«Tal vez las estrellas se alinearon
Tal vez quisieron darme a entender algo
Dione no es Billie
Billie no es Dione
Pero ambas saben cómo obtener mi corazón »
Apenas llegó a su casa, tomó su libreta y escribió en ella. Su corazón le latía rápido, las manos le temblaban un poco y si recordaba el beso que Billie le había dado, la mente le daba vueltas como si estuviese mareado. Él se consideraba un chico romántico pero no enamoradizo. ¿Por qué se sentía tan aturdido luego de ese beso?
Billie era su amiga, siempre lo había sido, ¿cómo era posible que ella pudiese sentirse de esa forma con él?
Se sintió como un tonto al no pensar en esa posibilidad. Era tan obvio que jamás pasó por su cabeza, pero luego de su confesión fue como si las piezas del rompecabezas se hubiesen colocado solas. No era la primera vez que ella le decía algo sobre Dione, siempre se la pasaba diciendo que se fijara en otra chica, en una real, en una chica como ella.
Adam no entendía la manera en que las chicas confesaban su amor, lo hacían de una manera tan indirecta que jamás se te pasaba por la cabeza la idea, al menos que fuese un genio. Y él tristemente no lo era.
Llamó rápido a su mejor amigo para contarle lo que sucedió. Esperó impaciente a que el tercer tono sonara y el chico atendiera la llamada.
— ¿Aló? —escuchó la voz de Martin.
—Billie confesó que le gusto.
—No es algo nuevo—respondió—. Estaba pensando en cuándo iba a decírtelo
Adam frunció el ceño.
— ¿Ah?
—Me has contado las cosas que han hecho y todo lo que te dice—comentó—. No la conozco pero no es un secreto que le gustas a esa chica.
—Nunca me lo esperé.
—Y eso amigo te hace quedar como un idiota. Y uno bien lento.
—Es que no logro comprender—le dijo—. Creí que todo lo que hacía para mí era porque me quería pero como amigos.
—Y te quiere pero como amigos no está en su planes—rio—. Te ha hecho descuentos, a veces no te cobra nada, le pone helado extra a tu pedido...¿Qué tan lento puedes ser para que no te dieras cuenta de lo mucho que le gustas?
—No lo vi como algo de gustar sino como amigos.
—Hombre, tú eres mi amigo y no haría ninguna de esas cosas que ella hizo por ti—confesó—. Dar helado extra es algo serio, no se hace por cualquiera—escuchó como si algo se hubiese quebrado en el fondo—. Debo dejarte, mi gato acaba de tumbar un vaso y debo recoger los pedazos antes de que mi mamá llegue y me mate.
Cortó la llamada y se lanzó a la cama. Miró el techo y suspiró, debía pensar sobre todo lo que había sucedido. A él le gustaba Dione pero Billie había logrado que algo nuevo apareciera en él.
Posiblemente confusión.
No quería sentirse culpable al no corresponderle como ella quisiera, pero era algo que él no medía. Él no escogía de quién enamorarse y se sentía como un tonto cada vez que recordaba que Dione no era real y que él la había creado.
¿Qué debía hacer luego de eso? ¿Cómo debía tratarla? ¿Tenía que fingir que nada había pasado o hacerle frente y decirle cómo se sentía con ello? No quería lastimarla, ella era su amiga pero sabía que de una forma u otra, no podía corresponder a todo lo que ella sentía.
No mientras existiese Dione, o bueno, mientras existiese en sus pensamientos.
Tanto pensar en Dione le hizo darse cuenta de que no sabía realmente cómo era ella, sabía su personalidad, la había creado justo como le gustaba pero su físico era algo que nunca había pensado. Miró el techo y la visualizó.
De pelo corto color chocolate, ojos oscuros que mostraban un misterio dentro de ellos, la piel blanca pero con un par de lunares recorriendo su cuerpo y unos labios voluminosos que hacían que te fijases mucho en ellos.
Sonrió con la imagen en su cabeza pero se levantó de golpe dándose cuenta de que eso era justo lo que no debía hacer. No debía pensar más en Dione, se quedaría loco y solo si eso continuaba.
Tomó su teléfono y buscó su conversación con Billie. No sabía si debía decirle algo sobre el beso o si debía hacer como si nada hubiese pasado. Sin embargo optó por lo más tonto que una persona puede hacer luego de besar a alguien.
Adam_6:23pm:
Hey Billie, ¿tienes el número de Bruno?
—No comprendo algo—mencionó Bruno entrando por la puerta de la heladería, volteó hacia la barra y le sonrió a Ornella, una de las empleadas quién estaba atendiendo a un cliente. Regresó su mirada a Adam—. Si querías hablar sobre Billie en privado, ¿por qué estamos en Sunny Ice?—Porque es martes—respondió Adam y caminó hacia la cola de pedidos. Bruno lo miró sin entender a qué se refería—. Billie no trabaja los martes, pensé que lo sabías.—No acostumbro venir entre semana, el domingo es mi día—respondió—. La cuestión acá es, ¿qué necesitas hablar de Billie?—Me gusta Dione p
«El Sol se siente opacado con tu luzLa Luna lo ha sentido varias veces con tu brilloCréeme que no hay nada más lindoQue la dulce sonrisa que tienes cada vez que te miro»Al llegar a Sunny Ice ese día notó que habían colocado un cartel en donde se solicitaba una persona para personal, dudó en postularse pero luego reconoció que eso sólo complicaba las cosas entre ellos; si quería que Billie ya no se fijara en él, no podía trabajar todos los días con ella, no sería factible ni considerado para ambos.
«Podría describirte de mil formasUsando las palabras más lindas que hayPero aun asíNo podría demostrar todo lo que siento por ti»Adam se encontraba sentado en una de las mesas de la heladería, Billie estaba dentro del almacén realizando el inventario, por lo que se tomó el tiempo para escribir un poco. Necesitaba ordenar sus ideas y aunque ir a la heladería no era la mejor idea, estar en su casa era mucho peor para eso.Dos chicos se sentaron en su mesa, Adam los notó pero no le tomó mucha importancia, has
Esa noche llegó a su casa con el corazón latiendo desesperado y la mente vuelta un lío. ¿Cuál era la posibilidad de que la chica que acaba de conocer se llamase de la misma forma que la chica de su historia? Viéndolo de esa forma, la probabilidad sería bastante común y muy poco extraña, pero conociendo que Dione era un nombre curioso y cuya probabilidad venía dada a que los padres de la chica fuesen amantes de la astronomía y que hayan decidido llamarla como una de las dieciséis lunas de Saturno...Adam sabía que era una casualidad muy extraña.«No hay de qué alterarse, seguro hay muchas chicas con ese nombre en Asderma, seguro hasta es común»—se dijo a sí mismo mientras buscaba en su computadora el libro que estaba escribiendo.
Tres días pasaron y Adam no volvió a ver a Dione, pasó todo ese tiempo en la heladería, esquivando a Billie y sólo asistiendo en horarios en donde ella no estuviese o anduviera muy ocupada como para prestarle la mínima atención. El cuarto día era importante porque sucedieron dos cosas: [uno] Billie había ido a una hora diferente por lo que se la encontró apenas entró a la heladería y [dos] volvió a ver a Dione.La vio entrar y se sintió de la misma forma que la primera vez, estaba impresionado por ella, no sabía lo que era, no sabía qué tenía, sólo que era una chica que le hacía sentir diferente. Ella lo miró y le sonrió, pero no se acercó, pasó directo a la barra para pedir.
Adam se encontraba sentado en la silla de su escritorio, había colocado su álbum favorito de Jo Inoa y se mantuvo intentando conseguir algo bueno para poder escribir, tenía la inspiración pero no tenía las palabras exactas para comenzar.Era el mal del escritor.Leyó varias veces el último capítulo que había escrito, Dione aparecía en todos ellos por ser la protagonista, pero quizás necesitaba crear un nuevo personaje además de Leo y ella, alguien que fuese la razón por la cual ellos deberían luchar para estar juntos.Su mejor amigo entró a su cuarto y lo sacó de su mini momento de inspiración.—Me encontr&eacut
Ignorando todo lo que había sucedido con respecto a Billie, Adam decidió que debía verla y pasar rato como lo hacían antes de que ella confesara sus sentimientos por él. La esperó en la parada de autobús que ella solía tomar para regresarse a su casa cada martes luego de su clase de música.Se sentó en uno de los bancos y sacó su teléfono para entretenerse un poco.— ¿Y tú quién eres? —le preguntó un chico sorprendiéndolo por completo. Adam lo miró un frunció el ceño, ¿de qué estaba hablando?— ¿Disculpa? —el chico negó rápidamente y agachó la cabeza.
Billie se encontraba sentada en una de las mesas vacías de Sunny Ice, faltabas diez minutos para abrir pero por su cabeza sólo pasaba la conversación que había tenido con Adam ayer. Observó a Dione, estaba colocando las servilletas en las mesasy acomodando las sillas sueltas que había, la castaña volteó a verla y le saludó al notar que la estaba mirando.Billie sonrió y le devolvió el saludo. No tenía nada en contra de ella, no había hecho nada como para estarlo, pero le molestaba la insistencia de Adam en creer que ella podía ser la misma chica de su historia.¿Los escritores eran así? ¿Podían llegar a creer en un personaje hasta ese punto? Los escritores eran seres extraños, no podía entenderlos a