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Rayan caminaba por la calle con un objetivo específico a plena luz de la tarde. Hacía media hora había recibido la llamada de uno de sus compañeros de pandilla diciéndole que tenían el objetivo en la mira, lo habían localizado bastante rápido, su manada era eficiente. Y ahora avanzaba confiado por la acera. Allí, sentada en una de las mesas de la cafetería, sin estar consciente de su alrededor ni del depredador que en este caso era él, estaba su presa.

Ajena a su entorno Leticia repasaba las notas que había tomado para el examen que pronto se acercaba. Debía sacar la mayor nota posible y sabía que en su casa no se podría concentrar, y ahora menos cuando sintió que alguien se tiraba en la silla delante de ella. Al alzar la cabeza se encontró con un par de orbes verde que la miraba de forma burlona. El cuerpo de la omega se tensó en respuesta. El recién llegado no se tomaba la molestia de omitir sus feromonas como marcando cada lugar por donde pasaba.

El ceño de la loba de frunció dándole a entender al alfa que no era bienvenido, más este solo recostó al cabeza en la mano y tomó un sorbo del popote del único refresco que estaba en la mesa pasando la lengua por el borde de este.

-Eso es mío- Leticia alzó una ceja, su rostro serio al ser robada su bebida y tomada tan obscenamente. Ya no podría tomar de ella.

-Ahora ya no- el tono del alfa era relajado al igual que su imagen con un pullover negro y unos jeanes de mezclilla rasgados y botas de cuero alta, su cabello como siempre con vida propia le acariciaba parte de su frente y nuca. Completamente contrastante a la vestimenta elegante de la joven que portaba un vestido blanco clásico y zapatos de tacón mediado. Su cabello recogido en una trenza que descansaba a lo largo de su espalda.

Leticia suspiró y dejó los papeles sobre la mesa cruzando los brazos sobre el pecho. Ya no estudiaría de todas formas tras la interrupción.

-¿Qué quieres? ¿No les pareció suficiente con la golpiza e intimidación de ayer? Acaso no están conformes y quieren más, me avisas para llamar a la policía, no creo que vaya a ser muy cooperativa esta vez-

-¿Siempre eres tan arisca, cariño?- el alfa la miró entrecerrando los ojos como una fiera acorralando a una presa para después volver a reír mostrando una perfecta hilera de dientes blancos a excepción de los colmillos largos y filosos que no se inmutaba por retraer nunca.

Leticia había visto caninos de alfas, la mayoría de sus compañeros machos de clase ostentaban de ellos, pero nunca unos tan largos y que siempre estuvieran a la vista. Inconscientemente se estremeció, si ella respetara su naturaleza omega estaba segura que colmillos como esos podrían rasgar su nuca. Definitivamente ese era un alfa peligroso. Todos sus instintos le decían que debía separarse de él y perderse de su camino, nada bueno podría venir de relacionarse con él. Más no lo hizo. Si se levantaba mostraría sumisión y eso era lo único que había aprendido a no hacer. Al menos su entrenamiento le había dejado varias secuelas.

-Si me miras así, pensaré que te has enamorado de mí- Rayan tomó otro sorbo de la bebida con una sonrisa felina y un brillo inusual en los ojos.

-Ve al grano – la loba cerró los ojos como reflejo ante la provocación. Juraba que le estaba dando dolor de cabeza.

Rayan dejó el vaso y suspiró. Tenía diversa técnicas para ser persuasivo, pero esta vez como que no estaba funcionando ninguna. Eso no le gustó

-Te necesito- le soltó y vio como la chica se volvía inestable en la silla. Se burló por dentro, la había hecho reaccionar– Quiero reclutarte para mi pandilla- dijo casualmente.

Unos segundos de silencio y después…

Una carcajada salió de la boca de Leticia y tuvo que aguantarse el estómago. Cuando tomó aire recomponiéndose se secó una lágrima de sus ojos y su mirada se volvió fría.

-Buena esa alfa, pero no estoy interesada en volverme un matón o algún mal de la sociedad. Ya hay bastante- no le importó ofenderlo.

-No hables lo que no sabes niña- le tiró un sobre sobre la mesa arriba de los de él –Revisa eso, te puede interesar, no somos una simple pandilla- se inclinó hasta estar delante de ella casi al punto de que la omega sintiera su aliento cálido en su mejilla –Te advierto desde ahora, te quiero, por lo que utilizaré todos los métodos para que ingreses a mi grupo, una loba alfa como tú no se ve todos los días. Y eres bastante interesante. Me llamaste la atención desde el primer momento en que te vi-

Leticia tragó en seco, pero se mantuvo lo más serena que su cuerpo le permitió.

-Debes tener la cara bien dura para decirme eso después de todo lo que me hicieron. Pero debo reconocer que puedes ser bastante persuasivo- una sonrisa fría se dibujó en sus labios –Y yo puedo ser muy poco receptiva.

Rayan se quedó mirando su expresión sin decir una palabra. Por primera vez pudo decir que para la chica ser una alfa era bastante atractivo en todos los sentidos. Su piel era clara y parecía suave al tacto. Tenía el cabello rubio al igual que él pero con tonos cenizos, al punto de parecer gris, llevándolo largo como a él le gustaba, peinando aquellos mechones rebeldes hacia atrás de sus orejas sucesivamente. Sus ojos eran de un color marrón con subtono rojizo, demasiado tentadores rodeados de espesas pestañas. Sus labios no eran ni gruesos ni finos, solo que no debían estar en ningún rostro alfa. Incluso con algunos moretones que quedaban del día anterior cubiertos por alguna base de maquillaje, no dejaba de ser muy atractiva. Demasiado femenina. Y no era que estuviera mal, es que para tener genes alfa era demasiado delicada.

El alfa se separó incorporándose completamente antes de que hiciera algo que no venía al caso con él ¿Desde cuándo le gustaban los de tipo alfas? Se hizo la pregunta mental. Mientras fuera hombre o mujer no le importaba, no era exigente, pero alguien igual que él, que estaba pensando. Le venían mejor los betas y preferiblemente los omegas. Los de genes alfas podían llegar a ser muy dominantes y para eso estaba él sin dudas. Chasqueó la lengua, cosa que no pasó desapercibida por Leticia.

-Lee eso y me llamas, te estaré esperando- se levantó de la silla- te dejé mi número escrito allí.

-No te ilusiones por gusto- fue la respuesta de la omega antes de ver a su actual acompañante hacerle una seña con los dedos y dando la vuelta.

Y como mismo había venido se había ido. Leticia soltó un sonoro suspiro y se recargó en la silla. Las feromonas de él aún eran perceptibles alrededor de ella, fuertes, densas, embriagadoras y que le hacía palpitar el cuerpo en la zona inferior.

-Malditos alfas y su lívido- maldijo en voz baja sobándose la cabeza.

Dejó el sobre que le había dejado a un lado y siguió estudiando después de pedir una nueva bebida. Pero la curiosidad la mataba ¿Qué contenía el sobre? No pasó mucho tiempo antes que lo abriera y leyera los diferentes papeles.

Lo que encontró fue realmente interesante.

***

Rayan esperó sentado en el sofá y miró el reloj. Eran cerca de las siete de la noche y los chicos comenzaban a aglomerarse dentro de la sala central, algunos jugando cartas, otros en la consola delante del inmenso pantalla plana, otros en la mesa de billar.

-Jefe, tiene una sonrisa rara en el rostro desde esta tarde- uno de los chicos se acercó con las manos en los bolsillos.

-¿En serio?- se inclinó hacia adelante –Bueno, es que tendremos a alguien nuevo hoy-

-¿Alguien?- otro oyó lo que conversaban.

-Sí, debería llegar en cualquier momento, así que estén atentos- dijo Rayan con confianza. Sabía que la persona que esperaba no rompería sus planes.

Efectivamente, diez minutos después, una chica de pelo rubio, de ojos rojizos y vestida de negro entró a la sala seguido de uno de los alfas de guardia. Todas las miradas se posaron en ella y muchos abrieron la boca de la impresión. Rayan bufó victorioso con una sonrisa.

-Viniste -

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