¿Cómo es que todo se complicó tan rápido?
¿Cómo se complicó para él?
Un día era aspirante a escritor cuya vida amorosa era más triste que el propio final de Titanic y al otro día estaba en una guerra consigo mismo para saber cuál era la chica que le gustaba.
Aunque claro, Adam se había encargado a negarse cualquier posibilidad de ello. Él nunca se había sentido así de confundido como lo estaba ahí, sentado en su heladería favorita observando a ambas chicas trabajar.
Billie pasaba de una mesa a otra entregando los pedidos de helados mientras que Dione los recibía en la caja y cobraba los pedidos. Cada una
Llegó lo más rápido que el taxi pudo hasta la casa de Martin, tocó varias veces el timbre hasta que él apareció.—Carajo, vas a romper el timbre—dijo el chico en un tono molesto pero con una sonrisa divertida en el rostro—. ¿Tanto me extrañas?—Me gusta Billie.—Wow—dijo Martin—. Estoy sorprendido, es que sí, completamente sorprendido—dijo sarcástico, Adam frunció el ceño.—Hablo en serio, me gusta Billie.—Yo también hablo en serio—respondió—. Por dios, dime algo que no sepa ya. Te dije, Freud no se equivoca. Lo que
Esa tarde le escribió a Dione para verse en el Centro Comercial de Coramora, el lugar era bastante grande y famoso, por lo que siempre se encontraba lleno. Adam decidió que podían recorrer un rato el lugar, acompañar a la chica a ver (y medirse) la ropa para luego invitarle comer una pizza en la feria de comida.Estaban en ese momento en una de las tantas tiendas de ropa, Adam estaba sentado en uno de los bancos frente a los probadores y Dione salió de ellos con un vestido azul puesto.— ¿Cuál vestido te gusta más? ¿Este o el anterior? —dijo Dione enseñándole el vestido que llevaba puesto.Adam la miró, era el sexto vestido que se había probado y estaba seguro que era el mismo.
—Eres un idiota—le dijo Martin caminando de un lado a otro luego de que Adam le contara lo que había sucedido el día anterior—. De verdad que lo eres.—Oye...más respeto aquí por favor.—No, es que ahhh—dijo y lo miró—Yo te digo: sal con ambas para hablar. Y tú escuchas: besa a una como si no hubiese un mañana.—Dione se irá.— ¿Y?Adam se quedó callado, no sabía siquiera qué decirle sobre ello.—Dione se da cuenta que te gusta Billie y t&
Adam entró a Sunny Ice un poco dudoso, Dione le había dicho que él sabía por qué le estaba pidiendo ir al lugar pero realmente él no sabía por qué estaba acudiendo a Sunny Ice. Se encontró con el lugar prácticamente vacío, Ornella estaba en la caja y al verlo señaló un lado en específico de la mesa, fijó su mirada en donde ella estaba indicando y se encontró con Billie sentada en una de las mesas.No llevaba uniforme, frunció el ceño porque sabía que trabajaba ese día y no entendía por qué. Su único día libre eran los martes (y los domingos, pero no trabajaban los domingos).—Hola—le dijo al acercarse a ella, Billie sonrió.
En el mundo hay muchas clases de personas; están aquellas que lideran masas, otras quienes saben escuchar y atender, están las personas que conocen cómo hacerte sentir bien, las que se avergüenzas por sus errores y aquellas que pueden levantarse de cualquier caída.Y luego, están aquellas personas como Adam, que huyen antes de aceptar lo que realmente sienten.¿Por confusión? ¿Por miedo?Quizás ambas.—Esto me recuerda a un episodio de Aprendiendo a Vivir—comentó Martin luego de que Adam le explicara lo que había sucedido—.Cuando Cory besa a Lauren mientras salía con Topanga.
«Últimamente lo único que hago es dudar.Dudo de cómo estoy, de cómo me siento, de qué siento con ellas.Fui criado para no hacerlo nunca, "la duda es un enemigo" decía mi papá siempre, pero ¿la duda realmente es mi enemigo? ¿O es quién me hará darme cuenta de lo que realmente me sucede?Van dos días sin ver a Billie y a Dione, y no he podido dejar de pensar en ambas.¿Es posible? ¿Es posible amar a ambas chicas?»Salió de su habitación y buscó a su mad
«Es ahora o nunca»—pensó y miró por el ventanal de la heladería, Dione se encontraba en la caja.Entró al lugar y Dione le sonrió cuando se dio cuenta de él.«Acércate y háblale»—se dijo a sí mismo y caminó hasta la barra que se encontraba vacía.—Hey—le dijo Dione. Adam sonrió.—Hey—respondió—. Es tu último día...¿a qué hora te irás mañana?—Posiblemente temprano—comentó—. Mi papá vendrá a buscarme a las nueve y seguro nos iremos c
Los finales.Los finales siempre parecían dar un poco de miedo porque uno nunca sabía qué podía suceder. ¿Terminaría bien? ¿Terminaría mal? Sólo había una forma de conocerlo, estando en el mismo lugar.Adam fue a la casa de Dione el día que regresó a su ciudad, se despidió de ella y también conoció a su padre. Supo cuando vio el auto encenderse y marcharse, que extrañaría a Dione; no a la Dione de sus libros, sino a la de la vida real, la que le hizo ver que había cosas que realmente valían la pena de escribir.Dos días luego, estaba frente a la pantalla de su ordenador terminando de escribir el capítulo de su historia.
Último capítulo