Tayler
—Te volviste loco Tayler —Steven empezó a caminar en círculos en mi despacho.
—Qué más podía hacer, sabía que ella se rehusaba a vivir conmigo —me acomodo bien en mi sillón.
—¡Pero secuestrarla! Sabes que hay una denuncia y que la buscan por todo el país —se rasca su nuca y su nerviosismo me está alterando.
—¡Cálmate si! Que ya está establecida en mi Quinta en Puerto Madero —apoyo mis manos en mi escritorio —además, no creo que la encuentren —deja de caminar y se sienta por fin.
—Y qué piensas hacer luego que te canses de ella —él vuelve a tomar asiento en su lugar.
—La amo y nunca la dañaría —saco un paquete de cigarros y prendo uno.
—Qué manera tan peculiar la tuya de amar —le doy una calada a mí cigarro luego prendo mi monitor para verla.
—Necesito que investigues el curso de su búsqueda —levantó la mirada.
—Y que logras con ello, según tú nunca la encontrarán —sentía a Steven muy enojado.
—Necesito saber quién lleva a cabo la búsqueda, necesito sobornar al fiscal —fumo la última calada y dejó la colilla en el cenicero.
—No estoy de acuerdo con todo esto, déjala libre, así ella nunca te va a querer —me levanto furioso y lo tomo por la camisa.
—Ya estamos en el baile hay que bailar, además tú me ayudaste a redactar la carta y su divorcio —lo suelto y él cae en su silla.
—¡Pero no para que la secuestraran! —Steven lleva sus manos a su rostro.
—Está todo bajo control, ahora ve y cumple con lo que te pedí —él sale de mi departamento en Buenos Aires, dejándome solo.
Annalise
La semana pasó muy lenta, no dejaba de pensar en la manera de escapar de aquí, tenía todo el tiempo encima mío a Antonia y Natasha, y sin mencionar que esta casa está llena de guardias de seguridad, no sabía exactamente dónde estaba, si seguía en Argentina, de Tayler no sabía nada, llevo encerrada una semana y me estaba desesperando, la casa era enorme pero solo podía estar en mi habitación, la cocina y el jardín de invierno en donde ahora estaba, tenía prohibido entrar a las demás habitaciones.
—¿Qué haces? —se acerca Natasha.
—Lo mismo que todos los días... ¡Nada! —la ignoro y sigo mirando las orquídeas.
—Yo sé que es difícil por lo que estás pasando —se acerca y se sienta a mi lado apoyando su mano en mi hombro.
—¿Ah sí? No me digas, estás aquí a la fuerza también —quitó su mano de mi hombro y se levantó.
—¡Claro que no! Y tampoco estoy de acuerdo con lo que él te hace —siento sinceridad en sus palabras.
—Entonces ayúdame a salir de aquí —me empiezan a picar los ojos —¡Por favor! —Le digo en un susurro.
—No hay nada que pueda hacer solo decirte que deberás acostumbrarte a esto, él no es mal hombre —sus palabras me hacen reír.
—Por dios te escuchaste, un buen hombre no golpea ni mucho menos toma a una mujer a la fuerza —llevo mis manos a mí rostro frustrado y empiezo a llorar.
—shhh calma yo te voy a ayudar —levantó la vista para mirarla.
—¿Cómo? —Ella toma mis manos y habla.
—No sé... Hay que idear un plan, por ahora solo finge que estás bien —luego de charlar vuelvo a mi habitación a encerrarme como lo vengo haciendo desde que estoy aquí.
Un mes después
Paul
—Paul tranquilízate o te voy a detener —me reprocha Erick.
—Cómo me pides calma, ella no aparece es como si la tierra se la hubiera tragado —me tumbó en una de las sillas de la oficina del comisario.
—Te recuerdo que es mi hermana y me duele tanto como a ti —me señala con su dedo en el pecho.
—¡Perdóname si! No puedo pensar con claridad —entran a la oficina el comisario seguido de Cristopher y Tayler.
—Señores no les tengo buenas noticias —nos invita a sentarnos.
—¿Cómo que no tiene buenas noticias? Paso algo con Annie —llevo mis manos a mi cabeza desesperado.
—De su paradero no se sabe nada aún, pero con todo lo investigado el fiscal... —se detiene y nos mira.
—¿El fiscal qué? No entiendo —esta vez veo nerviosismo en Erick y no me gusta.
—Por favor hable de una vez —le gritó.
—El fiscal pidió archivar la causa ya que cree que Annalise se fue por voluntad propia —la oficina queda en silencio.
—NO PUEDE SER CIERTO —grita Erick mientras Cristopher lo detiene. El comisario nos explicó que la carta que dejó Annie es más como de despedida, que el fiscal tomó esa prueba como suficiente para frenar la investigación ya que cree innecesario seguir buscando a alguien que se fue y no quiere ser encontrada, no pudimos hacer más solo irnos y buscarla o encontrar algo más para que pruebe que ella no escribió eso, ni mucho menos que se fue a quien sabe dónde.
—No puedo creer esta m****a —Patrick se nos une en casa de Cristopher.
—No podemos quedarnos de brazos cruzados, y si Annie está no sé siendo torturada —me estaba volviendo loco.
—Es increíble que el fiscal se lleve por esa carta que no tiene validez todos aquí conocemos a Annie jamás se iría así —Erick no paraba de maldecir, esto nos superó a todos.
—Chicos calma, sé que casi no los conozco, pero y si ella realmente se fue —Erick se levanta de su lugar y empuja a Tayler tirándolo al suelo.
—¡Si tú lo dijiste! No nos conoces por los tanto si no vas a aportar nada positivo no hables —se levanta y sale pegando un portazo.
—Lo siento no quise hacerlo enojar — Tayler se levanta del piso y sube escaleras arriba ya que él vivía con Cristopher.
—Quien es este mequetrefe —señala Patrick hacia arriba con su mentón.
—Es Tayler Benson nuestro abogado en la revista, no tiene dinero está empezando aquí de nuevo —se encoge de brazo Cris.
—También fue nuestro compañero de universidad, conoce a Annie ellos se conocieron primero —seguimos en casa de Cristopher un rato más y luego nos fuimos cada uno a casa, aún no podía creer que archivaron su causa, sé que ella no actuaría así.
Annalise
Me despierto muy temprano, eran las 7 am estos días de encierro no pude dormir bien, me la paso todo el día encerrada llorando y debo hacer algo o me volveré loca, creo que debo tomar el consejo de Natasha tratar de fingir pero cómo hacerlo si estoy muerta de miedo por dentro, me quedo en la ducha hasta que me arrugo como pasa de uva, salgo y me cambio por ropa deportiva, una calza azul y una remera negra con una campera a juego con la calza, mis zapatillas blancas, al mirarme al espejo noto mi cara llena de tristeza, mis ojeras delatan el llanto de anoche, mi cabello perdió su brillo ya que este mes no me pinte y se está lavando, me recojo el cabello en un moño alto y bajo a la cocina.
—¡Buen día señora! Bajó justo para desayunar con el patrón —al escuchar esas palabras se me retorcieron las tripas del asco, sabía que en cualquier momento vendría. Me acomode en uno de los taburetes de la barra de la cocina.
—¡Buen día hermosa! —Me rodea por la espalda dejando un beso en mi mejilla. Levantó la mirada y Antonia se desapareció de la cocina.
—Buen día para ti supongo —me doy vuelta para mirarlo a los ojos.
—Y esa cara ¿Qué pasó? —Se pone una mano en el mentón como pensando —no llores más y hazte la cabeza que esté será tu hogar y yo tu marido —me tomó del brazo y me llevó hacia el comedor, donde una hermosa mesa está preparada para dos.
—¡Está bien! Haré lo que tú me digas, pero tengo mis condiciones —él suelta una risotada mientras que yo me mantengo sería.
—Y que ahora te crees con derecho a imponer —se pone serio y toma mi brazo con fuerza —a ver dime tus condiciones —me suelta, él se ubica en su lugar y me indica hacer lo mismo.
—No hace falta que me maltrates, además que necesito hacer algo, dame mi notebook o mi celular —empieza a desayunar ignorando mi pedido —¡Por favor escúchame! —deja lo suyo y me responde.
—Primero desayunamos, luego hablamos y felicitaciones se ve que tan tonta no eres —empiezo a desayunar y espero me de lo que le pido. Terminamos de desayunar y él se levanta para irse.
—Ahora podemos hablar —se gira para responderme.
—Mi respuesta es ¡NO! —intento refutar y me calla —no me creas tonto, nunca tendrás acceso a lo que me pides, ahora ve duerme una siesta te quiero sin ojeras para esta tarde —se retira dejándome allí, me devuelvo a mí habitación y noto que la puerta de su oficina está abierta, me acerco un poco y observó que hay una gran biblioteca de libros, no le doy muchas vueltas al asunto y subo a mí habitación ahora sé que le pediré.
—¡Hola! ¿Qué haces aquí? No te vi llegar —Natasha estaba en mi habitación con una caja de cosméticos.
—Vine a traerte esto para ti —me señala la caja —Tayler quiere que te arregles de ahora en adelante él se quedará aquí —me senté en la cama resignada.
—Y como para que quiere que me maquillé, si estoy encerrada —me recuesto y Natasha niega con la cabeza.
—¿No lo quieres hacer enojar cierto? Ven te pondré esta crema y la mascarilla para quitarte esas ojeras, luego de una sesión de media hora terminamos, tomó el espejo y vaya que la crema funcionó no sé notan mis ojeras, pero veía a través del espejo la tristeza en mí mirada y ninguna crema tapa eso. Natasha se fue y me recosté en mi cama luego bajé a almorzar y para mí suerte él no estaba, solo éramos Natasha y Antonia como todos estos días aquí, volvía a mi habitación y me senté en la ventana a mirar el jardín, me quedé aquí por unas horas hasta que golpean mi puerta era Antonia.
—Permiso señora el patrón la manda a llamar está en su despachó —salgo por detrás de ella y allí estaba él junto a una señorita.
—Hola cariño ven te presento a Lara tu estilista —me acerco a ellos y hago una sonrisa fingida.
—¿Estilista? —Levantó una ceja mirando mal a Tayler.
—Si para tu cambio de look, me lo pediste ayer, ¡Te olvidaste! —Me fulmina con la mirada.
—Ahh... Ya, claro vienes a hacerme el color ya se me lavo —le sigo la corriente ya que me hace falta.
—Si en realidad tú querías un cambio ¿Lo recuerdas? —Lo miro extrañada.
—No se preocupen que te dejaré tal como tú marido me pidió —aplaude ella toda emocionada.
—Las dejo y Annie no te preocupe que Lara ya sabe que tiene que hacer —se acerca a mí oído y me susurra —espero me hagas caso y quiero verte como yo sé lo pedí —se va dejando un beso en la mejilla.
—Bueno Annalise ¿Verdad? —Suspiró pesadamente y asiento.
—Supongo que si —luego de casi 3 horas de cortar y teñir mi cabello termina.
—¡Listo terminamos! —Gira mi silla y me puedo ver al espejo quedé impresionada y solo quiero salir de aquí y matar a Tayler. Me levanto de mi lugar y antes de irme le hablo.
—Gracias quedo bien —se lo digo con sarcasmo y entró a la cocina hecha una furia.
—Wow Annie quedaste bellísima —intenta acercarse y me alejo.
—¡Te odio! —Salí y entré a mi habitación pegando un portazo!.
Natasha —Todo salió tal cual lo planeamos —sirvo más vino en mi copa y lo bebo deleitándome con su exquisito sabor. —Tú crees que saldrá todo bien —la pregunta de Monserrat me inquieta. —Hay querida como si no me conocieras, primero que te deje el camino libre con Cristopher es todo tuyo, segundo Tayler no sabe con quién se metió y tercero y más importante Paul me las va a pagar por haber dejado a Claudio en coma de por vida —mi amiga se veía nerviosa. —Bueno si tienes razón, esperé mucho por este día, dime qué la perra de Annalise está sufriendo —su mirada irradiaba veneno. —Por supuesto ese Tayler es un animal, pero se ve que la quiere aún no abusó de ella —y eso me tranquiliza, busco venganza, pero no justamente de Annalise. —Y hasta cuándo tendré que aguantarlo en la oficina —ella hace cara de asco. —En esta semana va a pedir la renuncia ya que le hará creer que lo llamaron a t
Sentía que estaba en una pesadilla, de la cual no podía despertar, me sentía sucia de mí mente no salían las imágenes de lo sucedido hace un momento, el me hizo suya me tomo como si fuera de su propiedad, nunca en mi vida pensé que esto podría pasarme, mientras la lágrimas caían sin cesar, yo me encontraba desnuda bajo los brazos de Tyler, intentaba cerrar mis ojos para dormir pero en cada intento recordaba lo sucedido y me desesperaba saber que esto sería así por el resto de mi vida, de repente siento su mano moverse desde mi ombligo hacia mí seno deteniéndose en mí pezón, trague saliva al sentir sus caricias, quería salir corriendo pero no podía, lo único que tenía en mi mente eran las imágenes de lo sucedido. Flashback —Eres tan hermosa Annie —él término de sacarse su ropa quedando completamente desnudo ante mis ojos, yo solo lo miraba no había hablado en ningún momento ya que solo quería que esto acabe pronto, no estab
Annalise —Todo esto es una maldita m****a —suelto enfurecida sentada al lado de Natasha, también estaba Brandon el guardaespaldas de Tayler vigilándonos. —¡Cálmate si! —Ruedo los ojos ante su comentario. —No entiendo ¿Qué hacemos aquí? —Estaba tan enfurecida que tomó una copa de vino y la tomó de un saque. —Tu marido quería presentarte ante la sociedad —me señala con la cabeza hacía Tayler. —Ya sabes que no puedes tomar, los antibióticos no te van a hacer efecto —había tenido angina la cual me dejó afónica. —Ni que fuera un premio y tomar un poco de vino no me va a hacer mal —busco con la mirada a Paul hasta que lo veo, está con una morena, ella le coquetea y él se sonríe con ella, me levanto de mi silla para irme. —¿A dónde vas? —Me detiene Natasha. —¡Quiero irme a casa! No ves que no vine para que conozcan a la esposa de Tayler sino para eso —le señalo hacia Paul quie
Dos semanas después Ya habían pasado 14 días desde que estuve con Paul, y no podía entender cómo es que él no notó que era yo quien estuvo en sus brazos, esa noche me sentí plena, nunca pensé que volveríamos a estar juntos, todo se lo debía a Natasha, este tiempo ella me ayudó mucho a poder estar aquí, aún no entendía su postura, sé que algo oculta ya que Tayler confía ciegamente en ella. Unos golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos. —¿Sí quién es? —preguntó. —¡Soy Natasha! —le dejó entrar, trae una charola con comida —te traje una sopa de verduras — entra y deja la bandeja sobre la cama. —Gracias no debiste molestarte —le sonrió. —Sabes que no es molestia, además somos amigas —acaricia mi cabello con el dorso de su mano. —¡Por supuesto que sí! Cambiando de tema ¿Sabes si Tayler volverá hoy? —Llevaba dos días fuera, no es que lo extrañe, pero a veces temía que le hicier
Natasha —Por favor cálmate sí que nada va a sucederles —estaba en el estudio de Steven. —Tu mejor que nadie conoces a Tayler —lleva sus manos a su cabeza. —Mira Steven yo sé que es difícil, pero hay algo que debes saber —él me mira incrédulo. —¿Qué? —me acerco a su escritorio y tomó asiento. —Primero debo saber algo —siento el ambiente tenso, pero debo decirle mí verdad. —Por dios Natasha habla de una maldita vez —pega un golpe a la mesa. —Carajo Steven lo que hago es para proteger a tu familia ¿Vas a contestar mi pregunta si o no? —le digo furiosa. —Habla pregunta lo que sea —se tira para atrás apoyándose en su sillón —Muy bien necesito que digas todo lo que sabes de los negocios de Tayler y cuando digo todo es todo entendiste —se inclina y me mira raro. —No entiendo para qué quieres saber eso ¿Cómo ayudarías a mí familia con esa información? —Bueno
Annalise Los días pasaban y las esperanzas de que me encuentren se desvanecen día tras día, de Natasha no sabía nada, llevaba más de una semana sin venir a la mansión, el abogado tampoco vino, Tayler se la pasaba encerrado en su oficina hecho una furia ya que no conseguía sacarme del país. —Señora quiere más café —Antonia me saca de mis pensamientos. —No gracias, puedes retirarte a descansar —ella asiente y se va dejándome sola, me levanto limpio lo que ensucie y siento gritos en la entrada, caminó lentamente hacia la sala, entran el abogado seguido de Natasha. —Maldito Benson sal de tu cueva —me quedo escondida tras una columna. —No me hagas reír Steven, sabías que si juegas con fuego te puedes quemar —Tayler larga una risa maquiavélica. —¡Bastardo! —le lanza un puñetazo a su boca y Brandon interviene apuntado hacia el abogado. —Yo te avise querido amigo, quien avisa no traiciona
Annalise Nos habían traído a una cabaña en el bosque, lo sabía porque durante el día se sentía el canto de los pájaros y el agua correr de algún cercano arroyo, la cabaña era de madera, al parecer antes era una granja ya que había un hedor a m****a de algún animal, a través de las rendijas de madera ingresaba la luz del sol, durante la mañana nos traían pan duro y agua. Llevábamos dos días aquí metidos sin tener noticias de Tayler. —Crees que la policía lo haya atrapado —miraba hacia la esquina donde Steven se encontraba. —Ese maldito tiene más vidas que un gato, no te olvides que está forrado en dinero que heredó de Valeria y con dinero todo es posible en este mundo. —Esto no debe ser así ¿Por qué hace todo esto? Pudo haber sido feliz con cualquier mujer —mis ojos se cristalizan, trago saliva no quiero llorar, no de nuevo. —Es un maniático, no te culpes por sus locuras tú también eres vícti
Annalise Llevábamos 30 minutos por un camino alternativo, estaba esperando el momento que llegue a una autopista más transitada, si bien había escuchado a las 10 am llegaríamos a destino para cruzar la frontera, apoye mi cabeza en la puerta y miraba a través del cristal de la ventana de la camioneta, de un momento a otro quede dormida, al despertarme noté que ya había amanecido, me senté y mire la hora, eran las 8:20 am, aún tenía tiempo para mí plan, fijé la vista al camino, solo había árboles y una solitaria carretera. —Dime ¿Qué tanto piensas? —Tayler iba concentrado en el camino mientras me hablaba. —La manera de matarte —se lo digo mientras veo que ingresa a una autopista transitada. —No me digas ¿Tú y cuántos más? —saca de debajo del asiento un revólver apuntándome. —No necesito a nadie y mucho menos un arma —él empieza a reírse mientras apoya el arma en mí cabeza, su vista seguía fija al ca