Rosella llegó a Tokio al día siguiente. Era mediodía y el sol brillaba con un esplendor majestuoso, un halo de luz rodeaba el astro rey, o al menos, eso le pareció a ella.
Se dirigió al hotel donde Costa estaba hospedado. Abordó el famoso tren bala de Japón, el shinkansen desde la estación Tokio, y al igual que la primera vez que lo siguió a México, llevaba abierto el traductor en su teléfono móvil. Se había vuelto medianamente hábil con la aplicación y viajó sin demasiados problemas.
Japón es una nación en extremo diferente a México, y el ambiente y la calidez de los nipones es mejor en muchos aspectos, desde las limpias calles, la mejor educación vial de los conductores, hasta los transeúntes que le sonreían ocasionalmente a modo de saludó. Recordó que en México había sido objeto
La dinastía Akiyama existió desde tiempos ancestrales en diversas regiones de las islas japonesas. Los historiadores no se ponen de acuerdo si el primer indicio de la dinastía se remonta a 2000 o 1000 a.C. No existen demasiados registros fidedignos de tales hechos, lo que sí se sabe, es que una línea de descendencia de aquel ancestral linaje que se remonta hasta el Emperador Kiyoshi, sobrevivió hasta bien entrado el siglo XX. Se dice, además, que quedan solo algunas personas con la sangre del emperador corriendo aun en sus venas.La historia adquiere tintes de leyenda en la actualidad, pues nadie desde los años 70 tiene conocimiento de donde (si es que los hay) están ahora los pocos descendientes. Todo lo que algunos de los ancianos más longevos de Japón pueden contar, es que un campesino llamado Taiki, quien llegó a vivir a los suburbios de Tokio recién iniciado el nuevo milenio,
La habitación del Conde Di Tella se hallaba en penumbras, eran las cuatro de la tarde y llevaba más de dieciséis horas en cama. En la pequeña mesa que tenía a un lado, estaba Daisy la tarántula, quien masticaba su comida desde su casa de cristal y parecía observar a su amo.El Conde se levantó y sus huesos se quejaron. Abrió las persianas de su habitación. Afuera, el día era hermoso y brillante. Echó un vistazo a su inmenso jardín y vio que un par de mariposas revoloteaban y jugueteaban entre sí. Una escena bonita, pero intrascendental en el gran orden de los pensamientos del Conde Di Tella.Ordenó algo de comer y engulló con bastante aspereza. Dejo más de la mitad de su comida en el plato. A pesar de que él no era médico y conocía bastante poco de temas sobre salud, no necesitaba ser un genio para darse cuenta que presentaba los s
— ¿Cómo fue que fingiste tu muerte ante el Conde? – preguntó Rosella a Costa mientras conducían por la larga avenida. Akane les esperaba ya y les había dicho que prepararía unos platillos exquisitos.Costa rio.— No fue algo planeado, al menos no todo. Cuando Victoria me dijo que esos no eran los hombres que el Conde había contratado para matarnos, y después de que ella muriera, decidí que no me importaba si vivía o moría. En ese momento, para mí la vida ya no tenía sentido. Así que la tome en mis brazos y entramos al bungalow. Pedí a uno de los chicos que estaba con nosotros que trajera uno de esos chalecos que todavía tenían puestos los cadáveres. Me lo puse y esperé a que ellos llegaran. Sabía que buscarían allí, y no me equivoqué, pues paso poco tiempo hasta que finalmente el hombre aparec
La increíble habilidad de Derek para localizar personas podría compararse fácilmente y, sin demasiadas desventajas, a las de un sabueso entrenado. Le tomó relativamente poco tiempo dar con el hotel donde la mujer de Leone Bellini se hospedaba. Cuando la localizo, pensó de inmediato notificarlo, pero decidió esperar a tener noticias más jugosas. Por suerte para él, la espera no se prolongó demasiado, pues cuando la mujer salió del hotel antes del anochecer, lo hizo acompañada de un hombre, y no cualquier hombre. Derek sentía que estaba viendo un cadáver andante cuando vio a Sebastián Costa. Este, caminaba de la mano con la mujer y Derek tuvo que contener el impulso de avisar inmediatamente a Leone. Primero debía estar seguro de que se trataba de él mismo sujeto que había seguido hasta México, hacía ya algún tiempo. Comparó el
El estilo de vida oriental suele estar asociado al bienestar y al confort. La sencillez de la decoración japonesa atrae a mucha gente y Rosella no era la excepción. La casa de Akane reflejaba sencillez y elegancia, pero, sobre todo, buen gusto. En lugar de las persianas clásicas tan comunes en occidente, la casa tenía una puerta corredera de madera y papel llamada “shoji”, está, permitía que la luz solar calentará suavemente la habitación. Un jarrón hueco que contenía hermosas flores violáceas y blancas decoraba cada uno de los rincones de la sala de estar. Las ventanas de la casa estaban confeccionadas con planchas de madera y cristales correderos. Había una ventana abierta situada frente al jardín, por donde se colaba un poco de la fragancia de las flores. Dos enormes lámparas en forma hexagonal colgaban del techo, emitiendo una luz blanca tenue y discreta. El &uacut
Leone Bellini arrojó violentamente el teléfono móvil, este chocó contra la gruesa pared y se hizo añicos. Pedazos quedaron desperdigados aquí y allá.Sentía una furia desbordante gestándose en su interior, le temblaban y le sudaban las manos a tal grado que parecían las manos de un anciano aquejado de Parkinson. Finalmente, y tras decidir que aquella rabia no le ayudaba en nada, uso una vieja técnica de relajación: Inspiraba hondo y retenía el aire contando hasta cinco, después lo expulsaba en una bocanada rápida. Repitió cinco veces y sus nervios comenzaron a sosegarse. Sabía que era necesario estar tranquilo y con la cabeza fría para planear algo a la altura de las circunstancias. Rosella ya se había burlado de él lo suficiente para ganarse una muerte horrenda, no sin antes padecer una buena dosis de tortura y sufrimiento.Ella e
El regreso a Paris estuvo plagado de contratiempos. Para empezar, el despegue había demorado casi sesenta minutos, un pronóstico de mal tiempo parecía ser el causante. Una vez en el aire, la turbulencia, aunada a un estruendoso concierto de truenos y rayos había inquietado a Rosella, que por lo general acostumbraba a dormir o a disfrutar una buena lectura cada vez que viajaba, esta vez, sin embargo, se limitó a mirar a través de la ventanilla, preguntándose si aquello no era un mal augurio. La luminosidad de los rayos parecía hallarse tan inquietantemente cerca que a Rosella le recordó una vieja historia sobre los jinetes del apocalipsis: Estos llegaban montados en rayos, anunciando el fin del mundo.Al mal tiempo, se sumó el hecho de que las cuentas bancarias de ambos se hallaban finalmente en números rojos; tenían lo suficiente para regresar, pero si no buscaban alguna manera de ganars
El Conde Di Tella estaba viendo uno de sus programas favoritos por televisión: se trataba de un documental sobre animales prehistóricos. Desparramado en el sofá, parecía un hombre de esos que miran futbol los domingos, esa clase de aficionados a los que no les importa nada que no tenga que ver con un grupo de hombre corriendo tras un balón, y esos, que, por lo general, no tienen ningún sentido del decoro. El Conde tenía la camisa desabotonada, los pies descalzos encima de una pequeña mesa de vidrio y un vaso de whisky en la mano (cosa rara) Había dormido demasiado y aún sentía los efectos residuales de la hipersomnia. La cabeza le picaba y se rascaba cada tanto de forma desesperada. Pronto iría a darse un baño y la incomodidad desaparecería, al menos eso era lo que pensaba. No es que tuviera muchas ganas de estar levantado mirando televisión y esperando que el baño estuvie