DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 36. Una confesión

DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 36. Una confesión

Estallaría en algún momento, eso no tenía discusión, pero en el mismo momento que a Javier le avisaron que aquel hombre había atravesado el portón frontal de la hacienda, de inmediato hizo aquella llamada y corrió hacia la pequeña habitación que Ximena estaba usando como oficina mientras les ampliaban la cabaña.

Solo habían pasado veinticuatro horas, apenas un día y ya Fernán Marín estaba de vuelta en Villahermosa con la peor de las actitudes.

Javier trató de detenerlo, o al menos eso parecía, pero de alguna forma los dos acabaron a los gritos dentro de aquel cuartito donde Ximena diseñaba.

—¡Te lo advertí, imbécil! ¡Debiste escucharme! ¡Te advertí que podía joderle la vida a tu noviecita! —gruñó Fernán tirándole aquel cheque estrujado a la cara que con singular alegría le habían rechazado en el banco.

—¡No te atrevas, Fernán! —espetó Javier y Ximena se levantó azorada.

—¿Qué es lo que está pasando aquí? Fernán ¿qué haces...? —preguntó y
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