Leticia no podía creer que estaba ahí por sus propios medios, pero si, estaba metida en medio de un nido de alfas y betas sobre todo machos que podían partirle el cuerpo a la mitad si la atacaban en conjunto y algo más. Aun así, aparentaba estar tranquila y así era como se sentía. Estaba tan acostumbrada a estar con lobos alfas, debido a las escuelas especializadas que había cursado, que ya les había perdido el miedo. Además, tenía a uno en la casa que realmente si intimidaba. Su padre no se daba a querer.
Horas antes, después de llegar a su casa había arrojado los papeles que le había dado ese alfa y se había metido en la ducha. Su corazón palpitaba nervioso y no sabía el por qué. El olor de aquel lobo rubio era algo que estaba pegado a su piel, ni siquiera cuando se restregó con la esponja este salió. Era como si quisiera marcarla sin necesidad de una mordida. Tendría que decirle que se detuviera de no hacerlo más, si era que se encontraban de nuevo. Si este olor de hacía más fuerte estaría en problemas, sobre todo con su padre.
Salió desnuda dejando una ola de vapor en el baño y se sentó en la cama secándose el cabello con una toalla. Había cerrado la puerta de su cuarto con llave desde adentro previniendo que nadie entrara y viera su cuerpo delgado totalmente diferente al alfa que imitaba ser. La punta de los dedos de la otra rozó los bordes del sobre y se sintió curiosa por su contenido en su interior así que lo abrió. Lo que encontró le pareció lo suficientemente interesante para terminar de leerlo.
Ahora estaba ahí, mirando a aquel mismo lobo sentado despreocupadamente y que la recorría de arriba abajo con aquellos ojos penetrantes. Juró que el color de estos bailaba entre verde y dorado. Esperaba que fuera su imaginación.
-Sabía que vendrías- le respondió él con una sonrisa lobuna dejando a la vista esos colmillos que llamaban tanto la atención. Por un momento la nuca de Leticia palpitó.
Leticia inclinó la cabeza hacia un lado haciendo que el cabello suelto cayera haciéndole sombra a uno de sus ojos.
-Me pareció interesante- fue lo único que dijo.
-La chica tiene agallas- escuchó a uno de los lobos aparte de ellos dos hablar.
-Tienes más agallas que mucho- otro de vocabulario de calle dijo.
Leticia los ignoró. Su atención estaba centrada en el joven delante de ella que tampoco rompía la conexión de miradas. Era como si el mundo se hubiera reducido para ellos dos en aquel lugar.
-Sabes que no puedes entrar, así como así -Rayan se levantó y caminó hacia ella deteniéndose delante de su cuerpo. Leticia tuvo que alzar la cabeza, pero en ningún momento mostró sumisión a pesar de que la parte omega dentro de ella dictaba que se arrodillara e hiciera lo que aquel imponente lobo alfa le pidiera –Tendrás que pasar una pequeña prueba de iniciación. Tienes que demostrar que vales para estar aquí-
-Vaya, no pensé que aquel que casi se arrodilla para pedirme que me uniera me pusiese condiciones para entrar. Me sorprendes- soltó la loba con ironía.
El rostro de Rayan se volvió serio y alzó su mano derecha envolviendo los dedos en el delgado cuello de Leticia y bajando la cabeza hasta que sus narices se tocaron, como que esta escena ya se había repetido antes. Y por alguna razón había notado que la cercanía con aquella loba más pequeña a pesar de ser alfa, era algo que no detestaba cuando normalmente los de su misma escala apenas podían soportar tocarse aun si eran de sexo diferente. Estaba en su naturaleza y no lo podían evitar.
-¿Quién fue el que te rogó?- cuestionó mostrando sus colmillos –No me importa tu lengua afilada pero te advierto que si logras entrar tendrás que tratarme con respeto. Soy el jefe aquí- le advirtió
Leticia entrecerró los ojos, divertida.
-Pides cada vez más, alfa. Pensándolo mejor creo que renunciaré a tu propuesta- presionó tentando su suerte- No tengo intenciones de pasar tanto trabajo con alguien que quiere dominarme-
Los dedos en su cuello no apretaban, pero tampoco cedían. Y así se quedaron largos segundos hasta que Rayan se enderezó y la soltó metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.
-No creo que lo hagas una vez que te tomaste la molestia de venir hasta aquí- sus ojos brillaron con victoria.
-Tienes mucha confianza en ti mismo- suspiró la omega
-Más de la que te imaginas cariño- se giró y volvió a dejarse caer sobre el sofá –Lo que tienes que hacer es resistir contra cinco lobos- comenzó a explicarle el proceso –Si puedes levantarte después de cinco minutos contra ellos, estás dentro, sino, no puedo asegurar tu futuro. Eres una loba pero tienes genes de alfa igual que yo, de seguro puedes con ellos-
-Y si ellos son los que no pueden pararse después de dichos cinco minutos- Leticia oyó algunos gruñidos a su espalda en respuesta a su provocación. Como cuando cavas tu propia tumba.
Rayan por su parte se corrió el cabello hacia atrás que rápidamente retomó su lugar sobre su frente. No quería reconocerlo, pero la conversación incitadora con esta loba lo estaba excitando de buena manera y eso era inusual. Era alguien bastante exigente. Ella era un reto divertido.
-Parece que alguien tiene más confianza que yo- se burló
Hizo seña con la cabeza a los lobos que había seleccionado anteriormente para que lucharan con la chica. Les había indicado que era de vital importancia que ella entrara dentro de la pandilla por lo que debían contenerse lo más que pudieran. Aunque por la forma en que ella había esquivado los golpes en su primer encuentro como que esta pelea sería entretenida de ver. No todos los días se veía a un lobo macho limpiando el suelo debido a una hembra.
Leticia fue rodeado rápidamente, aunque esta solo giró la cabeza estudiando a los cinco hombres fornidos que le sacaban al menos una cabeza de altura y bastantes kilos de musculatura. Calculó en su mente la cantidad de movimientos que debía hacer en esos cinco minutos y llegó a la conclusión que al menos algunos golpes, recibiría. Era pequeña y ágil, con una buena base de entrenamiento, pero cinco eran bastantes contra uno solo. Maldito alfa. Ya se la descombraría un día, pero empezando ahora tenía otras cosas en las que concentrarse…
Y empezaron, ella esperándolos en posición, pero… cuando se iban a abalanzar contra ella, alguien entró corriendo y pasó por al lado del grupo cayendo de rodillas delante de Rayan.
-Jefe, jefe- respiraba agitado- se van a encontrar hoy, los contrabandistas que comercian la droga X- dijo atropellando las palabras.
El alfa se levantó alarmado.
-Todos muévanse, no podemos dejar pasar esta oportunidad, la paga es alta-
Leticia se quedó aturdida viendo como el grupo de hombres se movía rápidamente corriendo hacia el exterior y la dejaban sola. Como si lo anterior fuera solo una fantasía.
-Tú vuelve ahora, estaremos ocupados- Rayan le gruñó con expresión seria cambiando su color de ojos, y retomó la marcha cuando unos delgados dedos se enrollaron en su brazo y lo detuvieron.
-Llévame contigo, quiero ver que es lo que hacen- las palabras de Leticia no vacilaban- Prometo no estorbar, puedo defenderme por mis propios medios-
Rayan chasqueó la lengua y entrecerró los ojos enfocándola. Sus dedos se cerraron en torno a la barbilla de ella y la atrajo hacia él. Sus labios estuvieron a centímetros de tocarse.
-Una vez que nos acompañes no habrá vuelta atrás- su voz era grave y su aliento mentolado acariciaba los labios de ella.
Leticia solo hizo un sonido de afirmación con la garganta y Rayan gruñó en respuesta. Y tomó la mano que lo retenía entre la suya y la arrastró corriendo por el edificio hasta llegar a la salida, en la parte trasera del edificio. La mayoría de los alfas se habían montado en motos con compañeros atrás. Los que sobraban se habían trasformado en lobos habiendo de varios colores y tamaños. La civilización había evolucionado tanto que algunos ya no retomaban su forma lobuna tan fácilmente, eso sin quitar que la ropa era la que siempre sufría.
Uno de los chicos le lanzó un casco a Leticia al verlos llegar.
-Tú irás con Gavel- señaló a un lobo de gen alfa de piel achocolatada y ojos verdes. De mucho cabello, muy negro y lacio que le llegaba a la altura de los hombros y con un cuerpo de envidia. Su rostro era hermoso a pesar de ser tan masculino y de alguna forma intimidaba un poco –Él maneja rápido así que no te caigas, no nos detendremos a recoger tu cadáver-
Rayan la soltó y caminó hacia una moto negra, de metal lustroso y extremadamente llamativa. Resaltaba por encima de la de los demás.
-Esa es la bestia- Gavel se acomodó el casco en su cabeza antes de bajarse el cristal –Es la moto del jefe, y no deja que nadie la monte- le comentó- Al igual que no deja que nadie se monte encima de su lomo aun cuando es bastante grande en su forma lobuna. Es un tacaño-
Leticia se quedó admirando aquella belleza que pegaba con aquel lobo rubio también vestido de negro. Era como si estuviera hecha el uno para el otro. Y aun así la pregunta de cómo se vería en su forma original le llamaba la atención.
-Ahora sube, o el jefe me gritará a mí- a pesar de la apariencia tosca de aquel lobo que debía estar en sus treinta pero que no perdía el atractivo, su personalidad era bastante tranquila, o eso había podido determinar Leticia en las pocas palabras que habían intercambiado, no como cierto alfa que le hablaba como le viniera en gana.
La omega se sentó detrás de Gavel y se ajustó el casco. Aunque pretendía aguantarse de la parte trasera de la moto tuvo que renunciar a esta idea y rodear la estrecha y fuerte cintura del alfa, y apretarla como si su vida dependiera de ello. El tipo era un loco conduciendo y no fueron pocas las veces que casi se cae.
Se prometió que nunca más montaría con él.
Leticia se juró a sí misma esa noche, que nunca más se montaría con el motorista diabólico que la había llevado. Pensó que moriría en más de una vez cada vez que agarraba una curva y tenía que aguantarse de la fuerte cintura del lobo para no terminar revolcada en el asfalto. Su corazón estaba casi en su boca. Mirando como Rayan encabeza el grupo en su Bestia que iba incluso más rápido, parecía más seguro que con ese tipo que cogía las curvas, tan inclinado que los costados de su pantalón se habían ensuciado con la calle.En cuanto se detuvo la manada cerca de un almacén abandonado en las afueras de la ciudad se bajó lo más rápido que pudo y puso distancia de ese tipo casi tropezando con un lobo detrás de ella y cayendo sentada sobre su lomo. Una risa se escuchó conjunta.-¿Qué pasó novata? ¿La experiencia fue muy traumática? Y eso que manejé suave- Gavel se quitó el casco sacudiendo la cabeza haciendo que el negro cabello se ondeara sobre sus hombros. Bajo la luz de la l
Rayan cerró los ojos y suspiró. Al parecer se había metido con una chiquilla bastante inteligente. En buen momento, pensó con ironía. Pero había un hecho que no podía negar, la pequeña alfa había arriesgado su vida. Si no hubiera recibido el impacto de bala a saber tú en que parte de su cuerpo estuviera ahora alojada. Mirando hacia abajo y resignándose asintió con la cabeza.-No te creas tanto niñata, por esta vez te salvas pero no seré tan blando la próxima vez- el alfa le gruñó aunque no estaba molesto. En sus brazos Leticia apenas sonrió. Su brazo palpitaba considerablemente perlando su frente de gotas de sudor.Poco después se oyeron las sirenas de las patrullas de policía y el grupo dejó a los traficantes amarrados y la carga a la vista. Antes de que llegara la patrulla llamada por uno de ellos mismos ya habían salido en las motos de aquel lugar. La herida de Leticia había sido cubierta temporalmente por un pañuelo apretado e iba en el asiento trasero de una moto di
¿Marcarla?Demonios, Demonios, Demonios. Eso no podía estar pasando. Cuando había pensado entrar a la pandilla se imaginaba todo menos eso. Debía estar loca si se dejaba marcar. Lo peor. Acaso había descubierto que era una omega. Su corazón palpitaba desbocado, una ligera capa de sudor cubrió su cuerpo y palideció tanto que la expresión de Rayan se volvió extraña.-Oye- llamó a la chica con claro pánico debajo de él- ¿Qué te estás imaginando? No soy una bestia, al menos no literalmente, el sexo eso es otro tema-Pero no recibió respuesta. Los labios de Leticia temblaban y no podía moverse. Otra de las razones por las que odiaba ser un omega. La Voz de los alfas era inquebrantable y solo le hacía daño ir en contra de ella. Cada músculo de su cuerpo estaba paralizado y eso aumentaba el terror dentro de su ser. Rayan se sacudió el pelo de la cabeza y resopló.-No le hagas caso a lo que dijeron los idiotas allá afuera. No duele lo que te voy a hacer. Tampoco es c
El pánico de Leticia comenzó a llegar a niveles estratosféricos. Podía sentir como su olor comenzaba a filtrarse por los poros de su cuerpo obviando las hormonas alfas que cancelaban las suyas omegas. Eso no podía estar pasando. Se había cuidado durante los últimos años con éxito y con solo una mordida su naturaleza luchaba por salir para atraer al alfa frente a ella y aparrarse.La lengua de Rayan recorría con ansias su cuello sobre todo donde había dejado sus colmillos enterrados anteriormente. Sabía delicioso. La poca sangre que había salido de la herida cuando la había mordido era tan dulce como la miel y era un sabor difícil de olvidar. Y quería más. Su miembro ahora estaba duro y doloroso. Había intentado contenerse pero había sido en vano.Así que volvió a bajar la cabeza y lamió por encima de la herida hasta que supo que debía ser doloroso pero estaba en su nebulosa. Incluso comenzó a mover su cadera frotando su miembro retenido en la mezclilla del pantalón contr
Gavel llegó a la dirección que malamente le había dicho la chica jadeante e inestable detrás de él. Estacionó la moto en un lugar seguro y la apagó mirando hacia la estancia. Era un edificio de cuatro plantas, demasiado lujoso para su gusto en la zona residencial. Los apartamentos ocupaban un piso entero por lo que solo había pocos residentes dentro de él, que contrastaba enormemente con la cantidad de autos de lujo, que estaban en el estacionamiento. Derroche de dinero por doquier. Tampoco era que se quejara, él también se daba una buena vida aunque no especulaba tanto.Bajó de la moto he hizo un profundo suspiro antes de quitarse el casco para ayudar a Leticia a descender torpemente. El cuerpo de la chica estaba bañado en sudor y jadeaba notablemente. Eran los inicios del celo por lo que su olor no era tan potente, pero requirió de toda su concentración para no violársela allí mismo, en medio de la calle y sin mediar consecuencias. Incluso sus colmillos palpitaban y comenzab
Mientras las dudas se aglomeraban en la cabeza de Cassandra una mano tocó inestablemente su cadera y la loba miró hacia abajo. Los dedos de su prima hacían lo imposible por llamar su atención y ella se giró acariciando la cabeza de ella con cariño. Sus dedos se enredaron en las suaves hebras rubias.-Tranquila, duerme un poco más, no te esfuerces-Gavel ni dijo nada pero el cambio de cómo lo trataba a él a como le hablaba la loba omega recostada en el sofá era totalmente contrastante y eso lo alteró. Odiaba cuando no podía leer a las personas y esta mujer era uno de
Leticia no tenía cabeza para nada, ni siquiera para pensar claramente. Todo lo anterior se repetía en su cabeza y no le permitía concentrarse en las clases. A pesar de que su prima le había insistido en que no asistiera a la escuela, si no lo hacía su padre le daría una buena reprimenda. Siempre alegaba que pagaba una fortuna por la matrícula. Todavía se preguntaba que maravillosa historia le contaba Cassandra a su padre para que este no sospechara nada cuando su celo se hacía presente cada tres meses. Por suerte le cabeza de familia no le prestaba tanta atención para sospechar con las extrañas y cronometradas ausencias dado que durante el celo su consumo de medicamentos era mayor dado la
Leticia enfocó los ojos de Rayan por unos segundos y sonrió irónicamente de lado. Claro imbécil. Duele como el mismo infierno. No pude dormir en toda la puñetera noche queriendo partirte el culo del dolor y sintiendo tus feromonas en la herida queriendo meterse dentro de mi cuerpo, mientras tú estabas muy campante. Dejará una marca horrible y mi padre de seguro me matará si la ve. Pensaba internamente Leticia sin demostrarlo.-¿A qué viene eso alfa? Acaso me crees tan débil- soltó en defensa.Rayan no se movió. Su mirada era como si quisiera atravesarle el alma y Leticia sentía su espalda sudar frío. Este alfa estaba retándolo. La habitación de pronto se llenó de una bruma de feromonas alfas que se enrollaron en la garganta de la omega y sentía como si la asfixiaran.A esa altura Leticia estaba segura que Rayan sospechaba algo y si ella cedía ahora, estaría perdida. Agradecía que la puerta detrás de ella fuera un soporte porque si no estaría ahora mismo de rodillas