Esa noche llegó a su casa con el corazón latiendo desesperado y la mente vuelta un lío. ¿Cuál era la posibilidad de que la chica que acaba de conocer se llamase de la misma forma que la chica de su historia? Viéndolo de esa forma, la probabilidad sería bastante común y muy poco extraña, pero conociendo que Dione era un nombre curioso y cuya probabilidad venía dada a que los padres de la chica fuesen amantes de la astronomía y que hayan decidido llamarla como una de las dieciséis lunas de Saturno...Adam sabía que era una casualidad muy extraña.
«No hay de qué alterarse, seguro hay muchas chicas con ese nombre en Asderma, seguro hasta es común»—se dijo a sí mismo mientras buscaba en su computadora el libro que estaba escribiendo.
Tres días pasaron y Adam no volvió a ver a Dione, pasó todo ese tiempo en la heladería, esquivando a Billie y sólo asistiendo en horarios en donde ella no estuviese o anduviera muy ocupada como para prestarle la mínima atención. El cuarto día era importante porque sucedieron dos cosas: [uno] Billie había ido a una hora diferente por lo que se la encontró apenas entró a la heladería y [dos] volvió a ver a Dione.La vio entrar y se sintió de la misma forma que la primera vez, estaba impresionado por ella, no sabía lo que era, no sabía qué tenía, sólo que era una chica que le hacía sentir diferente. Ella lo miró y le sonrió, pero no se acercó, pasó directo a la barra para pedir.
Adam se encontraba sentado en la silla de su escritorio, había colocado su álbum favorito de Jo Inoa y se mantuvo intentando conseguir algo bueno para poder escribir, tenía la inspiración pero no tenía las palabras exactas para comenzar.Era el mal del escritor.Leyó varias veces el último capítulo que había escrito, Dione aparecía en todos ellos por ser la protagonista, pero quizás necesitaba crear un nuevo personaje además de Leo y ella, alguien que fuese la razón por la cual ellos deberían luchar para estar juntos.Su mejor amigo entró a su cuarto y lo sacó de su mini momento de inspiración.—Me encontr&eacut
Ignorando todo lo que había sucedido con respecto a Billie, Adam decidió que debía verla y pasar rato como lo hacían antes de que ella confesara sus sentimientos por él. La esperó en la parada de autobús que ella solía tomar para regresarse a su casa cada martes luego de su clase de música.Se sentó en uno de los bancos y sacó su teléfono para entretenerse un poco.— ¿Y tú quién eres? —le preguntó un chico sorprendiéndolo por completo. Adam lo miró un frunció el ceño, ¿de qué estaba hablando?— ¿Disculpa? —el chico negó rápidamente y agachó la cabeza.
Billie se encontraba sentada en una de las mesas vacías de Sunny Ice, faltabas diez minutos para abrir pero por su cabeza sólo pasaba la conversación que había tenido con Adam ayer. Observó a Dione, estaba colocando las servilletas en las mesasy acomodando las sillas sueltas que había, la castaña volteó a verla y le saludó al notar que la estaba mirando.Billie sonrió y le devolvió el saludo. No tenía nada en contra de ella, no había hecho nada como para estarlo, pero le molestaba la insistencia de Adam en creer que ella podía ser la misma chica de su historia.¿Los escritores eran así? ¿Podían llegar a creer en un personaje hasta ese punto? Los escritores eran seres extraños, no podía entenderlos a
— ¿Lo mismo de siempre Adam? —preguntó Dione, Adam asintió.— ¿Cómo sabes qué es lo que pido siempre? —le dijo extrañado, no le parecía malo sólo un tanto curioso.—Billie lo comentó, —respondió la castaña —. ¿Te gustaría salir un día? —se atrevió a preguntar, Adam la miró y ella le dio una media sonrisa. Podía decirse que se encontraba nerviosa con su respuesta.Adam sería su primer amigo en la ciudad y no quería arruinarlo.—Claro, sí—respondió—. ¿Qué tal el sábado?
Los jueves siempre eran aburridos para todos, porque estaban entre los miércoles mitad de semana y los viernes de relajo. Pero a Billie le gustaban los jueves porque era el día en el que Adam solía quedarse más tiempo en la heladería. Desde la caja podía observar cómo escribía, en todo el tiempo que llevaba conociéndolo, no había tenido la oportunidad de leer algo escrito por él y cada tanto se preguntaba sobre qué escribía.Sabía sobre Dione desde el primer día, pero tenía la esperanza de que ella no fuese su centro de atención. Los escritores no debían hacer eso, ¿verdad? No debían permanecer en el mismo personaje siempre, podía hacerles mal.Adam no se había percatado de la mirada d
«Las noches se vuelven oscuras cuando no pienso en tiCreí que era porque eras la luzPero yo soy la luzTú eres la linterna que me acompaña»«Qué patético»—pensó—. «Ni si quiera rima»Arrancó la hoja de la libreta y la arrugó hasta formar una bola para así botarla a la basura. Era viernes por la noche y lo único que hacía era lamentarse, toda su papelera estaba llena de papeles y no sabía qué hacer.
Adam salió del baño listo para buscar qué podía ponerse en su salida con Dione. Se preguntó si era una cita o una casual salida de amigos, tenía sus dudas, no se había aclarado cuando aceptó salir.Si era una cita, debía vestirse bien pero si salían como amigos no era algo de qué preocuparse.Tomó el celular y llamó a Martin.—Hey, tengo que salir con Dione hoy y no sé si vestirme como salida de amigos o salida de citas—la llamó en voz alta— ¿Me llamas para esto? —preguntó Martin fastidiado, Adam rodó los ojos.—Sí, &iques