*Un año después*UN NUEVO MIEMBRO EN LA FAMILIA—Emilio, ¿dónde diablos está mi uniforme? Los Green me van a matar si llego tarde a esa reunión, ¡Dios mío, ayúdame por favor!—Me da ternura verte correr de un lado para otro con esa cara de amargadita —dijo Emilio mostrando su uniforme recién planchado mientras vestía un delantal floreado y la plancha en la mano izquierda—. Estaba arreglando tu uniforme, sé que no les gusta verte con la ropa toda arrugada y horrible.—¡Gracias, Emilio, eres un sol naciente de las montañas! — exclamó agradecida, dejando un suave beso en sus labios y luego corrió a la habitación para cambiarse.Emilio se asomó al marco de la puerta con esa sonrisa resplandeciente, hacía más de un año que la veía así de feliz y activa, trabajando en lo que le apasionaba.Sabía que la decisión que había tomado había sido la mejor para ambos. La vio lista y maquillada, presentable como siempre y la vio despedirse de él con esa emoción creciendo en sus ojos de saber qué tipo
¿Tu difunta esposa?Fueron mis penúltimas palabras antes de aceptar poner de cabeza mi mundo solo para ser parte de su retorcida vida.Una retorcida, excitante y misteriosa vida que hasta la mujer más virgen quisiera llevar.Luego, tomo mis muñecas y las ato con su corbata, me beso fielmente sin despegarse de mi ni un momento.Sus manos no paraban de tocarme por todos lados, juraba que podía escuchar el ritmo de mi corazón, pero yo el suyo ni en sueños.El suyo había huido con ella al más allá; hasta que llegue a su vida por casualidad.Admito que tuve miedo por breves momentos y que las mujeres a su alrededor son crueles, pero también confió en que soy mucho más cruel que ellas.
Hoy es un día poco agradable y desastroso, uno de mis alumnos está de luto y desea que vaya al funeral de su madre.Nunca me han gustado los funerales y aun así le dije que sí.Gerald Green es su padre, un hombre rico, el más rico en todo el país. Las mujeres pasan por sus manos como los billetes que gana, nunca le falto la atención de una mujer, ni aun después de casarse con la que era su esposa.Tal parece que era una mujer muy hermosa de rosadas mejillas y ojos claros, le dio como regalo a su único hijo varón y heredero de toda su fortuna. Es un niño muy humilde y muy bien formado en educación. Me contaba de vez en cuando los problemas que tenía con su padre por la ausencia de su madre y la cantidad de mujeres con las que ha estado tras su perdida.Parece que le duele cada día mas y en casa, sabe perfectamente que quien manda es su padre. Su nana, es la única que cuida de el cuando Gerald llega de muy mal humor y busca a quien lastimar.Es un hombre cruel al no ver que su hijo sufr
Después de 2 largas horas con una bebida alcoholizada y de pensar muy bien en ejecutar una reunión de padres con el fin de hablar sobre el problema de los alumnos con respecto a su rendimiento en la institución.Me dispuse a soltar la botella y en mi estado de embriaguez, tuve la gran idea de enviar un correo para cada padre, por supuesto diciendo lo mismo para todos.Una vez finalizado comencé el proceso de entrega, todos me fueron respondiendo y confirmando uno a uno su asistencia el día de mañana, hasta que llego Gerald Green, quién con su respuesta de: “Estoy ocupado, pero asistiré a la próxima reunión que forme”. Explotó mi enojo, ya era la cuarta vez que respondía esto y su hijo era el más afectado de la clase, así que tratando de ser cortés tome nuevamente el teclado y redacte un nuevo mensaje para su incompetente respuesta.“Querido señor Green, me complace informarle que su asistencia es OBLIGATORIA. Por lo tanto, agradezco su presencia en el salón de clases para la reunión q
Verónica acabo enloqueciendo, él con cientos de mujeres y yo viendo como los padres de mi amiga se hundían en el dolor tras la pérdida de su pequeña hija.Suicidio… de eso se trataba y así acabo.—No acepto su patético contrato —me negué.—Señorita Watson.—¡No! —le interrumpí. Un fuerte agarre por mi cuello domino el resto de mi cuerpo, el aroma de su perfume se hizo presente, mis piernas se debilitaron y fue entonces cuando entendí que me gustaba sentirme así.Mis pálidas mejillas se sonrojaron, podía sentirlo detrás de mí, fuerte, imponente, posesivo, terco y dominante en todos los sentidos.—No me gusta que me digan que no, señorita Watson —advirtió con voz ronca —así que le recomiendo que acepte escuchar mi oferta.—¿Está acostumbrado a tratar a las damas así? Señor Green —le pregunte intentando zafarme de su agarre —para empezar le recomiendo que no me trate así, soy un maestro, no lo olvide y después de que aprenda a respetarme lo escucharé.Alcancé a sentir como el agarre de s
Escuche atentamente cada cláusula del contrato, revise una a una las incluidas en el físico, pregunte mis dudas y escuche sus respuestas, cambie otras cláusulas distintas a las que dijo.Aparentemente no tenían derecho a ser cambiadas, pero había otras cincuenta que podía cambiar a mi favor.—Me gustaría aclararle algo claro, Sr. Green —dije, cruzando una pierna sobre la otra.—Entre mis primeras veces no entrará mi virginidad, eso lo guardo para alguien especial y no se trata de ti.Una gran carcajada salió de él.—¿Me estás diciendo que tendré que ganármela? —Pregunto con altivez y de mala gana —no encuentro agradable ese término, señorita Watson, sobre todo porque no me gusta limitarme en lo que me pertenece.—¡Yo no te pertenezco! —Antes de que pudiera terminar tomo mi mandíbula con fuerza, lo mire, no dejo de verme, estuvo firme cada segundo y eso me tenía con los nervios —¡detente de una vez por todas! ¿No conoce el respeto? Me irrita jodidamente.—Que boca, señorita —sonrió, al
Necesitaba hablar con ese hombre.Solicité un permiso en la escuela y fui a las instalaciones de su empresa. Miré por todas partes buscándolo como si estuviera loca y solo vi mujeres mirándome de mala gana, hombres extraños mirándome el trasero y sobre todo una chica rubia con un cuerpo perfectamente esculpido por los dioses mirándome de arriba abajo con mucho interés.Me acerque a ella y le pregunte:—Disculpe, ¿sabe usted donde está el Sr. Green?Ella muy amablemente respondió:—El Sr. Green está en una reunión importante.—¿Por casualidad sabe en qué momento está libre?—En media hora debería estar fuera.—Gracias, esperare hasta que salga.Corrí a los asientos más cercanos, esperé la media hora que me había indicado hasta que finalmente se abrieron las puertas de lo que se suponía que era su oficina. Para mi desgracia no vi nada agradable y no podía esperar nada diferente sabiendo de antemano cómo era.Era Gerald sin correa y con el pantalón medio abierto, la camisa medio abierta
Después de ese día vergonzoso en la oficina de Gerald, no quería pensar más en el contrato que me ofreció. Las clases me esperaban, estábamos al final de los exámenes y yo confiaba en que su hijo, el pequeño Carlos, aprobaría todas las materias para poder quedarme con él un año más. Tenía muchas ganas de seguir enseñando a todos estos pequeños. Pero algo dentro de mí surgió, una duda, un desánimo natural. Si aceptara el contrato de este hombre no podría seguir haciendo lo que amo. Sin pensar más en ese sufrimiento llegué al salón de clases, todos los niños me esperaban con una sonrisa en la cara. Lo mejor de la mañana, ver esas caritas sonrientes y aunque algunos estaban nerviosos, siempre me ocupé de esos pequeños inconvenientes. —Buenos días. —Buenos días, maestra Mili —respondieron todos a coro. —¿Están listos para las pruebas de hoy? —les pregunte dejando mi bolsa en una gaveta y sacando de otra la carpeta con las pruebas. El silencio se hizo presente... solo un rostro sobr