Annalise
Nos habían traído a una cabaña en el bosque, lo sabía porque durante el día se sentía el canto de los pájaros y el agua correr de algún cercano arroyo, la cabaña era de madera, al parecer antes era una granja ya que había un hedor a m****a de algún animal, a través de las rendijas de madera ingresaba la luz del sol, durante la mañana nos traían pan duro y agua. Llevábamos dos días aquí metidos sin tener noticias de Tayler.
—Crees que la policía lo haya atrapado —miraba hacia la esquina donde Steven se encontraba.
—Ese maldito tiene más vidas que un gato, no te olvides que está forrado en dinero que heredó de Valeria y con dinero todo es posible en este mundo.
—Esto no debe ser así ¿Por qué hace todo esto? Pudo haber sido feliz con cualquier mujer —mis ojos se cristalizan, trago saliva no quiero llorar, no de nuevo.
—Es un maniático, no te culpes por sus locuras tú también eres vícti
Annalise Llevábamos 30 minutos por un camino alternativo, estaba esperando el momento que llegue a una autopista más transitada, si bien había escuchado a las 10 am llegaríamos a destino para cruzar la frontera, apoye mi cabeza en la puerta y miraba a través del cristal de la ventana de la camioneta, de un momento a otro quede dormida, al despertarme noté que ya había amanecido, me senté y mire la hora, eran las 8:20 am, aún tenía tiempo para mí plan, fijé la vista al camino, solo había árboles y una solitaria carretera. —Dime ¿Qué tanto piensas? —Tayler iba concentrado en el camino mientras me hablaba. —La manera de matarte —se lo digo mientras veo que ingresa a una autopista transitada. —No me digas ¿Tú y cuántos más? —saca de debajo del asiento un revólver apuntándome. —No necesito a nadie y mucho menos un arma —él empieza a reírse mientras apoya el arma en mí cabeza, su vista seguía fija al ca
Annalise Me sentía sumergida en una burbuja de aire, no sentía nada solo mi cuerpo flotar, era una sensación inexplicablemente maravillosa, a lo lejos sentía una dulce voz que me llamaba, no lograba verla, solo escucharla, era raro ya que no reconocía su voz, intentaba acercarme pero me perdía en la bruma de su risa melodiosa, era como si jugamos a las escondidas no se dejaba atrapar, a lo mejor me morí y esto es el cielo, a lo lejos logro verla, tenía un vestido blanco y me extendía sus manos, no llegue a ver su rostro ya que sus largos cabellos dorados caían como cascadas tapando su rostro. —¡¡Annalise ven!! Quiero que estés conmigo —empecé a moverme hacia ella, pero no podía mientras más me acercaba ella se alejaba. —Espera no te vayas —la veo cada vez más lejos. —Yo estoy aquí ¡Tú tienes que volver! —no entendía lo que me decía porque debía volver ¿Quién era ella? —Annalise te estoy esperando
Annalise —Por favor tenemos que hablar —desde que llegamos a casa tenía a Paul pegado a mi como si fuera una mosca. —¡Es necesario que estés encima mío! —se lo digo sin mirarlo. —Desde que estás de vuelta que me evitas, así que si es necesario estaré como una sombra detrás de ti —blanqueo mis ojos. —¡Esta bien! Vamos al jardín a hablar entonces —caminamos juntos ante la mirada de los presentes. —¿Qué quieres saber? —me cruzo de brazos mirándolo. —¿Por qué estás a la defensiva? Dime que te hice, estos meses te busque como un loco, no había día que no te piense —me río ante sus palabras. —¡¡Así!! Que bien, entonces ¿Dime quién es Carol? —lleva sus manos a la cabeza. —No se dé que hablas —me levanto de mi lugar para irme. —Paul no necesito más mentiras, solo debes hablar con la verdad —él me detiene tomándome del brazo. —Acaso tiene importancia ¡Fue algo pasaje
Annalise Mirar hacia atrás me traía mucho dolor, fueron varios meses donde solo el sufrimiento fue el único sentimiento que sentía, jamás pensé que una persona pudiese hacerme tanto daño, decidí hacer este viaje para aclarar mis ideas, para poner en orden mi vida, es increíble pensar que en un mismo año sucedió todo tan rápido, primero mí ascenso en la revista, pase de ayudante a columnista, mis notas gustaban y vendían muchos ejemplares, luego mi intento fallido de arreglar mi matrimonio, pensar que creía que ese día sería el mejor de todos y resultó ser lo contrario, jamás llegó mí tan ansiada reconciliación, agote todas las opciones que tenía para salvar lo imposible, creer que Paul me amo, tal vez en algún momento de nuestra vida lo hizo, pero su traición me demostró lo contrario porque quien te quiere no te daña, ni él ni Tayler me quisieron, solo fui un trofeo para ellos, pero al final de cuentas ninguno supo cuidar de mí,
Annalise La semana fue intensa, luego de mi charla con Paul no volvimos a cruzarnos, decidí solo enfocarme en mi trabajo, en la fundación, dejé el bufete en manos de Steven, sabía que era un muy buen abogado, mucho mejor que Paul inclusive, tenía más años frente a uno y no me había equivocado, está semana con su nombramiento más casos llegaron a la firma y eso me enorgullece ya que entendía que hice bien mi trabajo. Miro mi reloj pulsera ya era hora de irme a casa, pero antes debo hacer una llamada a mi amigo, marco su número y al tercer tono atiende —Annie cariño hasta que te acuerdas de los pobres. —¡Oye no es cierto! Tuve mucho trabajo esta semana, además déjame decirte que de ti nunca me olvido. —Mmm... Cariño eso ya lo sé, soy inolvidable, dime para qué soy bueno. —Mi amor tu no cambias más, mira t
Steven El sábado llegó y no tenía muchas ganas de salir, después de dejar a Azul en casa de su abuela Samanta me encontré con mi amigo Hernán el me convenció de ir a un bar para despejarme, al entrar me encuentro con la sorpresa de ver a Annie allí, estaba acompañada por un tipo, no sabía que tenía novio, después de una hora mi amigo recibe una llamada de una de sus pacientes y sale dejándome sólo, aprovechó la oportunidad para acercarme a ella ya que note que su amigo se fue también, charlamos un buen rato, la hora se nos fue volando, ella se encontraba un poco ebria, cada mirada que me regalaba estaba llena de risas y sus mejillas se tornaban coloradas, me ofrecí a llevarla y por un momento creí que pasaría algo más, había un clima tenso entre ambos, sentía el aroma que desprendía su cuerpo cada vez que ella se acercaba, y despertaba en mí las ganas de sentirla más, pero terminó allí ella se despidió entrando a su casa rápidam
Annalise Pase una mala noche, no podía sacarme estos sentimientos de mi cabeza y mucho menos de mí corazón, debía poner un alto a todo esto o terminaría peor que antes, me levanté y fui al baño asearme, me cepille los dientes, recogí mi cabello en un moño, salí de la habitación para preparar el desayuno de Azul, al pasar por su recámara escuché voces, me acerque en silencio ya que la puerta estaba abierta de par en par y para mí sorpresa Steven había regresado, estaba con su pequeña en brazos. —Como te portaste con Annie —Azul estaba sentada en el regazo de su papá. —Bien papi, ella es buena y muy bonita —se lo dice y asiente con su cabeza. —Si por eso papá la dejó contigo —ella toca su rostro con ambas manos. —¿Por qué te gusta? —empieza a reírse tímida. —Cariño sé que extrañas a mamá, pero Annie y yo solo somos compañeros de trabajo —sus palabras eran dagas que se clavaban en mí corazón.
Está semana fue larga, no había día que no piense en lo que Steven me dijo, si bien no le di una respuesta, porque estaba un poco confundida con él, si era obvio que me gustaba, me atraía mucho más, pero la imagen de él y su amiga seguía dando vueltas en mi cabeza. —Disculpe señorita Thompson —ingresa Charlotte a mí oficina. —¡Adelante! Pasa —ella ingresa con su tablet en mano —¿Sucede algo? —notaba que estaba nerviosa. —Ehh no... ¡Siii...! —deja sus cosas sobre la mesa —Confirme su presencia a la gala benéfica pero hay un pequeño problema —me hace un gestito con sus dedos. —¿Cuál? —me quito los anteojos mirándola fijamente. —Él doctor Cárdenas no podrá asistir con usted a la gala —me dice toda nerviosa. —No veo el problema ¡Iré sola! —ella seguía ahí parada mirándome. —¡No puede! La invitación es para dos personas, ya confirmé por lo tanto debe ir alguien más con usted —lo pienso un momento y asiento.