Unos días después
—¿Puedes dejar de dar vueltas? —me dice mi hermano Erick.
—¡Annie calma todo saldrá bien! —ahora me habla mi cuñada.
—¡No puedo! y si le pasa algo o no sé... —me detuve una vez más a revisar mi celular y nada.
—¿Qué puede pasarle a ese...? —Erick se quedó callado.
—¿Cómo dijiste? —miré duramente a mí hermano.
—Tampoco te enojes, sabes que poco lo tolero —voltee mis ojos al oírlo.
—Hubiera preferido estar con Monserrat encerrada antes que aquí escuchando tus estupideces.
—Vamos Annalise tampoco exageres —me reí irónica al escucharlo.
—¿Que yo exageró...? Tú eres quien no acepta mi nueva vida.
—¡Porque eres una terca! —y aquí vamos de nuevo con su sarta de incoherencias.
—¿Por qué? Por amar a un hombre que mi hermano no acepta —reí… —¡Estamos en el 2020 querido! no necesito la aprobación de nadie para ser feliz.
—Nunca t
Sábado —Necesito lleves estos papeles a Annalise —por lo general los sábados no trabajamos, pero había papeles importantes que firmar, y Charlotte sería la encargada de llevarlos. —¡Muy bien! Ahí le dejé en el folder azul el pedido de juicio de la causa de Silvia Alvarado. —Ese lo llevaré conmigo, puedes retirarte es todo por hoy. —¡Gracias, señor Ferrara! Hasta el lunes. —Hasta el lunes —Charlotte se fue y me quedé redactando el pedido para el juicio contra esas mujeres incluidas mí hermana. Una vez que termine fui a casa a prepararme para esta noche. —¡Estas guapísimo hermanito! Silvia quedará maravillada. —Gracias tú también estás brillante —llevaba un vestido color rosa chicle, si supiera que esta noche terminarás bajo arresto. Fuimos en mi auto al evento que se llevaba a cabo en una finca fuera de la ciudad, era de esperarse que este tipo de ev
No podía dejar de mirar las fotos de mí casamiento, ahí estaba feliz y en esas mismas imágenes veía amor era lo que me transmitían, en estos momentos desearía sentir lo que alguna vez sentí por Paul mí marido, siento que todo fue desvaneciéndose, que el cuento de hadas se terminó, nuestra vida de casados no era la misma se había vuelto rutinaria, solo nos veíamos para la cena, ya no compartíamos salidas juntos y la verdad que no me molestaba solo que no encontraba un motivo más para decir hasta aquí llegamos, no sé porque me costaba tanto intentar hablar con él sobre nuestra crisis, vamos que él también se daba cuenta, solo el sexo era lo único que manteníamos, aunque claro una vez por semana y si estoy con la regla es peor porque hay veces que no hacemos nada en todo el mes. Hoy había empezado mi día con el pie izquierdo, estaba muy desanimada mi jefe Cristopher Collins el dueño de la revista para la que trabajo me dio un ultimátum de buscar un
Por fin era viernes, esta noche se imprimían los ejemplares y tenía millones de nervios, me encontraba terminando de editar mi artículo modificando lo que Cristopher me remarcó de mí nota, tenía altas expectativas en cuanto a mí trabajo espero tener buena respuesta de los lectores y obtener una buena venta, término y envío todo a redacción cierro mi laptop y me dirijo a casa para cambiarme para esta noche, espero encontrar a Paul en casa y que se una a nuestro festejo aunque lo veo poco probable. Al subir al bus mí teléfono empieza a vibrar e inmediatamente lo veo tenía varios mensajes de mí grupo de chat del trabajo. Las chicas de Scott Alana: chicas prepárense esta noche para perrear Scott: mis chicas hoy las quiero bien perras Malena: espero esta noche conseguir algo o me volveré monja<
—¡Suéltame! ¿Qué te pasa? —ella está arriba mío tirándome del cabello yo intento sacármela de encima, pero es imposible y le devuelvo los jalones de cabello tirándoselos también. —¡Eres una zorra! Seguramente te abriste de piernas para Cristopher —Me araña el rostro y siento el ardor en mi cara. —¡Por dios! Deja de hablarme así —nuestros compañeros intentan sacarla de encima hasta que lo hacen, a mí me sostiene Scott y a ella Zac. —Es la verdad te acostaste con él para llegar hacer columnista y encima destacada —intenta soltarse de su agarre y empieza a patalear, pero no lo consigue. —Eres una loca desquiciada no puedo creer que esto lo haces por mí ascenso —le gritó ya no podía más ahora sí quería irme encima suyo y arrancarle las extensiones forcejeo con Scott, pero no me suelta. —Yo seré loca, pero tú eres una prostituta bara... —¡YA BASTA! —Grita nuestro jefe Cristopher y todos se quedan en silencio —vuelvan a su tra
—Primero que nada, quería pedirte una disculpa por lo sucedido en el bar la otra noche —el haber aceptado estar aquí ya me estaba asqueando. —No pasa nada ya lo olvidé —le digo tratando de así poder librarme de él. —Entonces podemos empezar de cero ya que ahora seremos compañeros de trabajo y no sé tal vez lleguemos a ser amigos. —Tayler solo seremos compañeros de trabajo eso no implica ninguna relación más que la laboral —me levanto para irme y él me detiene tomando mi mano. —Jamás querría nada de ti solo llevar la fiesta en paz —me suelta y toma de su café. —¡Me parece bien! —Y me dirijo hacia mis amigos para almorzar. —Annie cariño si sigues con ese humor tu comida te caerá mal —me habla Scott. —Tienes razón, pero ese estúpido de Taylor me fastidia —llevó una mano a mí rostro y cubrió mis ojos. —Que te dijo ahora —le cuento a mí amigo lo sucedido luego él se encargó de hacerme olvidar mi mal humo
Annalise Tomo la carpeta entre mis manos, no podía dejar de temblar, aún tenía en mi mente a Paul sentado en su oficina con ese puto punto rojo marcando el blanco donde pegar, al leer el contenido de esta empecé a hiperventilar no podía creer lo que veía. —¿Qué m****a es esto? —le miró furiosa. —Acaso eres estúpida o no sabe leer la columnista estrella del magazine "Estilo" —se levanta de su asiento y se acerca extendiendo un bolígrafo. —¡Estás demente! Que pretendes con esto —empieza a reírse y me da miedo no sé qué más pueda llegar a pasar. —Lo que pretenda es mí problema tu solo obedece y firma —no podía no quería hacerlo Paul era mi marido lo amaba y él me está obligando a firmar mí divorció. —¡No lo haré! Mátame si quieres prefiero mil veces eso —intenté levantarme, pero me detiene pegándome una cachetada me ardía la mejilla y sentía el calor de la sangre bajar por mi labio.
Tayler —Te volviste loco Tayler —Steven empezó a caminar en círculos en mi despacho. —Qué más podía hacer, sabía que ella se rehusaba a vivir conmigo —me acomodo bien en mi sillón. —¡Pero secuestrarla! Sabes que hay una denuncia y que la buscan por todo el país —se rasca su nuca y su nerviosismo me está alterando. —¡Cálmate si! Que ya está establecida en mi Quinta en Puerto Madero —apoyo mis manos en mi escritorio —además, no creo que la encuentren —deja de caminar y se sienta por fin. —Y qué piensas hacer luego que te canses de ella —él vuelve a tomar asiento en su lugar. —La amo y nunca la dañaría —saco un paquete de cigarros y prendo uno. —Qué manera tan peculiar la tuya de amar —le doy una calada a mí cigarro luego prendo mi monitor para verla. —Necesito que investigues el curso de su búsqueda —levantó la mirada. —Y que logras con ello, según tú nunca la encontr
Natasha —Todo salió tal cual lo planeamos —sirvo más vino en mi copa y lo bebo deleitándome con su exquisito sabor. —Tú crees que saldrá todo bien —la pregunta de Monserrat me inquieta. —Hay querida como si no me conocieras, primero que te deje el camino libre con Cristopher es todo tuyo, segundo Tayler no sabe con quién se metió y tercero y más importante Paul me las va a pagar por haber dejado a Claudio en coma de por vida —mi amiga se veía nerviosa. —Bueno si tienes razón, esperé mucho por este día, dime qué la perra de Annalise está sufriendo —su mirada irradiaba veneno. —Por supuesto ese Tayler es un animal, pero se ve que la quiere aún no abusó de ella —y eso me tranquiliza, busco venganza, pero no justamente de Annalise. —Y hasta cuándo tendré que aguantarlo en la oficina —ella hace cara de asco. —En esta semana va a pedir la renuncia ya que le hará creer que lo llamaron a t