Adam entró a Sunny Ice un poco dudoso, Dione le había dicho que él sabía por qué le estaba pidiendo ir al lugar pero realmente él no sabía por qué estaba acudiendo a Sunny Ice. Se encontró con el lugar prácticamente vacío, Ornella estaba en la caja y al verlo señaló un lado en específico de la mesa, fijó su mirada en donde ella estaba indicando y se encontró con Billie sentada en una de las mesas.
No llevaba uniforme, frunció el ceño porque sabía que trabajaba ese día y no entendía por qué. Su único día libre eran los martes (y los domingos, pero no trabajaban los domingos).
—Hola—le dijo al acercarse a ella, Billie sonrió.
En el mundo hay muchas clases de personas; están aquellas que lideran masas, otras quienes saben escuchar y atender, están las personas que conocen cómo hacerte sentir bien, las que se avergüenzas por sus errores y aquellas que pueden levantarse de cualquier caída.Y luego, están aquellas personas como Adam, que huyen antes de aceptar lo que realmente sienten.¿Por confusión? ¿Por miedo?Quizás ambas.—Esto me recuerda a un episodio de Aprendiendo a Vivir—comentó Martin luego de que Adam le explicara lo que había sucedido—.Cuando Cory besa a Lauren mientras salía con Topanga.
«Últimamente lo único que hago es dudar.Dudo de cómo estoy, de cómo me siento, de qué siento con ellas.Fui criado para no hacerlo nunca, "la duda es un enemigo" decía mi papá siempre, pero ¿la duda realmente es mi enemigo? ¿O es quién me hará darme cuenta de lo que realmente me sucede?Van dos días sin ver a Billie y a Dione, y no he podido dejar de pensar en ambas.¿Es posible? ¿Es posible amar a ambas chicas?»Salió de su habitación y buscó a su mad
«Es ahora o nunca»—pensó y miró por el ventanal de la heladería, Dione se encontraba en la caja.Entró al lugar y Dione le sonrió cuando se dio cuenta de él.«Acércate y háblale»—se dijo a sí mismo y caminó hasta la barra que se encontraba vacía.—Hey—le dijo Dione. Adam sonrió.—Hey—respondió—. Es tu último día...¿a qué hora te irás mañana?—Posiblemente temprano—comentó—. Mi papá vendrá a buscarme a las nueve y seguro nos iremos c
Los finales.Los finales siempre parecían dar un poco de miedo porque uno nunca sabía qué podía suceder. ¿Terminaría bien? ¿Terminaría mal? Sólo había una forma de conocerlo, estando en el mismo lugar.Adam fue a la casa de Dione el día que regresó a su ciudad, se despidió de ella y también conoció a su padre. Supo cuando vio el auto encenderse y marcharse, que extrañaría a Dione; no a la Dione de sus libros, sino a la de la vida real, la que le hizo ver que había cosas que realmente valían la pena de escribir.Dos días luego, estaba frente a la pantalla de su ordenador terminando de escribir el capítulo de su historia.
Cuando escribimos nos enamoramos de nuestros personajes de la forma más inocente posible. Conocemos cada una de las virtudes y defectos, no sabemos del físico, sólo conocemos quiénes son y por qué están ahí; y creo que es aquello lo que hace que se sienta real, tan real que incluso pudieses llegar a creerlo.Aunque la realidad es que, esos personajes que hemos creado en papel y palabras no existen.Pero...¿y si aún sabiendo eso, no nos importa?El amor de un escritor hacia su personaje es completamente mágico. Adam lo vivió con Dione, a pesar de que su Dione, no era la misma Dione que conoció.
«Eres la luna y eres el Sol,Por ser fría y cálida amor.Cuando las estrellan se asomanPienso que no brillan tanto como Dione»Dio un golpe a la mesa y cerró el cuaderno frustrado, era lo único que había logrado escribir en semanas. Se había prometido no volver a escribir sobre ella, sobre Dione, pero se le hacía difícil evitarlo.Dione era su día y su noche, siempre andaba en su mente y parecía tonto porque, dato curioso, no existía.Comenzó a
«Tal vez las estrellas se alinearonTal vez quisieron darme a entender algoDione no es BillieBillie no es DionePero ambas saben cómo obtener mi corazón »Apenas llegó a su casa, tomó su libreta y escribió en ella. Su corazón le latía rápido, las manos le temblaban un poco y si recordaba el beso que Billie le había dado, la mente le daba vueltas como si estuviese mareado. Él se consideraba un chico romántico pero no enamoradizo. ¿Por qué se sentía tan aturdido luego de es
—No comprendo algo—mencionó Bruno entrando por la puerta de la heladería, volteó hacia la barra y le sonrió a Ornella, una de las empleadas quién estaba atendiendo a un cliente. Regresó su mirada a Adam—. Si querías hablar sobre Billie en privado, ¿por qué estamos en Sunny Ice?—Porque es martes—respondió Adam y caminó hacia la cola de pedidos. Bruno lo miró sin entender a qué se refería—. Billie no trabaja los martes, pensé que lo sabías.—No acostumbro venir entre semana, el domingo es mi día—respondió—. La cuestión acá es, ¿qué necesitas hablar de Billie?—Me gusta Dione p