Serafín al escuchar la pregunta de Gil, frena de un golpe y se detiene para girarse hacía ella. —¿De mi tamaño? ¿Qué quieres decir? ¿Dónde viste un lobo de mi tamaño?—pregunta muy preocupado su papá, y eso le intriga. ¿Sabrá su papá que existe su lobo? Lo ve ahora cómo gira su cabeza mirando para todas partes como si quisiera ver algo que los siga. Vuelve a poner en marcha el auto asustado. Gil al verlo de esa manera, le dice.—Es solo curiosidad papá.—Gil hija, hay cosas que no sabes, pero quiero que me prometas una cosa—le pide en un tono muy serio.—Lo que quieras papá.—Sí algún día ves a un lobo de mi tamaño me lo dirás enseguida. Es muy importante Gil. ¡Promételo! Puedes estar en serio peligro hija mía.—Lo prometo papá, lo prometo —se apresura a decir al sentir el miedo en la voz de su padre, que sigue hablando de igual modo.—Hija, yo sé que no me entiendes ahora, pero un día lo harás. Tienes que avisarme si viste un lobo de mi tamaño. ¿Viste uno? Confía en mi hija, te pro
Gil desde hace varios días nota a sus padres nerviosos y se le quedan mirando fijamente. Sabe que algo muy importante quieren decirle, pero pareciera que temieran. La otra cosa que la tiene nerviosa, es que ha comenzado a escuchar una voz en su cabeza que le dice que se llama Lúa, que muy pronto la conocerá. Buscó en la biblioteca el significado de ese nombre y descubrió que era Luna. La voz le había dicho que ella era hija de la Luna. Su lobo, por alguna razón, le dijo que no vendría hasta la luna llena. O al menos eso le pareció entender y su voz en la cabeza le tradujo. Eso le gustaba, porque desde que ella apareció, podía a su parecer conversar con su lobo. No estaba segura si todo no era obra de su imaginación, pero la hacía sentirse feliz, creer que podía comunicarse con él. Él, según la voz en su cabeza le había dicho, que no vendría en toda la semana, hasta el día de la luna llena, donde pretendía decirle un gran secreto. Estaba de lo más intrigada por aquello. Le preguntó v
Gil escucha desde su posición tirada en el piso, todo lo que hablan los extraños. Gritan y saltan eufóricos ante lo que ha anunciado el anciano. Hasta que al fin se detienen y uno de ellos dice.—Un momento, mi Alfa. ¿Dijo que realizaría la ceremonia hoy? Pero no es luna llena, mi Alfa. ¿No debe ser cuando esté en lo más alto para que todo surta efecto?—Es cierto, pero en estos momentos eso no importa. Su loba despertó ya, si dejamos que se convierta, no podremos hacerlo después. Tampoco podemos arriesgarnos, de que él se percate de que la tenemos. No sé por qué, siento que está conectado con ella. Tiene la esencia de él en todo su cuerpo. ¿No lo vieron con ella?—Eso es imposible, la conexión solo se puede hacer luego que ella se convierta. Además, jamás lo hemos visto cerca de ella —asegura uno de los raptores. Y comprende el miedo que siempre observaba en sus padres, mirando alrededor todo el tiempo y el extremo cuidado, queriendo que le dijera en todo momento dónde iba. Era ver
El Alfa Aren se encontraba en una importante reunión, como siempre, convertido en lobo cuando recibió la llamada de Serafín. Sabía que se trataba de su Luna, llevaba dos horas sintiendo que algo no estaba bien con ella. Pensaba que se trataba de su loba, que estaba por salir. Podía percibir el miedo primero que experimentó, luego se había calmado. Pero en los últimos momentos la sentía muy cerca aterrada. La reunión era con los ancianos de la manada, para analizar las cosas de la dichosa ceremonia para encontrarle una Luna. Por eso se aguantaba las ganas de salir corriendo a ver qué pasaba. Iría en la luna llena como le había prometido que debía ser el otro día, la acompañaría cuando se transformara y le confesaría todo. Luego tenía planeado que se transformaría delante de ella en humano. Y la traería con él para protegerla y amarla la vida entera. La proclamará su Luna ante su manada. Por eso estaba empeñado en que esperaran la otra luna llena para hacerlo, y no había salido a ver
La claridad y el frío hacen que Gil abra los ojos. Sigue desnuda, en medio de la nada, rodeada de nieve y vegetación. Todo a su alrededor se ha vestido de blanco, parece que nevó muy fuerte en la noche, si no llega a ser por el lobo de seguro estuviera congelada, ¿dónde está? ¿Sería cierto o no? Observa a su alrededor, y no ve ninguna señal de que haya estado un lobo allí, no existe una sola huella. Durmió al lado de un montículo de tierra que impidió que el aire, la lluvia y la nieve la dañaran más. El Alfa Aren a corrido a verla al sentir que se despertó, se pasó toda la noche reforzando el link para sentirla en cada momento. La ve mirar para todas partes incrédula, tienes muchas heridas por todas partes y sigue asustada. Gil gira la cabeza y lo sabe, ella lo está buscando por lo que camina hasta colocarse en un lugar dónde lo pueda ver, pero no se asuste. Gil casi se convence a sí misma, de que soñó al lobo. Unos ruidos en el bosque, hacen que dirija su mirada allá asustada. Y
Nos giramos despacio al ver que estamos rodeados por un aura de luz amarilla, para encontrarnos de lleno con nuestra madre Luna. Nos arrodillamos inclinando nuestras cabezas.—Alfa Aren, has proyectado tu Divinidad Suprema. Lo cual ha hecho que todos se fijen en ti —habla con una voz muy pausada y melodiosa. Luego se dirige al hermano de Aren. —Beta Enril, eres el encargado de mantener la balanza. Deberán proteger por encima de todo a mi hija, fue robada de mí y escondida en el vientre de la Arconte menor. —¿Robada? ¿Qué quiere decir con eso madre?—Su esencia fue robada de mí y introducida en el bebé que iba a tener una Arconte Menor, deben cuidar de ella con sus vidas. —Sí, madre. Se lo prometemos —contestan los dos al mismo tiempo.—Ella tiene un largo recorrido por delante. Tienen que protegerla o vendré personalmente a llevarla conmigo —ahora su tono de voz dejó de ser dulce para volverse duro, frío y amenazante. — Alfa Aren, debes dominar a tu Arconte Mayor o el mal te domina
Enril mira a su alrededor en lo que hace que Aren lo siga. No quiere que nadie sepa que regresó, al esconderse, vuelva a preguntar.—¿Qué haces aquí Aren? ¿Dónde está tu Luna?—Necesito ropa para Gil, comida.—Ven conmigo. Se dirigieron raudos a la habitación de una de las tantas chicas que habitaban el castillo tomando un juego de dormir. Luego a la cocina donde tomaron sopa y un pan. Se los puso todo en un bolso en el hocico del lobo, que desapareció al instante. Al llegar a la cabaña, el Alfa Aren colocó todo al lado de la chimenea y esperó escondido pacientemente que ella despertara. Gil abrió los ojos mirando todo a su alrededor, todavía estaba frente a la chimenea cubierta por una colcha y no había aparecido el dueño del lugar. Mira hacia afuera y ve que llueve aún torrencialmente. Comienza a llorar asustada sin saber qué hacer ni qué pensar. La voz de Lúa en su cabeza le dice que se calme, que todo va a estar bien.—¿Dónde estamos Lúa?—No lo sé, pero él vino por nosotras.
Gil no sale de su asombro, se pasea por la habitación mirando todo con los ojos muy abiertos. ¡Nunca en sus cortos años, había visto tanta opulencia! Le parece que está en un castillo de cuentos de hadas, todo es como lo describen. La cama es enorme vestida de sábanas extremadamente blancas, se ve muy mullida, rodeada de hermosas cortinas brocadas con hilo dorado. Pasa su manos por encima de ella sintiendo la suavidad de la tela. Muere por dejarse caer en ella, pero se mira tan sucia y la cama tan limpia que no lo hace. Un juego de sillones, están delante de una gran chimenea de un estilo muy rebuscados, también son dorados con arabescos impresionante, se dirige allá con deseos de acurrucarse en uno de ellos.. Todo es tan impresionante limpio que teme ensuciarlo.—¿Es tu casa? —Vuelve a preguntarle al lobo. Este en respuesta tira de su abrigo. Ella entiende y rápidamente se lo quita, también las botas, dándose cuenta de que ha dejado un reguero de lodo por la estancia. Lo mira apena