—No comprendo algo—mencionó Bruno entrando por la puerta de la heladería, volteó hacia la barra y le sonrió a Ornella, una de las empleadas quién estaba atendiendo a un cliente. Regresó su mirada a Adam—. Si querías hablar sobre Billie en privado, ¿por qué estamos en Sunny Ice?
—Porque es martes—respondió Adam y caminó hacia la cola de pedidos. Bruno lo miró sin entender a qué se refería—. Billie no trabaja los martes, pensé que lo sabías.
—No acostumbro venir entre semana, el domingo es mi día—respondió—. La cuestión acá es, ¿qué necesitas hablar de Billie?
—Me gusta Dione pero Billie me confesó que le gustaba.
Bruno asintió para luego fruncir el ceño con duda.
— ¿Dione no es la chica de tu libro?
—Sí, pero es real para mí—llegaron a la caja y Ornella los atendió, ambos pidieron un helado de chocolate y luego de que ella les entregara la orden, caminaron hacia una de las mesas.
—Diría que es algo normal pero me resulta un tanto extraño—mencionó—. No entiendo estas cosas de la ficción y el amor.
—No necesitas entender el amor, sólo vivirlo—respondió y se metió una cucharada de helado a la boca.
Adam comenzó a contarle a Bruno sobre su relación con Billie. Ellos habían sido amigos desde que él comenzó a comprar helados y se le hacía difícil poder verla de otra forma. Mentiría si dijera que no le parecía bonita, realmente ella era una belleza que lograba llamar la atención de muchos, pero para Adam el físico no bastaba.
Era la maldición del escritor, escribir grandes personajes que se le hacía imposible fijarse en las personas reales.
— ¿Me ayudarás a que ella deje de fijarse en mí? —preguntó el pelinegro, Bruno frunció los labios para luego sonreír y asentir.
—Sí—respondió sin problemas—, aunque para eso necesitaremos una tercera persona porque aparentemente los planes que hago siempre terminan mal. La última vez que intenté que una chica se interesara en mi mejor amigo, terminé enamorado de ella.
—Eso es un cliché—rió—. Me lo vi venir incluso antes de que terminaras de hablar—Bruno rodó los ojos pero no respondió nada, prefirió cambiar el tema y dirigirlo nuevamente a Billie.
Billie era pelirroja y su mirada como esmeraldas hacía que podías fijarte fácilmente en ella. Adam estaba seguro que había una gran cantidad de chicos que se llegaban a la heladería sólo para verla, pero ella no les prestaba atención, su mirada sólo era dirigida al escritor novato que escribía cada tarde mientras se comía su helado.
—Si te soy sincero, no le veo el problema que le gustes a Billie.
Adam negó, el problema se dirigía a que no le interesaba ella, no al menos de la forma que ella estaba interesada en él. Sabía que no debía gustarle Dione por cuestiones de lógica, pero por mucho que intentara dejar de pensar en ella, había algo que le impedía dejar de escribir sobre ella.
Su escritura se enfocaba en una realidad ficticia que había creado para Dione, ella vivía en su mundo perfecto, en donde podía hacer o decir lo que quisiera y nadie opinaría al respecto. Adam era el personaje principal en su historia y Dione era la chica que lo acompañaba en cada momento.
«El Sol se siente opacado con tu luzLa Luna lo ha sentido varias veces con tu brilloCréeme que no hay nada más lindoQue la dulce sonrisa que tienes cada vez que te miro»Al llegar a Sunny Ice ese día notó que habían colocado un cartel en donde se solicitaba una persona para personal, dudó en postularse pero luego reconoció que eso sólo complicaba las cosas entre ellos; si quería que Billie ya no se fijara en él, no podía trabajar todos los días con ella, no sería factible ni considerado para ambos.
«Podría describirte de mil formasUsando las palabras más lindas que hayPero aun asíNo podría demostrar todo lo que siento por ti»Adam se encontraba sentado en una de las mesas de la heladería, Billie estaba dentro del almacén realizando el inventario, por lo que se tomó el tiempo para escribir un poco. Necesitaba ordenar sus ideas y aunque ir a la heladería no era la mejor idea, estar en su casa era mucho peor para eso.Dos chicos se sentaron en su mesa, Adam los notó pero no le tomó mucha importancia, has
Esa noche llegó a su casa con el corazón latiendo desesperado y la mente vuelta un lío. ¿Cuál era la posibilidad de que la chica que acaba de conocer se llamase de la misma forma que la chica de su historia? Viéndolo de esa forma, la probabilidad sería bastante común y muy poco extraña, pero conociendo que Dione era un nombre curioso y cuya probabilidad venía dada a que los padres de la chica fuesen amantes de la astronomía y que hayan decidido llamarla como una de las dieciséis lunas de Saturno...Adam sabía que era una casualidad muy extraña.«No hay de qué alterarse, seguro hay muchas chicas con ese nombre en Asderma, seguro hasta es común»—se dijo a sí mismo mientras buscaba en su computadora el libro que estaba escribiendo.
Tres días pasaron y Adam no volvió a ver a Dione, pasó todo ese tiempo en la heladería, esquivando a Billie y sólo asistiendo en horarios en donde ella no estuviese o anduviera muy ocupada como para prestarle la mínima atención. El cuarto día era importante porque sucedieron dos cosas: [uno] Billie había ido a una hora diferente por lo que se la encontró apenas entró a la heladería y [dos] volvió a ver a Dione.La vio entrar y se sintió de la misma forma que la primera vez, estaba impresionado por ella, no sabía lo que era, no sabía qué tenía, sólo que era una chica que le hacía sentir diferente. Ella lo miró y le sonrió, pero no se acercó, pasó directo a la barra para pedir.
Adam se encontraba sentado en la silla de su escritorio, había colocado su álbum favorito de Jo Inoa y se mantuvo intentando conseguir algo bueno para poder escribir, tenía la inspiración pero no tenía las palabras exactas para comenzar.Era el mal del escritor.Leyó varias veces el último capítulo que había escrito, Dione aparecía en todos ellos por ser la protagonista, pero quizás necesitaba crear un nuevo personaje además de Leo y ella, alguien que fuese la razón por la cual ellos deberían luchar para estar juntos.Su mejor amigo entró a su cuarto y lo sacó de su mini momento de inspiración.—Me encontr&eacut
Ignorando todo lo que había sucedido con respecto a Billie, Adam decidió que debía verla y pasar rato como lo hacían antes de que ella confesara sus sentimientos por él. La esperó en la parada de autobús que ella solía tomar para regresarse a su casa cada martes luego de su clase de música.Se sentó en uno de los bancos y sacó su teléfono para entretenerse un poco.— ¿Y tú quién eres? —le preguntó un chico sorprendiéndolo por completo. Adam lo miró un frunció el ceño, ¿de qué estaba hablando?— ¿Disculpa? —el chico negó rápidamente y agachó la cabeza.
Billie se encontraba sentada en una de las mesas vacías de Sunny Ice, faltabas diez minutos para abrir pero por su cabeza sólo pasaba la conversación que había tenido con Adam ayer. Observó a Dione, estaba colocando las servilletas en las mesasy acomodando las sillas sueltas que había, la castaña volteó a verla y le saludó al notar que la estaba mirando.Billie sonrió y le devolvió el saludo. No tenía nada en contra de ella, no había hecho nada como para estarlo, pero le molestaba la insistencia de Adam en creer que ella podía ser la misma chica de su historia.¿Los escritores eran así? ¿Podían llegar a creer en un personaje hasta ese punto? Los escritores eran seres extraños, no podía entenderlos a
— ¿Lo mismo de siempre Adam? —preguntó Dione, Adam asintió.— ¿Cómo sabes qué es lo que pido siempre? —le dijo extrañado, no le parecía malo sólo un tanto curioso.—Billie lo comentó, —respondió la castaña —. ¿Te gustaría salir un día? —se atrevió a preguntar, Adam la miró y ella le dio una media sonrisa. Podía decirse que se encontraba nerviosa con su respuesta.Adam sería su primer amigo en la ciudad y no quería arruinarlo.—Claro, sí—respondió—. ¿Qué tal el sábado?
Último capítulo