«Es ahora o nunca»—pensó y miró por el ventanal de la heladería, Dione se encontraba en la caja.
Entró al lugar y Dione le sonrió cuando se dio cuenta de él.
«Acércate y háblale»—se dijo a sí mismo y caminó hasta la barra que se encontraba vacía.
—Hey—le dijo Dione. Adam sonrió.
—Hey—respondió—. Es tu último día...¿a qué hora te irás mañana?
—Posiblemente temprano—comentó—. Mi papá vendrá a buscarme a las nueve y seguro nos iremos c
Los finales.Los finales siempre parecían dar un poco de miedo porque uno nunca sabía qué podía suceder. ¿Terminaría bien? ¿Terminaría mal? Sólo había una forma de conocerlo, estando en el mismo lugar.Adam fue a la casa de Dione el día que regresó a su ciudad, se despidió de ella y también conoció a su padre. Supo cuando vio el auto encenderse y marcharse, que extrañaría a Dione; no a la Dione de sus libros, sino a la de la vida real, la que le hizo ver que había cosas que realmente valían la pena de escribir.Dos días luego, estaba frente a la pantalla de su ordenador terminando de escribir el capítulo de su historia.
Cuando escribimos nos enamoramos de nuestros personajes de la forma más inocente posible. Conocemos cada una de las virtudes y defectos, no sabemos del físico, sólo conocemos quiénes son y por qué están ahí; y creo que es aquello lo que hace que se sienta real, tan real que incluso pudieses llegar a creerlo.Aunque la realidad es que, esos personajes que hemos creado en papel y palabras no existen.Pero...¿y si aún sabiendo eso, no nos importa?El amor de un escritor hacia su personaje es completamente mágico. Adam lo vivió con Dione, a pesar de que su Dione, no era la misma Dione que conoció.
«Eres la luna y eres el Sol,Por ser fría y cálida amor.Cuando las estrellan se asomanPienso que no brillan tanto como Dione»Dio un golpe a la mesa y cerró el cuaderno frustrado, era lo único que había logrado escribir en semanas. Se había prometido no volver a escribir sobre ella, sobre Dione, pero se le hacía difícil evitarlo.Dione era su día y su noche, siempre andaba en su mente y parecía tonto porque, dato curioso, no existía.Comenzó a
«Tal vez las estrellas se alinearonTal vez quisieron darme a entender algoDione no es BillieBillie no es DionePero ambas saben cómo obtener mi corazón »Apenas llegó a su casa, tomó su libreta y escribió en ella. Su corazón le latía rápido, las manos le temblaban un poco y si recordaba el beso que Billie le había dado, la mente le daba vueltas como si estuviese mareado. Él se consideraba un chico romántico pero no enamoradizo. ¿Por qué se sentía tan aturdido luego de es
—No comprendo algo—mencionó Bruno entrando por la puerta de la heladería, volteó hacia la barra y le sonrió a Ornella, una de las empleadas quién estaba atendiendo a un cliente. Regresó su mirada a Adam—. Si querías hablar sobre Billie en privado, ¿por qué estamos en Sunny Ice?—Porque es martes—respondió Adam y caminó hacia la cola de pedidos. Bruno lo miró sin entender a qué se refería—. Billie no trabaja los martes, pensé que lo sabías.—No acostumbro venir entre semana, el domingo es mi día—respondió—. La cuestión acá es, ¿qué necesitas hablar de Billie?—Me gusta Dione p
«El Sol se siente opacado con tu luzLa Luna lo ha sentido varias veces con tu brilloCréeme que no hay nada más lindoQue la dulce sonrisa que tienes cada vez que te miro»Al llegar a Sunny Ice ese día notó que habían colocado un cartel en donde se solicitaba una persona para personal, dudó en postularse pero luego reconoció que eso sólo complicaba las cosas entre ellos; si quería que Billie ya no se fijara en él, no podía trabajar todos los días con ella, no sería factible ni considerado para ambos.
«Podría describirte de mil formasUsando las palabras más lindas que hayPero aun asíNo podría demostrar todo lo que siento por ti»Adam se encontraba sentado en una de las mesas de la heladería, Billie estaba dentro del almacén realizando el inventario, por lo que se tomó el tiempo para escribir un poco. Necesitaba ordenar sus ideas y aunque ir a la heladería no era la mejor idea, estar en su casa era mucho peor para eso.Dos chicos se sentaron en su mesa, Adam los notó pero no le tomó mucha importancia, has
Esa noche llegó a su casa con el corazón latiendo desesperado y la mente vuelta un lío. ¿Cuál era la posibilidad de que la chica que acaba de conocer se llamase de la misma forma que la chica de su historia? Viéndolo de esa forma, la probabilidad sería bastante común y muy poco extraña, pero conociendo que Dione era un nombre curioso y cuya probabilidad venía dada a que los padres de la chica fuesen amantes de la astronomía y que hayan decidido llamarla como una de las dieciséis lunas de Saturno...Adam sabía que era una casualidad muy extraña.«No hay de qué alterarse, seguro hay muchas chicas con ese nombre en Asderma, seguro hasta es común»—se dijo a sí mismo mientras buscaba en su computadora el libro que estaba escribiendo.