Después de 2 largas horas con una bebida alcoholizada y de pensar muy bien en ejecutar una reunión de padres con el fin de hablar sobre el problema de los alumnos con respecto a su rendimiento en la institución.
Me dispuse a soltar la botella y en mi estado de embriaguez, tuve la gran idea de enviar un correo para cada padre, por supuesto diciendo lo mismo para todos.
Una vez finalizado comencé el proceso de entrega, todos me fueron respondiendo y confirmando uno a uno su asistencia el día de mañana, hasta que llego Gerald Green, quién con su respuesta de: “Estoy ocupado, pero asistiré a la próxima reunión que forme”. Explotó mi enojo, ya era la cuarta vez que respondía esto y su hijo era el más afectado de la clase, así que tratando de ser cortés tome nuevamente el teclado y redacte un nuevo mensaje para su incompetente respuesta.
“Querido señor Green, me complace informarle que su asistencia es OBLIGATORIA. Por lo tanto, agradezco su presencia en el salón de clases para la reunión que se efectuará sobre el tema: Una mejor relación entre padres y alumnos para fomentar la educación.
Así mismo le comunico, su hijo es el más afectado en el salón de clases. Por lo que es de suma importancia su presencia en nuestra institución.
Sin más que añadir, me despido cortésmente y le deseo una muy agradable noche.
—Y enviar.
Acto seguido recibí su respuesta de confirmación.
El día que había esperado llegó y aquel hombre a quién jamás había tenido el desagrado de conocer, parecía no querer presentarse, posiblemente no se aparecería y tendría que amonestar a su hijo nuevamente.
—Siento pena por el pequeño —susurre para mí y me levante del asiento.
—¡Buenos días!
Todos respondieron amablemente y procedieron a enfocar su atención en mí. Las madres en mis palabras, mis delicadas manos, mis labios color frambuesa y quizás mi cabello castaño. Los padres en mis pechos de copa mediana, el color de mi ropa interior que se veía con dificultad a través de mi falda y mis labios acompañando esto de pensamientos impuros.
—Es un gusto para mí darles la bienvenida. Quiero enfocar un punto importante antes de empezar, es más como una petición para hacer esto un poco más dinámico —fui hacía la puerta de caoba tallada a mano en donde se encontraban detrás de ella todos los alumnos, cada uno sentado en una silla esperando a ser llamados por mí —por favor, pasen y siéntense con su respectivo representante.
Y así fue, cada alumno hizo lo solicitado.
Paso uno a uno con su padre o madre. Algunos fueron regañados antes de la información que tenía para darles y otros fueron recompensados con una felicitación. La excepción del lugar fue aquel chico que se encontraba en el medio del salón esperando a ese repugnante hombre que seguramente estaba gastando su fortuna en mujeres.
Unos pasos fuertes retumbaron en los pasillos de la institución. Como si un ogro con furia se aproximara al salón—. Por supuesto que así era y no me importaba —se aproximaba rápidamente hasta que llego a su meta.
—Buenas —dijo el en tono arrogante.
Los ojos del chico se iluminaron. ¿El aquí? ¿Realmente vino? Es lo que supongo yo, pensaba el chiquillo.
—Señor Green, pasé adelante, por favor y tomé asiento junto a su hijo.
Con cara de no muy buenos amigos acato las órdenes dadas. Sus ojos me seguían a todo lado donde me desviaba, algo parecía estar tramando y en efecto lo hacía. Tenía la misma mirada de odió que me arrojo aquel día que me encontraba con su esposa e hijo.
—Gracias señor Green por su amable cooperación.
—No es nada —dijo con tono pedante.
—Ahora bien, comencemos con el siguiente paso de esta reunión.
—¿De que se trata? —pregunto. Irritante, sumamente irritante y fastidioso. Un hombre rico y poderoso, que todas deseaban en su cama, pero ¿Yo? Yo lo odiaba hasta la medula, lo odiaba.
—De las calificaciones de sus hijos, señor.
—Ah… —respondió desanimado.
—Se nota su interés en lo que dije antes, señor Green.
—¿Qué tiene de interesante?
—Que su hijo es el número 1 en las mejores calificaciones no solo de la clase. El colegió esta muy orgulloso de tenerlo en la institución, es el número 1 de la misma.
Pareció no importarle.
No le importaba ni siquiera un poco y su hijo, lo veía desde abajo en cada una de sus respuestas. No era igual que con su difunta madre, ella estaba realmente orgullosa de ser la madre de aquel pequeño.
—Bueno… Pago para que tenga buenas notas. No hace nada en casa, es lo mínimo que puede hacer por mi como padre.
—Se nota que es el padre que el quiere y necesita, noto su interés por su hijo a millas de distancia, tanto que lo felicito, llega al mismo nivel de atención que su mujer.
Pensé por un instante que está discusión continuaría, pero no fue así. El solo comenzó un silencio incómodo, ¿Acaso algo le dolía? ¿Seguía doliendo la partida de su esposa? Debía de superarlo ya ¿No?
—Siga su clase señorita Watson.
¿Desde cuando sabia mi nombre?
—Gracias señor Green. Le agradezco su atención y la charla tan agradable que tuvimos en estos pequeños minutos.
Luego de 3 horas en la maravillosa charla donde el odioso pero sexy señor Green no dijo ni una sola palabra.
Solo se levanto del asiento, tomo a su hijo y se retiro a casa. El como se veía ese idiota no me importaba, pero el, Carlos si que me importaba y mucho. Su mirada fue triste durante todo el rato y ¿Yo? Yo me sentí más culpable que nunca de escupir esas palabras.
—¡Carlos! —exclame desde el pasillo intentando no alertar a todos los demás.
El chico volteo a verme.
—Gracias por ser mi compañero todo este tiempo. Espero que, en los demás años, sigas estando a mi lado y enseñándome todo eso que eh aprendido hasta ahora.
Carlos sonrió, la sonrisa más bella que eh visto, si yo hubiera sido su madre estaría feliz cada día y con ganas de verlo crecer con fuerza cada día.
—Gracias maestra. Trataré de quedar en la misma sección que se encuentre usted.
El señor Green vio a su pequeño hijo responderme y me vio a mi esperando ansiosa por su respuesta y, cuando pensé que aquel hombre era solo un amargado, playboy, prepotente, egocéntrico y odioso. Fue entonces donde soltó una breve sonrisa, no duro mucho, pero fue fugaz y mágico…
Fue donde comprendí algo de él. No era tan malo como parecía o al menos no con su pequeño, no del todo.
Después de dejar de ver sus siluetas por el pasillo me dispuse a recoger todas mis pertenencias e irme a casa.
—Vaya, la veo muy ocupada señorita Watson.
¿Qué diablos hacía el aquí?
—No. Ya me retiraba señor Green y usted debería hacer lo mismo. ¿Dónde dejo a su pequeño? Debería de estar con el en este momento.
—Esta en el auto. Pero mi charla es con usted señorita Watson, me gustaría saber algunas cosas antes de presentarle mi contrato.
—¿Cuál contrato? No entiendo, ¿De que habla usted?
—Quiero hacer un contrato con usted señorita Watson.
—De usted solo salen cosas sin sentido.
—Lo que le quiero presentar, señorita Watson. Tiene mucho sentido para mi y pronto lo tendrá para usted.
—¿Que necesita? Soy una simple maestra, no una de las zorras que firman los contratos que presentas. Si, el mismo modelo que usted esta a punto de ofrecerme.
—¿Y como sabe usted de que se trata y cuáles son los términos de esos contratos?
—Intuición —mentí.
Una antigua amiga se enamoró de él, cuando su esposa aun estaba viva y esté para cuidar su espalda de algún mal momento, le hizo firmar un contrato donde no podía decir ni una sola palabra sobre la relación que llevaban.
Ella se consideraba una puta —y lo era —así que acepto sin problemas aquel contrato. Semanas después la dejo por otra mujer. No entro en caos debido a su cambio por otra mujer, se volvió loca y desesperada por la falta de su dinero: auto, ropa, comida, belleza, SPA y por supuesto, el pago de la universidad.
Para ella —Verónica— los estudios eran más que esenciales y acabar la universidad significaba una nueva vida llena de lujos y la misma vida para sus padres.
Verónica acabo enloqueciendo, él con cientos de mujeres y yo viendo como los padres de mi amiga se hundían en el dolor tras la pérdida de su pequeña hija.Suicidio… de eso se trataba y así acabo.—No acepto su patético contrato —me negué.—Señorita Watson.—¡No! —le interrumpí. Un fuerte agarre por mi cuello domino el resto de mi cuerpo, el aroma de su perfume se hizo presente, mis piernas se debilitaron y fue entonces cuando entendí que me gustaba sentirme así.Mis pálidas mejillas se sonrojaron, podía sentirlo detrás de mí, fuerte, imponente, posesivo, terco y dominante en todos los sentidos.—No me gusta que me digan que no, señorita Watson —advirtió con voz ronca —así que le recomiendo que acepte escuchar mi oferta.—¿Está acostumbrado a tratar a las damas así? Señor Green —le pregunte intentando zafarme de su agarre —para empezar le recomiendo que no me trate así, soy un maestro, no lo olvide y después de que aprenda a respetarme lo escucharé.Alcancé a sentir como el agarre de s
Escuche atentamente cada cláusula del contrato, revise una a una las incluidas en el físico, pregunte mis dudas y escuche sus respuestas, cambie otras cláusulas distintas a las que dijo.Aparentemente no tenían derecho a ser cambiadas, pero había otras cincuenta que podía cambiar a mi favor.—Me gustaría aclararle algo claro, Sr. Green —dije, cruzando una pierna sobre la otra.—Entre mis primeras veces no entrará mi virginidad, eso lo guardo para alguien especial y no se trata de ti.Una gran carcajada salió de él.—¿Me estás diciendo que tendré que ganármela? —Pregunto con altivez y de mala gana —no encuentro agradable ese término, señorita Watson, sobre todo porque no me gusta limitarme en lo que me pertenece.—¡Yo no te pertenezco! —Antes de que pudiera terminar tomo mi mandíbula con fuerza, lo mire, no dejo de verme, estuvo firme cada segundo y eso me tenía con los nervios —¡detente de una vez por todas! ¿No conoce el respeto? Me irrita jodidamente.—Que boca, señorita —sonrió, al
Necesitaba hablar con ese hombre.Solicité un permiso en la escuela y fui a las instalaciones de su empresa. Miré por todas partes buscándolo como si estuviera loca y solo vi mujeres mirándome de mala gana, hombres extraños mirándome el trasero y sobre todo una chica rubia con un cuerpo perfectamente esculpido por los dioses mirándome de arriba abajo con mucho interés.Me acerque a ella y le pregunte:—Disculpe, ¿sabe usted donde está el Sr. Green?Ella muy amablemente respondió:—El Sr. Green está en una reunión importante.—¿Por casualidad sabe en qué momento está libre?—En media hora debería estar fuera.—Gracias, esperare hasta que salga.Corrí a los asientos más cercanos, esperé la media hora que me había indicado hasta que finalmente se abrieron las puertas de lo que se suponía que era su oficina. Para mi desgracia no vi nada agradable y no podía esperar nada diferente sabiendo de antemano cómo era.Era Gerald sin correa y con el pantalón medio abierto, la camisa medio abierta
Después de ese día vergonzoso en la oficina de Gerald, no quería pensar más en el contrato que me ofreció. Las clases me esperaban, estábamos al final de los exámenes y yo confiaba en que su hijo, el pequeño Carlos, aprobaría todas las materias para poder quedarme con él un año más. Tenía muchas ganas de seguir enseñando a todos estos pequeños. Pero algo dentro de mí surgió, una duda, un desánimo natural. Si aceptara el contrato de este hombre no podría seguir haciendo lo que amo. Sin pensar más en ese sufrimiento llegué al salón de clases, todos los niños me esperaban con una sonrisa en la cara. Lo mejor de la mañana, ver esas caritas sonrientes y aunque algunos estaban nerviosos, siempre me ocupé de esos pequeños inconvenientes. —Buenos días. —Buenos días, maestra Mili —respondieron todos a coro. —¿Están listos para las pruebas de hoy? —les pregunte dejando mi bolsa en una gaveta y sacando de otra la carpeta con las pruebas. El silencio se hizo presente... solo un rostro sobr
El tiempo de clase terminó y todos entregaron sus exámenes. Carlos se acercó y me entrego la suya, pensé en calificarlo de inmediato hasta que hablo.—Profe, se me pasó una pregunta porque no la sabía exactamente.Lo corregí como calificación máxima, no perjudicaría sus calificaciones perfectas por una pregunta dudosa.—No te preocupes —le entregué el examen —nota máxima, felicidades.El pequeño sonrió y salió del aula agradeciéndome y con una gran sonrisa.Durante el resto del día recibí mensajes de Gerald invitándome a cenar y algunas llamadas que no conteste.¿Qué le pasaría a él? Ese hombre nunca fue así y se está comportando de manera demasiado extraña para tener reuniones importantes a las que asistir.Decidí no darle más atención, estaba cansada, los tacones me estaban matando y quería tirarme en la cama. Además, tenía una charla pendiente con mi padre sobre el «cortejo» con Gerald, todavía no creía que hubiera cambiado y estaba segura de que no había cambiado.Aun así, quería
—No vas a salir así, ¿verdad?—Si —respondí de inmediato con una sonrisa pícara, si él iba a perturbar mi día, perturbaría el suyo y podría tomarlo como venganza por todos los malos momentos que me había hecho pasar.El siguió viéndome, parecía que me quería echar una sábana encima y me dispuse a sentarme en uno de los sofás, pero para mi desgracia, mi madre golpeó la mesa.—¡La cena estaba servida! —gritó mientras servía el último plato y Gerald fue el primero en levantarse.Mi padre y yo nos miramos perplejos por unos segundos, el hombre que gastaba grandes cantidades de dinero en platillos exóticos se levantaba rápidamente para ir a comer un platillo común y se veía mucho más emocionado que en un restaurante cinco estrellas.Ambos nos levantamos tras él y lo seguimos hasta la cocina, claro, mientras mi padre veía bien el camino, yo en cambio estaba viendo su redondo y firme trasero, ese pantalón negro lo resaltaba como Dios manda.Después de todo, nadie mencionó que no podías mirar
—Recuerdo lo que pasó el día que tomamos esta foto.Dejé escapar un suspiro de molestia. Sabía que sucedió, pero aún quería escucharlo de su boca, solo para no tener que hablar.—¿Qué paso ese día? —pregunté, desparramada sobre la cama como una estrella de mar.—Ese día tuve un juego y ganamos, Erika me dijo que me amaba y estuvimos juntos por primera vez, nos acompañaste en la foto para celebrar mi victoria.—Maldita sea, no conocía ese —pensé mientras me frotaba el estómago, sentí una especie de náuseas y estaba bastante seguro de que palidecí.—¿Estas bien?Dejó la foto en su lugar y fue directo hacia mí, maldije de mil maneras, no lo quería cerca de mí y tampoco quería saber más de Erika y él. Me bastó saber que guardaba la peor foto de mi vida sin saberlo y que ahora solo quería quemarla, era lo que más deseaba en este momento.—Te vez muy pálida —su mano llego a mi mejilla —¡Mili, estas fría! Debemos ir al hospital, te ves muy mal.—Estoy bien…—Te vez muy mal —note en su rostro
Ahí estaba sentada en mi cama llorando como tantas veces en la secundaria y por el mismo idiota. Solo estaba de espaldas, ni siquiera me veía la cara y yo tampoco quería que lo hiciera, nunca me gustó que me viera tal como estaba ahora, así que tratar de calmarme era imposible, pero tenía que hacerlo o intentarlo de todos modos. Gerald ignoró esa sombra que vio y se concentró en los sollozos de Mili, no podía pensar con claridad, le partía el corazón escucharla llorar. Esa no era la mujer que lo desafiaba, le plantaba cara, le decía cosas en la cara, mucho menos la que no le tenía miedo en absoluto. —Mili… Su voz es pesada, llena de arrepentimiento, su respiración es entrecortada, está nervioso por el continuo movimiento de su pierna y lo escucho tragar saliva. Todavía no se da cuenta, pero vuelve a decir mi nombre con un poco más de impaciencia, a lo que no respondo. —Mili… ¿quieres contestarme? Por favor, me estoy volviendo loco mientras te escuc