«El Sol se siente opacado con tu luz
La Luna lo ha sentido varias veces con tu brillo
Créeme que no hay nada más lindo
Que la dulce sonrisa que tienes cada vez que te miro»
Al llegar a Sunny Ice ese día notó que habían colocado un cartel en donde se solicitaba una persona para personal, dudó en postularse pero luego reconoció que eso sólo complicaba las cosas entre ellos; si quería que Billie ya no se fijara en él, no podía trabajar todos los días con ella, no sería factible ni considerado para ambos.
Entró a la heladería y observó a Ornella atender en la caja, se acercó a ella y la saludó como de costumbre.
—Hey Adam—lo saludó—. ¿Un helado de menta hoy?
—Me gustaría comer de piña—mencionó, ella asintió y buscó el cucharón para tomar unas bolas—. ¿Preparada para iniciar en la universidad? —preguntó, ella suspiró.
—Me aterra un poco, nunca he sido buena para hacer amigos—confesó—. Dicen que soy un poco dramática.
—Pues te puede funcionar para ser escritora—ella rió.
—Con las historias que me invento, posiblemente—rió—. Serán un dólar con cincuenta—Adam asintió.
—No, hoy invita la casa—habló Billie colocándose a su lado. Adam le dio una sonrisa cerrada y se sintió un poco incómodo por la situación.
—Me gustaría pagarlo hoy—le dijo, ella negó—. De verdad, no me siento bien permitiendo que pagues por el helado.
—No seas tonto—comentó—. Sabes que no tengo problema en hacerlo—él permaneció en silencio—. Es por lo del beso, ¿verdad? Ahg, Adam, podemos ignorarlo si lo deseas.
—No yo...sólo creo que no deberías gastar helado en mí sin ninguna recompensa—sacó dos billetes y se los entregó a Ornella—. Aquí tienes, quédate con el cambio.
Tomó el helado y se lo llevó a una mesa, Billie lo observó desde la barra y Ornella le hizo señas para que se acercara a hablarle. Ellas se habían vuelto buenas amigas a través de del trabajo y Billie le había confesado lo mucho que le gustaba el pelinegro.
Caminó hasta él y se paró al lado de su mesa.
— ¿Estás escribiendo algo?
—Bueno, sigo con mi historia. La misma desde hace unos meses—respondió—. Estoy un poco corto de tiempo pero intento tomar todo lo que pueda para escribir.
—Es agradable escucharte decir eso—le dijo y pensó que tal vez había sido mala idea acercarse.
Tal vez fue mala idea haberle dicho que le gustaba.
—Yo emm, ¿desearías que Dione fuera real?
— ¿Qué? —dudó, no logró escuchar lo que había dicho porque había hablado muy rápido.
— ¿Desearías que Dione fuera real? —repitió—. Ella es como una musa para ti.
—Yo emm, sí—confesó—. Digo, si alguien viniera a concederme tres deseos me gustaría conocer a Dione al menos una vez de verdad. Tenerla frente y poder tocarla.
—Oh—no supo que decir.
—Pude ver que buscaban a alguien nuevo—cambió la conversación.
—Sí, Andy trabaja hasta hoy—mencionó—. Creo que tiene un nuevo trabajo, pero espero que le vaya bien. La heladería se hace cada vez más famosa y tres personas no pueden atender a todos. Más que todo, los sábados.
—Espero que consigan uno rápido.
Billie sonrió, ella esperaba que él se presentara para el puesto pero sabía que luego de haberle dicho que le gustaba, muchas cosas habían cambiado entre ambos, pero estaba bien, ella podía mantenerse al margen. Sólo debía buscar alguna forma de hacerle ver a Adam que no era sano estar enamorado de alguien que no existía.
Ella era real y quería demostrárselo.
«Podría describirte de mil formasUsando las palabras más lindas que hayPero aun asíNo podría demostrar todo lo que siento por ti»Adam se encontraba sentado en una de las mesas de la heladería, Billie estaba dentro del almacén realizando el inventario, por lo que se tomó el tiempo para escribir un poco. Necesitaba ordenar sus ideas y aunque ir a la heladería no era la mejor idea, estar en su casa era mucho peor para eso.Dos chicos se sentaron en su mesa, Adam los notó pero no le tomó mucha importancia, has
Esa noche llegó a su casa con el corazón latiendo desesperado y la mente vuelta un lío. ¿Cuál era la posibilidad de que la chica que acaba de conocer se llamase de la misma forma que la chica de su historia? Viéndolo de esa forma, la probabilidad sería bastante común y muy poco extraña, pero conociendo que Dione era un nombre curioso y cuya probabilidad venía dada a que los padres de la chica fuesen amantes de la astronomía y que hayan decidido llamarla como una de las dieciséis lunas de Saturno...Adam sabía que era una casualidad muy extraña.«No hay de qué alterarse, seguro hay muchas chicas con ese nombre en Asderma, seguro hasta es común»—se dijo a sí mismo mientras buscaba en su computadora el libro que estaba escribiendo.
Tres días pasaron y Adam no volvió a ver a Dione, pasó todo ese tiempo en la heladería, esquivando a Billie y sólo asistiendo en horarios en donde ella no estuviese o anduviera muy ocupada como para prestarle la mínima atención. El cuarto día era importante porque sucedieron dos cosas: [uno] Billie había ido a una hora diferente por lo que se la encontró apenas entró a la heladería y [dos] volvió a ver a Dione.La vio entrar y se sintió de la misma forma que la primera vez, estaba impresionado por ella, no sabía lo que era, no sabía qué tenía, sólo que era una chica que le hacía sentir diferente. Ella lo miró y le sonrió, pero no se acercó, pasó directo a la barra para pedir.
Adam se encontraba sentado en la silla de su escritorio, había colocado su álbum favorito de Jo Inoa y se mantuvo intentando conseguir algo bueno para poder escribir, tenía la inspiración pero no tenía las palabras exactas para comenzar.Era el mal del escritor.Leyó varias veces el último capítulo que había escrito, Dione aparecía en todos ellos por ser la protagonista, pero quizás necesitaba crear un nuevo personaje además de Leo y ella, alguien que fuese la razón por la cual ellos deberían luchar para estar juntos.Su mejor amigo entró a su cuarto y lo sacó de su mini momento de inspiración.—Me encontr&eacut
Ignorando todo lo que había sucedido con respecto a Billie, Adam decidió que debía verla y pasar rato como lo hacían antes de que ella confesara sus sentimientos por él. La esperó en la parada de autobús que ella solía tomar para regresarse a su casa cada martes luego de su clase de música.Se sentó en uno de los bancos y sacó su teléfono para entretenerse un poco.— ¿Y tú quién eres? —le preguntó un chico sorprendiéndolo por completo. Adam lo miró un frunció el ceño, ¿de qué estaba hablando?— ¿Disculpa? —el chico negó rápidamente y agachó la cabeza.
Billie se encontraba sentada en una de las mesas vacías de Sunny Ice, faltabas diez minutos para abrir pero por su cabeza sólo pasaba la conversación que había tenido con Adam ayer. Observó a Dione, estaba colocando las servilletas en las mesasy acomodando las sillas sueltas que había, la castaña volteó a verla y le saludó al notar que la estaba mirando.Billie sonrió y le devolvió el saludo. No tenía nada en contra de ella, no había hecho nada como para estarlo, pero le molestaba la insistencia de Adam en creer que ella podía ser la misma chica de su historia.¿Los escritores eran así? ¿Podían llegar a creer en un personaje hasta ese punto? Los escritores eran seres extraños, no podía entenderlos a
— ¿Lo mismo de siempre Adam? —preguntó Dione, Adam asintió.— ¿Cómo sabes qué es lo que pido siempre? —le dijo extrañado, no le parecía malo sólo un tanto curioso.—Billie lo comentó, —respondió la castaña —. ¿Te gustaría salir un día? —se atrevió a preguntar, Adam la miró y ella le dio una media sonrisa. Podía decirse que se encontraba nerviosa con su respuesta.Adam sería su primer amigo en la ciudad y no quería arruinarlo.—Claro, sí—respondió—. ¿Qué tal el sábado?
Los jueves siempre eran aburridos para todos, porque estaban entre los miércoles mitad de semana y los viernes de relajo. Pero a Billie le gustaban los jueves porque era el día en el que Adam solía quedarse más tiempo en la heladería. Desde la caja podía observar cómo escribía, en todo el tiempo que llevaba conociéndolo, no había tenido la oportunidad de leer algo escrito por él y cada tanto se preguntaba sobre qué escribía.Sabía sobre Dione desde el primer día, pero tenía la esperanza de que ella no fuese su centro de atención. Los escritores no debían hacer eso, ¿verdad? No debían permanecer en el mismo personaje siempre, podía hacerles mal.Adam no se había percatado de la mirada d