Gaia no supo cómo consiguió desnudarlo. Era como intentar mover un fardo de ciento diez kilos que no tenía voluntad propia, pero aun así tenía que prepararlo para cuando su familia llegara. El Jet del Imperio había salido desde América, donde había recogido a la familia de Ian, luego por Marruecos, donde Ángelo y Malena estaban de vacaciones y finalmente pasarían por Córcega para buscar a Alessandro. El resto de los hermanos estaban ya en Italia, en la casa familiar, haciendo los preparativos para el funeral y esperando
Helena buscó los ojos de Alba con expresión de espanto. Ella personalmente había hablado por teléfono con la señora y con Marco, y les había explicado todo lo que había sucedido. No podía ser que no se lo hubieran dicho al resto de la familia. Gaia sentía el alma y el cuerpo pesados. Pasar por una situación como aquella podía destrozar a cualquier familia, y que tuviera que suceder precisamente en la familia de Alessandro parecía demasiado injusto. A pesar de que la interacción había sido poca había podido notar que eran muy unidos y que se querían de verdad. Los gemelos eran valientes y serenos, Ángelo y Alessandro eran muy emocionales, Carlo era un remanso de paz y de sabiduría y Marco… bueno él no había aparecido por ningún lado, pero a decir de Alessandro era el mejor hombre del mundo, el más fuerte y el más justo. Quería preguntarle si estaba bien, pero sabía que iba a sentirse estúpido haciéndolo. ¿Exactamente qué le iba a peguntar? ¿Si podía caminar todavía?Gaia no se había despertado en toda la noche, ni siquiera cuando la había sacado de la bañera para llevársela a la cama. Sabía que el sexo había siCAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
Alessandro sintió que el alma se le caía a los pies. Esperaba muchas cosas pero una revelación como esa no estaba entre ellas.— Gaia amor, dame a la niña.La muchach
Gaia estaba sentada con los pies metidos en el agua. El lago estaba inusualmente tibio a aquella hora de la mañana, y la soledad le ayudaba a poner un poco más en claro sus sentimientos. Descubrir que tenía un hijo le revolvía el pecho con tantas emociones que no sabía cuál asumir primero, pero había algo que no le había dicho a Alessandro, porque ni siquiera era capaz de explicárselo a sí misma: aquel niño, Leo, sentía que lo amaba con todo su corazón, sentía que no había nada más imp
Gaia sintió que de sus ojos comenzaría a salir un manantial de lágrimas de un momento a otro, pero no podía obviar lo que estaba sintiendo.— Alessandro… mi felicidad ha estado contigo literalmente desde que tengo memoria — aseguró mirándolo a los ojos — Pero tengo un miedo horrible de hacerte daño. Ni siquiera sé qu&e
Gaia abrió los ojos con espanto cuando Alessandro encendió el televisor y le mostró la turba de camarógrafos, periodistas, fotógrafos y redactores que se aglomeraban fuera del salón de eventos donde se realizaría la cena que ella con tanto espero había organizado. Los cincuenta ejecutivos más importantes del Imperio con sus respectivas parejas, más la familia Di Sávallo, debían entrar por aquella puerta atestada de agentes de la prensa en menos de dos horas, y Gaia no tenía ni idea de cómo se había
— ¡Levántate, hermosa!Si la frase no hubiera estado acompañada de una sonora nalgada, Gaia hubiera asegurado que era el despertar más romántico de la historia. Olía a café y a tostadas francesas, y su estómago rugió haciéndola abrir primero un ojo para encontrar la posición justa de Alessandro. A los pies de la cama, completamente desnudo, sosteniendo una bandeja con el desayuno.Último capítulo