(5)

Leone Bellini arrojó violentamente el teléfono móvil, este chocó contra la gruesa pared y se hizo añicos. Pedazos quedaron desperdigados aquí y allá.

Sentía una furia desbordante gestándose en su interior, le temblaban y le sudaban las manos a tal grado que parecían las manos de un anciano aquejado de Parkinson. Finalmente, y tras decidir que aquella rabia no le ayudaba en nada, uso una vieja técnica de relajación: Inspiraba hondo y retenía el aire contando hasta cinco, después lo expulsaba en una bocanada rápida. Repitió cinco veces y sus nervios comenzaron a sosegarse. Sabía que era necesario estar tranquilo y con la cabeza fría para planear algo a la altura de las circunstancias. Rosella ya se había burlado de él lo suficiente para ganarse una muerte horrenda, no sin antes padecer una buena dosis de tortura y sufrimiento.

Ella e

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