Fiodor Vólkov, El Mafioso Ruso
Fiodor Vólkov, El Mafioso Ruso
Por: Agatina
Prólogo

La desesperación era evidente, sus respiraciones se encontraban agitadas y sentían la adrenalina recorrer su cuerpo. Ya no eran solos sus enemigos quienes los buscaban, ahora la policía se les había sumado. Salieron de aquella mansión con solo algunas pocas cosas para defenderse. Estaban en graves problemas y solo podían huir a los barrios bajos de la ciudad, solo allí le darían alojamiento.

Las piernas de aquella joven no podían más, sentía un horrible ardor en ellas. Sus pasos se hicieron cada vez más lentos llamando la atención de su prometido y de sus fieles guardias que los protegían en medio de las oscuras calles. Sin poder avanzar más detiene sus pasos intentando descansar, su mirada se mantiene en el húmedo asfalto. Todos detienen sus pasos y se voltean preocupados, su prometido se acerca con rapidez hacia ella.

— Tenemos que seguir un poco más... Por favor. — Levanta el rostro de su amada dejando a la vista su sudar junto con su mirada de preocupación, ella solo confirma con su rostro. Se toman de las manos y vuelven a retomar su camino.

— Solo faltan unas pocas cuadras y llegaremos, señorita. — La voz de su fiel amiga y guardia se escuchó a su lado dedicándole una pequeña sonrisa que correspondió.

El agarre del hombre era fuerte, sentía tanto miedo en que algo le pasará a su amada. No la quería soltar por nada del mundo, cuando solo faltaban una cuadrar para llegar a su destino el sonido de una patrulla se escuchó detrás de ellos alertándolos. 

Algunas tiendas estaban abiertas y no dudaron en entrar a una de ellas para distraer a la policía, al entrar a una peluquería notaron que se encontraban solo dos empleadas trabajando con sus clientes, ellas al notar la presencia de los que acaban de entrar se sorprendieron. Todos mantenían sus miradas entre ellos sin decir nada, hasta que una de las señoras actuó de manera rápida.

— ¿¡Que creen que hacen!? ¡Rápido, entren allí! — En su voz se oía un acento y de manera rápida los llevó hacia un pequeño cuarto que tenían unas escaleras, se quedaron allí, sin moverse y pudieron escuchar como las sirenas de la patrulla se iba alejando poco a poco.

 Un hombre sin camisa y con cadenas en su cuello les silbó desde el segundo piso y les indico que subieran, cuando llegaron al segundo piso uno de los guardias abrazo aquel hombre desconocido.

— Cuanto tiempo, amigo... — Se separaron del abrazo. — Está ventana tiene unas escaleras que los dejaras detrás de los edificios, cuando estén abajo sigan recto hasta cruzar a la derecha y allí encontrarán un callejón sin salida. Allí les estará esperando un coche. — Su prometido estrecha su mano con la de él y se despiden para bajar por aquella ventana.

Sus manos se soltaron y comenzaron a correr con la esperanza de llegar hacia aquel lugar acordado. Nuevamente las sirenas de unas patrullas se escucharon cerca de ellos, los característicos azules y rojos se notaban en las paredes. Cuando aquella mujer volteó asustada hacia la dirección en donde venían las sirenas se tropezó con sus propios pies.

El frío pavimento la recibió y cuando alzó su mirada no encontró a nadie a su alrededor, estaba sola o eso creía hasta que escucho unas apresuradas pisadas detrás de ella.

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