, así nos dejarán tranquilos. Todo sería más fácil si te muestras como humano, eso es una señal clara de que la encontraste.—¡Ya te dije que no, eso la pondrá en mucho peligro!Gritó a toda voz ante los ojos sorprendidos de Enril que nunca antes lo había visto comportarse con él de esa manera. Aren se retiró dos pasos para luego ante el silencio de su hermano girarse y preguntar.—¿No lo entiendes, Enril? Me seguirán a todas partes hasta dar con ella, y la matarán. Asesinarán a mi Luna solo por seguir teniendo el control de la manada. —Es verdad, tienes razón mi hermano. Disculpa por no haber pensado en eso. Voy a preparar todo, luego paso por ti.—No dejes que nadie te vea con esos libros secretos o sospecharán que algo vamos a hacer, acuérdate que nuestros padres siempre escondieron lo que eran verdaderamente.—Descuida, nadie me verá. Lo ve alejarse y de a poco vuelve a convertirse en lobo. Le duelen un poco las patas del largo camino que recorrió, para solo ver a esa hermosa personita asomarse a su ventana y sonreírle. Ha crecido, es realmente hermosa. Todavía recuerda el día que vino al mundo. Estaba como siempre en el bosque, era luna llena. La cont
Una pequeña niña corre a todo lo que puede asustada mirando como unos extraños se acercan por el sendero que ella iba, hasta meterse entre unos arbustos temerosa, guardando silencio hasta que las voces se alejan sin que la hayan descubierto. Todavía se queda escondida un rato más por si acaso le da por volver y la atrapen si sale. Cuando una voz muy conocida la hace saltar. — Gil, cariño, ¿qué haces escondida ahí? —pregunta una bella mujer inclinándose para ver por entre los arbustos.—Nada mamá, es que las personas me miran extraño y se burlan de mí —contestó saliendo, sintiendo que estaba segura en los brazos de su madre.—No es extraño amor, es solo curiosidad. Trató de explicarle una vez más, su madre. Pues era verdad lo que decía la niña, su hermoso cabello blanco y sus peculiares ojos hacían que todos la miraran como si ella fuera algo malo. No eran pocas las veces que tenían que escapar por tal motivo de los lugares.—¿Por qué mi pelo es blanco, mamá?—No lo sé cariño, fuero
Se detienen en seco y la miran preocupados. No es la primera vez que los rechazan por el aspecto de su linda y pequeña hija.—Sí, es nuestra pequeña hija. —Felicidades, es muy hermosa.—Muchas gracias, señora —responden y respiran aliviados al ver como ella en verdad la elogió y le sonríe con cariño a Gil.—Acabamos de llegar a la ciudad—explica la madre, que también se apresta para ayudar a la amable señora. —Estamos buscando donde vivir y trabajar.—Pues se han puesto de suerte, estoy abriendo una nueva dulcería y me vendría bien que trabajaran para mí —ofrece enseguida trabajo. —Estoy en busca de nuevos trabajadores, podría incluso alquilarles un pequeño apartamentico detrás de la dulcería, pero se los advierto, está muy descuidado, tendrían que arreglarlo.—¡Oh, señora muchas gracias, muchas gracias! — exclaman enseguida los dos inclinándose delante de ella sin poder creer que hayan tenido tanta suerte. —No importa, le aseguramos que lo arreglaremos sin problemas. Aceptamos su
El enorme lobo negro con sus ojos rojos, está allí frente a ella. Avanza despacio a su encuentro, pero al ver como ella cierra los ojos y se hace un ovillo en una clara demostración del inmenso miedo que está experimentado, se detiene a unos cuantos pasos de ella. Se sienta en sus patas traseras y la observa sin hacer nada más, moviendo lentamente su cola de un lugar a otro. Gil aún tiembla asustada, y aunque él se detiene ella vuelve a retroceder hasta que su espalda choca con el tronco de un árbol, y se queda allí sin saber qué hacer. Observa como el lobo no hace un solo gesto de venir hacia ella de nuevo, todo lo contrario, se acuesta en el lugar con su cabeza sobre sus patas delanteras, sin dejar de observarla con sus ojos rojos que cambian a dorados, moviendo la cola suavemente. ¡No sabe qué pensar, es un enorme lobo! Lo ve como agacha sus orejas en una clara señal de sumisión ante ella. Eso lo sabe por la cantidad de veces que su padre le ha explicado que significa ese gesto e
Serafín al escuchar la pregunta de Gil, frena de un golpe y se detiene para girarse hacía ella. —¿De mi tamaño? ¿Qué quieres decir? ¿Dónde viste un lobo de mi tamaño?—pregunta muy preocupado su papá, y eso le intriga. ¿Sabrá su papá que existe su lobo? Lo ve ahora cómo gira su cabeza mirando para todas partes como si quisiera ver algo que los siga. Vuelve a poner en marcha el auto asustado. Gil al verlo de esa manera, le dice.—Es solo curiosidad papá.—Gil hija, hay cosas que no sabes, pero quiero que me prometas una cosa—le pide en un tono muy serio.—Lo que quieras papá.—Sí algún día ves a un lobo de mi tamaño me lo dirás enseguida. Es muy importante Gil. ¡Promételo! Puedes estar en serio peligro hija mía.—Lo prometo papá, lo prometo —se apresura a decir al sentir el miedo en la voz de su padre, que sigue hablando de igual modo.—Hija, yo sé que no me entiendes ahora, pero un día lo harás. Tienes que avisarme si viste un lobo de mi tamaño. ¿Viste uno? Confía en mi hija, te pro
Gil desde hace varios días nota a sus padres nerviosos y se le quedan mirando fijamente. Sabe que algo muy importante quieren decirle, pero pareciera que temieran. La otra cosa que la tiene nerviosa, es que ha comenzado a escuchar una voz en su cabeza que le dice que se llama Lúa, que muy pronto la conocerá. Buscó en la biblioteca el significado de ese nombre y descubrió que era Luna. La voz le había dicho que ella era hija de la Luna. Su lobo, por alguna razón, le dijo que no vendría hasta la luna llena. O al menos eso le pareció entender y su voz en la cabeza le tradujo. Eso le gustaba, porque desde que ella apareció, podía a su parecer conversar con su lobo. No estaba segura si todo no era obra de su imaginación, pero la hacía sentirse feliz, creer que podía comunicarse con él. Él, según la voz en su cabeza le había dicho, que no vendría en toda la semana, hasta el día de la luna llena, donde pretendía decirle un gran secreto. Estaba de lo más intrigada por aquello. Le preguntó v
Gil escucha desde su posición tirada en el piso, todo lo que hablan los extraños. Gritan y saltan eufóricos ante lo que ha anunciado el anciano. Hasta que al fin se detienen y uno de ellos dice.—Un momento, mi Alfa. ¿Dijo que realizaría la ceremonia hoy? Pero no es luna llena, mi Alfa. ¿No debe ser cuando esté en lo más alto para que todo surta efecto?—Es cierto, pero en estos momentos eso no importa. Su loba despertó ya, si dejamos que se convierta, no podremos hacerlo después. Tampoco podemos arriesgarnos, de que él se percate de que la tenemos. No sé por qué, siento que está conectado con ella. Tiene la esencia de él en todo su cuerpo. ¿No lo vieron con ella?—Eso es imposible, la conexión solo se puede hacer luego que ella se convierta. Además, jamás lo hemos visto cerca de ella —asegura uno de los raptores. Y comprende el miedo que siempre observaba en sus padres, mirando alrededor todo el tiempo y el extremo cuidado, queriendo que le dijera en todo momento dónde iba. Era ver
El Alfa Aren se encontraba en una importante reunión, como siempre, convertido en lobo cuando recibió la llamada de Serafín. Sabía que se trataba de su Luna, llevaba dos horas sintiendo que algo no estaba bien con ella. Pensaba que se trataba de su loba, que estaba por salir. Podía percibir el miedo primero que experimentó, luego se había calmado. Pero en los últimos momentos la sentía muy cerca aterrada. La reunión era con los ancianos de la manada, para analizar las cosas de la dichosa ceremonia para encontrarle una Luna. Por eso se aguantaba las ganas de salir corriendo a ver qué pasaba. Iría en la luna llena como le había prometido que debía ser el otro día, la acompañaría cuando se transformara y le confesaría todo. Luego tenía planeado que se transformaría delante de ella en humano. Y la traería con él para protegerla y amarla la vida entera. La proclamará su Luna ante su manada. Por eso estaba empeñado en que esperaran la otra luna llena para hacerlo, y no había salido a ver