Gaia y Alessandro son quizás la pareja que más recurrencia tendrá en las novelas posteriores, puesto que ha terminado con un final un poco abierto. La señora Voulgaris ha quedado viva y con sed de venganza, y cuando tenemos un personaje así, sabemos que no importa cuántos años pasen, siempre buscará la forma de vengarse.
Sin embargo, como Gaia y Alessandro se merecen su final feliz, vamos a dejarlos disfrutar por muchos años de esa felicidad. Vamos a dejar que tengan sus siguientes retoños y vamos a despegar la siguiente saga con la figura de Leo.
CAPÍTULO 1Alessandro apagó la televisión de ochenta pulgadas y se dirigió a su habitación con un gesto de profundo agotamiento. Hacía más de cuarenta y ocho horas que no dormía y aun así tenía la sensación de que, por más que lo intentara, no lograría conciliar el sueño. Se dio una ducha larga y reconfortante, esperando que el agua caliente y el sonido del mar lo ayudaran a relajarse, y agradeció mentalmente a Fabio por haber construido aquella
Gaia abrió los ojos despacio, exhalando por lo bajo un gemido de dolor. Sentía como si su piel estuviera envuelta en brasas, estaba débil y somnolienta, pero algo la impulsaba a despertar, a atravesar aquella muralla de sombras. Pasaron algunos instantes antes de que se acostumbrara a la poca luz que entraba a través de las persianas cerradas, y entonces miró alrededor.Estaba en un hospital, podía reconocer los equipos médicos, la cama Fowler, la
Alessandro clavó los ojos en Gaia a través del cristal, y ella le respondió con una mirada inteligente aunque un poco perdida.— ¿Puedes explicarte mejor? — le pidió a Jasper.— Quise hacerle una resonancia para asegurarme de que no hubiera ningún traumatismo físico, y la buena noticia es que su cuerpo no sufrió lesiones, pero en cuanto escuché cómo hablaba me di cuenta de que algo no iba bien.
— ¿Tienes hambre?Era una pregunta un poco tonta pero al menos servía para romper el incómodo silencio que se había creado en el trayecto a casa; incómodo solo para Alessandro, porque Gaia parecía fascinada por las luces de la ciudad y por aquella carretera que bordeaba el golfo.&md
Gaia tragó saliva cuando el auto deportivo se detuvo frente al Centro de Conferencias, que en aquel momento fungía como sede de operaciones para la respuesta al naufragio del crucero. El edificio de ocho pisos bullía como un nido de avispas, y cientos de personas recorrían los pasillos. Sentía una extraña necesidad de asir la mano de Alessandro y salir de Alessandro y salir corriendo de allí, pero él tenía una vida con la que no podía interferir y su decisión había sido clara.—Blake es un experto en manejo de desastres. — había dicho — Estoy seguro de que a p
— Te prometo que vas a estar bien. — fue lo único que se le ocurrió decir antes de abandonar la habitación.Gaia iba a caer rendida después de doce horas sentada en una silla y como Jo—Jo le estaba haciendo compañía, Alessandro por fin pudo relajarse. Posiblemente fuera una estupidez tenerla en casa, pero a pesar de todas sus reservas, no tenía corazón para dejarla desprotegida.Se sirvió un vaso de whisky y salió a
Podía hacer todo el esfuerzo del mundo, intentar recordar todas las horribles consecuencias de lo que estaba a punto de hacer, y ni aun así habría logrado salir de aquella locura que le quemaba las venas al sentir a Gaia correrse entre sus dedos. Iba a repetir la historia, iba a arriesgar su corazón, iba a salir destrozado de todo aquello a menos… a menos que se obligara a convertirlo en otra cosa. ¡Y tenía que hacerlo porque detenerse no era una opción! Alessandro no durmió esa noche, al parecer era peor estar sin Gaia que vigilarle el sueño. Sobre la una de la madrugada la sintió salir, rastreó cada uno de sus pasos y esperó, esperó a que Jo—Jo la trajera a salvo, esperó hasta que la vio entrar tan mojada y dormida como siempre, pero ni sabiéndola en casa pudo descansar. Había algo en todo lo que Gaia hacía y decía que era intrínsecamente verdadero, persCAPÍTULO 10