CAPÍTULO 20

Alessandro corría más que caminaba con Gaia agarrada fuertemente de su mano, al punto en que la chica tuvo que quitarse los tacones entre saltos para poder seguirle el paso. Ni siquiera tuvo tiempo de cerrar la puerta del camarote y ya la estaba besando como un desposeído, apretando su cuerpo contra una de las paredes. La levantó de las caderas y se dejó caer en la cama con ella sobre su pecho.

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