A la mañana siguiente Amina se levantó muy temprano, se cepilló el cabello revuelto, se vistió de la manera más coqueta y salió a la empresa junto a Carlos.—¿Qué vamos a hacer hoy? —preguntó muy animado.—Tú a trabajar y yo a buscar a ese ladrón.—¿Todavía tienes a esa chica en la mira?—Créeme, esa chica como la llamas es una ladrona y muy buena.—Muy bien. Supongamos que ella realmente es una ladrona, ¿no debería ser guiada por alguien que sí conoce mi empresa? —Carlos posó encogiéndose de hombros y ella sonrió con malicia porque ahora si se entendían.Ella nunca acuso a la niña, sino a quien estaba delante de ella. Algo que el hombre a su lado no acababa de entender, ni se molestó en preguntar.—Eso es precisamente lo que quiero averiguar. Porque, cariño, el que planeó todo esto puede ser muy inteligente, pero si tienes una niña como socia, claramente es un idiota con doctorado.—Eso es profundo, cariño, muy profundo.—Lo sé. También tengo otras cosas más profundas por si te inter
Amina sintió que su rostro caía al suelo sin saber si era por la sorpresa o la ira. ¡La chica frente a ella era la misma que había estado en la habitación esa noche ROBANDO! Porque eso no tenía otro nombre.Estuvo justo delante de sus narices todo el tiempo y nunca miró más allá. Hizo un gesto para levantarse de esa silla, pero la chica fue mucho más rápida y comenzó a correr como alma que lleva el diablo. —¡Eres una cobarde! ¡Vuelve aquí, ladrona! —Gritó Amina corriendo tras la chiquilla y Emilio detrás de ella. Aquello era todo un espectáculo y ellos eran los protagonistas—. ¡Vuelve aquí! ¡Incluso si corres a Japón, todavía voy a alcanzarte, mocosa!—¡Cállate, vejestorio! —¿A quién demonios le llamas vejestorio? Minutos después la chiquilla forcejeaba con Amina, su pecho subía y bajaba, pero en lugar de tener miedo de ser atrapada, estaba aterrorizada por la cara de loca que estaba poniendo.—¡Suéltame, vejestorio! —¿Cuál suéltame? ¡Eres la ladrona de la empresa Green! —l
Greta tomó aquella tarjeta en sus manos. Sentía que el cuerpo le temblaba cuando se paró en la entrada de Forest Ing.Nada le aseguraba que Amina realmente la fuera a dejar hablar, ¿Quién le aseguraba que no tenía tres guardaespaldas dentro y un escuadrón listo para encerrarla? Había dicho que la buscará si quiera hablar, pero nunca prometió no traicionarla.Es por eso que Greta respiró profundo antes de avanzar hacia la recepcionista que inmediatamente hizo una llamada a la oficina de Carlos.—Señorita, puede seguir adelante, le recomiendo el ascensor —dijo amablemente la chica y Greta asintió con gustó.—Gracias.—No hay de que, señorita.Segundos después las puertas del ascensor se abrían y ella salía de el con aquella pesadez en el corazón. Notó que en aquella habitación no había absolutamente nada. Ni un alma.A Greta le temblaron los labios, las manos le sudaban y le picaban al mismo tiempo, y en lo único que podía pensar era en que Amina le había tendido una trampa.Pero en cua
Después de un rato, Greta asintió, entendiendo completamente todo lo que tenía que hacer.Lo primero fue buscar a Gingrich con tanta normalidad que no sospechara nada, lo segundo fue buscar la manera de que él admitiera haber sido quien la envió a la empresa y lo que quería lograr con eso.—¿Vas a verlo? —preguntó Amina, viéndole la cara de loca traumatizada que tenía.—¡Por supuesto!—¿Para contarle todo? —preguntó de nuevo.—¡Por supuesto que no! ¿Tu cerebro funciona bien?—¡Me funciona perfectamente bien! ¡A quien parece no funcionarle es a mi novio! No me gusta es la idea de que Carlos confíe en ti, ladrona malcriada. Si yo fuera él, no confío ni un ápice en ti —resopló—. Debe haber visto algo en ti porque no se puede coser sin un dedal contigo...—¡Y así fue! —intervino.Ambas lo miraron como si realmente hubieran olvidado que él estaba allí, junto a ellas en todo el tiempo que habían estado discutiendo.—¿Y qué tienes preparado para ella? —inquirió Amina arqueando una ceja.—¿Qu
Greta subió al ascensor de esa empresa con su mejor cara de buena trabajadora. Tenía el micrófono en su sitio y una ropa muy pero muy cerrada para que no se notara.—Déjame una grieta, infeliz, que por ahí te voy a pescar como el fétido y maloliente surströmming que eres —susurró para sus adentros apretando los dientes.La secretaria del hombre no tardó en recibirla con una sonrisa amable, la misma que le había mostrado desde el primer día que llegó. Aparentemente en esa compañía ella era la única que era tan transparente como el agua, la única real en ese infierno.—Buenos días, señorita Greta, ¿Cómo amanece el día de hoy?Greta sonrió como nunca en su vida y antes de contestar le dio un fuerte abrazo.—Me desperté perfectamente bien, Carol, gracias por preguntarme cada vez que vengo.—No se preocupe señorita, siempre lo hago con mucho gusto y no tiene idea de lo feliz que me hace escuchar cada vez que se siente bien —respondió ella, abrazándola de vuelta—. El Sr. Gingrich me informó
Al día siguiente, la evidencia fue entregada a la policía junto con una orden de arresto.Ni Carlos ni Amina pudieron ver en vivo y en directo cómo Gingrich enloquecía ante las autoridades hasta el punto de sacar un arma para dispararles, pero no se lo perdieron cuando Ricky mandó a uno de los reporteros de la empresa a hacerlo en directo de los hechos.—Puede que no hayas recuperado del todo la memoria, pero sí tienes los mismos trucos —afirmó Amina el mismo día en que sucedió todo cuando visitaban la casa de su amigo para saber cómo estaba de salud—. Estoy más que segura de que pronto te recuperarás.—Creo que sí, amiga, pero esto era oro puro y definitivamente no podía dejarlo pasar.—¡Por supuesto que no! Estamos hablando de un idiota que se hace pasar por un ángel para engañar a gente inocente. Eso no se podía dejar pasar —dijo Amina muy animada al ver la sonrisa en el rostro de Carlos.Un problema menos para el futuro de la empresa y uno menos para ingenuos como Greta. Siendo ta
*Un año después*UN NUEVO MIEMBRO EN LA FAMILIA—Emilio, ¿dónde diablos está mi uniforme? Los Green me van a matar si llego tarde a esa reunión, ¡Dios mío, ayúdame por favor!—Me da ternura verte correr de un lado para otro con esa cara de amargadita —dijo Emilio mostrando su uniforme recién planchado mientras vestía un delantal floreado y la plancha en la mano izquierda—. Estaba arreglando tu uniforme, sé que no les gusta verte con la ropa toda arrugada y horrible.—¡Gracias, Emilio, eres un sol naciente de las montañas! — exclamó agradecida, dejando un suave beso en sus labios y luego corrió a la habitación para cambiarse.Emilio se asomó al marco de la puerta con esa sonrisa resplandeciente, hacía más de un año que la veía así de feliz y activa, trabajando en lo que le apasionaba.Sabía que la decisión que había tomado había sido la mejor para ambos. La vio lista y maquillada, presentable como siempre y la vio despedirse de él con esa emoción creciendo en sus ojos de saber qué tipo
¿Tu difunta esposa?Fueron mis penúltimas palabras antes de aceptar poner de cabeza mi mundo solo para ser parte de su retorcida vida.Una retorcida, excitante y misteriosa vida que hasta la mujer más virgen quisiera llevar.Luego, tomo mis muñecas y las ato con su corbata, me beso fielmente sin despegarse de mi ni un momento.Sus manos no paraban de tocarme por todos lados, juraba que podía escuchar el ritmo de mi corazón, pero yo el suyo ni en sueños.El suyo había huido con ella al más allá; hasta que llegue a su vida por casualidad.Admito que tuve miedo por breves momentos y que las mujeres a su alrededor son crueles, pero también confió en que soy mucho más cruel que ellas.