Se detienen en seco y la miran preocupados. No es la primera vez que los rechazan por el aspecto de su linda y pequeña hija.
—Sí, es nuestra pequeña hija. —Felicidades, es muy hermosa.—Muchas gracias, señora —responden y respiran aliviados al ver como ella en verdad la elogió y le sonríe con cariño a Gil.—Acabamos de llegar a la ciudad—explica la madre, que también se apresta para ayudar a la amable señora. —Estamos buscando donde vivir y trabajar.—Pues se han puesto de suerte, estoy abriendo una nueva dulcería y me vendría bien que trabajaran para mí —ofrece enseguida trabajo. —Estoy en busca de nuevos trabajadores, podría incluso alquilarles un pequeño apartamentico detrás de la dulcería, pero se los advierto, está muy descuidado, tendrían que arreglarlo.—¡Oh, señora muchas gracias, muchas gracias! — exclaman enseguida los dos inclinándose delante de ella sin poder creer que hayan tenido tanta suerte. —No importa, le aseguramos que lo arreglaremos sin problemas. Aceptamos su oferta. Ambos sonríen eufóricos en lo que siguen a la regordeta señora que ha comenzado a caminar mientras habla sin parar, en lo que sonríe al ver como Gil salta a su lado feliz. —Para empezar, el salario no será mucho —dice y ellos se miran y ella se apura a aclarar—, pero no les cobraré renta. Tampoco podré pagar por los arreglos del apartamento. Si aceptan el trato, estaré encantada de contratarlos.—Sí señora, aceptamos. Muchas gracias, muchas gracias, nos íbamos ahora a poner a buscar uno. —Mi nombre es Rita.—Yo soy Serafín, y ella es mi esposa Nara y nuestra hija Gil —se presenta agradecido el hombre.—Pues ya está dicho todo. Vengan, acompáñenme. Fue una suerte que los encontrara. Serafín, coge tú las cajas que son más pesadas, tú Nara toma los ramos de flores y síganme, está al final de la calle. Gil preciosa, tú solo acompáñanos, eres la niña más linda que he visto por aquí.—Gracias señora. Caminan con las manos cargadas, hasta llegar a una gran casa. La señora Rita los hace dar la vuelta para entrar por detrás. Dejan todas las cosas y salen para esperarla, porque ella está hablando con alguien haciendo entrega de la mercancía que llevaron. Se abrazan felices sintiendo que todo puede irles bien en este lugar hasta esperar que la niña cumpla sus dieciséis años, y al fin vuelvan a ser quienes son en realidad. Observan cómo su niña está agachada a su lado. Gil ajena a todo, juega entretenida con una ramita, cuando siente que alguien la observa, pero no ve a nadie. La señora Rita al fin aparece y toman un taxi hasta llegar a la dulcería. —Esta es mi dulcería, como pueden ver la acabo de abrir, yo vivía antes en otra ciudad y tenía allá una, ahora me decidí por hacer otra acá. No quiero que sea muy grande, y con ustedes me será más que suficiente si les gusta el apartamento y trabajar conmigo. Vamos para que lo vean. En verdad el apartamento no es tan pequeño. Posee dos habitaciones amplias, un salón, la cocina y el baño. Con un pequeño patio detrás que colinda con el bosque más allá. Serafín enseguida se pone a recoger todo lo que hay tirado, mientras Nara se enfrasca en arreglar la cocina. Se pone feliz al ver que posee prácticamente todos los utensilios que se utilizan en una casa. Están muy contentos.— Serafín, Nara —los llama Rita, salen a su encuentro.—Diga, señora Rita.—Vamos a mi casa es allí, aquella del frente. Quiero darles unas cuantas cosas que van a necesitar. Ellos la siguen asombrados de lo sociable y agradable que es la mujer, y como sin pedirles nada, los ayuda como si fueran familia. Por algún motivo no sienten recelo de ella, se nota que es su naturaleza. Se miran a cada rato felices pensando que algún Dios debe estarles ayudando al fin.—No tiene por qué molestarse tanto por nosotros, señora. Somos gentes humildes, y le agradecemos esto que hace. Podemos arreglarnos con lo que trajimos —dice Serafín. —No señor, tienen una niña pequeña, necesitan sábanas, toallas y otras cosas. Yo tengo demasiado de todo eso. Así que sin protestar, síganme. Yo vivo sola en mi casa, mi esposo murió hace unos años. Mi hija no regresó del extranjero, se casó por allá—sigue contando la señora Rita, mientras se adentra en su enorme casa— como ven, a mí se me sobra de todo eso, sé que les puede resultar extraño que los trate así, pero es que su niña me recuerda a mi nieta, es rubia y de la misma edad de ella. Ellos entonces comprenden y no dicen ni se niegan a nada más, reciben todo lo que les va dando en grandes cantidades agradeciendo el gesto. Ella ríe feliz con las cosas que le pregunta Gil que revolotea alrededor de ella llenándola de preguntas que responde feliz, mientras los llena de muchas cosas.—También Nara, ven acá —la llama y se la lleva pasillo adentro. —En esta habitación tengo mucha ropa de cuando mi hija era niña, mira ver cuál le sirve a Gil y tómala toda. Te ayudaré a ponerla en la escuela.—Muchas gracias, señora. No sabe la enorme ayuda que nos está dando, le estaremos eternamente agradecida, y no tiene que pagarnos. Trabajaremos todas las horas que necesite para ayudarle en la dulcería, si me enseña aprenderé y la ayudaré.—Gracias hija, hoy mismo me preguntaba qué hacía tan sola aquí. Dios me los debe haber mandado, rompió mi carro justo frente a ustedes. Mi hija quiere que me vaya con ella, pero fui una vez y no me gustó y regresé, ahora al verlos con Gil sin tener a dónde ir, me dije. Rita, ésta es la familia que andabas buscando.—Lo seremos señora, no la abandonaremos nunca. Se llevan todo lo que les da la señora Rita que es mucho. No tendrán necesidad de muchas cosas en largo tiempo. Se adaptan rápido a la nueva vida. Gil usa ahora lentes azules que la hacen ver diferente, pero le gusta, ya que las personas no la miran extrañados. La señora Rita la hace decirle abuela y la trata como tal, vive regalándole cosas y la saca con ella a todas partes. Ella en verdad la siente como tal. Nara y Serafín son los que prácticamente llevan el negocio, sobre todo Serafín que es muy bueno organizando las cosas, la dirige y orienta en todo. Ella es realmente feliz, hasta les ha pedido que se muden para la gran casa, pero ellos prefieren quedarse donde están. Aunque comen en su compañía todos los días las comidas que hace Nara. Gil, está sentada en su habitación mientras mira por la ventana que da al bosque, en noches de luna llena no sabe por qué, pero le entran unas grandes ansias de salir, acostarse en la yerba y observarla, le parece radiante y bella. No solo eso, hay una voz en su cabeza que le habla y le dice que él vendrá a verla, que lo haga. Pero en el último momento se acobarda y no sale, pero hoy está decidida a hacerlo. Escucha cómo sus padres se acuestan después de terminar sus quehaceres y sale sigilosa por la ventana. Siempre ha visto en luna llena, unos ojos rojos en la oscuridad que la observan, y la llaman. Tiene gran curiosidad por saber a quién pertenecen, no le resultan amenazantes, tiene la impresión que la miran con amor. Camina despacio hasta el borde del bosque, sabe que está allí, lo puede sentir. No sabe cómo, pero ella puede sentir al dueño de esos ojos. Por un momento el terror se adueña de ella y quiere salir a correr, pero algo más fuerte que ella la hace quedarse dónde está. Toma aire una y otra vez llenándose de valor. Cierra los ojos al escuchar el crujir de hojas a su espalda, los pasos se acercan lentamente, con cuidado como si no quisieran asustarla, hasta que se detienen a cierta distancia. Escucha un resoplido, se gira despacio todavía con los ojos cerrados temiendo con lo que se va a encontrar y extiende su mano. No sabe por qué lo ha hecho, pero no la retira, se queda así, temblando aterrorizada hasta que algo húmedo y caliente choca con ella. Abre los ojos y se asombra ante lo que ve.Gil se queda quieta sintiendo el hocico en su mano, cierra y abre los ojos despacio como si no creyera lo que tiene delante justo ahí en su mano. Salta asustada hacia atrás cayendo sentada en el piso, retrocede arrastrándose lo más rápido que puede viendo como la gigantesca sombra no la sigue.¡Es el lobo más grande que ha visto en su corta vida! Y está allí, mirándola con esos ojos rojos que la inspeccionan.¿Cómo diablos se le ocurrió salir de su cuarto? Quiere gritar, llamar a su padre, pero de su boca no sale un solo sonido. Hace el intento de ponerse de pie y salir corriendo, pero su cuerpo no responde, ¡está a expensa de este depredador que de seguro se dará un gran banquete con ella, piensa. La ha estado cazando todo este tiempo, de seguro al ver como ella se sentaba en la ventana, él estaba esperando el momento propicio para atraparla, ¡y ella sola vino a entregarse a sus fauces! ¿Qué puede hacer ahora? Él hace tres de ella o más. No tiene escapatoria. Cierra sus ojos cuando lo ve que avanza hacía ella en espera de lo que sucederá.El enorme lobo negro con sus ojos rojos, está allí frente a ella. Avanza despacio a su encuentro, pero al ver como ella cierra los ojos y se hace un ovillo en una clara demostración del inmenso miedo que está experimentado, se detiene a unos cuantos pasos de ella. Se sienta en sus patas traseras y la observa sin hacer nada más, moviendo lentamente su cola de un lugar a otro. Gil aún tiembla asustada, y aunque él se detiene ella vuelve a retroceder hasta que su espalda choca con el tronco de un árbol, y se queda allí sin saber qué hacer. Observa como el lobo no hace un solo gesto de venir hacia ella de nuevo, todo lo contrario, se acuesta en el lugar con su cabeza sobre sus patas delanteras, sin dejar de observarla con sus ojos rojos que cambian a dorados, moviendo la cola suavemente. ¡No sabe qué pensar, es un enorme lobo! Lo ve como agacha sus orejas en una clara señal de sumisión ante ella. Eso lo sabe por la cantidad de veces que su padre le ha explicado que significa ese gesto e
Serafín al escuchar la pregunta de Gil, frena de un golpe y se detiene para girarse hacía ella. —¿De mi tamaño? ¿Qué quieres decir? ¿Dónde viste un lobo de mi tamaño?—pregunta muy preocupado su papá, y eso le intriga. ¿Sabrá su papá que existe su lobo? Lo ve ahora cómo gira su cabeza mirando para todas partes como si quisiera ver algo que los siga. Vuelve a poner en marcha el auto asustado. Gil al verlo de esa manera, le dice.—Es solo curiosidad papá.—Gil hija, hay cosas que no sabes, pero quiero que me prometas una cosa—le pide en un tono muy serio.—Lo que quieras papá.—Sí algún día ves a un lobo de mi tamaño me lo dirás enseguida. Es muy importante Gil. ¡Promételo! Puedes estar en serio peligro hija mía.—Lo prometo papá, lo prometo —se apresura a decir al sentir el miedo en la voz de su padre, que sigue hablando de igual modo.—Hija, yo sé que no me entiendes ahora, pero un día lo harás. Tienes que avisarme si viste un lobo de mi tamaño. ¿Viste uno? Confía en mi hija, te pro
Gil desde hace varios días nota a sus padres nerviosos y se le quedan mirando fijamente. Sabe que algo muy importante quieren decirle, pero pareciera que temieran. La otra cosa que la tiene nerviosa, es que ha comenzado a escuchar una voz en su cabeza que le dice que se llama Lúa, que muy pronto la conocerá. Buscó en la biblioteca el significado de ese nombre y descubrió que era Luna. La voz le había dicho que ella era hija de la Luna. Su lobo, por alguna razón, le dijo que no vendría hasta la luna llena. O al menos eso le pareció entender y su voz en la cabeza le tradujo. Eso le gustaba, porque desde que ella apareció, podía a su parecer conversar con su lobo. No estaba segura si todo no era obra de su imaginación, pero la hacía sentirse feliz, creer que podía comunicarse con él. Él, según la voz en su cabeza le había dicho, que no vendría en toda la semana, hasta el día de la luna llena, donde pretendía decirle un gran secreto. Estaba de lo más intrigada por aquello. Le preguntó v
Gil escucha desde su posición tirada en el piso, todo lo que hablan los extraños. Gritan y saltan eufóricos ante lo que ha anunciado el anciano. Hasta que al fin se detienen y uno de ellos dice.—Un momento, mi Alfa. ¿Dijo que realizaría la ceremonia hoy? Pero no es luna llena, mi Alfa. ¿No debe ser cuando esté en lo más alto para que todo surta efecto?—Es cierto, pero en estos momentos eso no importa. Su loba despertó ya, si dejamos que se convierta, no podremos hacerlo después. Tampoco podemos arriesgarnos, de que él se percate de que la tenemos. No sé por qué, siento que está conectado con ella. Tiene la esencia de él en todo su cuerpo. ¿No lo vieron con ella?—Eso es imposible, la conexión solo se puede hacer luego que ella se convierta. Además, jamás lo hemos visto cerca de ella —asegura uno de los raptores. Y comprende el miedo que siempre observaba en sus padres, mirando alrededor todo el tiempo y el extremo cuidado, queriendo que le dijera en todo momento dónde iba. Era ver
El Alfa Aren se encontraba en una importante reunión, como siempre, convertido en lobo cuando recibió la llamada de Serafín. Sabía que se trataba de su Luna, llevaba dos horas sintiendo que algo no estaba bien con ella. Pensaba que se trataba de su loba, que estaba por salir. Podía percibir el miedo primero que experimentó, luego se había calmado. Pero en los últimos momentos la sentía muy cerca aterrada. La reunión era con los ancianos de la manada, para analizar las cosas de la dichosa ceremonia para encontrarle una Luna. Por eso se aguantaba las ganas de salir corriendo a ver qué pasaba. Iría en la luna llena como le había prometido que debía ser el otro día, la acompañaría cuando se transformara y le confesaría todo. Luego tenía planeado que se transformaría delante de ella en humano. Y la traería con él para protegerla y amarla la vida entera. La proclamará su Luna ante su manada. Por eso estaba empeñado en que esperaran la otra luna llena para hacerlo, y no había salido a ver
La claridad y el frío hacen que Gil abra los ojos. Sigue desnuda, en medio de la nada, rodeada de nieve y vegetación. Todo a su alrededor se ha vestido de blanco, parece que nevó muy fuerte en la noche, si no llega a ser por el lobo de seguro estuviera congelada, ¿dónde está? ¿Sería cierto o no? Observa a su alrededor, y no ve ninguna señal de que haya estado un lobo allí, no existe una sola huella. Durmió al lado de un montículo de tierra que impidió que el aire, la lluvia y la nieve la dañaran más. El Alfa Aren a corrido a verla al sentir que se despertó, se pasó toda la noche reforzando el link para sentirla en cada momento. La ve mirar para todas partes incrédula, tienes muchas heridas por todas partes y sigue asustada. Gil gira la cabeza y lo sabe, ella lo está buscando por lo que camina hasta colocarse en un lugar dónde lo pueda ver, pero no se asuste. Gil casi se convence a sí misma, de que soñó al lobo. Unos ruidos en el bosque, hacen que dirija su mirada allá asustada. Y
Nos giramos despacio al ver que estamos rodeados por un aura de luz amarilla, para encontrarnos de lleno con nuestra madre Luna. Nos arrodillamos inclinando nuestras cabezas.—Alfa Aren, has proyectado tu Divinidad Suprema. Lo cual ha hecho que todos se fijen en ti —habla con una voz muy pausada y melodiosa. Luego se dirige al hermano de Aren. —Beta Enril, eres el encargado de mantener la balanza. Deberán proteger por encima de todo a mi hija, fue robada de mí y escondida en el vientre de la Arconte menor. —¿Robada? ¿Qué quiere decir con eso madre?—Su esencia fue robada de mí y introducida en el bebé que iba a tener una Arconte Menor, deben cuidar de ella con sus vidas. —Sí, madre. Se lo prometemos —contestan los dos al mismo tiempo.—Ella tiene un largo recorrido por delante. Tienen que protegerla o vendré personalmente a llevarla conmigo —ahora su tono de voz dejó de ser dulce para volverse duro, frío y amenazante. — Alfa Aren, debes dominar a tu Arconte Mayor o el mal te domina
Enril mira a su alrededor en lo que hace que Aren lo siga. No quiere que nadie sepa que regresó, al esconderse, vuelva a preguntar.—¿Qué haces aquí Aren? ¿Dónde está tu Luna?—Necesito ropa para Gil, comida.—Ven conmigo. Se dirigieron raudos a la habitación de una de las tantas chicas que habitaban el castillo tomando un juego de dormir. Luego a la cocina donde tomaron sopa y un pan. Se los puso todo en un bolso en el hocico del lobo, que desapareció al instante. Al llegar a la cabaña, el Alfa Aren colocó todo al lado de la chimenea y esperó escondido pacientemente que ella despertara. Gil abrió los ojos mirando todo a su alrededor, todavía estaba frente a la chimenea cubierta por una colcha y no había aparecido el dueño del lugar. Mira hacia afuera y ve que llueve aún torrencialmente. Comienza a llorar asustada sin saber qué hacer ni qué pensar. La voz de Lúa en su cabeza le dice que se calme, que todo va a estar bien.—¿Dónde estamos Lúa?—No lo sé, pero él vino por nosotras.